(11 de mayo de 1939, Zarqa, Jordania - 19 de agosto de 2014, Safed, Israel)
ALFABETO DE LA VIDA
Mim
Mi alegría de ti
No me otorga felicidad.
Que mi tristeza por ti
Me la otorgue.
Ya
Oh dispersión eterna,
Te abrazo,
Me convierto en ti
Y me balanceo al borde de la
locura,
Ruiseñor en la tempestad,
Tempestad en la fiebre,
Al borde de la locura.
¿Quién soy yo para soportar toda
esta pasión?
Deslízate, pie,
Y que la oscura lila goce
De mi recuerdo estallado
En el abismo de la locura.
La
Entre el alba y el alba estaremos
solos,
Tu pudor angelical estará con
nosotros,
Frente a mi osadía,
El mundo estará con nosotros
Y estaremos solos.
Entonces, ¿eso es el amor?
Al alba
La tibieza de tu cuello sobre mi
brazo me despierta,
Un mechón de tu cabello fino
tiembla
En el jazmín de tu respiración,
Tu respiración rítmica cual
plegaria.
Hundo mi rostro en tu regazo y
lloro.
Que las mariposas y los pájaros
vengan
A vivir con nosotros,
Que el cristal de la ventana y la
ventana sepan,
Que el pequeño limonero y el
jardín del cielo sepan,
Que el mundo entero sepa que vivimos.
Con las manos unidas,
Hemos traspasado el milagro con
el milagro.
Dal
Cuando paso junto a ellos
La gente se burla de mis
murmullos
Y de mi risa,
Se compadece del viandante
extranjero
Y reza una oración por mi
juventud
Perdida en la locura.
Perdonémosles, oh amada alejada
de mí,
Porque ellos no te ven caminando
a mi lado.
Perdonémosles, oh amada.
Ya
Entre la tarde y la tarde me
quedo solo
Y se queda conmigo el valium
tranquilizante,
Se queda conmigo el escandaloso
Albinoni
Y me quedo solo.
Mi cuerpo está habitado por ti,
alejada de mí,
Mi alma está fundida contigo por
los siglos de los siglos.
Amén.
Como si jamás hubieras existido,
Como si existieras desde siempre,
Eso es el amor.
EL MIEDO
El fuego se apagará en la
chimenea,
La botella se vaciará,
El disco se parará,
Los invitados se marcharán,
Haremos juntos la cama
Y dormiremos juntos.
Te levantarás por la mañana,
Prepararás nuestro maravilloso
café,
Los pájaros de tu apacible bosque
cantarán en mi honor,
Me preguntarás: ¿te despiertas?
Temo que la muerte me sorprenda
en mi sueño.
No, no me dormiré,
Velaré hasta la mañana amiga
Y observaré en tu rostro dormido
Los astros de nuestro mundo
futuro.
Al alba
Te tapo con la colcha
Y me deslizo como un gato
familiar,
Ligero, hasta la cima del mundo,
Preparo nuestro maravilloso café,
Corro hacia ti,
Beso tu mano dormida
Y exclamo: ¡Vamos, despierta!
Buenos días, razón de mi vida.
¡Vamos, despierta!
Sin ti el sol no se pondrá,
Sin ti el sol no saldrá.
TE QUIERO COMO AMA LA MUERTE
Más pesado,
Más bajo,
Cargo con mi experiencia y me
marcho.
Mientras seas la cima del mundo,
Mientras la superficie de la
tierra sea convexa,
Descenderé y me alejaré,
Descenderé y me alejaré.
Un día las arenas movedizas me
engullirán,
Me hundiré poco a poco
En la oscura eternidad de tu
amor,
Perderé el conocimiento,
Me esconderé de las miradas,
Las masas asistirán a la
celebración de mi muerte,
Los aventureros y los poetas me
envidiarán
Y tú
Arrojarás una nueva joya
Al cofre de tus mártires.
