viernes, 3 de febrero de 2017

POEMAS DE SAMIH AL-QASIM


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(11 de mayo de 1939, Zarqa, Jordania - 19 de agosto de 2014, Safed, Israel)

ALFABETO DE LA VIDA

Mim

Mi alegría de ti
No me otorga felicidad.
Que mi tristeza por ti
Me la otorgue.
Ya
Oh dispersión eterna,
Te abrazo,
Me convierto en ti
Y me balanceo al borde de la locura,
Ruiseñor en la tempestad,
Tempestad en la fiebre,
Al borde de la locura.
¿Quién soy yo para soportar toda esta pasión?
Deslízate, pie,
Y que la oscura lila goce
De mi recuerdo estallado
En el abismo de la locura.
La
Entre el alba y el alba estaremos solos,
Tu pudor angelical estará con nosotros,
Frente a mi osadía,
El mundo estará con nosotros
Y estaremos solos.
Entonces, ¿eso es el amor?
Al alba
La tibieza de tu cuello sobre mi brazo me despierta,
Un mechón de tu cabello fino tiembla
En el jazmín de tu respiración,
Tu respiración rítmica cual plegaria.
Hundo mi rostro en tu regazo y lloro.
Que las mariposas y los pájaros vengan
A vivir con nosotros,
Que el cristal de la ventana y la ventana sepan,
Que el pequeño limonero y el jardín del cielo sepan,
Que el mundo entero sepa que vivimos.
Con las manos unidas,
Hemos traspasado el milagro con el milagro.
Dal
Cuando paso junto a ellos
La gente se burla de mis murmullos
Y de mi risa,
Se compadece del viandante extranjero
Y reza una oración por mi juventud
Perdida en la locura.
Perdonémosles, oh amada alejada de mí,
Porque ellos no te ven caminando a mi lado.
Perdonémosles, oh amada.
Ya
Entre la tarde y la tarde me quedo solo
Y se queda conmigo el valium tranquilizante,
Se queda conmigo el escandaloso Albinoni
Y me quedo solo.
Mi cuerpo está habitado por ti, alejada de mí,
Mi alma está fundida contigo por los siglos de los siglos.
Amén.
Como si jamás hubieras existido,
Como si existieras desde siempre,
Eso es el amor.

EL MIEDO


El fuego se apagará en la chimenea,
La botella se vaciará,
El disco se parará,
Los invitados se marcharán,
Haremos juntos la cama
Y dormiremos juntos.
Te levantarás por la mañana,
Prepararás nuestro maravilloso café,
Los pájaros de tu apacible bosque cantarán en mi honor,
Me preguntarás: ¿te despiertas?
Temo que la muerte me sorprenda en mi sueño.
No, no me dormiré,
Velaré hasta la mañana amiga
Y observaré en tu rostro dormido
Los astros de nuestro mundo futuro.
Al alba
Te tapo con la colcha
Y me deslizo como un gato familiar,
Ligero, hasta la cima del mundo,
Preparo nuestro maravilloso café,
Corro hacia ti,
Beso tu mano dormida
Y exclamo: ¡Vamos, despierta!
Buenos días, razón de mi vida.
¡Vamos, despierta!
Sin ti el sol no se pondrá,
Sin ti el sol no saldrá.


TE QUIERO COMO AMA LA MUERTE


Más pesado,
Más bajo,
Cargo con mi experiencia y me marcho.
Mientras seas la cima del mundo,
Mientras la superficie de la tierra sea convexa,
Descenderé y me alejaré,
Descenderé y me alejaré.
Un día las arenas movedizas me engullirán,
Me hundiré poco a poco
En la oscura eternidad de tu amor,
Perderé el conocimiento,
Me esconderé de las miradas,
Las masas asistirán a la celebración de mi muerte,
Los aventureros y los poetas me envidiarán
Y tú
Arrojarás una nueva joya
Al cofre de tus mártires.

Te quiero,
No te arrepientas,
No tiendas la mano para socorrerme,
Permíteme quererte
Como ama la muerte.
Te quiero como ama la muerte.




