jueves, 13 de octubre de 2022

POEMAS DE AQUIAUHTZIN DE AYAPANCO EN EL DÍA DE LA RESISTENCIA


***

Por allá he oído un canto,

lo estoy escuchando,

toca su flauta,

sartal de flores, el Rey Ayocuan.

Ya te responde,

ya te contesta,

desde el interior de las flores

Aquiauhtzin, señor dé Ayapanco.

La búsqueda del Dador de la vida.

¿Dónde vives, oh mi dios,

Dador de la vida?

Yo á ti te busco.

Algunas veces, yo poeta

por ti estoy triste,

aunque sólo procuro alegrarte.

Desde la región de las flores y las pinturas se busca al Dador de la vida.

Aquí donde llueven

las blancas flores,

las blancas flores preciosas,

en medio de la primavera,

en la casa de las pinturas,

yo sólo procuro alegrarte.

Todos aguardan la palabra del Dador de la vida.

¡Oh, vosotros que de allá de Tlaxcala,

habéis venido a cantar, al son de brillantes timbales,

en el lugar de los atabalés!

flores fragantes:

el señor Xicoténcatl de Tizatlan,

Camazochitzin, quienes se alegran con cantos y flores

aguardan la palabra del dios.

Invocación insistente al Dador de la vida.

En todas partes está

tu casa, Dador de la vida.

La estera de flores,

tejida con flores por mi.

Sobre ella te invocan los príncipes.

¡El pájaro cascabel, símbolo del Dador de la vida, aparece cantando! Con su venida llueven las flores.

Los variados árboles floridos se yerguen

en el lugar de los atabales.

Tú estás allí:

Con plumas finas entreveradas,

hermosas flores se esparcen.

Sobre la estera de la serpiente preciosa,

anda el pájaro cascabel,

anda cantando,

sólo le responde al señor,

alegra a águilas y tigres.

Ya llovieron las flores,

¡comience el baile, oh amigos nuestros,

en el lugar de los atabales!

Nueva pregunta

¿A quién se espera aquí?

Se aflige nuestro corazón.

El Dador de la vida se hace presente en las flores y los cantos.

Sólo el dios,

escucha ya aquí,

ha bajado del interior del cielo,

viene cantando.

Ya le responden los príncipes,

que llegaron á tañer sus flautas.

Nueva Acrópolis: Filosofía, Cultura y Voluntariado

Tomado de:

https://www.facebook.com/acropolisperu.huanuco/

 

 

Canto de las mujeres de Chalco

 

Levantáos, vosotras, hermanitas mías,

vayamos, vayamos, buscaremos flores,

vayamos, vayamos, cortaremos flores.

Aquí se extienden, aquí se extienden

las flores del agua y el fuego, flores del escudo,

las que se antojan a los hombres,

las que son placenteras:

flores de guerra.

 

Son flores hermosas,

¡con las flores que están sobre mí,

yo me adorno,

son mis flores, soy una de Chalco,

soy mujer!

Deseo y deseo las flores,

deseo y deseo los cantos,

estoy con anhelo, aquí, donde hilamos,

en el sitio donde se va nuestra vida.

 

Yo entono su canto,

al señor, pequeño Axayácatl,

lo entretejo con flores,

con ellas lo circundo.

Como una pintura es su hermoso canto,

como flores olorosas que dan alegría,

mi corazón las estima en la tierra.

 

¿Qué significa todo esto?

Así estimo tu palabra,

compañero en el lecho, tú, pequeño Axayácatl.

Con flores lo entretejo,

con flores lo circundo,

lo que nos une levanto,

lo hago despertarse.

Así daré placer

a mi compañero en el lecho,

a ti, pequeño Axayácatl.

 

Acompañante, acompañante pequeño,

tú, señor Axayácatl.

Si en verdad eres hombre,

aquí tienes donde afanarte.

¿Acaso ya no seguirás, seguirás con fuerza?

 

Hazlo en mi vasito caliente,

consigue luego que mucho de veras se encienda.

Ven a unirte, ven a unirte:

es mi alegría.

Dame ya al pequeñín, déjalo ya colocarse.

