(13 de junio de 1912, La Paz, Bolivia - 1981, La Paz, Bolivia)
POÉTICA
No eres sólo el
fulgor que sin
mesura
estalla, ni su
estrépito previsto.
Ni las
apelaciones de la esfinge,
o la avidez, o
la otra idolatría.
Lúcida sí,
flagrante certidumbre,
región de
transparencia en la que inmerso
está el tiempo,
zumbando, lo que somos,
la boca
memorable del augurio.
En un trono de
hierro y santidades,
abiertas las
heridas, y la flecha
de las
perpetuas causas en las sienes,
eres esa
palabra no gastada:
amor; una
mitad, como la aurora,
en sombra. Otra
mitad deslumbramientos.
Patria de sal
cautiva, 1957.
EL POZO VERBAL
Nada se sabe
pero las
palabras
se conjuran
hostiles
chillan y se
acuchillan
saltan en el
aire
lo infestan
movilizan
llamaradas
como ráfaga de
toros
como tizones
vivos
que caldean
la pedana del
escándalo.
Una sola
palabra
la no
pronunciada
porque en ella
está
inscrita
la dispersión
de lo que amas.
Las palabras te
ensalzan
te festejan
te miman
te enjoyan
te besan las
manos
luego te
muerden.
Las palabras te
encumbran
te glorifican
te esmaltan con
azúcares
te visten de
luz
te visten de
flores
luego te
escupen.
Las palabras te
calzan de oro
te coronan con
laureles
te reverencian
te abruman de
lisonjas
luego te
lapidan.
Las palabras te
santifican
te cantan
alabanzas
te levantan en
el aire
¡qué alto vas!
luego te
entierran.
Cántico
traspasado, 1976.
EL AMOR
Como un vino de
guerra la tarde
se nos brinda
y en lo alto
canta la alondra.
¿para qué
más?la alondra en lo alto
y aquí abajo
dos copas
colmadas por un
vino de guerra.
a qué inquirir
sin causa
los números del
cielo
si tu piel
desafía
su imperio de
amapolas
si en la
azulada sombra
lecho de amor
tu labio
solicita
el sello que
devora.
acerbo el aire
pasa
sobre tu
vientre sientes
su alado fuego
y es mi mano
la que pulsa la
dicha
y hace cantar
el oro del verano.
CANTAR
Mi patria tiene
montañas,
no mar.
Olas de trigo y
trigales,
no mar.
Espuma azul los
pinares,
no mar.
Cielos de
esmalte fundido,
no mar.
Y el coro ronco
del viento
sin mar.
Cuya boca ardía
Me niego.
Me niego a
entrar en el coro
a corear
al perpetrador
con sombrero
de probidad
el abogado de
la carcoma
el que dicta
las normas
y sacude
en la plaza
el árbol del
usufructo.
Altiplano
1
El Altiplano es
inmensurable como un recuerdo.
Piel de
kirquincho, toca con sus extremos las cuatro puntas del cielo,
sopla su densa
brisa de bestia.
El Altiplano es
resplandeciente como un acero.
Su soledad de
luna, tambor de las sublevaciones,
solfatara de
las leyendas.
Pastoras de
turbiones y pesares,
las vírgenes de
la tierra alimentan la hoguera de la música.
Los hombres, en
el metal de sus cabellos,
asilan el
caliente perfume de los combates.
Altiplano
rayado de caminos y de tristeza
como palma del
minero.
2
El Altiplano es
frecuente como el odio.
Ciega, de
pronto, como una oleada de sangre.
El Altiplano
duro de hielos
y donde el frío
es azul como la piel de los muertos.
Sobre su lomo
tatuado por las agujas ásperas del tiempo
los labradores
aymaras, su propia tumba a cuestas,
con los fusiles
y la honda le ahuyentan pájaros de luz a la noche.
La vida se les
tiza de silencio en los fogones
mientras las
lluvias inundan sus huesos y el canto del jilguero.
3
Altiplano sin
fronteras,
desplegado y
violento como el fuego.
Sus charangos
acentúan el color del infortunio.
Su soledad
horada, gota a gota, la piedra.
El miedo
I
No es el sonido
de mi sangre
o el ala de un
insecto
ni siquiera
la luz
acercándose
oscilante como
una mano
en la indefensa
sombra.
Lento rebota un
grito
en las piedras
de la calle
- y oyes el
sueño de una hoja.
La calma
corroída
repite su
amenaza.
El ojo
(indecible)
del silencio.
Un muro es la
noche
y transparece.
II
Sabía que mi
muerte eran puñales
y era una sola
bala
y no temía.
Más temía l
a noche de los
otros
sin pisadas.
Y ahora muero
oyendo
clarear el
viento entre los árboles
correr el ruido
a sus asuntos.
Miro mi mano
no la veo
cierro y sólo
estrujo
frío recuerdos
oxidados.
¿Es la muerte
esta jugada?
¿O estoy muerto
ya muerto
caminando por
la muerte?
Ninguna voz
ninguna luz.
El estridor
apenas
de la sangre
que también me abandona.
¿Y si no era
ésa la bala que
desde que soy
ya me
correspondía
ni ésta mi
muerte?
No sé si grito
no sé si
alguien escucha el grito
no sé si doy
vuelta la cara.
Mis lágrimas
golpean
la vasta vasta
soledad
sin puerta.
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