Te quiero,
No te arrepientas,
No tiendas la mano para
socorrerme,
Permíteme quererte
Como ama la muerte.
Te quiero como ama la muerte.
CARTA DESDE EL ZOCO DE LOS CESANTES
Tal
vez pierda, como pretendes, mi sustento.
Tal
vez haya de poner a la venta mis ropas y mis muebles.
Tal
vez tenga que trabajar como cantero,
como
mozo de cuerda
o
barrendero.
Tal
vez sirva en los vertederos de las fábricas.
Tal
vez por los corrales busque granos.
Tal
vez vaya apagándome, famélico y desnudo.
¡Enemigo del sol!
Mas
no transigiré.
Resistiré
hasta
el último pulso de mis venas.
Tal
vez me puedas arrancar hasta el último palmo de mis tierras.
Tal
vez mi mocedad alimente la cárcel.
Tal
vez robes la herencia de mi abuelo:
los
muebles,
las
vajillas,
y
los cántaros.
Tal
vez quemes mis versos y mis libros.
Tal
vez mi carne arrojes a los perros.
Tal
vez en nuestra aldea permanezcas
como
una espantosa pesadilla.
¡Enemigo
del sol!
Mas
no transigiré
Resistiré
hasta
el último pulso de mis venas.
Tal
vez apagues la antorcha de mi noche.
Tal
vez me falte el beso de mi madre.
Tal
vez insulte un niño, y una niña,
a
mi pueblo y mi padre.
Tal
vez mi historia la falsee un cobarde,
y
transforme en arañas mis corderos.
A TODOS LOS HOMBRES ELEGANTES DE LA O.N.U.
¡Caballeros
de todos los rincones:
Con
corbatas en pleno mediodía
y
excitantes polémicas,
¿Qué
pintáis, decidme, en este tiempo?
¡Caballeros
de todos los rincones:
El
musgo, ya creciéndome en el corazón,
cubrió
todos los muros de cristal,
las
cuantiosas reuniones,
los
vitales discursos,
los
espías, las masas, los dichos de las putas...
¿Qué
pintáis, decidme, en este tiempo?
*
* *
Caballeros!:
Dejad
ir a su antojo la luna de los monos,
y
veníos para acá,
porque
yo hago perder los puentes a este mundo.
Mi
sangre está amarilla,
mi
corazón caído en el lodo de los votos.
¡Caballeros
de todos los rincones! :
¡Que
sea peste mi afrenta, y sierpes, mi tristeza!
¡Relucientes
zapatos de todos los rincones! :
Grita
más mi venganza que mi voz.
El
tiempo es un cobarde.
¡Y
yo no tengo manos!
KUFR QASIM*
A
pesar de la noche del oprobio y las iniquidades,
ya
te llega, Kufr Qasim, la misión del combate.
A
pesar de la fuerza del tirano, que espumarea de rabia.
A
pesar del azude de alambradas que se alza en el sendero.
A
pesar del rencor de los fusiles que empuña la injusticia,
hemos
llegado aquí. ¡Trágate la vergüenza,
gobernante!
Que
somos de tu pueblo; sobre el recuerdo de
los crímenes
puesto
en pie, y sobre la promesa de las víctimas.
puesto
en pie, y sobre la promesa de las víctimas.
Soberbios
hijos tuyos, desde la resistente Galilea
venimos
para enfrentarnos a la opresión.
Desde
el bravo Carmelo te llegamos,
como
llamas volando por los campos corruptos.
¡Amadísimas
tumbas!... Otras tumbas que no lo parecen
os
saludan mil veces. ¿Qué consuelo
traeros,
si
en la familia del dolor somos hermanos?
Por
eso te llegamos, urgiéndote, Kufr Qasim,
a
que despiertes... ¡Responde a la llamada!
PARA TI, DONDE MUERES
Tu
carta, que hasta mí ha atravesado noches y alambradas.
Tu
carta, que cayó bajo mi puerta como el ala de un ángel,
¿por
qué, al abrirla mis manos,
se
deshizo en espinas
sobre
mi corazón, contra mi rostro?
