martes, 10 de enero de 2023

POEMAS DE CHARLES SIMIC UN ADIÓS AL JUGADOR DEL LENGUAJE


INVENCIÓN DE (LA) NADA

 

No me di cuenta

mientras le escribía a ella

que nada permanece del mundo

excepto mi mesa y silla.

 

Así que dije:

(porqué sí, para abusar de la paciencia)

¿Es ésta la taberna

sin un vaso, vino o mozo

donde soy el largamente esperado ebrio?

 

El color de la nada es el azul.

Lo golpeo con mi mano izquierda y la mano desaparece.

¿Por qué estoy tan callado entonces

y tan contento?

 

Me subo a la mesa

(la silla ya no está)

y canto a través del cuello

de una botella de cerveza vacía.

 

 

AVENIDA EUCLIDES

 

Todos mis oscuros pensamientos

estirados

en una línea recta.

 

Una calle abstracta

en la que una igualmente abstracta inteligencia

siempre avanza, dudando

del sonido de sus propios pasos.

 

Interminable séquito.

El lenguaje

tan antiguo como la lluvia.

El sortilegio del adivino

 

de donde tiene su comienzo,

su canil y hueso,

el olor de un palo

que yo solía arrojar.

 

Una especie de oscuridad sin los bosques,

luz-de-cuervo, pero sin el cuervo,

Hotel Splendide

todo cerrado con llave para la noche.

 

Y allá afuera,

avistando alguna última panadería

la luz-de-calle

de mi insomnio.

 

*

 

Un lugar

conocido como el infinito

hacia el cual aquel viejo sí mismo

avanza.

 

El hijo pobre de padres pobres

que aspira a complacer

a tan tardía hora.

 

Las mágicas monedas

en su bolsillo

ocupando todos sus pensamientos.

 

Un lugar conocido

como el infinito,

su puerta mosquitero chillando

interminablemente chillando.

 

 

NOTA DESLIZADA BAJO UNA PUERTA

 

Vi una alta ventana enceguecida

Por la luz del sol de la tardía tarde.

 

Vi una toalla

Con muchas oscuras huellas dactilares

Colgando en la cocina.

 

Vi un viejo manzano,

Un chal de viento sobre sus hombros,

Avanzando solitario muy de a poquito

Camino de las áridas colinas.

 

Vi una cama sin hacer

Y sentí el frío de sus sábanas.

 

Vi una mosca empapada en la oscuridad

De la adviniente noche

Mirándome porque no podía salir.

 

Vi piedras que habían venido

De una gran distancia púrpura

Amontonándose alrededor de la puerta de entrada.

 

 

POSICIÓN SIN UNA MAGNITUD

 

Como cuando alguien

Que no habías notado antes

Se levanta en un teatro vacío

Y proyecta su sombra

Sobre los fabulosos jinetes

De la pantalla

 

Y tú tiemblas

Mientras te das cuenta de sólo eres tú

En tu camino

A la enceguecedora luz solar

De la calle.

 

 

ARBOLES DE NOCHE

 

Apagando la luz

Para oírlos mejor

 

*

 

Para diferenciar las hojas

De un fresno

De aquellas

De un abedul blanco.

 

*

 

Ambos podrían

Aproximarse,

Ambos podrían barrerme.

 

*

 

Imágenes de pájaros

Huyendo de un incendio,

Imágenes de un bote salvavidas

Atrapado en la tormenta.

 

*

 

El sonido de aquellos

Que duermen sin sueños.

 

*

 

Siendo tomado

Por ellos.

Siendo activamente tomado,

Y arrastrado

En agonía.

 

*

 

Por momentos también el toque

De una polilla

En un mosquitero.

 

*

 

Una ráfaga de pensamientos,

Sedimentos

En el fondo de la tinta de la noche,

Empapándose, calmándose.

 

*

 

Ramas inclinándose

A las fronteras

De lo inaudible.

 

*

 

Un prolongado silencio

Que me recuerda

Trabar las puertas.

 

*

 

Claridad.

El mástil de mi espinazo, por ejemplo,

Al que la muerte adhiere

Un aleteante pañuelo.

 

*

 

Y el viento hace

Una gran cosa de eso.

 

 

(Y uno más...)

