sábado, 14 de enero de 2023

POEMAS DE JUAN GELMAN RECUERDO SU PARTIDA



Costumbres

 

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa

no es para quedarnos en el amor que amamos

y no morimos para morir

tenemos sed y

paciencias de animal

 

 

El juego en que andamos

 

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta salud de saber que estamos muy enfermos,

esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta inocencia de no ser un inocente,

esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

este amor con que odio,

esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,

que me juego la muerte.

 

 

Epitafio

 

Un pájaro vivía en mí.

Una flor viajaba en mi sangre.

Mi corazón era un violín.

 

Quise o no quise. Pero a veces

me quisieron. También a mí

me alegraban: la primavera,

las manos juntas, lo feliz.

 

¡Digo que el hombre debe serlo!

 

Aquí yace un pájaro.

Una flor.

Un violín.

 

 

Escribo en el olvido...

 

Escribo en el olvido

en cada fuego de la noche

cada rostro de ti.

Hay una piedra entonces

donde te acuesto mía,

ninguno la conoce,

he fundado pueblos en tu dulzura,

he sufrido esas cosas,

eres fuera de mí,

me perteneces extranjera.

 

 

Fábricas del amor

 

Y construí tu rostro.

Con adivinaciones del amor, construía tu rostro

en los lejanos patios de la infancia.

Albañil con vergüenza,

yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,

para darte la voz,

para poner dulzura en tu saliva.

Cuántas veces temblé

apenas si cubierto por la luz del verano

mientras te describía por mi sangre.

Pura mía,

estás hecha de cuántas estaciones

y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.

Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.

Qué infinito de besos contra la soledad

hunde tus pasos en el polvo.

Yo te oficié, te recité por los caminos,

escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,

te hice un sitio en mi lecho,

te amé, estela invisible, noche a noche.

Así fue que cantaron los silencios.

Años y años trabajé para hacerte

antes de oír un solo sonido de tu alma.

 

 

Gotán

 

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,

desde la nuca le subía un encanto particular,

una especie de olvido donde guardar los ojos,

esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

 

Atención atención yo gritaba atención

pero ella invadía como el amor, como la noche,

las últimas señales que hice para el otoño

se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

 

Dentro de mí estallaron ruidos secos,

caían a pedazos la furia, la tristeza,

la señora llovía dulcemente

sobre mis huesos parados en la soledad.

 

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,

con un cuchillo brusco me maté

voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,

él moverá mi boca por la última vez.

 

 

La economía es una ciencia

 

En el decenio que siguió a la crisis

se notó la declinación del coeficiente de ternura

en todos los países considerados

o sea

tu país

mí país

los países que crecían entre tu alma y mi alma

de repente duraban un instante y antes de irse

o desaparecer dejaban caer sábanas

llenas de nuestros sexos

que salían volando alrededor como perdices.

¿Quiere decir que cada vez que hicimos el amor

dejábamos nuestros sexos allí,

y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas?

Qué raro, mirá que lavábamos las sábanas

con subordinación y valor

para que los jugos de la noche pasada

no inauguraran el pasado

y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros

para ordenarnos el hoy

porque el alma amorosa es desordenada y perfecta

tiene mucha limpieza y lindura

se necesita todo un Dios para encerrarla

como le pasó a Don Francisco

que así pudo cruzar el agua fría de la muerte.

Es bien raro eso de nuestros sexos volando

pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo

y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia

y dulzura y valor

me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos

como amor encendiendo otro amor,

o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban

y se ponían a dar vueltas entre ellos

como maripositas encandiladas por el fuego

y se querían morir de nuevo

buscando incesantemente la libertad

y había un país entre la vida y la muerte

donde todo era consolación y hermosura

y no poseíamos nuestro corazón

y nuestros sexos se perdían como almas en la noche

y nunca más los volvíamos a ver para entender

estudio los índices de la tasa de inversión bruta

los índices de la productividad marginal de las inversiones

los índices de crecimiento del producto amoroso

otros índices que es aburrido hablar aquí

y no entiendo nada.

