lunes, 21 de agosto de 2023

POEMAS DE JUAN DE TASSIS (PRIMER CONDE DE VILLAMEDIANA)


Silencio, en tu sepulcro deposito

 

Silencio, en tu sepulcro deposito

ronca voz, pluma ciega y triste mano,

para que mi dolor no cante en vano

al viento dado y en la arena escrito.

 

Tumba y muerte de olvido solicito,

aunque de avisos más que de años cano,

donde hoy más que a la razón me allano,

y al tiempo le daré cuanto me quito.

 

Limitaré deseos y esperanzas,

y en el orbe de un claro desengaño

márgenes pondré breves a mi vida,

 

para que no me venzan asechanzas

de quien intenta procurar mi daño

y ocasionó tan próvida huida.

 

 

A un beso de una dama

 

Divina boca de dulzores llena,

dichoso el labio que te besa y toca,

que no hay en cuantas hay tan dulce boca,

ni para aprisionarme tal cadena.

 

No el sabroso panal de la colmena

a tanto gusto y suavidad provoca,

que está el dulzor en ti y el suyo apoca

el ámbar, el clavel, el azucena.

 

Mas dentro de la miel está escondido

el aguijón crüel con que me hieres,

y nadie de la vida ve este signo;

 

boca tierna y pecho empedernido,

no, ni jamás en todas las mujeres

boca tan blanda y corazón tan digno.

 

A una mujer que ponía los cuernos al conde

 

Lágrimas de embuste

más me endurecen,

pues regados con ellas

mis cuernos crecen.

 

Niña del negro cabello

y de muchos corazones,

lloras los cuernos que pones,

aquí te caigan en ello.

 

Quieres que vuelva mi cuello

al yugo de tus engaños,

cuando me avisan mis daños

y desengaños me ofrecen,

que con lágrimas falsas

mis cuernos crecen.

 

Viví un tiempo enamorado,

mas ya sin culpa o castigo,

cuanto escribo y cuanto digo

es efecto recatado;

que un cuerno ratificado

con embustes, y de su dueño,

dará que sentir a un leño,

que lágrimas no merecen

cuando riegan cuerno,

mis cuernos crecen.

 


Glosa

 

Un nuevo jinete vi

del tribu de Zabulón,

no sabe de garrochón,

de lanza y esponja sí.

 

Cuando al monarca español

recibe alegre Castilla,

en su poderosa silla

cuya águila pudo al sol,

ser la octava maravilla

a la plaza que atendí,

según su ser, a Dios vi,

que era la esfera corintia,

no me engañando la pinta

un nuevo jinete vi.

 

Nunca en África lidió

contra moros de Alá veces,

ni cual Aníbal perdió

el ojo cuando se vio

sobre los Alpes franceses;

mas del torrente cedrón,

vino después de Nerón

por el incendio descrito,

y es según se ha hallado escrito

del tribu de Zabulón.

 

Éste, pues, desvanecido,

porque el tiempo le prestó,

desque con pluma se vio,

quiso ser tan atrevido

que su propio ser negó;

y subido en un frisón,

sin verse como pavón,

quiso dar su pavonada,

y aunque ha entrado estocada,

no sabe de garrachón.

 

De la ganancia y usura

sabe tanto que me espanto,

como no ha robado cuanto

el sol descubrir procura,

que la tierra encubre tanto;

pero no ha faltado allí

el natural de rabí

que luego no le dijese

que en garrochón no entendiese

de lanza y de esponja sí.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-juan-de-tassis/

 

 

3

 

Amor no es voluntad, sino destino

de violenta pasión y fe con ella;

elección nos parece y es estrella

que sólo alumbra el propio desatino.

 

Milagro humano es símbolo divino,

ley que sus mismas leyes atropella,

ciega deidad, idólatra querella,

que da fin y no medio a su camino.

 

Sin esperanza, y casi sin deseo,

recatado del propio pensamiento,

en ansias vivas acabar me veo.

 

Persuasión eficaz de mi tormento,

que parezca locura y devaneo

lo que es amor, lo que es conocimiento.