CARTA DESDE EL ZOCO DE LOS CESANTES



Tal vez pierda, como pretendes, mi sustento.
Tal vez haya de poner a la venta mis ropas y mis muebles.
Tal vez tenga que trabajar como cantero,
como mozo de cuerda
o barrendero.
Tal vez sirva en los vertederos de las fábricas.
Tal vez por los corrales busque granos.
Tal vez vaya apagándome, famélico y desnudo.
 ¡Enemigo del sol!
Mas no transigiré.
Resistiré
hasta el último pulso de mis venas.

Tal vez me puedas arrancar hasta el último palmo de mis tierras.
Tal vez mi mocedad alimente la cárcel.
Tal vez robes la herencia de mi abuelo:
los muebles,
las vajillas,
y los cántaros.
Tal vez quemes mis versos y mis libros.
Tal vez mi carne arrojes a los perros.
Tal vez en nuestra aldea permanezcas
como una espantosa pesadilla.
¡Enemigo del sol!
Mas no transigiré
Resistiré
hasta el último pulso de mis venas.

Tal vez apagues la antorcha de mi noche.
Tal vez me falte el beso de mi madre.
Tal vez insulte un niño, y una niña,
a mi pueblo y mi padre.
Tal vez mi historia la falsee un cobarde,
y transforme en arañas mis corderos.


A TODOS LOS HOMBRES ELEGANTES DE LA O.N.U.



¡Caballeros de todos los rincones:
Con corbatas en pleno mediodía
y excitantes polémicas,
¿Qué pintáis, decidme, en este tiempo?
¡Caballeros de todos los rincones:
El musgo, ya creciéndome en el corazón,
cubrió todos los muros de cristal,
las cuantiosas reuniones,
los vitales discursos,
los espías, las masas, los dichos de las putas...
¿Qué pintáis, decidme, en este tiempo?

*   *   *

Caballeros!:
Dejad ir a su antojo la luna de los monos,
y veníos para acá,
porque yo hago perder los puentes a este mundo.
Mi sangre está amarilla,
mi corazón caído en el lodo de los votos.
¡Caballeros de todos los rincones! :
¡Que sea peste mi afrenta, y sierpes, mi tristeza!
¡Relucientes zapatos de todos los rincones! :
Grita más mi venganza que mi voz.
El tiempo es un cobarde.
¡Y yo no tengo manos!


KUFR QASIM*



A pesar de la noche del oprobio y las iniquidades,
ya te llega, Kufr Qasim, la misión del combate.
A pesar de la fuerza del tirano, que espumarea de rabia.
A pesar del azude de alambradas que se alza en el sendero.
A pesar del rencor de los fusiles que empuña la injusticia,
hemos llegado aquí.  ¡Trágate la vergüenza, gobernante!
Que somos de tu pueblo;  sobre el recuerdo de los crímenes
puesto en pie, y sobre la promesa de las víctimas.
puesto en pie, y sobre la promesa de las víctimas.
Soberbios hijos tuyos, desde la resistente Galilea
venimos para enfrentarnos a la opresión.
Desde el bravo Carmelo te llegamos,
como llamas volando por los campos corruptos.
¡Amadísimas tumbas!... Otras tumbas que no lo parecen
os saludan mil veces.  ¿Qué consuelo traeros,
si en la familia del dolor somos hermanos?
Por eso te llegamos, urgiéndote, Kufr Qasim,
a que despiertes... ¡Responde a la llamada!


PARA TI, DONDE MUERES


Tu carta, que hasta mí ha atravesado noches y alambradas.
Tu carta, que cayó bajo mi puerta como el ala de un ángel,
¿por qué, al abrirla mis manos,
se deshizo en espinas
sobre mi corazón, contra mi rostro?
Tu carta, que saqué del fondo del estanque de la ausencia,
me ha traído de nuevo nuestra infancia
desde los duros pozos de la pena.
Me ha traído otra vez nuestra infancia,
los himnos matinales, las clases, las diabluras de la tarde,
la plaza de la aldea,
y la voz de tu padre, chillándonos:
“¡Ea, basta ya, chicos, a dormir!”...
Y a tu madre, cada vez que preguntaba:
“¿Qué tal está Samih?”...
y a la mía, sorbiendo su café y diciendo tan ancha:
“Muy bien, gracias a Dios... ¿Y Fuad?”
“Como su compañero”
¡”Dios preserve a los dos del mal de ojo,
del abandono y de la envidia!”
Tu carta, que voló sobre mi herida
como un pájaro huido de las cárceles del dolor y la nada,
amigo del lucero matutino,
¿por qué, al abrirla mis manos.
se deshizo en espinas
sobre mi corazón, contra mi rostros?
“Mi muy querido hermano”
me has escrito, orgulloso... “¡Mi muy querido hermano!”

