sábado, 31 de agosto de 2019

POEMAS DE AUDRE LORDE


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(18 de febrero de 1934, Harlem, Nueva York, - 17 de noviembre de 1992, Christiansted, Islas Vírgenes de los Estados Unidos)


Día de Año Nuevo


El día parece montado sin ganas

como un regalo para mendigos agradecidos

mejor eso que nada, la ausencia de tiempo

aunque suenan las campanas

en ciudades que no he visitado

e inscriben mi nombre sobre umbrales

que no he visto nunca

mientras extraen un hueso

o lo que sea que es tierno o feraz

del centro de los días anodinos

he olvidado

el tacto del sol

cortando a través de mañanas sin compromiso

la noche está llena de mensajes

que no puedo leer

estoy demasiado ocupada olvidando

el aire en mi lengua que parece un pelaje

y estas lágrimas

que no provoca la tristeza

sino la arenilla de un a veces viento

La lluvia está cayendo como brea sobre mi piel

mi hijo agarra un corazón de pollo durante la cena

y pregunta

¿esta cosa es amor?

Hábiles dedos sin malicia, de fantasmas,

se hunden en mi sueño y lo arrancan

junto a cualquier cosa que venga con la pena

y pudiera reportarme beneficios.



Actúo con deliberación

y sin miedo

a nada.

Poema de amor




Habla tierra y bendíceme con lo más abundante

haz fluir la miel del cielo desde mis caderas

rígidas como montañas

desparramadas sobre un valle

excavado por la boca de la lluvia



Y cuando he entrado en ella sabía

que yo era un vendaval atravesando sus bosques, huecos

dedos susurrando sonidos

la miel fluía

de la taza quebrada

empalada en una lanza de lenguas

en las puntas de sus pechos en su ombligo

y mi aliento

aullando en sus entradas

cruzando los pulmones del dolor



Ávida como las gaviotas argénteas

o un niño

me balanceo por encima de la tierra

una y otra

vez

Padre Hijo y Espíritu Santo




No he visto la tumba de mi padre.



No es que el juicio de sus ojos haya sido

olvidado

tampoco la huella de sus grandes manos

sobre los pomos del atardecer

medio giro cada noche

y venía

cubierto del barro de asuntos mundanos

inmenso y silencioso como todo el deseo del día

listo para redefinir cada una de nuestras formas

sino que ahora los pomos del atardecer están a la espera

y no nos reconocen cuando pasamos junto a ellos



Cada tarde una mujer distinta

corriente como su copita de la tarde

saca la hierba que su quietud hace crecer

llamándola matojos. Cada semana

una mujer distinta lleva la cara de mi madre

y él, que tiene tiempo,

inmutable,

ha de maravillarse

él, que sólo conoció y quiso a una



Mi padre murió en silencio, amando la creación

y las respuestas definidas,

Vivió

conforme juicios fijos sobre cosas familiares

y murió

tras conocerme un 15 de Enero



Hasta que me entierren

no conoceré la tumba de mi padre.

Carbón



Yo

es el negro absoluto, hablado

desde las entrañas de la tierra.

Hay muchos tipos de abierto

cómo se anuda el diamante en la llama

lo hace el que paga cuánto por hablar



Algunas palabras están abiertas como un diamante

sobre los cristales de ventanas

que cantan mientras pasa el impacto del sol

Luego hay palabras como sueldos grapados

en un libro de cuentas troquelado – compra y firma y desgarra

y que ocurra todo aquello que dispongan las oportunidades

y el talón permanece

y un diente mal arrancado con un borde raído

Algunas palabras viven en mi garganta

reproduciéndose como víboras. Otras saben del sol

y rebuscan como gitanos sobre mi lengua

para explotar a través de mis labios

como gorriones primerizos estallando de la cáscara

Algunas palabras

me castigan

El amor es una palabra otro tipo de abierto

Como el diamante se vuelve un nudo de llama

Soy Negra porque vengo de la entraña de la tierra

Ahora, ten, toma mis palabras por joyas a la luz del día.

Cicatriz

Este es un poema simple.

