domingo, 22 de mayo de 2022

POEMAS DE THÉODORE HANNON


La piel

 

¡Oh íntimas tardes de diciembre!

Una de estas tardes, tarde roja y negra,

Sobre tu hermoso cuerpo con palideces ambarinas Pones

tu piel - en bata.

 

El pelaje macizo y pesado,

El pelaje con toques sutiles,

Desdibujado con su línea sorda

Tu línea con acentos turbulentos.

 

Por tu carne blanca y delicada

El abrigo de pieles salvajes tuvo

Los suaves abrazos de un gato

Y las caricias de las plumas.

 

Mármol, bronce, nácar, oro de jarro

En conquista bajo el vellón,

¡Cuántos tesoros vi brillar

¡En la cálida sombra, ardiente Jasón!...

 

Cansado al fin de esta gala,

A tus pies, como un monstruo domado,

Hiciste que la piel se echara,

¡Invencible en tu desnudez!

 

Como un canto de guerra, el olor rojizo

Lanza su tintineo en el aire,

Mezclando sus gritos en la alcoba,

Con el hosana orgulloso de tu carne.

 

 

Renuncia (el comienzo del poema)

 

Te amo en la serenidad

De tu risa gorda y rubia,

Amo la gracia indiferente

De tu rica animalidad.

 

Amo en su frialdad sin igual

Tu corazón que no se conmueve

Y nunca se ha dignado saber

Las confesiones hechas a tu oído.

 

¡En tu hermoso cuerpo todo es grandeza!

Sobre tu cuello redondo, sobre tus anchos hombros

para sostener las varas,

Tu cabeza levanta su esplendor,

 

Tus brazos muestran la veta del mármol,

Tus brazos en pleno abrazo;

Tu pierna en sus curvas

A la robustez del árbol.

 

Sobre estos nobles pilares de carne De

discreta palidez de marfil,

Tus caderas esparcen la gloria

De la firme silueta que me es querida.

 

Tu cabello espeso y amarillo

Como maíz en Messidor,

Parece adornar Tu frente con un pesado yelmo dorado,

desde el cual los tronos Impasibles.

 

Tu garganta tiene el brillo del mar:

Tus senos forman el oleaje blanco

Donde rueda mi cabeza ardiente

Y viene a ahogar el bazo amargo.

 

Tú, cuya pulpa floreciente

En salud insolente

Viene a ofrecer su golosina

a mi glotonería deslumbrada,

 

Te amo con una pasión

Donde el corazón no tiene contrapartida,

Y con un culto que

Ninguna idealización complica.

 

Amo la única materia que hay en ti:

Perfume, sonido, color,

Ritmo, forma en su flor,

¡Aquí está toda mi pasión!

 

[...]

 

Los hermosos vicios de Jane

 

Jane está agotada, ¡y superlativamente!

Su epidermis ambarina, que las noches asolaron,

Guarda un sutil aroma donde se exageran los sentidos,

Donde gime morbosamente la corneta de los nervios.

Jane está agotada, ¡y superlativamente!

 

Su boca de aperitivo tiene extraños besos,

Bondadosos con el corazón, pero saqueadores de fósforo, ¡oh sesos!

Cuando la alcoba, al anochecer, flamea con reflejos anaranjados

De sus cabellos retorciendo sus marañas leonadas,

Su boca de aperitivo tiene extraños besos.

 

Su cuerpo forma un cálido sofá acolchado...

La pereza desciende de sus ojos cansados.

Su garganta es la almohada blanca, donde acurrucada,

El bazo viene a languidecer las caricias demasiado vivas.

Su cuerpo forma un cálido sofá acolchado.

 

En su teclado de nervios con notas fuera de orden,

Llora el lamento de corazones ebrios de hastío.

Sin embargo, el hallali de los éxtasis perseguidos

Suena alegre en noches guerreras

En su teclado de nervios con notas desordenadas.

 

Pero su amor es dulce como el sol poniente.

Porque quién sabe entenderla, en mi Jane se esconde

Este doloroso encanto (no reconocido por los profanos)

Del perfume que se desvanece y la flor que se desvanece,

Porque su amor es dulce como un sol poniente.

 

Rimas de alegría , 1881.

Tomado de:

https://www.cave-a-poemes.org/page.php?id=1203

 

 

El cáliz febrífugo

 

"París, ciudad donde florece la incipiente carne,

cúmulo de provocativas gargantas,

árbol cuyo glorioso fruto conforma

los magníficos y ostentosos senos de las bacantes.

 

El curvilíneo corsé enseñorea la grieta de la carne

e incita a aprehender sus gemelas bifurcaciones.

Dos ardientes montículos que ascenderías sin vergüenza,

cuerpo loado en gran estima.

 

A mi alrededor se cierne el calinoso oleaje

de un océano que me aterra y embriaga,

un flujo enteramente níveo que se precipita sobre mí.

 

La joven de tez pálida y delgada, cáliz febrífugo,

me guía por la senda de mis uñas y mis labios

a través del viático de un delgado y virginal cuerpo. "

 

 

El jarrón chino

 

"Dispongo en mi mesa de un jarrón

chino y con el infinito gusto

y el éxtasis de un fetiche

lo contemplaría siempre.

 

El sol acaricia su tersa faz

porque una láctea luminiscencia

la comprime constantemente

como la perla de un ópalo.

 

Sus márgenes corteses y azules

semejan una flor

de inusual belleza

que desprende extrañas y caprichosas tonalidades.

 

La mirada inquieta atisba entre las flores

turquesas reminiscencias

que vislumbran monstruosos sueños:

demacrados dragones e inquisitivas esfinges.

 

Irracionales quimeras, toscas aves

y funambulescas figuras orientales

asisten hieráticamente a estas orgías

de cinabrio y añil.

 

La promesa de la rosada tierra nipona

seduce con las sonoras voces cristalinas

de las torrecillas de caolín

que engalana un mágico río.

 

Acunado suavemente por los aromas del té,

víctima del olvido que llueve sobre los grandes alisos

me siento preso en este novedoso Leteo

entre los juncos de amarillos mandarines.

 

Sí, una maravillosa estancia

me complace en el sordo destino

de una vida a los pies del olivar chino,

extasiado por el opio y el amor. "

Tomado de:

https://www.epdlp.com/escritor.php?id=11112

No hay comentarios.:

Publicar un comentario