(9 de agosto de 1922, Radford, Coventry, Reino Unido - 2 de diciembre de 1985, Kingston upon Hull, Reino Unido)
Al mar |
Sortear el pequeño muro que separa el camino de la calzada de concreto que bordea la playa evoca nítidamente algo conocido hace ya tiempo: la diminuta algarabía de la orilla del mar. Todo se agrupa bajo aquel horizonte: la playa, el agua azul, toallas, rojos gorros de baño, el renovado derrumbarse de las olas mansas sobre la arena dorada y, a la distancia, un vapor blanco clavado en el atardecer. |
Y todo esto todavía ocurriendo, ocurriendo por siempre. Yacer, comer, dormir al arrullo de la resaca. (escuchar los receptores, aquel sonido todavía doméstico bajo el cielo) o amablemente llevar de un lado a otro a los indecisos niños, ornados de blanco, aferrados al aire inmenso o conducir a los rígidos ancianos para que disfruten su último verano, es lo que sencillamente aún ocurre en parte como un rito en parte como un placer anual. |
Como cuando, feliz de encontrarme libre, buscaba Famosos del Criket en la arena, o, mucho antes, cuando oyendo el mismo graznido marino mis padres se conocían. Ahora, ajeno a eso, veo la nítida escena: El mismo agua transparente sobre los suaves guijarros. |
Allá en la orilla las débiles protestas de lejanos bañistas, y luego los cigarros baratos, papel de estaño, hojas de té y, |
entre las rocas, latas oxidadas de sopa, hasta que las primeras familias inician el regreso hacia sus autos. El vapor blanco ya sea ha ido. Como un cristal empañado la luz se ha tornado lechosa. Si lo peor de un clima perfecto es nuestro traje de baño suelto puede ser que por hábito éste haga lo mejor, llegar al agua desordenadamente desvestidos cada año; enseñar a los niños mediante esa suerte de payaseo y ayudar como se merecen a los viejos. |
Condolencia en blanco mayor |
Echo cuatro cubos de hielo que repican en el vaso, agrego tres chorritos de ginebra, una rodaja de limón y dejo que las diez onzas de tónica se mezclen espumosamente hasta el borde. Entonces alzo mi vaso en solitario brindis: Él dedicó su vida a los demás. |
Mientras otros usaron como ropas a los seres humanos en su vida, yo me avoqué a llevarles, a quienes pude, la extraviada... No funcionó para ellos, tampoco para mí, pero así, toda inquietud estuvo más próxima (o así lo creímos) al gran desvelo que de habernos equivocado separados. |
Un tipo decente, realmente de buena estirpe, muy recto, uno de los mejores, recio como un ladrillo, un as, buen compañero, cabeza y hombros por sobre los demás; ¿cuántas vidas habrían sido más insípidas de no haber estado él aquí entre nosotros? Salud por el hombre más blanco que conozco. Aunque el blanco no sea mi color favorito. |
Los árboles |
Los árboles ya comienzan a brotar como algo casi a punto de ser dicho; los nuevos tallos descansan y se propagan, su verdor es una especie de tristeza. |
¿Se trata de que ellos nacen nuevamente y nosotros nos hacemos más viejos? No, ellos también mueren. Su truco anual de lucir nuevos se inscribe en sus fibras en anillos. |
Sin embargo, los incansables castillos desgranan su gruesa madurez cada primavera. Ha muerto el último año, parecen decir, comencemos otra vez, otra vez, otra vez. |
Olvidar lo pasado |
Detener lo cotidiano era aturdir la memoria, partir desde la nada. |
Algo ya no cicatrizado por tales palabras, por tales acciones como un desolado despertar. |
Deseaba terminarlos, apuré el entierro y volví la vista |
como guerras e inviernos extraviados tras las ventanas de una opaca niñez. |
¿Y las páginas vacías? Debería llenarlas con observaciones |
de celestes repeticiones, el día que brotan las flores el día que los pájaros se van. |
Altas ventanas |
Al ver a una joven pareja y pensar que él se la coge y ella toma anticonceptivos o usa un diafragma, comprendo que ese es el paraíso |