La economía es bien curiosa

al pequeño ahorrista del alma lo engañan en Wall Street

los sueldos de la ternura son bajos

subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor,

el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes,

eso no le da dicha ni desdicha

en medio de las razones

las redenciones

las resurrecciones.

Se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes

estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo

mejor dicho

de más allá todavía

de todo lo que valías

o brillabas

o eras

y dabas como jugos de la noche.

 

 

La muchacha del balcón

 

La tarde bajaba por esa calle junto al puerto

Con paso lento, balanceándose, llena de olor,

Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,

Nunca es mayor su harapienta melancolía

Ni andan más tristes de paredes,

En las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,

ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran,

eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,

una dulzura como de labios de la tarde, carnal,

                                                                carnal,

los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,

arden con una especie de niñez

contra la oscuridad, el vaho de los dancings.

 

Esa dulzura era como si cada uno recordara a una mujer

Sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,

El silencio de los desconocidos

Era un oleaje en medio de la calle

Con rodillas y rostros de ternura chocando

Contra el "New Inn", las puertas, los umbrales de color abandono.

 

Hasta que la muchacha se asomó al balcón

de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con la cama deshecha

donde todos creyeron haberla amado alguna vez

antes de que viniera el olvido.

 

 

La puerta

 

abrí la puerta/amor mío

levantá/abrí la puerta

tengo el alma pegada al paladar

temblando de terror

 

el jabalí del monte me pisoteó

el asno salvaje me persiguió

en esta media noche del exilio

soy yo mismo una bestia

 

 

La rueda

 

El arco o puente que va

de tu mano a la mía cuando

no se tocan, abre

una flor intermedia.

¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca

ese vacío de las manos

solas en su fatiga?

Nace una flor, sí,

se agosta en mayo como una

equivocación de la lengua

que se equivoca , sí.

¿Por qué este horror?

En la página de nosotros mismos

tu cuerpo escribe.

 

 

La secreta dulzura del dolor...

 

la secreta dulzura del dolor

es transparencia/sale

de la furiosa resignación del sueño/

suena en la boca del perdido

 

en su origen/en su

rumor de existencia que

le clava la cabeza al gran espanto/

al doble andar/al doble hilo/a la

 

no verdad del estar como no estar/

el vuelo torpe que los cría/

lo que rompe la luz/memoria

 

confusa por sus números/

pecho que dura como huella/

la nada que te ama/

 

 

Límites

 

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,

hasta aquí el agua?

 

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,

hasta aquí el fuego?

 

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,

hasta aquí el odio?

 

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,

hasta aquí no?

 

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.

Sangran.

 

 

Lo que cava

 

La sangre corcovea

en todos los rincones, en

el alma superior, en su orgullo,

en los perros con olor a furia.

El ser amado convierte

la humillación en asombro y vengo aquí

para decir que te amo. El domingo

del payaso prueba la desolación.

La emoción contra la pared

espera que la fusilen.

Nuestros cuerpos conocen esa pared.

Es una atadura del sol

que cava y cava.

 

 

Lo que pasa

 

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,

mis manos, mi cabeza,

y lo que es más, mi soledad, la gran señora,

como un día de mayo dulcísimo de otoño,

y lo que es más aún, todo mi olvido

para que lo deshagas y dures en la noche,

en la tormenta, en la desgracia,

y más aún, te di mi muerte,

veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,

y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo

                                                       como un fuego,

y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.

Tomado de:

http://amediavoz.com/gelman.htm

 

 