 

Habremos de reír, nos alegraremos,

habrá deleite,

yo tendré gloria,

pero no, no, todavía no desflores,

compañerito; tú, señor, pequeño Axayácatl.

 

Yo, yo soy atrapada,

mi mánita da vueltas,

ven ya, ven ya.

Quieres tocar mis pechos,

casi mi corazón.

 

Quizás tú mismo estropearás

lo que es mi riqueza,

la acabarás;

yo, con flores color de ave de fuego,

para ti haré resonar mi vientre,

aquí está: a ti hago ofrenda.

 

La preciosa flor de maíz tostado,

la del ave de cuello de hule,

la flor del cuervo, tu manto de flores,

están ya extendidos.

Sobre la estera preciosa tú yaces,

en casa que es cueva de plumas preciosas,

en la mansión de las pinturas.

 

Así en su casa me aflijo,

tú, madre mía, quizás ya no puedo hilar.

Tal vez no puedo tejer, sólo en vano soy una niña.

Soy muchachita

de mí se dice que tengo varón.

 

Hay sufrimiento,

lugar de tristeza en la tierra.

Así tristemente cavilo,

deseo la maldad,

la desesperación ha venido a ser mía.

 

Me digo, ven niña,

aun cuando del todo he de morir.

Madre mía, yo sufro,

aquí tengo yo a mi hombre,

no puede ya hacer bailar el huso,

no puedo meter el palo del telar:

niñito mío,

de mí te burlas.

¿Qué me queda?

¡Lo haré!

 

¿Cómo se embraza el escudo

en el interior de la llanura?

Y o me ofreceré, me ofreceré,

niñito mío, de mí te burlas.

 

Compañerito, niñito mío,

tú, señor, pequeño Axayácatl,

vamos a estar juntos,

a mi lado acomódate,

haz hablar tu ser de hombre.

¿Acaso no conozco,

no tengo experiencia

de tus enemigos, niñito mío?

 

Pero ahora abandónate a mi lado.

Aunque seamos mujeres,

tal vez nada logres como hombre.

Flores y cantos

de la compañera de placer,

niñito mío.

 

Hombre y niño, mi señor, tú, gran señor,

tú, pequeño Axayácatl;

todavía no empiezas

ya estás disgustado, compañero pequeño.

Y a me voy a mi casa,

niñito mío.

Tal vez tú aquí me has embrujado,

has pronunciado hermosas palabras.

Aquí hay ahora embriaguez,

tú, embriágate ya.

¿Acaso hay alegría en nuestra casa?

 

¿Acaso tú me has comprado,

tú para ti me adquiriste, niñito mío?

¿Tal vez cambiarás mi placer, mi embriaguez?

Acaso desprecias, te has disgustado,

pequeño compañero, ya me voy a mi casa,

niñito mío.

 

Tú, amiga mía, tú mujer ofrendadora,

mira cómo permanece el canto,

en Cohuatepec, en Cuauhtenanpan,

sobre nosotros se extiende, luego pasa.

Tal vez mi ser de mujer hace locuras,

mi pequeño corazón se aflige.

¿Cómo habré de hacerlo,

a aquel que tengo por hombre,

aunque sean mías falda y camisa?

¡Los que son nuestros hombres,

son nuestra hechura!

 

Revuélveme como masa de maíz,

tú, señor, pequeño Axayácatl,

Pero ahora abandónate a mi lado.

Aunque seamos mujeres,

tal vez nada logres como hombre.

Flores y cantos

de la compañera de placer,

niñito mío.

 

Hombre y niño, mi señor, tú, gran señor,

tu, pequeño Axayácatl;

todavía no empiezas

ya estás disgustado, compañero pequeño.

Y a me voy a mi casa,

niñito mío.

 

Tal vez tú aquí me has embrujado,

has pronunciado hermosas palabras.

Aquí hay ahora embriaguez,

tú, embriágate ya.

¿Acaso hay alegría en nuestra casa?

 

¿Acaso tú me has comprado,

tú para ti me adquiriste, niñito mío?

¿Tal vez cambiarás mi placer, mi embriaguez?