 

MIEDO

 

El miedo pasa de hombre a hombre

Sin saber,

Como una hoja le pasa su temblor

A otra.

 

De pronto todo el árbol está temblando

Y no hay señal alguna del viento.

 

 

MENÚ DEL DÍA

 

Sólo nos queda, caballero,

 

un plato vacío y una cuchara

 

con la que puede sorber

 

enormes tragos de nada

 

 

 

que suenen como si comiera

 

una sopa negra y densa,

 

humeante de tan caliente

 

en el plato vacío.

 

 

SOBRE MÍ MISMO

 

Soy el rey sin corona de los insomnes

 

que aún lucha contra sus fantasmas con una espada.

 

Un estudiante de techos y puertas cerradas

 

que apuesta a que dos y dos no siempre son cuatro.

 

 

 

Una vieja alma que feliz toca el acordeón

 

en el turno del cementerio en la morgue.

 

Una mosca que escapa de la cabeza de un loco

 

y descansa en la pared junto a su cabeza.

 

 

 

Descendiente de curas de aldea y herreros:

 

un reticente ayudante de dos

 

ilusionistas famosos e invisibles,

 

uno llamado Dios, el otro Demonio, asumiendo, por supuesto,

 

que yo sea la persona que me digo ser.

 

 

EL DICCIONARIO

 

Tal vez haya alguna palabra por ahí

 

que describa el mundo tal y como es esta mañana,

 

una palabra para cómo la luz temprana

 

se deleita en apartar la oscuridad

 

de los escaparates y los portales.

 

 

 

Y otra palabra para el modo en que se detiene

 

sobre un par de gafas de alambre

 

que alguien perdió en la acera

 

la noche pasada, tambaleándose a ciegas

 

hablando consigo mismo o rompiendo a cantar.

 

 

EN TIEMPOS DE MI ABUELA

 

La Muerte vino a pedirle a una anciana

 

que por favor le cosiera un botón

 

y ella dijo que sí, se levantó

 

de la cama y se puso a buscar

 

aguja e hilo a la luz de una vela

 

que el cura había dejado sobre su cabeza.

 

 

LA FUGITIVA

 

El nombre de una muchacha que amé una vez

 

salió volando de la punta de mi lengua

 

hoy en medio de la calle,

 

como una mosca amaestrada

 

guardada por un loco en una caja de cerillas—

 

¡Ya no está!

 

Dejando mi boca abierta

 

de par en par

 

de modo que cualquiera que pasase pueda verla.

 

 

LA MEDIUM

 

Esta mesa redonda perteneció a una mujer

 

que solía convocar a visitantes fantasma

 

y transmitir sus crípticos mensajes

 

a los clientes que se tomaban las manos en círculos,

 

sus rostros apenas iluminados por una vela,

 

 

 

esperando ver aparecerse a su amor

 

o escuchar al menos su voz familiar

 

saludándoles de nuevo, revelando un secreto

 

de ultratumba

 

o haciendo que alguien en la habitación se tapase los oídos,

 

que otro comenzara a sollozar,

 

 

 

mientras más allá de las gruesas cortinas

 

los copos de nieve comienzan a caer

 

en esta fría, oscura y silenciosa noche,

 

cada uno de ellos empeñado en enterrar algo

 

no importa cómo de pequeño, no importa cómo de grande.

 

 

CONDUCIENDO

 

Y luego está nuestra Calle Mayor

 

que parece

 

el decorado abandonado de una película

 

cuyo director

 

se quedó sin dinero y sin ideas,

 

despidiendo al momento

 

a todo su equipo,

 

dejando a la hermosa joven actriz

 

vestida para la parte

 

en que se detiene con una sonrisa contraída

 

frente al escaparate polvoriento

 

de la tienda de vestidos de novia de Miss Emma.

 

 

EL CABALLO

 

Me desperté en medio de la noche y encontré

 

a un caballo muy quieto sobre mi cama.

 

Amigo mío, qué alegría verte, le dije,

 

está nevando y debías sentir frío

 

y soledad en tu establo allá abajo

 

junto al granjero y su esposa, ambos muertos.