que cualquier viejo ha soñado su vida entera olvidando ataduras y ademanes como a una antigua segadora, y los jóvenes bajando interminablemente, en su largo resbalón |
hacia la felicidad. Y quisiera saber si, cuarenta años atrás, alguien me miró, mientras pensaba: así debería ser la vida; no más Dios, ni sudores nocturnos |
a causa del infierno, o tener que ocultar lo que piensas sobre el sacerdote. Él y los suyos se irán en un largo resbalón como libres pájaros sangrientos. E inmediatamente |
antes que las palabras surge el pensamiento de altas ventanas: vidrios que contienen el sol y más allá, el profundo aire azul, que nada muestra ni está en ninguna parte y es infinito. |
Los viejos tontos |
¿Qué creerán que ha pasado, los viejos tontos, que los ha dejado así? ¿Acaso supondrán que se es más maduro cuando la boca cuelga abierta y babea, y se anda uno meando solo y no se puede recordar quién llamó esta mañana? ¿O que, si lo quisieran, podrían alterar las cosas y volver a la época cuando bailaban la noche entera, o iban a sus bodas, o tiraban las manos algún septiembre? ¿o se imaginarán que realmente no ha habido cambio alguno, y que siempre se habrían manejado como si fueran tiesos y tullidos, o sentados a través de días de fina y continua ensoñación mirando el movimiento de la luz? Y si no es así (y no pueden), es extraño: ¿Por qué no lloran? |
Cuando mueres, te rompes: los pedazos que eras comienzan a separarse velozmente los unos de los otros para siempre y nadie lo ve. Es sólo el olvido, es cierto: antes ya lo conocimos, pero entonces se estaba terminando, y se hallaba todo el tiempo unido a la empresa de hacer brotar la flor de mil pétalos de estar aquí. La próxima vez no puede fingir que habrá algo. Y estos son los primeros signos: No saber cómo, no escuchar quién, el poder de elegir terminado. Su aspecto muestra que están para eso: pelo ceniciento, manos de batracio, caras de pasa... ¿Cómo pueden ignorarlo? |
Quizás ser viejo consiste en tener habitaciones iluminadas dentro de tu cabeza, y gente en ellas, actuando. Gente que conoces, sin poder nombrarla; apareciendo cada una desde puertas entornadas como una honda pérdida restaurada, |
depositando una lámpara,
sonriendo desde una escalera,
extrayendo un libro conocido desde el estante; o a veces sólo las habitaciones, las sillas y el fuego encendido, el aplastado arbusto en la ventana, o la tenue amistad del sol en el muro cierta solitaria tarde de mediados de verano después de la lluvia. Allí es donde viven: No aquí ni ahora, sino donde todo ocurrió alguna vez. Por eso es que tienen |
un aire de confusa ausencia, intentando estar allí aunque permaneciendo aquí. Extendiéndose por las habitaciones, dejando una incompetente frialdad, el constante esfuerzo de respirar y ellos inclinándose ante el monte de la extinción., los viejos tontos, no percibiendo nunca cuán cerca está. Esto debe ser lo que los mantiene quietos: Aquel monte que nunca perdemos de vista dondequiera que vayamos ya es para ellos un elevada cuesta. Pueden acaso decir qué los está retrasando y cómo terminará. ¿No por la noche? |
¿Ni cuando llegan extraños? ¿Jamás, a lo largo de toda esta espantosa inversión de la infancia? Pues bien, ya lo averiguaremos. |
Un estudio de hábitos de lectura
Cuando
meter la nariz en un libro
curaba la mayoría de las cosas que no se dan en la escuela
valía la pena arruinarme los ojos
para saber que aún podía mantenerme calmo,
e infligir el antiguo gancho de derecha
a los tipos sucios el doble de mi tamaño.
curaba la mayoría de las cosas que no se dan en la escuela
valía la pena arruinarme los ojos
para saber que aún podía mantenerme calmo,
e infligir el antiguo gancho de derecha
a los tipos sucios el doble de mi tamaño.