Acaso desprecias, te has disgustado,

pequeño compañero, ya me voy a mi casa,

niñito mío.

 

Tú, amiga mía, tu mujer ofrendadora,

mira cómo permanece el canto,

en Cohuatepec, en Cuauhtenanpan,

sobre nosotros se extiende, luego pasa.

Tal vez mi ser de mujer hace locuras,

mi pequeño corazón se aflige.

¿Cómo habré de hacerlo,

a aquel que tengo por hombre,

aunque sean mías falda y camisa?

¡Los que son nuestros hombres,

son nuestra hechura!

 

Revuélveme como masa de maíz,

tú, señor, pequeño Axayácatl,

yo a ti por completo me ofrezco,

soy yo, niñito mío, soy yo, niñito mío.

Alégrate, que nuestro gusano se yerga.

¿Acaso no eres un águila, un ocelote,

tú no te nombras así, niñito mío?

¿ Tal vez con tus enemigos de guerra no

harás travesuras?

Ya así, niñito mío, entrégate al placer.

 

Nada es mi falda, nada mi camisa,

yo, mujercita, estoy aquí,

viene él a entregar su armonioso canto,

viene aquí a entregar la flor del escudo.

¿Acaso de algún modo somos dos,

yo mujer de Chalco, yo Ayocuan?

Quiero que haya mujeres como yo,

de allá de Acolhuacan,

quiero que haya mujeres como yo,

que sean tecpanecas.

¿Acaso de algún modo somos dos,

yo mujer de Chalco, yo Ayocuan?

 

Están avergonzados: yo me hago concubina.

Niñito mío,

¿Acaso no me lo harás

como se lo hiciste al pobre Cuauhtlatohua?

Poco a poco desatad la falda,

abrid las piernas, vosotros tlateloicas,

los que lanzáis flechas,

mirad aquí a Chalco.

Que yo me atavíe con plumas,

madrecita mía,

que me pinte yo la cara,

¿cómo habrá de verme

mi compañero de placer?

 

Ante su rostro saldremos,

quizás habrá de irritarse

allá en Huexotzinco Xayacamachan,

en Tetzmolocan.

 

Yo mujer me unté las manos con ungüentos,

me acerco con mi falda de fruto espinoso,

con mi camisa de fruto espinoso.

Los veré a todos perecer.

Deseo en Xaltepetlapan a los huexotzincas,

al cautivo de Cuetlaxtan,

a los traviesos cuetlaxtecas,

los veré a todos perecer.

¿De qué modo se sabe?

Me llama el niño, el señor, el pequeñoAxayácatl)

quiere conmigo lograr su placer.

Por mi causa

a dos tendrás que cuidar,

niñito mío.

 

Tal vez así lo quiere tu corazón,

así, poco a poco,

cansémonos.

Tal vez no de corazón, niñito mío,

entras a la que es placer,

a tu casa.

Tal vez así lo quiere tu corazón:

así, poco a poco, cansémonos.

 

¿De qué modo me lo haces, compañero de placer?

Hagámoslo así juntos,

¿acaso no eres hombre?

¿qué es lo que te confunde?

Mi corazón con flores circundas,

son tu palabra.

Te digo el lugar donde yo tejo,

el lugar donde hilo,

te hago recordar, compañero pequeño.

¿Qué es lo que te turba, corazón mío?

 

Soy vieja mujer de placer,

soy vuestra madre,

soy anciana abandonada,

soy vieja sin jugo,

es esto lo que hago, yo mujer de Chalco.

He venido a dar placer

a mi vulva florida,

mi boca pequeña.

Deseo al señor,

al pequeño Axayácatl.

Mira mi pintura florida,

mira mi pintura florida:

mis pechos.

¿Acaso caerá en vano

tu corazón,

pequeño Axayácatl?

He aquí tus manitas,

ya con tus manos tómame a mí.

Tengamos placer.

En tu estera de flores

en donde tú existes, compañero pequeño,

poco a poco entrégate al sueño,

queda tranquilo, niñito mío,

tú, señor Axayácatl.

Tomado de:

http://argumentacionfcpys.blogspot.com/2019/04/canto-de-la-mujeres-guerreras.html

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