Tu
carta, que saqué del fondo del estanque de la ausencia,
me
ha traído de nuevo nuestra infancia
desde
los duros pozos de la pena.
Me
ha traído otra vez nuestra infancia,
los
himnos matinales, las clases, las diabluras de la tarde,
la
plaza de la aldea,
y
la voz de tu padre, chillándonos:
“¡Ea,
basta ya, chicos, a dormir!”...
Y
a tu madre, cada vez que preguntaba:
“¿Qué
tal está Samih?”...
y
a la mía, sorbiendo su café y diciendo tan ancha:
“Muy
bien, gracias a Dios... ¿Y Fuad?”
“Como
su compañero”
¡”Dios
preserve a los dos del mal de ojo,
del
abandono y de la envidia!”
Tu
carta, que voló sobre mi herida
como
un pájaro huido de las cárceles del dolor y la nada,
amigo
del lucero matutino,
¿por
qué, al abrirla mis manos.
se
deshizo en espinas
sobre
mi corazón, contra mi rostros?
“Mi
muy querido hermano”
me
has escrito, orgulloso... “¡Mi muy querido hermano!”
Mis
mejores saludos
vuelan,
desde Beirut,
hacia
ti, allá, donde tú mueres,
con
prenda de lo poco que queda, de tu menguada herencia.
Mis
mejores saludos...
Soy
ahora un hombre nuevo... Como no te
supones.
Acabé
los estudios superiores,
y
he obtenido el diploma del Instituto.
Tengo
un mayor despacho,
más
renombre,
una
amiguita rubia cuya abuela es francesa,
y
otra, cuyo abuelo dirigió las conquistas cruzadas.
Y,
lo mismo que el resto de los señores,
una
linda perrita en el patio de la casa.
Mi
muy querido hermano...
¿No
podrías venirte, tú también, a Beirut,
y
dejar ya tu úlcera odiosa?
¿abandonar
tu rostro, en el lodo tirano?
¿y
dejar esa vida miserable?
Tu
campo no es más vasto que mi campo,
tu
casa no es más bella que la mía
¿No
podrías venirte tú también?...
Mi
muy querido hermano:
Mis
mejores saludos
para
ti, donde sigues, en la ciénaga.
*
* *
Tu
carta, que hasta mí ha atravesado noches y alambradas.
Tu
carta, que cayó sobre mi puerta como el ala de un ángel.
¿sabes?
al
abrirla mis manos
se
deshizo en espinas,
sobre
mi corazón, contra mi rostro,
¡Queridísimo
hermano!
Para
ti, allá en Beirut,
allá
donde agonizas.
Igual
que una azucena sin raíz,
como
un río que su fuente ha perdido,
como
una canción sin comienzo,
como
una tempestad sine existencia.
Para
ti, donde mueres
como
el sol otoñal,
con
mortajas de seda.
Allá
donde
-¡herida
mía, y vergüenza!-
estás
agonizando.
Tú,
que viertes el agua de tu rostro en mi fuego.
Para
ti, desde mi alma combatiente,
desnuda
y muerta de hambre,
el
más hondo saludo,
¡la
maldición perenne de tu casa!
Soberbios
hijos tuyos, desde la resistente Galilea
venimos
para enfrentarnos a la opresión.
Desde
el bravo Carmelo te llegamos,
como
llamas volando por los campos corruptos.
¡Amadísimas
tumbas!... Otras tumbas que no lo parecen
os
saludan mil veces. ¿Qué consuelo
traeros,
si
en la familia del dolor somos hermanos?
Por
eso te llegamos, urgiéndote, Kufr Qasim,
a
que despiertes... ¡Responde a la llamada!
DEL VIEJO JERUSALEN
-¿De
dónde, amiga mía,
nos
traes la maceta
y
la mirada triste?
-Del
viejo Jerusalén.
