(19 de junio de 1914, Ucrania - 30 de abril de 1984, Jerusalén, Israel)
CADA PERSONA TIENE UN NOMBRE
Cada
persona tiene un nombre
que
le puso Dios
y
que se lo dieron su padre y su madre.
Cada
persona tiene un nombre
resultado
de sus rasgos y su sonrisa
y
que le dio su figura.
Cada
persona tiene un nombre
que
le puso la montaña
y
que le dio un hogar.
Cada
persona tiene un nombre
derivado
del zodíaco
y
que se lo dieron los vecinos.
Cada
persona tiene un nombre
producto
de sus pecados
y
que se lo dieron sus ambiciones.
Cada
persona tiene un nombre
que
se lo pusieron sus enemigos
y
se lo dio su amor.
Cada
persona tiene un nombre
que
se lo dieron sus alegrías
y
su profesión.
Cada
persona tiene un nombre
fruto
de las estaciones del año
y
que se lo dio su ceguera.
Cada
persona tiene un nombre
que
le dio el mar
y
que llevó
hasta
la muerte.
LA ROSA NEGRA
¿Fue
acaso mi nostalgia la que creó
esa
rosa negra que en el sueño
me
entregaste?
¿O
fue tu nostalgia la que se
introdujo
en forma de flor,
de
ese mundo misterioso
a
mi quimera?
¿Y
por qué te pedí
de
pronto aretes?
Cosa
que no hice nunca
cuando
estaba todavía
en
el mundo consciente.
CUANDO ESTUVISTE AQUÍ
Cuando
estuviste aquí,
tu
mirada ardiente
me
abrigaba
y
nuestros pensamientos
de
pronto
se
entrelazaban.
Cuando
estabas conmigo,
entre
las cosas diarias,
los
muros eran miembros de la familia
que
contaban viejos relatos
en
la noche,
cuando
nos servíamos el té.
Ahora,
los
muros no son refugio,
se
cerraron en su silencio
y
no verán mi caída.
Ahora,
los
muros son cemento y cal,
elemento
extraño,
materia
que no responde
como
la muerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario