(1939, Santa Cruz de Mora - 18 de noviembre de 2004, Caracas, Venezuela)
Aquí no espero nada y es como si dijera...
Aquí
no espero nada y es como si dijera
todo
doy
un paso sobre esta ceniza
para
justificarme, para extender
mi
oscuro rumor dentro de mi sangre
y
llevar la tierra hacia ningún lugar
con
el tiempo intacto y apretado
a
mi alrededor
y
esta clave, la claridad que encierra
mi
caparazón
hecha
del mismo hueso.
Bajo qué zumbido rueda la noche...
¿Bajo qué zumbido rueda la noche?
en
ese
despertar que sigue golpeando los ojos
en
la tierna madurez del durazno, en la
muralla
negra de la página en blanco
en
pleno cielo ciego
la
noche es una tregua del día
destinada
a morir
un
acontecimiento perdido por la historia
una
melodía resonante que hierve despacio
que
mueve los labios para hablar
de
los oscuros surcos del escarabajo.
Cada dificultad me condiciona...
Cada
dificultad me condiciona
pero
cómo evitarlo
cómo
cerrar los ojos
y
que no me importe morir
que
el abismo pregunte por mí
y
en cada puerto donde toque tierra
y
sé que nada me pertenece
comience
mi historia
y
que ésta sea un regreso al polvo
a
través de hilos oscuros.
Cómo encontrar de nuevo esas huellas...
Cómo
encontrar de nuevo esas huellas
que
me llevaron hacia la resaca
retazos
de adornos de los que ya no
puedo
desprenderme
signos
de otros huesos enterrados en la sal
pero
el orgullo se inclina siempre
hacia
la izquierda y el fracaso se doblega
ante
la dureza de su pulpa
¿tendré
que hablar de la intensidad
de
un nuevo sol para demostrar que
el
abismo se acuesta boca arriba?
Cómo imaginar estas rocas, estas piedras...
Cómo
imaginar estas rocas, estas piedras
que
llevo sobre mis hombros
desde
donde el miedo desciende
y
rompe mis costillas
cómo
crucificar este día miserable
delgado
y con mucha hambre
cuando
mi sangre baja hasta los sumideros
y
crece el ansia
en
mitad de la fatiga.
En esta tierra que llena mis oídos...
En
esta tierra que llena mis oídos
donde un pájaro canta
en
medio de la luz que florece bajo la brusca nieve
o
en el polvo sin origen
veo
el pensamiento que se forma en el agua
la
huella del oro impresa en el viento
el
tiempo que nunca tiene razón
y
jamás me revela lo que hace
y
derriba mis defensas.
Escribir sobre el silencio...
Escribir
sobre el silencio o sobre
sus
trozos de vacío, pero volver a
la
palabra o hacia su desaparición
volver
a la claridad, a la duda,
a
una vida sencilla
o
a la ardua madurez del hierro
fuera
de aquí, anclar en el asombro
esa
inocencia del mutismo.
¿He tenido razón en todos mis desordenes?
¿He
tenido razón en todos mis desórdenes?
no
sabría salir del desconcierto
me
ato al corcel que arrastra lo imposible
mientras
su barca evade las palmeras y los caminos
de cangrejos
soy
el animal lanzado a la aurora
bajo
un cielo que arde en purísimas llamas
esas
ánforas ya no contienen mi sangre
ese
techo sólo corona mi inocencia
y
limpia
mi
carrocería marcha sobre ruedas
sobre
las flores y las fantasías de este mundo.
Por ese rostro mío tuyo...
a S.
Por
ese rostro mío tuyo
que
has olvidado
por
ese recuerdo me llamas
y
ya no es tu boca sino otra boca
y
no son tus labios sino el viento
y
tocas fondo hasta llegar
al
gran problema
aquí
bajo este cielo
sin
herencia sin alma
aquí
sobre esta tierra
sin
sueños sin nieve.
Qué violencia la de estas humaredas...
Qué
violencia la de estas humaredas
avanzan
apretadas
apagadas
descalzas
hay
que olvidar la perspectiva del deseo inflamado
la
permanencia de la llama compacta
son
las herramientas de un recuerdo destruido
empujado
hacia el polvo áspero
empujado
por el amor al incendio
para
complacer a las cenizas
si
ese postigo no regresa
así
ese calor nos expulsa de la madrugada.
Si el viento sopla más fuerte dentro de mi cabeza...
Si
el viento sopla más fuerte dentro de mi cabeza
si
mi canto emana del torrente de las piedras
si
los puños me atan las manos
y
ya no puedo reconocer el fuego que cae del cielo
si
alimento mi espinazo con carbones
y
lo empujo en una sola dirección
si
dejo que mis pies pisoteen su sombra
y
el polvo llore a lágrima viva
ay
si el silencio calla y la noche abre
una
herida oscura en mi costado
dedos
os he visto soñar.
Si me apoyo en el desvelo, vuelvo al mayor asombro...