Mis mejores saludos
vuelan, desde Beirut,
hacia ti, allá, donde tú mueres,
con prenda de lo poco que queda, de tu menguada herencia.
Mis mejores saludos...
Soy ahora un hombre nuevo...  Como no te supones.
Acabé los estudios superiores,
y he obtenido el diploma del Instituto.
Tengo un mayor despacho,
más renombre,
una amiguita rubia cuya abuela es francesa,
y otra, cuyo abuelo dirigió las conquistas cruzadas.
Y, lo mismo que el resto de los señores,
una linda perrita en el patio de la casa.
Mi muy querido hermano...
¿No podrías venirte, tú también, a Beirut,
y dejar ya tu úlcera odiosa?
¿abandonar tu rostro, en el lodo tirano?
¿y dejar esa vida miserable?
Tu campo no es más vasto que mi campo,
tu casa no es más bella que la mía
¿No podrías venirte tú también?...
Mi muy querido hermano:
Mis mejores saludos
para ti, donde sigues, en la ciénaga.

*   *   *

Tu carta, que hasta mí ha atravesado noches y alambradas.
Tu carta, que cayó sobre mi puerta como el ala de un ángel.
¿sabes?
al abrirla mis manos
se deshizo en espinas,
sobre mi corazón, contra mi rostro,
¡Queridísimo hermano!
Para ti, allá en Beirut,
allá donde agonizas.
Igual que una azucena sin raíz,
como un río que su fuente ha perdido,
como una canción sin comienzo,
como una tempestad sine existencia.
Para ti, donde mueres
como el sol otoñal,
con mortajas de seda.
Allá donde
-¡herida mía, y vergüenza!-
estás agonizando.
Tú, que viertes el agua de tu rostro en mi fuego.
Para ti, desde mi alma combatiente,
desnuda y muerta de hambre,
el más hondo saludo,
¡la maldición perenne de tu casa!



Soberbios hijos tuyos, desde la resistente Galilea
venimos para enfrentarnos a la opresión.
Desde el bravo Carmelo te llegamos,
como llamas volando por los campos corruptos.
¡Amadísimas tumbas!... Otras tumbas que no lo parecen
os saludan mil veces.  ¿Qué consuelo traeros,
si en la familia del dolor somos hermanos?
Por eso te llegamos, urgiéndote, Kufr Qasim,
a que despiertes... ¡Responde a la llamada!


DEL VIEJO JERUSALEN



-¿De dónde, amiga mía,
nos traes la maceta
y la mirada triste?

-Del viejo Jerusalén.

-¿Y acaso viste a alguien,
de nuestro pueblo huido,
debajo de los arcos?
¿A quien, tal vez, oíste?

-Cantando a la ciudad
vuestra dos penas,
en su triste ventana,
vi a tu prima.
Una noche de ojos
por las calles,
hermanos que lloraban,
y mil niños perdidos.

Vi turistas
A un vendedor, gritando:
“¿Quién me compra este Cristo
por un poco de harina?”
Pajarillos heridos
sobre las chimeneas,
y a una niña raquítica
llorando por los altos
alminares.

Y oí,
una vez, a un cantor
fugitivo, gritar:
“¿Os perdisteis, conciencias,
el día que me perdí?”.

Desde allá, primo mío,
te traigo la maceta
y la mirada triste.
Y te traigo la historia
de mi madre,
inmolada.