Juguetes

hoy compré una escopeta para mi hijo

hace ya tiempo que me la venía pidiendo

y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance

pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina de la pieza

donde recién traída la escopeta esperaba

que él saliera del sueño donde estaba esperándola

para verla tocarla convertirla después en otro sueño

no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas

o bajar a la luna de su sitio lunar

no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta

y esta noche la traigo

y escribo para alertar al vecindario al mundo en general

porque que haría la inocencia ahora que está armada

sino causar graves desórdenes como espantar la muerte

sino matar sombras matar

a enemigos a cínicos amigos

defender la justicia

hacer la Revolución

y además compré una camita para mi hija

donde acostará a su muñeca cubriéndola con el trapo amarillo

como esa noche que yo estaba por escribir un poema

intentando apresar los rostros últimos del bello amor humano

imperfecto perfecto como una madre oscura

acercándome a ellos casi rodeando su aire

cálido como un fuego cara a cara a su fuego

oyéndolos temblar inasibles

y mi hija me tomó de la mano para mostrarme la muñeca

que ella había abrigado es su cuna

tapándole los ojos pintados con un pedazo de papel para que pueda

dormir

y le besó la frente

le dijo que descanse

y yo volví a la mesa y en silencio guardé mis papeles vacíos

 

 

María la sirvienta

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,

era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,

pero lo importante fue que en la valija le encontraron

un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

 

Qué manera era esa de pecar de pecar,

decían las señoras acostumbradas a la discreción

y en señal de horror levantaban las cejas

con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

 

Los señores meditaron rápidamente sobre los peligros

de la prostitución o de la falta de prostitución,

rememoraban sus hazañas con chiruzas diversas

y decían severos: desde luego querida.

 

En la comisaría fueron decentes con ella,

sólo la manosearon de sargento para arriba,

pero María se ocupaba de soñar,

los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia de lágrimas.

 

Había mucha gente desagradada con María

por su manera de empaquetar los resultados del amor

y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia

o por lo menos francamente la haría menos bruta.

 

Aquella noche las señoras y señores se perfumaban

con ardor

pero el niño que decía la verdad,

por el niño que era puro,

por el que era tierno,

por el bueno, en fin,

por todos los niños muertos que cargaban en las valijas

del alma

y empezaron a heder súbitamente

mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.

 

 

Velorio del solo

En la fecha

 

Solo de ti, lleno de ti,

esta tarde a las 7,

el ciudadano de tu ausencia

se palpaba la cara, la voz, los papelitos,

deveras comprobando

que tus ruidos andaban por sus huesos

y en general te habías ido.

 

Golpeó puertas, teléfonos.

La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo, señora,

y él sentía tirones detrás del corazón.

 

A lo mejor era el tabaco,

de todos modos yo soy otro:

un pedazo de ti,

alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos,

y, andá a saber por qué,

toda la parentela de la muerte.

 

 

Teoría sobre Daniela Rocca

he aquí que Daniela un día conversó con los ángeles

ligeramente derrumbados sobre sus senos góticos

fatigados del trance pero lúcidos lúbricos

y Daniela advertía sus símiles contrarios

las puertas que se abren para seguir viviendo

las puertas que se cierran para seguir viviendo

en general las puertas sus misiones sus ángulos

ángulos de la fuga las fugas increíbles

los paralelogramos del odio y del amor

rompiéndose en daniela para dar a otra puerta

con la ayuda de drogas diversas y de alcoholes

o de signos que yacen debajo del alcohol

o daniela sacándose los corpiños sacándose

los pechos distanciados debido al ejercicio

del amor en contrarias circunstancias mundiales

daniela rocca loca dicen los magazines

de una pobre mujer italiana por cierto

que practicaba métodos feroces del olvido

y no mató a sus padres y fue caritativa

y un día de setiembre orinó bajo un árbol

y era llena de gracia como santa maría

 

 

Referencias, datos personales

A mí me han hecho los hombres que andan bajo

el cielo del mundo

buscan el brillo de la madrugada

cuidan la vida como un fuego.

 

Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida

me han traído una esperanza que no basta soñar

y por esa esperanza conozco a mis hermanos.

 

Entonces rio contemplando mi apellido, mi rostro en

el espejo

yo sé que no me pertenecen

en ellos ustedes agitan un pañuelo

alargan una mano por la que no estoy solo.

 

En ustedes mi muerte termina de morir.

Años futuros que habremos preparado

conservarán mi dulce creencia en la ternura,

la asamblea del mundo será un niño reunido.

Tomado de:

https://www.poemas-del-alma.com/juan-gelman.htm

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