 

 

 

Déjame que te arrope y compruebe

 

si hay algún terrón de azúcar en la cocina,

 

como el que vi una vez a un hombre con chistera

 

darle a una yegua en un circo. Aunque temo

 

que te hayas ido cuando vuelva; de modo que mejor

 

será quedarme en tu compañía en esta oscuridad.

Tomado de:

https://www.elespanol.com/el-cultural/blogs/rima_interna/20150420/nuevos-poemas-charles-simic/27367264_12.html

 

 

Mil años de soledad

 

Al anochecer

 

Cuando deja de nevar

 

Nuestras casas se levantan

 

Muy por encima de la tierra

 

En el silencioso espacio

 

Al que ni el ladrido de un perro

 

Ni el grito de un pájaro, llegan.

 

 

 

Somos como los antiguos marineros:

 

Nuestros cuerpos son el océano

 

Y el silencio es el bote

 

Que Dios nos ha dado

 

Para nuestro largo y desconocido viaje.

 

 

 

 

 

De Regreso a un lugar iluminado por un vaso de leche (1974)

 

 

 

Lengua materna

 

 

 

Vendida por un carnicero

 

Envuelta en un periódico

 

Viaja en la bolsa

 

De la viuda encorvada

 

Junto a algunas cebollas y patatas.

 

 

 

Hacia una casa oscura

 

Donde un gato

 

Saltará de la estufa

 

Ronroneando

 

A su llegada.

 

 

 

 

 

De Blues interminable (1986)

 

 

 

Departamento de Monumentos públicos

 

 

 

Si la Libertad y la Justicia

 

Pueden ponerse en un pedestal,

 

¿Por qué no la Historia?

 

 

 

Podría ser esa mujer gorda

 

Vestida con batas desteñidas

 

Fuera de su caravana

 

En una carretera embarrada que va

 

hacia un lugar llamado Pittsfield

 

o Babylon.

 

 

 

Ella dibuja un círculo mágico

 

Para que no se escapen los pollos,

 

Y se va cojeando hasta la cocina

 

a por el cuchillo y la olla.

 

 

 

Hoy ha vuelto cargada

 

Con un saco de maíz amarillo.

 

Puedes oír cacarear a las gallinas,

 

Los perros hacen sonar sus cadenas.

 

 

 

 

 

De El mundo no se acaba (1990)

 

 

 

*

 

 

 

Todo es predecible. Todo ha sido previsto. Lo que estaba destinado no se puede evitar. Incluso esta patata cocida. Este tenedor. Este pedazo de pan negro. Incluso este pensamiento…

 

 

 

Mi abuela, que barre la acera, lo sabe. Dice que no hay dios, sólo un ojo aquí y allá que ve con claridad. Los vecinos están demasiado ocupados viendo la televisión como para quemarla por bruja.

 

 

 

 

 

De Hotel Insomnia (1992)

 

 

 

Guerra

 

 

 

El dedo tembloroso de una mujer

 

Recorre la lista de víctimas

 

La noche de la primera nevada.

 

 

 

La casa está fría y la lista es larga.

 

 

 

Todos nuestros nombres están incluidos.

 

 

 

 

 

Hotel Insomnia

 

 

 

Me gustaba mi cuartucho,

 

Su ventana frente al muro de ladrillo.

 

En la habitación contigua había un piano.

 

Algunas noches al mes

 

Un viejo tullido venía a tocar

 

«My Blue Heaven».

 

 

 

Aunque la mayor parte del tiempo estaba tranquilo.

 

Cada cuarto tenía una araña bien abrigada

 

Cazando moscas en su telaraña

 

de ensueños y humo de cigarrillos.

 

Era tan oscuro,

 

Que no podía verme la cara en el espejo al afeitarme.

 

 

 

A las 5 de la madrugada se escuchaban unos pies descalzos arriba.

 

Era la “gitana” adivinadora

 

que tenía una tienda en la esquina,

 

Y que iba a orinar después de una noche de amor.

 

También, una vez, escuché el sollozo de un niño.

 

Tan cerca, que llegué a pensar,

 

Por un momento, que era yo quien sollozaba.

 

 

 

 

 

De Una boda en el infierno (1994)

 

 

 

Motel Paraíso

 

 

 

Había millones de muertos; todos eran inocentes.

 

Me quedé en mi habitación. El Presidente

 

habló de la guerra como de una mágica poción de amor.

