lunes, 30 de enero de 2023

POEMAS DE LU XUN


Sin título

Acostumbrado a pasar las largas noches de primavera,

llevaba conmigo a mi esposa y a mi polluelo; mis sienes mostraban hilos de seda.

En el sueño, vagamente, veía las lágrimas de mi amorosa madre;

en lo alto de la muralla de la ciudad las banderas de los grandes reyes cambiaban sin regla.1

Resisto mirar a mis amigos convertidos en nuevos fantasmas;

iracundo busco pequeños poemas hacia los lados de las bayonetas.

Suspendo la declamación y bajo las cejas; no hay lugar donde escribir.

La luz de la luna parece agua brillando en mi traje negro.

 

(1931)

 

 

Inscripción en la Pagoda de las Tres Justicias

La Pagoda de las Tres Justicias es el esqueleto de una que estaba ubicada en Zhabei (Shanghai). Ahora está en Japón, construida completamente por los campesinos.

 

Corren rápido los rayos, vuelan las flamas y aniquilan a los hijos de los hombres;

se suprimen los pozos, se derrumban las murallas y sólo queda una tórtola hambrienta.

Por casualidad fue apartada de la casa en llamas por un hombre de gran corazón;

al final permanece en su memoria una alta pagoda en Yingzhou.2

El ave jing3 en sueños siente que todavía lleva piedras en el pico;

los combatientes, de verdad, se oponen con firmeza a la corriente.4

A través de toda la ola de desgracias los hermanos aún están;

se encuentran con una sonrisa y sepultan el amor y el odio.

 

(1933)

 

 

Sin título

En la tierra de Yu5 vuelan muchos generales;

en las humildes casuchas quedan los refugiados.

De noche incito a mi sombra desde el fondo del estanque profundo;

con vino oscuro encomio la benevolencia del emperador.

 

(1933)

 

 

Sin título

La niebla y el agua son asuntos corrientes

para el pescador en la desolada aldea.

En la profunda noche despierta de su honda borrachera;

por ninguna parte consigue ni zizania ni espadaña.6

 

(1933)

 

 

Como diversión por una crónica periodística que daba cuenta de haber contraído yo encefalitis

¿Acaso mi mirada fiera capturó a las mujeres bellamente ataviadas?

De improviso ofendí el corazón de las mujeres.

Hoy la imprecación se ha tornado en modelo;

no hay nada que hacer, el cerebro de este servidor parece hielo.

 

(1934)

 

 

Sin título

Miles de rostros pintados de negro, sumergidos entre las artemisas;

¿se atreverá alguien a cantar una canción que conmueva a la tierra triste?

Las preocupaciones en mi corazón son vastas y se unen al extenso mundo;

donde no hay sonido se escuchan espantosos truenos.

 

(1934)

 

 

Sensaciones de una noche otoñal

Detrás de la cortina de gasa con dibujos vuela el tiempo;

al lado del conjunto de cipreses y castaños hay un terreno para los oficios taoístas.

El emperador Wang7 al fin hace que cambien las hierbas fragantes;

se desorienta el sol y escasamente adorna el gran campo desolado.

¿Quién viene a ofrendar dulces y frutas a los mil budas?

Difícilmente las flores de loto se asemejan a los seis mozos.

A la medianoche el gallo canta y el viento y la lluvia se juntan;

enciendo un cigarrillo y siento una nueva frescura.

 

(1934)

 

 

 

Al señor Xu Guangping, escrito en el tercer volumen del “Libro modelo de pintura del Jardín de las semillas de mostaza”

Por diez años, cogidos de la mano, juntos enfrentamos dificultades y peligros;

sumergidos en la espuma pasamos aflicciones.

Por poco tiempo tomaste prestadas las pinturas para alegrar tus ojos cansados;

lo dulce y lo amargo de adentro sólo nuestros dos corazones lo saben.

 

(1934)

 

 

Escrito por azar a fines del otoño del año Hai

Ya asustado por la gravedad del otoño alojado bajo el cielo,

¿me atrevería a enviar la calidez de la primavera a que trepase al extremo del pincel?

En el vasto polvo del mar se sumergen cien sensaciones;

un viento dorado susurra y se marchan mil funcionarios.

Cuando regrese viejo, las zizanias acuáticas de la gran charca estarán agotadas;

los sueños caerán en nubes vacías y mis dientes y cabellos se helarán.

Atemorizado escucho al desolado gallo y luego el silencio;

me levanto a mirar las estrellas justamente entrecruzadas.

 

De acuerdo a la leyenda, era el rey del Estado de Shu, al final de la dinastía Zhou (año 256 a. C.). Luego se convirtió en emperador y se le dio el título de Wangdi (“Reputado Emperador”). Su nombre era Du Yu. Después de retirarse, murió y su alma se transformó en el ave dujuan o duyu (cuco o cuclillo).

El año yihai: 1935.

Tomado de:

https://letralia.com/transletralia-traducciones/transpoesia/2021/10/19/lu-xun/

 

 

"El sueño"

Muchos son los sueños que se reúnen con la puesta del sol.

Antes de que el primer sueño empuje al último sueño, el último sueño ya ha atrapado

Al sueño que lo precedía.