Si
me apoyo en el desvelo, vuelvo al mayor asombro
viajo
con los pájaros en mi agonía
y
dispongo mis defensas en el alud o en los meses febriles
no
estoy de paso y no sé vacilar, aunque escucho
bajo
mis pies, como un aire subterráneo
el
rumor de mi inocencia
soy
la transeúnte sin escolta que prolonga el camino.
Sobre qué muros apoyaré mi cabeza...
¿Sobre
qué muros apoyaré mi cabeza?
Mi
memoria no retiene aún la imagen de esa
casa
cerrada prestada al abismo
un
botín arrancado a mi ilusión
ahora
me apodero de su gracia
mis
brazos no tienen fin
¿qué
significa para mí el silencio, la apretada mordaza?
lo
imprevisible no es presa fácil
enfrento,
como siempre, una nueva máscara.
Tú...
Tú
que
jamás te sacias
ni
sabes quién eres
ni
existes para la certidumbre
que
puedes ser muchos
soñando
que estás en lo cierto
o
pensando que debes
conquistar
esa nada.
Veo en mis sueños cómo el cuchillo corta el polvo...
Veo
en mis sueños cómo el cuchillo corta el polvo
o
entra despacio en mi corazón
hay
ocasiones en que el mundo pierde sus encantos
entonces
tomo el camino que me ha sido vedado
y
doy albergue a sus más oscuros secretos.
recibe
este cuerpo como si fuera nieve.
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Estas
opiniones sobre tu vida
queman
tus labios
arrastran
en silencio
el
pan rancio de tus ideas
no
te detengas ante el umbral
de
esa morada
que
hace girar polvo y ceniza
sobre
tus sienes
las
nostalgias
los
bosques
se
enredan en tus piernas
mientras
persigues
la
fervorosa quimera.
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La
poesía no tiene edad
eso
te dije muy entrada la mañana
cuando
la hoja del plátano en el patio
se
estremeció a instancias del viento
sé
que tu mano abolió la espuma
y
que escuchaste el crujido de la hierba
bajo
la callada aprobación del cielo
tú
mencionabas la caída de las hojas
como
ejemplo de tu centro de gravedad
pensando
que no había mejor forma
de
reemplazar la escritura del poema
o
tu devoción por las palabras
tenías
mucho que decir
y
disponías de muy buenas razones para hacerlo.
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De
Antiguedad del frío (Ediciones Mucuglifo, 2000)
Debes
escuchar el crujido de tus huesos
ellos
te llevan hacia el alto mar
al
zumbido de la higuera
forman
el tiempo que aún permanece frío
o
se adormecen despidiéndose de tu muerte única
está
presente aquí el grano y la cosecha
sobre
todo la inmensidad turbadora
de
la piedra que nace de sí misma
hacia
los años futuros
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Aquí
no espero nada y es como si dijera
todo
doy
un paso sobre esta ceniza
para
justificarme, para extender mi
oscuro
rumor dentro de mi sangre
y
llevar la tierra hacia ningún lugar
con
el tiempo intacto y apretado
a
mi alrededor
y
esta clave, la claridad que encierra
mi
caparazón
hecha
del mismísimo hueso.
*****************************
Soy
la sobreviviente, mis costillas lo saben
por
esos barrancos de sábila, a mediodía,
desaparecieron
mis huesos
ahora
camino en el alba, mi quietud esclarecida,
buscando
donde hundir el colmillo
buscando
la línea, la madera de mis dos piernas
que
nace de las ramas, en aquel naranjo seco
y
hambriento que trepaba al anochecer
por
orden de mi ensueño de niño.
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De
Aún no (El otro el mismo, 2004)
Cómo
seré debajo de este trozo de tierra
desmenuzada
si
mis pies me sujetan al suelo y la distancia
se
enrojece
el
horizonte inaccesible no nace de la
indecisión
un
instante y ya no mentiré más
apenas
me desvío de mi lugar
en
la tierra sin ventanas, en el aire
que
se mueve hacia mis tobillos
esta
tarde los muros de mi casa aparecen
aireados,
están separados por la tregua
que
impone el calor
la
oscuridad allí se ha secado.
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Qué
violencia la de estas humaredas
avanzan
apretadas
apagadas
descalzas
hay
que olvidar la perspectiva del deseo inflamado
la
permanencia de la llama compacta
son
las herramientas de un recuerdo destruido
empujado
hacia el polvo áspero
empujado
por el amor al incendio
para
complacer las cenizas
si
ese postigo no regresa
si
ese calor nos expulsa de la madrugada
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He
atribuido a los pantanos
la
soledad de los puentes
la
soledad
el barro reseco y ardiente
el
agua en suspenso
los
juncos que se alzan sobre sus escombros
hay
un instante en que mis movimientos
se ensombrecen
bajo
el crepúsculo sin tregua
por
eso invento la tranquilidad
invento
el tacto
hago
que la tierra acorte sus pasos.
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