 

Mis ojos se abrieron asombrados.

 

En el espejo mi rostro

 

parecía un sello de correos ya usado.

 

 

 

Vivía bien, pero la vida era espantosa.

 

Había tantos soldados aquel día,

 

Miles de refugiados atestaban los caminos.

 

Naturalmente todos desaparecieron

 

En un abrir y cerrar de ojos.

 

La historia lamía la comisura de su boca sangrienta.

 

 

 

En los canales de la televisión por cable, un hombre y una mujer

 

Se comían a besos y se arrancaban la ropa,

 

Mientras yo los miraba

 

Con la televisión en silencio y el cuarto a oscuras

 

Salvo por la pantalla en la que el color

 

Se volvía demasiado rojo, demasiado rosado.

 

 

 

 

 

De Paseando al gato negro (1996)

 

 

 

Lo que los gitanos le dijeron a mi abuela

 

 

 

Guerra, enfermedad y hambruna harán de ti

 

           nieta favorita.

 

Serás como una persona ciega que mira una película muda.

 

Cortarás cebollas y trozos de tu corazón

 

           en la misma sartén.

 

Tus hijos dormirán en una maleta atada con una cuerda.

 

Tu marido besará tus pechos cada noche

 

           como si fueran dos lápidas.

 

 

 

Los cuervos ya se acicalan

 

           para ti y para tu gente.

 

Tu hijo mayor se acostará con moscas en los labios

 

           sin sonreír ni mover un dedo.

 

Envidiarás a cada hormiga que encuentres en tu vida

 

           y hasta cada maleza del camino.

 

Tu cuerpo y tu alma se sentarán en peldaños diferentes

 

           mascando el mismo trozo de chicle.

 

 

 

Muñeca, ¿estás en venta?, te dirá el diablo.

 

El sepulturero comprará un juguete a tu nieto.

 

Tu mente será un avispero aun en tu lecho de muerte.

 

Le rogarás a Dios pero Dios colgará

 

el cartel de no molesten.

 

No preguntes más, es todo lo que sé.

 

 

 

 

 

De Picnic nocturno (2001)

 

 

 

Perro encadenado

 

 

 

Así es como va a ser,

 

una tarde gris con olor a nieve.

 

Dando vueltas al roble

 

¿Cuánto crees que vas a tardar

 

En quedarte enredado?

 

Tu mala suerte fue ser cariñoso

 

Con gente que prefiere un nuevo sofá

 

Que a ti.

 

 

 

Fred, pobre chucho, la noche

 

Llega. Los niños que jugaban

 

Al otro lado de la calle tuvieron frío

 

Y volvieron a casa. Mira el humo

 

Salir de las chimeneas

 

Al cielo nublado, mientras puedas.

 

Pronto, ahí sentado, nadie podrá verte.

 

Tendrás que ladrar

 

Aunque no haya luna. Ladrar y gruñir

 

Para no sentirte tan solo.

 

 

 

 

 

De Mi séquito silencioso (2005)

 

 

 

Al destino

 

 

 

Para mí siempre fuiste más real que Dios.

 

Preparando el decorado para una tragedia,

 

Golpeando los clavos

 

Con sólo unos pocos amigos cercanos como invitados.

 

 

 

Sólo por resultar amable, dejaste coja a una joven hermosa,

 

Y atropellaste a un niño con una motocicleta.

 

Puedo pensar en un millón de ejemplos parecidos.

 

De nuevo: ¿Cómo es que nos seguimos encontrando?

 

 

 

Una máquina que adivina el futuro en Chinatown

 

Quizás tenga la respuesta,

 

Una vieja puerta que cruje en una película de terror,

 

Una baraja de cartas que dejé en una playa.

 

 

 

Puedo sentirte cuando te acercas a mí en las noches,

 

Con tu respiración caliente, tus manos frías—

 

Y yo que ahora soy como un piano viejo

 

Colgando de una cuerda al otro lado de la ventana.

 

 

 

 

 

Descripción de una cosa perdida

 

 

 

Nunca tuvo un nombre,

 

Tampoco recuerdo cómo lo encontré.

 

Lo llevaba en mi bolsillo

 

Como un botón perdido

 

Pese a que no era un botón.