 


4

 

Buscando siempre lo que nunca hallo,

no me puedo sufrir a mí conmigo

y encubierta la culpa y no el castigo

me tiene Amor, de quien nací vasallo.

 

Yo sufro y no me atrevo a declarallo

con ver tan imposible el bien que sigo,

que cuando me condena lo que digo

no me puedo valer con lo que callo.

 

Sigo como dichoso, no lo siendo;

quisiera dar razones y estoy mudo

y de puro rendido me defiendo.

 

Del tiempo fío lo que en todo dudo,

y en fin he de mostrar claro muriendo

que en mí el amor más que el agravio pudo.

 

 

5

 

Cuando me trato más, menos me entiendo,

hallo razones que perder conmigo,

lo que procuro más, más contradigo

con porfiar y no ofender sirviendo.

 

La fe jamás con la esperanza ofendo,

desconfiando más, menos me obligo;

el padecer no puede ser castigo,

pues sólo es padecer lo que pretendo.

 

De un agravio, señora, merecido,

siempre será remedio aquel tormento

que cuanto mayor es, más se procura;

 

porque para morir agradecido

basta de vos aquel conocimiento

con que nunca eche menos la ventura.

 


6

 

De cera son las alas cuyo vuelo

gobierna incautamente el albedrío,

y llevadas del propio desvarío

con vana presunción suben al cielo.

 

No tiene ya el castigo, ni el recelo

fuera eficaz, ni sé de qué me fío,

si prometido tiene el hado mío

hombre a la mar como escarmiento al suelo.

 

Mas si a la pena, amor, el gusto igualas,

con aquel nunca visto atrevimiento

que basta a acreditar lo más perdido,

 

derrita el sol las atrevidas alas,

que no podrá quitar el pensamiento

la gloria, con caer, de haber subido

 


7

 

Después, amor, que mis cansados años

dieron materia a lástima y a risa,

cuando debiera ser cosa precisa

el costoso escarmiento en tus engaños;

 

y de los verdaderos desengaños

el padre volador también me avisa,

que aunque todo lo muda tan aprisa,

su costumbre común niega a mis daños;

 

cuando ya las razones y el instinto

pudieran de mí mismo defenderme

y por causa fundada en escarmiento;

 

en otro peligroso laberinto

me pone amor, y ayudan a perderme

memoria, voluntad y entendimiento.

 


8

 

Determinarse y luego arrepentirse,

empezar a atrever y acobardarse,

arder el pecho y la palabra helarse,

desengañarse y luego persuadirse;

 

comenzar una cosa y advertirse,

querer decir su pena y no aclararse,

en medio del aliento desmayarse,

y entre el temor y el miedo consumirse;

 

en las resoluciones, detenerse,

hallada la ocasión, no aprovecharse,

y, perdida, de cólera encenderse,

 

y sin saber por qué desvanecerse:

efectos son de Amor, no hay que espantarse,

que todo del Amor puede creerse.

 


9

 

El que fuere dichoso será amado;

y yo en amor no quiero ser dichoso,

teniendo, de mi mal propio envidioso

a dicha ser por vos tan desdichado.

 

Sólo es servir, servir sin ser premiado;

cerca está de grosero el venturoso;

seguir el bien a todos es forzoso,

yo sólo sigo el mal sin ser forzado.

 

No he menester ventura para amaros;

amo de vos lo que de vos entiendo,

no lo que espero, porque nada espero;

 

llévame el conoceros a adoraros;

servir, mas por servir, sólo pretendo;

de vos no quiero más que lo que os quiero.

 


10

 

Es tan glorioso y alto el pensamiento

que me mantiene en vida y causa muerte,

que no sé estilo o medio con que acierte

a declarar el mal y el bien que siento.

 

Dilo tú, amor, que sabes mi tormento,

y traza un nuevo modo que concierte

estos varios extremos de mi suerte

que alivian con su causa el sentimiento;

 

en cuya pena, si es glorioso efecto

el sacrificio de la fe más pura

que está ardiendo en las alas del respeto,

 

ose el amor, si teme la ventura,

que entre misterios de un amor secreto

amar es fuerza y esperar locura.