-¿Y
acaso viste a alguien,
de
nuestro pueblo huido,
debajo
de los arcos?
¿A
quien, tal vez, oíste?
-Cantando
a la ciudad
vuestra
dos penas,
en
su triste ventana,
vi
a tu prima.
Una
noche de ojos
por
las calles,
hermanos
que lloraban,
y
mil niños perdidos.
Vi turistas
A
un vendedor, gritando:
“¿Quién
me compra este Cristo
por
un poco de harina?”
Pajarillos
heridos
sobre
las chimeneas,
y
a una niña raquítica
llorando
por los altos
alminares.
Y oí,
una
vez, a un cantor
fugitivo,
gritar:
“¿Os
perdisteis, conciencias,
el
día que me perdí?”.
Desde
allá, primo mío,
te
traigo la maceta
y
la mirada triste.
Y
te traigo la historia
de
mi madre,
inmolada.
EL SACRE DE QURAISH*
Adiós.
Adiós,
mis gentes.
El
dolor lacerante de las frescas heridas
va
con mi corazón,
mientras
exista.
Mi
alma,
como
las altas cumbres poderosas,
lleva
ligera el peso de la enorme tragedia
de
un continente a otro,
buscando
en los rincones de las sombras
un
destello de aurora.
A
mi alma, gentes, mías,
la
combate
el
anhelo de vuelta del verso.
Mi
alma intuye,
a
pesar de lo amargo del errar,
de
este fatal destino que separa,
a
pesar del exilio y del viento,
mi
alma intuye el camino
*
* *
Si
pudiera cumplirse los sueños.
Si
me brotaran alas de repente
y
montara en la nave de los vientos.
Si
cayera de pronto en la guarida, antes de la batalla,
iría
de árbol en árbol
saltando,
a la trinchera;
alerta
a un resplandor, al menor movimiento...
Una
bomba, en la mano;
con
la otra, empuñando la ametralladora.
Con
el dedo convulso y deseoso
de
apretar el gatillo.
Del
tiempo que precede a la cosecha
LOS DATILES DE ARABIA
Sesenta
mil entre un millón...
¿Y
qué?
Si
nosotros somos el pueblo de la espada,
el
refugio del huésped,
albergue
del vecino
cuando
el Tiempo le acosa.
Así
está bien:
En
casa del estrecho caben mil.
En
casa de tu primo, abierta a los senderos,
entran,
amigo mío,
los
extraños;
y
la ración del caballero árabe puede saciar a dos.
¡Hártate,
primo mío,
amigo
mío!
*
* *
Sesenta
mil sin el millón...
¿Y
qué?
-dijo
cualquier locutor desvergonzado-
¡Beduinos
del desierto,
con
los ojos cegados como pozos de arena!
¡Qué
pasa, si se vuelven
a
sus dátiles árabes!
¡A
sus tiendas!
¡Sus
alacranes!
¡Y
sus camellos!
Una vieja canción
Entre
los lirios del campo,
un chal para mi Amado elijo,
pero el campo se ara a nuevas minas.
Entre los valles de los juncos,
a mi Amado una flauta,
pero en los valles soldados
hacen nuevos ejercicios.
Elija de nuestro viñedo
más hermoso ramo
para ofrecérselo a mi amado
, pero el campo, mis ojos, cercado
tienen con el nuevo alambre de púas.
Mi amada, apagar la linterna.
El yo se extendía desde la muerte
de un nuevo plazo.
un chal para mi Amado elijo,
pero el campo se ara a nuevas minas.
Entre los valles de los juncos,
a mi Amado una flauta,
pero en los valles soldados
hacen nuevos ejercicios.
Elija de nuestro viñedo
más hermoso ramo
para ofrecérselo a mi amado
, pero el campo, mis ojos, cercado
tienen con el nuevo alambre de púas.
Mi amada, apagar la linterna.
El yo se extendía desde la muerte
de un nuevo plazo.