 

 

 

Películas de horror,

 

Cafeterías nocturnas,

 

Bares oscuros,

 

Y salas de billar,

 

En calles brillantes por la lluvia.

 

 

 

Tuvo una tranquila y corriente existencia,

 

Como sombra en un sueño,

 

Un ángel en un alfiler,

 

Y después desapareció.

 

Pasaron los años con sus hileras

 

 

 

De estaciones sin nombre.

 

Hasta que alguien me dijo “es aquí”

 

Y yo que era tonto

 

Me bajé en un andén vacío

 

Sin ninguna ciudad a la vista.

 

 

 

 

 

De Un pequeño algo (2008)

 

 

 

En la chatarrería

 

 

 

Hay una pequeña cesta de mimbre

 

llena de medallas

 

De viejas guerras

 

Que nadie recuerda.

 

 

 

Le di la vuelta a una

 

Para sentir el alfiler

 

Que una vez atravesó

 

El orgulloso pecho del héroe.

 

 

 

 

 

Un pequeño algo

 

Para Li-Young lee

 

 

 

La probabilidad de encontrarlo es mínima.

 

Como si te abordara una mujer

 

Pidiendo ayuda

 

Para encontrar una perla

 

Que perdió aquí mismo en la calle.

 

 

 

Ella podría estar inventándoselo todo,

 

Incluso sus lágrimas, te dices,

 

Mientras buscas bajo tus pies,

 

Pensando, ni en un millón de años…

 

 

 

En una de esas tardes de verano

 

En las que se necesita una buena excusa

 

Para salir de una sombra fresca.

 

Mientras tanto, ¿Qué fue de ella?

 

 

 

¿Y por qué, años después, todavía,

 

Una y otra vez, miras al suelo

 

Mientras corres a una cita

 

A la que sabes que vas a llegar tarde?

 

 

 

 

 

De Señor de las máscaras (2010)

 

 

 

Señor de las máscaras

 

 

 

Seguro que anda entre nosotros sin ser reconocido:

 

Algún barbero, cajero, mensajero,

 

Farmacéutico, peluquero, culturista,

 

Bailarín exótico, joyero, paseador de perros,

 

El mendigo ciego cantando, Oh, Señor, acuérdate de mí,

 

 

 

Un decorador de ventanas enciende un falso fuego

 

En una falsa chimenea mientras la madre y el padre observan

 

Desde el sofá con sus sonrisas congeladas

 

Mientras la calle se queda vacía y llega la hora

 

De que el sepulturero y el último camarero se vayan a casa.

 

 

 

Oh, viejo vagabundo, de pie en un portal

 

Con tu cara medio cubierta,

 

Yo no ignoraría el gato negro que cruza la calle,

 

Ni a la bombilla moviéndose en un cable

 

En el túnel del Metro mientras el tren llega a la estación.

 

 

 

 

 

Mil novecientos treinta y ocho

 

 

 

Fue el año en que los Nazis invadieron Viena,

 

Superman debutó en Action Comics.

 

Stalin mataba a sus camaradas revolucionarios,

 

Abrieron la primera Dairy Queen en Kakakee, III,

 

Mientras en la cuna yo me orinaba en los pañales.

 

 

 

“Seguro que fuiste un precioso bebé”, cantaba Bing Crosby.

 

Un piloto a quien los periódicos llamaron “El despistado Corrigan”

 

Despegó de Nueva York hacia California

 

Y aterrizó en Irlanda, mientras yo veía a mi madre

 

Sacarse el pecho de su bata azul y acercarse a mí.

 

 

 

En septiembre hubo un huracán que hizo que un teatro

 

En Westhampton Beach acabara en el mar.

 

La gente temía que fuera el fin del mundo.

 

Un pez que se creía extinguido desde hace más de setenta millones de años

 

Apareció en una red en la costa de Sudáfrica.

 

 

 

Yo estaba tumbado en mi cuna mientras los días eran cada vez más cortos y fríos,

 

Y la primera gran nevada cayó de noche

 

Silenciando las cosas en mi habitación.

 

Pienso que entonces me oí llorar por mucho, mucho tiempo.

Traducciones de Nieves García Prados

Tomado de:

https://www.laraizinvertida.com/detalle-2876-mil-novecientos-treinta-y-ocho-charles-simic

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