Tomado de:

https://vmontoli.wordpress.com/2012/03/30/diez-sonetos-de-juan-de-tassis-conde-de-villamediana/

 

 

Romance Tercero

 

El sarao

 

   Mientras que la monarquía        

se desmorona, y el borde     

toca de una sima horrenda,      

duermen en pueriles goces,      

   entre placeres se aturden, 445   

deleites sólo conocen,    

sin cuidarse del peligro       

el rey de España y sus nobles.       

   Así una casa se quema,         

así desdichas atroces 450   

sobre una infeliz familia      

el ciego Destino pone;         

   y en tanto el imbécil ríe,        

duerme el embriagado joven,    

y el niño con sus juguetes    455   

es el más feliz del orbe.       

   Si alegre fue todo el día    

con públicas diversiones,    

con saraos y luminarias      

no lo fue menos la noche:     460   

   el pueblo las anchas calles     

en gozosas turbas corre,      

para ver iluminadas      

las casas de los señores.     

   En las plazas principales   465   

suenan músicas acordes,         

y farsas se representan       

del rey celebrando el nombre.        

*  *  *

 

   Del palacio del Retiro       

llenos están los salones  470   

de todo el fausto y la gala         

que son honra de la Corte.        

   En los soberbios jardines       

brillan vasos de colores,      

que en el estanque reflejan   475   

formando guirnaldas dobles.     

   Un gran fuego de artificio      

las densas tinieblas rompe       

y rastros de luz envía     

a las celestes regiones;   480   

   de los rayos que le lanzan      

los nublados tronadores,     

dijérase que en la tierra       

se estaban vengando entonces.      

   Varias encendidas ruedas, 485   

girando luego veloces     

en atmósfera de chispas,     

parecen mágicos soles;        

   mas pronto en huecos tronidos         

de humo blanco, alzando un monte, 490   

se disipa, y desparece         

aquel gigantón enorme        

   de luz, que ofuscó los astros       

y que deslumbró a la Corte,      

como trasunto o emblema    495   

del orgullo de los hombres.       

*  *  *

 

   En el salón de los reinos,       

donde el trono de dos orbes      

de oro y terciopelo estriba         

en colosales leones,   500   

   el rey está con las damas,      

la reina con los señores,      

y chocolate, y conservas,     

y helados pasan en orden,        

   en mancerinas de oro  505   

y en bandejas, cuyos bordes     

lucientes piedras adornan        

en caprichosas labores.       

   Enseguida se bailaron,     

al compás de alegres sones,  510   

las folías y chaconas,     

y aun zarabandas innobles.      

   De cada señora al lado     

sitio un caballero escoge,    

y en un cojín para hablarle   515   

la rodilla izquierda pone.     

   Allí, en animados grupos,      

lo más rico y lo más noble        

de Madrid y España asiste,       

y extranjeros de alto porte.   520   

   Estaban, pues... ¿De qué sirve    

que el tiempo perdamos nombres        

ya olvidados repitiendo,      

y que alcanzaron entonces        

   boga por riqueza y sangre, 525   

mas que hoy ya nadie conoce?       

De conocidos hablemos,      

de amigos nuestros, de hombres    

   que aun los vemos y tratamos,         

aunque ha dos siglos que esconde   530   

sus cenizas el sepulcro,       

sima que todo lo sorbe.       


*  *  *

 

   En un lado de la sala       

estaba el famoso Lope,        

el Fénix de los ingenios,  535   

con el cabello y bigote         

   blancos como pura nieve;      

y al través se reconoce        

de sus clericales ropas        

que fue guerrero de joven.    540   

   La insignia adorna su pecho       

de la hospitalaria Orden,     

y el fuego brilla en sus ojos       

que hace a los mortales dioses.      

   Con él habla un caballero, 545   

cabeza gorda, deformes       

los pies, de negro azabache      

melena y barba, mas noble       

   aspecto; diciendo chistes       

está, y resuenan conformes  550   

carcajadas y aun aplausos,      

en cuantos hablar le oyen.        

   Es don Francisco Quevedo,         

a quien un clérigo torpe      

ya por la edad, ceceando 555   

y con malicias responde.     