Por la noche, frente a la puerta de Federico
Frederick
el guardián se ha apagado la lámpara
hacia abajo
usted se verá en la plaza
Fe ... ri ... co
la farola tristeza es una luna
miedo, los árboles
se reducen, entonces
sé que se oculta en la casa
habitada por la fiebre
de la muerte ardiente
abajo
'll esperar a las calles
fuego de la quema de la rosa
, mi corazón es una manzana
que cante el gallo en las baldosas
Frederick
la estrella es una herida
de sangre 's gritos contra las cuerdas
de la guitarra inflamado
Fede Rico ...
el guardia negro tiró su arma en el pozo
abajo las calles
saben que se oculta en la sombra de un ángel
que te veo por allí
como un lirio detrás de la cortina de una ventana de
una mariposa tiembla en sus labios
y sus manos acarician el cabello de la noche
Desciende, Federico
abrir la puerta
es rápida
aparición en el umbral
es poco
detrás de la curva en el camino
del tumulto de una milicia que se acerca
con el ruido de los fusiles
y bayonetas
Ábreme la puerta
es rápido
ocultar mi
Federico
Federico
Fede ... ri ... co
el guardián se ha apagado la lámpara
hacia abajo
usted se verá en la plaza
Fe ... ri ... co
la farola tristeza es una luna
miedo, los árboles
se reducen, entonces
sé que se oculta en la casa
habitada por la fiebre
de la muerte ardiente
abajo
'll esperar a las calles
fuego de la quema de la rosa
, mi corazón es una manzana
que cante el gallo en las baldosas
Frederick
la estrella es una herida
de sangre 's gritos contra las cuerdas
de la guitarra inflamado
Fede Rico ...
el guardia negro tiró su arma en el pozo
abajo las calles
saben que se oculta en la sombra de un ángel
que te veo por allí
como un lirio detrás de la cortina de una ventana de
una mariposa tiembla en sus labios
y sus manos acarician el cabello de la noche
Desciende, Federico
abrir la puerta
es rápida
aparición en el umbral
es poco
detrás de la curva en el camino
del tumulto de una milicia que se acerca
con el ruido de los fusiles
y bayonetas
Ábreme la puerta
es rápido
ocultar mi
Federico
Federico
Fede ... ri ... co
Fin de la discusión con el director
La
mirilla de la célula más pequeña
que veo árboles sonriendo a mí,
mi gente llena techos,
ventanas que est oren por mí.
Mirilla - es la célula más pequeña -
Veo que tu, el más grande.
que veo árboles sonriendo a mí,
mi gente llena techos,
ventanas que est oren por mí.
Mirilla - es la célula más pequeña -
Veo que tu, el más grande.
"Boleto de tren"
Cuando me matan, uno de estos días,
la asesina encontrará en mis billetes de viaje de bolsillo
Uno hacia la paz.
Uno de los campos de lluvia.
Una hacia el conocimiento de la humanidad.
(Por favor, querido asesina, no pierda sus entradas
por favor, partes
la asesina encontrará en mis billetes de viaje de bolsillo
Uno hacia la paz.
Uno de los campos de lluvia.
Una hacia el conocimiento de la humanidad.
(Por favor, querido asesina, no pierda sus entradas
por favor, partes
* En páginas anteriores se ha hecho
referencia al crimen perpetrado por los sionistas en la aldea de Kufr Qasim el
29 de octubre de 1956. Nueve años
después, en 1965, un considerable número de jóvenes palestinos se dirigió al
lugar, con objeto de conmemorar la luctuosa efemérides, pero el gobierno les
impidió entrar en la aldea y celebrar el correspondiente acto. Con tal motivo, el poeta improvisó, tras las
alambradas de la aldea, el poema aquí traducido.
* Es curioso observar cómo, para este
poema de “ataque y conquista”, el poeta ha adoptado el título que se dio el
primero de los Omeyas españoles, ‘Abderrahmán I. Como se sabe, Quraish era el nombre de la
tribu del profeta.
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