Para las madres hermanas hijas

chicas que nunca he sido

para las mujeres que limpian el transbordador de Staten Island

para las brujas hermosas que hacen arder

mi cuerpo a media noche

en efigie

porque como a sus mesas

y me acuesto con sus fantasmas
Estas piedras en mi corazón sois vosotras

de mi propia carne

sacándome punta con vuestros ojos falsos y afilados

en busca de prismas

que caen de vuestra cabeza

echándome con risas fuera de vuestra piel

porque no valoráis

lo vuestro

ni a mí



Este es un poema simple

no tendré madre ni hermana ni hija

cuando haya terminado

y sólo queden los huesos

mira cómo quedan a la luz los huesos

la forma que tenemos en la guerra

escarbándonos la piel con nuestras garras

para darle de comer al dorso de las máscaras que parecen

nuestros rostros

a los que pusimos nombres de hombre.



Donald DeFreeze nunca llegué a conocerte tan bien

como dentro de los ojos de mi espejo

esperabas

que te bendijera o perdonase

yaciendo

en una cama y otra

¿o era tu ojo lo bastante afilado e implacable

como para resistir

hasta más allá de las muertes del deseo?



Con tu voz en mis oídos

con mi voz en tus oídos

intenta negarme

te daré caza

a través de las venas nocturnas de mi propia adicción

a través de todas las infancias insatisfechas

mientras este poema se despliega

como los pétalos de una amapola

ni hermana ni madre ni hijos

me quedan

sólo un océano quieto de mujeres alunadas

en todos los tonos del cariño

aprendiendo un baile de abrir y cerrar

aprendiendo un baile de ternura eléctrica

que ningún padre o madre podrían enseñarles.



Ven Sambo baila conmigo

sopla el son suspendido

su alta rodilla querida

sobre tu deseo

bajo vuestras malditas

caras blancas ven Bimbo ven Ding Dong

abajo perra túmbate despacio negro túmbate

quieres un vientre mullidito en que esconderte

que haga un morrito y te chupe hacia adentro

de vuelta, a resguardo,

bueno te cuento lo que voy a hacer

la próxima vez tu cabeza va al hacha de guerra

necesito de veras un polvo en el que hundirme

búscame

soy la que te corta las entradas en la reina

de las montañas rusas

puedo hacer que te salga

barato.



Este es un poema simple

compartiendo mi cabeza con el sueño

de una gran mujer negra con joyas

en sus ojos

baila

su cabeza en un casco dorado

arrogante

emplumada

por nombre Colossa

sus muslos son como vigas

o nogales desollados

que cambian de pronto

y se aligeran

mientras gira riendo en remolinos

con metal de herramientas sobre sus caderas

termina

y en el filo brillante

un asombro

de pelo negro suave y rizado.

                                                           Selección extraída de sus Collected Poems.


La siembra


Cae la tarde

los niños duermen o están cansados.

Terminé de plantar tomates

bajo un sol breve tras cuatro días de lluvia,

tengo tierra marrón bajo las uñas

y mi piel rebosa de sol.

Siento la cabeza densa como miel

las puntas de los dedos me arden

por la tierra fértil

pero más aún por la ausencia de tu cuerpo.

Ya estuve antes en este lugar

donde la sangre bulle de rabia

y mis dedos frescos de tierra

sueñan con arar un surco

cuyo nombre sería el tuyo.


A mi hija, yonqui en el metro


Prole que no hemos parido

nos atormenta encarnándose en

sí misma

dolorosamente precisa e inevitable

como una aguja en la carne.


Vuelvo a casa en el metro tras una reunión de la APA[iii]

mentes tan comprometidas con su lucha privada

como un asesinato

o un suicidio

una chica patilarga con un caballo en el cerebro

se desploma junto a mí

ruega que la lleven dormida

lejos del deseo

por el precio de un tren nocturno.

Muchachita dopada

si nos medimos por los sueños que evitamos

tú eres la pesadilla

de todas las madres que duermen.

Meciendo una y otra vez

el peso muerto de tus brazos

abrazas nuestros cuellos

más pesados que la costumbre

de buscar razones.

a

Mi preocupación viciada no reemplazará

aquello que una vez necesitaste

pero soy presa de mis adicciones

y te ofrezco mi ayuda, un ojo

alerta

en mi propia estación.

