GREGUERÍAS
Lo que defiende a las mujeres es que piensan que
todos los hombres son iguales, mientras que lo que pierde a los hombres es que
creen que todas las mujeres son diferentes.
El amor nace del deseo repentino de hacer eterno
lo pasajero.
Los que matan a una mujer y después se suicidan
debían variar el sistema: suicidarse antes y matarla después.
Los globos de los niños van por la calle muertos
de miedo.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su
pie.
¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos
establecidos en la Tierra?
La gallina está cansada de denunciar en la
comisaría que le roban los huevos.
Lo peor del loro es que quiera hablar por
teléfono.
Eso de creer que el loro no sabe lo que dice es no
querer ofender, pero el loro nos mira cuando nos insulta.
Respetamos ese insecto que se pasea por el frutero
porque es el que ha becado el campo para que vea la ciudad.
El sueño es un depósito de objetos extraviados.
El que está en Venecia es el engañado que cree
estar en Venecia. El que sueña con Venecia es el que está en Venecia.
Los recuerdos encogen como las camisetas.
Al ver el anuncio de "6 vueltas" en el
aparato de feria nos ha parecido que la vida no es más que eso, "X
vueltas".
No hay que tirarse desde demasiado alto para no
arrepentirse por el camino.
La prisa es lo que nos lleva a la muerte.
En cada día amanece todo el tiempo.
El más sorprendido por la herencia es el que tiene
que dejarla.
Por los ojos nos vamos de la vida.
Nos sorprende ver en la tienda de antigüedades la
taza en que tomábamos el café con leche cuando éramos niños.
Es sorprendente cómo se mete la fiebre en el
tiralíneas del termómetro.
Astrónomo es un señor que se duerme mirando las
estrellas.
La medicina ofrece curar dentro de cien años a los
que se están muriendo ahora mismo.
En lo que más avanza la civilización es en la
perfección de los envases.
El ventilador debía dar aire caliente en invierno.
Los ceros son los huevos de los que salieron las
demás cifras.
Un país donde los que juegan al toro siempre
encuentran quien haga de toro es un país paradójico progresivo.
La historia es un pretexto para seguir equivocando
a la humanidad.
En las grandes solemnidades llenas de personajes
uniformados parece que hay algunos repetidos.
Me gustaría pertenecer a esa época del futuro en
que la historia tendrá doscientos tomos, para ver cómo se la aprenderán los
niños.
No confiéis demasiado en vuestro propio corazón,
porque él os fallará en definitiva.
No importa que nuestro vaso sea pequeño, pues lo
importante es que la botella esté llena.
No debemos ser cómplices ni de nosotros mismos.
A un mentiroso sólo lo cura un sordo.
La popularidad es que nos conozcan los que no
conocemos.
La mayor ingenuidad del novel círculo literario es
el nombramiento de tesorero.
El lector -como la mujer- ama más a quien le ha
engañado más.
Al cine hay que ir bien peinado, sobre todo por
detrás.
No hay nada que desoriente tanto como un número de
teléfono que hemos apuntado y que no sabemos a quién pertenece.
Hay tipos a los que es tan difícil sacarles una
idea de la cabeza como el tapón que se ha hundido en la botella.
La O es la I después de comer.
Templar el agua del baño es como preparar un buen
té.
El que bebe en taza, hay un momento en que sufre
eclipse de taza.
El que pide un vaso de agua en las visitas es un
conferenciante fracasado.
Algo se juega uno al echar los dados de hielo en
el vaso.
Burbujas: momento en que el agua entrega su alma a
Dios.
El baño, al desaguarse, protesta de lo sucedido.
En las aguas minerales burbujean peces invisibles,
almas del silencio acuático, respiración de ranas, peces desaparecidos y
últimos suspiros.
Las lágrimas que se vierten en las despedidas de
barco son más saladas que las otras.
Las lágrimas desinfectan el dolor.
La lluvia es triste porque nos recuerda cuando
fuimos peces.
Los lagos son los charcos que quedaron del
Diluvio.
El granizo arroja su arroz festejando la boda del
estío.
Las olas esculpen en las rocas calaveras de
gigantes.
El hielo se derrite porque llora de frío.
El agua no tiene memoria: por eso es tan limpia.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
Donde es más feliz el agua es en los cangilones de
la noria.
No hay nadie que saboree el agua como el pájaro.
El arroyo trae al valle las murmuraciones de las
montañas.
El río cree que el puente es un castillo.
Los ríos no saben su nombre.
El ideal de las piedras es lavarse los pies en los
ríos.
Los ríos siempre están escribiendo al mar la más
larga carta.
Ese que lleva el paraguas abierto cuando ya no
llueve parece un paracaidista caído del nido.
El paraguas puesto a secar abierto en el suelo
parece una tortuga de luto.
Abrir un paraguas es como disparar contra la
lluvia.
Los paraguas son viudos que están de luto por las
sombrillas desaparecidas.
En las tormentas hay truenos sin rayos porque su
rayo se ha traspapelado, y por lo mismo hay rayos con olvido de su trueno
correspondiente.
El mar se pasa la vida duchando a la tierra para
ver de hacerla entrar en razón.
El mar sólo ve viajar. Él no ha viajado nunca.
El mar arrastra de los pelos al río.
En la ola está el espejo de los abismos.
La ola muere en espuma de impotencia al no poder
pasar tierra adentro.
El mar es mucha espuma de brocha y mucho filo de
ola para afeitar las algas de la playa.
Todo el mar quiere salvarse en el tablón que
flota.
La melancolía de los ríos de América es que son
tan grandes que no pueden tener puentes.
El acto más bello de la playa es ver cómo se quita
las medias de arena la mujer bonita.
Los mejillones son las almejas de luto.
Esponjas: calaveras de las olas.
En las caracolas ha quedado rizada en miniatura
una ola, un rizo del mar cuando era niño.
Los cangrejos son manos de pianistas torpes
tocando barcarolas.
- ¿Los peces lloran?
- Los peces no necesitan llorar, porque el mar es
pura y salada lágrima.
Las conchas de las playas son los restos de los arroces
que se come Neptuno.
Un pie levanta la colcha del mar: es el delfín.
Cuando aparecen tres perlas en una ostra es que el
mar ha regalado al hombre una botonadura.
Las nubes de la tarde acuden al ocaso para empapar
su sangre y caer como algodones usados
en el cubo del otro hemisferio.
Hay nubes que son como alas extraviadas.
Las nubes caen como leones sobre la luna, pero no
la pueden devorar.
La tormenta comienza con un gran portazo conyugal,
como si la diosa se hubiese marchado violentamente, dejando al dios
encolerizado.
Hay unas nubes largas y finas que son como
costillas del cielo.
Los días de lluvia, el Metro se convierte en
submarino.
La lluvia acaba por olvido; pero, a veces, vuelve
a acordarse, y vuelve a llover.
El pingüino, con la servilleta puesta, está
esperando la hora de la sopa del Juicio Final en las playas antárticas.
Toda gota nace para estalactita, pero cae sólo
como mortal gota.
La nieve se apaga en el agua.
Los remeros de la regata componen el ciempiés
acuático.
La tragedia de la gota de agua cayendo en el cubo
del lavabo toda la noche es una tragedia de asunto lacónico, pero espeluznante,
que conocen las pobres criaturas humanas, en las que no todo ¡ni muchomenos!,
es heroico…
Extraído de Ramón Gómez de la Serna. Greguerías.
Cátedra.
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