Velada
¡hermosa luna de volcanes!
Esta noche no
tiene luna
Sin embargo
Escribo y hablo
A la sombra
Que ocupa su
lugar.
¡dulce luna de azúcar!
Cubre tu rostro
Con un velo seguro
Porque de noche
Salen los niños
Sobre hormigas
doradas
Y creerán tener
derecho
Sobre ti.
¡cóncava luna de agua!
Yo estoy aquí
En una patria
infiel
En la mira de
tus ojos
En un mecedor
azul
Triste y
desnuda
Cantando
Frente al
espejo.
Yo no puedo
pedir
Un aro de saturno
Para mi delgado
puño
Ni una cinta de
agua
Para amarrar
tristezas.
En cambio, sí
puedo ofrecer
La excitante
abertura
Que centra mis
labios.
Intrusa
Me habita otra
mujer.
Una extraña,
una intrusa
Que no alcanzo
a entender.
Yo no puedo
pedir
Un aro de
saturno
Para mi delgado
puño
Ni una cinta de
agua
Para amarrar
tristezas.
En cambio,
Sí puedo
ofrecer
La excitante
abertura
Que centra mis
labios.
Senos
Suaves,
pequeños y tiernos
Siempre
erguidos, siempre firmes.
Senos de carne
blanda
Grácil figura y
vaivén excitante,
Que invitan a
probar
Las delicias de
la tez canela.
Tallados sin
aguja ni cincel
Sobre musgo
secreto
Son montes
cubiertos de azúcar
Para una boca
insaciable.
No me conoces
Aunque he
frotado mis labios
En tu lampiño
pecho,
He cantado
consignas
Con la boca
rota,
He pintado en
mi cintura
Una estrella
roja
Y he aprendido
en tus brazos
A hacer el amor
En un beso.
Aún así,
No me conoces.
Trípoli
Allí la tarde
parecía
El hermoso
cuello
De un cirio
pálido.
Pensaba yo,
En la estrechez
de su frente,
Sus dientes
separados
Y, a la
distancia en que ama.
Tal vez nunca
vuelva a sentir
Su convexo
vientre
Besando mi
ahuecado vientre.
La tarde hoy,
Débilmente se
recuesta,
Malherida…
asombrada.
***
del libro cuartel, ediciones exilio, santa
marta, 2006.
Vacío
En las noches
De mis días,
Maullando,
Mendigo
Un trocito de
luna.
¿y qué he conseguido?
Ahora
Tómame ahora
que aún
No tengo peso
en los años.
Ahora que tu
promesa no es amarga
Y la edad,
aunque igual,
No imagina
cobre en el amor
Para atar la
misma barra
En el mismo
bar.
Ahora que la
codicia
No ha goteado
el corazón fiel.
Ahora
Cuando aún
puedo decir sí.
Pluma
La plaza vieja
De hojas secas,
campanas;
Palomas y
gorriones se aplacan
Con el agua de
la noche.
¡hum! Qué lindo es mirarlo de madrugada.
Qué delicia en
sus brazos
Ser la pluma
encarcelada.
Qué bello es
despertar
Y pensar
inmediatamente
Que volverá
íntegro
De mi boca
roja.
publicación virtual bogotá, 23 de julio de 2014
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