El primer sueño, que ya ha desaparecido, era negro como la tinta; en el último sueño, la tinta

Es igual de negra que en el primer sueño.

El que los imita ya ha desaparecido, y me dijo: «Mira mi buen color».

El color era bueno, pero vete a saber qué esconde,

Y vete a saber a dónde va. Y el que nos habla, ¿quién es, en realidad?

Vete a saber qué nos esconde: quizá la fiebre y el dolor de cabeza.

Tú vienes y vienes y ahora comprendes los sueños.

 

                                                                                                                                       1918

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2015/09/poema-del-dia-el-sueno-de-lu-xun-china.html

 

 

LA DESPEDIDA DE LA SOMBRA

 

No sabría decirte hasta qué hora duerme la gente, pero sé que luego les viene una sombra que viene a despedirse y dice:

 

La felicidad que me falta está en el paraíso, pero yo no deseo ir a ese lugar. La felicidad que me falta está en una prisión, pero yo no deseo ir a ese lugar. La felicidad que me falta está en vuestro mundo dorado, pero yo no deseo ir a ese lugar.

 

Tú, no obstante, eres la felicidad que me falta.

 

Amigo, yo no puedo seguirte, y tampoco quiero detenerme.

 

No, no quiero.

 

Y grito como un loco porque no quiero pararme; lo que quiero ahora es vagabundear sin rumbo fijo.

 

No soy más que una sombra. Quiero dejarte y hundirme en la oscuridad. La oscuridad, pese a todo, también querrá juntarse conmigo y la luz, pese a todo, hará que yo desaparezca.

 

Y pese a todo, no quiero seguir errando por un camino de luces y sombras porque yo no soy la oscuridad.

 

Y pese a todo, seguiré vagabundeando por un camino de luces y sombras porque no distingo las luces del crepúsculo de las del alba. Alzaré con mis manos negras como la ceniza una taza de vino y me la beberé; luego, no sé cuándo, me marcharé lejos de aquí y lo haré en soledad.

 

Y grito como un loco por si anochece porque la noche oscura vendrá a engullirme. Si no, si por casualidad amanece, será la luz del día que me hará desaparecer de este mundo.

 

Amigo, ese momento no está lejos.

 

En la oscuridad me dejo ir, así, sin rumbo fijo.

 

Tú quieres hacerme un regalo. ¿Qué puedo ofrecerte yo a cambio? Si no me paro, me esperará la oscuridad y el vacío. Nada más. Sin embargo, yo solo deseo entrar en la oscuridad o desaparecer en la luz de tus días; deseo, simplemente, el vacío y no profetizar sobre lo que siente tu corazón.

 

Yo lo deseo, amigo…

 

Me marcharé lejos de aquí y en soledad; y tú no estarás conmigo, ni las sombras volverán a habitar el misterio de la oscuridad. Sólo yo me hundiré en la oscuridad y el mundo me pertenecerá.

 

24 de septiembre de 1924

 

 

LOS MENDIGOS

 

Camino por la calle junto al muro alto y desconchado. Piso el polvo, el polvo que se ha desprendido del muro. Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle. Se ha levantado un viento suave y las ramas de unos árboles altos asoman por encima del muro. Esas ramas tienen unas hojas secas que tiemblan sobre mi cabeza. Se ha levantado un viento suave y el polvo lo ocupa todo.

 

Un niño se me acerca y me pide limosna. Va vestido con un pantalón fino y una camisola, pero no parece que se vaya a acabar el mundo. Más bien parece que forma parte de una obra de teatro, pero a mí el lamento de ese niño me avergüenza.

 

Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle. Se ha levantado un viento suave y el polvo lo ocupa todo.

 

Un niño se acerca y me pide limosna. Va vestido con un pantalón fino y una camisola fina, pero no parece que se vaya a acabar el mundo; es mudo y mueve las manos para llamar mi atención.

 

Yo odio ese gesto que hace con las manos. Quizá no es mudo y mueve las manos porque esta es la manera de actuar de los mendigos.

 

Yo no le doy ninguna limosna. Mi corazón no tiene limosnas para dar a nadie. Yo estoy por encima de las limosnas; me ofenden, no me fío de ellas y las odio.

 

Camino, por la calle, junto al muro ruinoso. Unos ladrillos rotos tapan los agujeros del muro, pero dentro del muro no hay nada. Se ha levantado un viento suave que anuncia al otoño y al invierno. Ese viento penetra mis ropas. El polvo lo ocupa todo.

 

Creo que yo pediría limosna de otra manera: hablaría, ¿pero cómo?; y si me hiciera el mudo, ¿qué gestos haría con las manos?

 

Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle.

 

Yo nunca podré dar limosna. Mi corazón nunca tendrá limosnas para dar a nadie. Yo he logrado estar por encima de las limosnas porque me ofenden, no me fío de ellas y las odio.

 

Yo me serviría de cualquier cosa para medir limosnas sin tener que abrir la boca.

 

Al menos, no me quedaré sin nada.

 

Se ha levantado un viento suave y el polvo lo ocupa todo. Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle.

 

El polvo; sí, el polvo…

 

 

El polvo…

 

24 de septiembre de 1924

Tomado de:

https://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=4714

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