Despierta e indigente

tu caro sueño explota

por todo el vagón

en una terrible risa tecnicolor

por mi fracaso.


Las mujeres desvían la mirada

y las otras madres que no supieron ser útiles

maldicen a su prole convertida en basura.


Oaxaca[iv] [v]


Bajo la madera que se arrastra y la esculpe

La tierra se mueve despacio.

Pero viene ya un rayo.

a

Cultivar su secreto en la tierra marrón

Extensa como una mujer

Intrépida

Es duro trabajo de hombres de mirada quieta

Que rompen la tierra, cuidan su semilla,

Y la vigilan afanosamente en la estación seca.

Pero en la orilla del día tenue y brillante

Más allá del arado, llevan los ojos

A las colinas, al trueno que se condensa

Pues conocen la tormenta.

a

La tierra se mueve despacio.

Aunque el ojo del trueno

Puede partir de un fogonazo

La corteza frágil como cristal de la cara de la montaña,

La tierra se mueve despacio.

Aunque puede quebrar

Toda la fuerza de un hombre y en los brazos de su hijo

Esculpir una manga en tierra de insolente roca.

Y la tierra extensa espera.

a

Lento arado, largo,

Por el marrón de la estación seca,

Y la tierra se mueve despacio.

a

Pero viene ya un rayo.

Lorde 3
Gloria Joseph, Audre Lorde, Ellen Kuzway y otras integrantes de Sisters from South Africa poco antes del fin del apartheid.

Berlín no es fácil para las chicas de color


Puede que una extraña

se acerque desde la esquina

a mi habitación

nidos de avispas tras sus orejas

come una banana medio madura

con motas marrones en forma de lagartija

lleva gaviotas en el pelo

sus axilas huelen a apio

quizá

habla mi lengua

con un tempo distinto

el ritmo de ballenas grises que rezan

oscura como un bol de granito

puede que

ella sea una piedra.

a

Cruzo sus fronteras a medianoche

los guardias, aturdidos, sueñan

con el pan caliente de Mother Christopher

con el fin de la guerra, quizá

la chica vende entradas para toda la temporada

de la ópera de Berlín

impresas en la tapa de una caja lánguida

que frena el crecimiento de rosas vagabundas.

Puede que  los santos de hielo nos hayan avisado

el tierno perdón de los contrastes

metal  muslos de seda  un bote varado

puede que  se esconda

tras la bandera americana

tras el andar de cabellos vivaces

de una alegre ladrona de flores

puede ser que

un ruiseñor espere en el callejón

junto a la cabina de teléfono amarilla.

Bajo mi almohada

una piel de banana se marchita.

a

Cine en el Soho


La mujer que vive en el número 830 de Broadway

pasea a su bebé cuando cae el sol

por las calles del vecindario

almacenes  una fealdad que resulta moderna

blusas de seda de 200 dólares donde antes colgaron martillos

entre cafés y muelles de carga.

En las alcantarillas los químicos florecen como rosas salvajes

su hija en el carrito a cuadros

con una pegatina del movimiento antinuclear

disfruta tanto como es posible

del paisaje urbano.

a

¿Promete a su hija una vida

más fácil  más segura  en esta isla

que las que ellas corren a descifrar a casa

26 pisos sobre una bahía

que agoniza,

el complejo

acróstico doble de la cultura actual?

a

Cuando acaba el telediario de las seis,

¿da una palmadita la niña en la mejilla húmeda de mamá

acuna ella a su hija contra su cuerpo

y llora por lo que ha visto

junto a la cama bajo la que yacen

el hedor de muerte en la alfombra

su hijo muerto a bayonetazos junto a una puerta en Santiago de Chile

una corola de moscas tse-tse que se encostra en la nariz de su hija

los hipopótamos militares que disparan contra los dolientes

en Bleecker Street

sangre en sus cuchillos Escoffier

sangre empozando el triturador de basura

la sangre de su bebé oscureciendo la pantalla

su próxima década a todo color

conectada de polo a polo,

cuando acaba el telediario de las seis

llora por lo que ha visto?

¿O regala su rebozo naranja

de flecos Soho magenta

a una campesina de Vieques

con seis hijos y sin tierra

tras el paso de los morteros

y la Marina

que navega hacia la puesta de sol?




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