   Ser él tal pronto se advierte         

don Luis Góngora y Argote,       

del nuevo estilo de moda     

inventor, columna y norte.   560   

   El padre Paravicino,         

que de sabio alto renombre       

goza, y a Madrid encanta    

por sus peinados sermones,      

   también es del corro; y luego   565   

en él ufano ingirióse,     

aún tan niño que en sus labios      

ni bozo se ve que asome,     

   don Esteban de Villegas,        

español Anacreonte,  570   

en versos cortos divino,       

insufrible en los mayores.         

   En una pausa del baile,         

de Villamediana el conde,         

que ha danzado con la reina,     575   

alargó la mano a Lope,        

   y como ingenio de marca       

entre los otros mostróse.     

Acaba de publicarse      

su poema de Faetonte,    580   

   en aquel tiempo un prodigio,       

que hoy tiene apenas lectores;        

obra de perverso gusto        

y de hinchados clausulones.     

   Góngora, que, envanecido, 585   

un adepto de alto nombre         

ve en tan claro personaje,         

sus encomios prodigóle.      

   Y todos lo celebraban,      

aunque yo decir no ose   590   

si sus versos aplaudían       

o su favor en la Corte.         

   Don Francisco Manuel Melo,       

en quien se juntan los dotes     

de historiador y poeta     595   

con los bélicos blasones,     

   allí está, aunque taciturno;         

sin duda, abriga temores     

de que el duque de Braganza         

su osado intento no logre.    600   

   El gran don Diego Velázquez,      

de pinceles españoles    

gloria, también conversaba       

con tan famosos autores;    

   pero lo que dicen ellos  605   

parece que apenas oye,       

porque de Rubens los cuadros       

con gran encanto recorre;         

   y en aquel retrato ecuestre     

del emperador, en donde 610   

apuró Ticiano el arte,     

los ojos árabes pone.     


*  *  *

 

   También el rey un momento        

afable al corro acercóse,      

hablando de una comedia    615   

que salió al público entonces,        

   y cuyo autor se nombraba     

Un ingenio de esta corte.     

A la cual, aunque, por cierto,         

era un disparate enorme, 620   

   todos dieron mil elogios         

y de portento renombre,      

pues que es obra del rey mismo      

no hay en Madrid quien ignore.      

   Ya muy tarde entró en la sala, 625   

saludos y adulaciones         

recibiendo del concurso,      

con aire altanero y noble,         

   el conde-duque; se llegan      

los grandes y embajadores   630   

para hablarle; el rey Felipe        

con gran cariño le acoge;     

   y con él, y con el nuncio        

y un milanés enredóse        

en importante coloquio,  635   

que su atención regia absorbe.       


*  *  *

 

   La reina, que en gallardía      

a todas se sobrepone,    

y cuyos hermosos ojos,       

brillantes como dos soles,     640   

   en Villamediana tuvo        

clavados toda la noche,       

viendo al rey y al favorito     

con aquellos dos señores     

   extranjeros en consulta,    645   

que ha de ser larga supone       

la conversación, notando     

que hay vivas contestaciones.        

   Más atenta al conde mira,     

le hace una seña, y, veloce,  650   

aunque con gran disimulo,       

de la sala retiróse,         

   de una danza numerosa        

que empezó la gente joven        

a enredar, aprovechando 655   

la confusión y el desorden.       

   Conoció al punto la seña       

el favorecido conde,       

que amantes favorecidos     

la más pequeña conocen. 660   

   Pero no son ellos solos;    

también, ¡ay!, de ellas se imponen       

los celosos...; el monarca     

la señal fatal recoge.      

   A salir Villamediana    665   

siguiendo su amado norte,        

iba por distinto lado      

del salón, cuando turbóle         

   el ver al rey furibundo,     

que con miradas atroces, 670   

ojos cual los de un fantasma,         

en él sin quitarlos pone.      

   Sobrecogido, de mármol,       

ni a dar un paso atrevióse,       

y trabó, disimulando, 675   

un altercado con Lope.

https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/romances-historicos--0/html/fedd0eaa-82b1-11df-acc7-002185ce6064_12.html

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