EL SACRE DE QURAISH*



Adiós.
Adiós, mis gentes.
El dolor lacerante de las frescas heridas
va con mi corazón,
mientras exista.
Mi alma,
como las altas cumbres poderosas,
lleva ligera el peso de la enorme tragedia
de un continente a otro,
buscando en los rincones de las sombras
un destello de aurora.
A mi alma, gentes, mías,
la combate
el anhelo de vuelta del verso.
Mi alma intuye,
a pesar de lo amargo del errar,
de este fatal destino que separa,
a pesar del exilio y del viento,
mi alma intuye el camino

*   *   *

Si pudiera cumplirse los sueños.
Si me brotaran alas de repente
y montara en la nave de los vientos.
Si cayera de pronto en la guarida, antes de la batalla,
iría de árbol en árbol
saltando, a la trinchera;
alerta a un resplandor, al menor movimiento...
Una bomba, en la mano;
con la otra, empuñando la ametralladora.
Con el dedo convulso y deseoso
de apretar el gatillo.
Del tiempo que precede a la cosecha

LOS DATILES DE ARABIA



Sesenta mil entre un millón...
¿Y qué?
Si nosotros somos el pueblo de la espada,
el refugio del huésped,
albergue del vecino
cuando el Tiempo le acosa.
Así está bien:
En casa del estrecho caben mil.
En casa de tu primo, abierta a los senderos,
entran, amigo mío,
los extraños;
y la ración del caballero árabe puede saciar a dos.
¡Hártate, primo mío,
amigo mío!

*   *   *

Sesenta mil sin el millón...
¿Y qué?
-dijo cualquier locutor desvergonzado-
¡Beduinos del desierto,
con los ojos cegados como pozos de arena!
¡Qué pasa, si se vuelven
a sus dátiles árabes!
¡A sus tiendas!
¡Sus alacranes!
¡Y sus camellos!



Una vieja canción


Entre los lirios del campo,
un chal para mi Amado elijo,
pero el campo se ara a nuevas minas.
Entre los valles de los juncos,
a mi Amado una flauta,
pero en los valles soldados
hacen nuevos ejercicios.
Elija de nuestro viñedo
más hermoso ramo
para ofrecérselo a mi amado
, pero el campo, mis ojos, cercado
tienen con el nuevo alambre de púas.
Mi amada, apagar la linterna.
El yo se extendía desde la muerte
de un nuevo plazo.



Por la noche, frente a la puerta de Federico


Frederick
el guardián se ha apagado la lámpara
hacia abajo
usted se verá en la plaza
Fe ... ri ... co
la farola tristeza es una luna
miedo, los árboles
se reducen, entonces
sé que se oculta en la casa
habitada por la fiebre
de la muerte ardiente
abajo
'll esperar a las calles
fuego de la quema de la rosa
, mi corazón es una manzana
que cante el gallo en las baldosas
Frederick
la estrella es una herida
de sangre 's gritos contra las cuerdas
de la guitarra inflamado
Fede Rico ...
el guardia negro tiró su arma en el pozo
abajo las calles
saben que se oculta en la sombra de un ángel
que te veo por allí
como un lirio detrás de la cortina de una ventana de
una mariposa tiembla en sus labios
y sus manos acarician el cabello de la noche
Desciende, Federico
abrir la puerta
es rápida
aparición en el umbral
es poco
detrás de la curva en el camino
del tumulto de una milicia que se acerca
con el ruido de los fusiles
y bayonetas
Ábreme la puerta
es rápido
ocultar mi
Federico
Federico
Fede ... ri ... co



Fin de la discusión con el director

La mirilla de la célula más pequeña
que veo árboles sonriendo a mí,
mi gente llena techos,
ventanas que est oren por mí.
Mirilla - es la célula más pequeña -
Veo que tu, el más grande.

"Boleto de tren" 

Cuando me matan, uno de estos días, 
la asesina encontrará en mis billetes de viaje de bolsillo 
Uno hacia la paz. 
Uno de los campos de lluvia. 
Una hacia el conocimiento de la humanidad. 
(Por favor, querido asesina, no pierda sus entradas 
por favor, partes 





* En páginas anteriores se ha hecho referencia al crimen perpetrado por los sionistas en la aldea de Kufr Qasim el 29 de octubre de 1956.  Nueve años después, en 1965, un considerable número de jóvenes palestinos se dirigió al lugar, con objeto de conmemorar la luctuosa efemérides, pero el gobierno les impidió entrar en la aldea y celebrar el correspondiente acto.  Con tal motivo, el poeta improvisó, tras las alambradas de la aldea, el poema aquí traducido.
* Es curioso observar cómo, para este poema de “ataque y conquista”, el poeta ha adoptado el título que se dio el primero de los Omeyas españoles, ‘Abderrahmán I.  Como se sabe, Quraish era el nombre de la tribu del profeta.

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