Más
tarde, con anteojos del grosor de una pulgada
el mal era precisamente mi diversión
yo y mi capa y mis colmillos
tuvimos tiempos desgarrantes en la oscuridad.
¡Las de mujeres que entretuve con el sexo!
Las partía como merengues.
el mal era precisamente mi diversión
yo y mi capa y mis colmillos
tuvimos tiempos desgarrantes en la oscuridad.
¡Las de mujeres que entretuve con el sexo!
Las partía como merengues.
No
leo mucho ahora: el fulano
que frustra a la chica antes
de que llegue el héroe, el tipo
cagón y dueño de la tienda
parecen excesivamente familiares. Que se hagan hervir:
los libros son un montón de bosta.
que frustra a la chica antes
de que llegue el héroe, el tipo
cagón y dueño de la tienda
parecen excesivamente familiares. Que se hagan hervir:
los libros son un montón de bosta.
Prestatyn soleado
Vení
a Prestatyn soleado
reía la chica del póster,
arrodillada en la arena
en blanco y tieso satén.
Detrás de ella, un buen pedazo
de costa; un hotel con palmeras
parecía expandirse desde sus muslos
y brazos abiertos que alzaban sus pechos.
reía la chica del póster,
arrodillada en la arena
en blanco y tieso satén.
Detrás de ella, un buen pedazo
de costa; un hotel con palmeras
parecía expandirse desde sus muslos
y brazos abiertos que alzaban sus pechos.
Fue
golpeada un día de marzo.
Hace unas semanas, y su cara
quedó desdentada y bizca;
enormes tetas y una entrepierna fisurada
fueron buenos blancos, y el espacio
entre sus piernas contuvo garabatos
que la ponían limpiamente a horcajadas
de una verga tuberosa y un par de huevos
Hace unas semanas, y su cara
quedó desdentada y bizca;
enormes tetas y una entrepierna fisurada
fueron buenos blancos, y el espacio
entre sus piernas contuvo garabatos
que la ponían limpiamente a horcajadas
de una verga tuberosa y un par de huevos
autografiados Titch
Thomas. mientras
que alguien había usado un cuchillo
o algo para tajear justo a través
de los labios y los bigotes de su sonrisa.
Era demasiado buena para esta vida.
Muy pronto, un gran desgarro atravesado
dejó sólo una mano y algo de azul.
Ahora se lee: Luchemos contra el cáncer.
que alguien había usado un cuchillo
o algo para tajear justo a través
de los labios y los bigotes de su sonrisa.
Era demasiado buena para esta vida.
Muy pronto, un gran desgarro atravesado
dejó sólo una mano y algo de azul.
Ahora se lee: Luchemos contra el cáncer.
Curación por la fe
Lentamente
las mujeres se ponen en fila donde él está
erguido con sus anteojos sin marco, cabellera plateada,
traje oscuro, cuello blanco. Los ordenanzas incansablemente
las persuaden hacia su voz y sus manos,
dentro de cuya primaveral agua tibia de lluvia de cuidado amoroso
cada una permanece unos veinte segundos. Y bien, hija querida,
qué te anda mal, pregunta la profunda voz nortemericana
y casi sin pausa, pasa a una oración dirigiendo a Dios sobre este ojo, aquella rodilla.
Las cabezas soportan las manos abruptas; luego, exiladas
erguido con sus anteojos sin marco, cabellera plateada,
traje oscuro, cuello blanco. Los ordenanzas incansablemente
las persuaden hacia su voz y sus manos,
dentro de cuya primaveral agua tibia de lluvia de cuidado amoroso
cada una permanece unos veinte segundos. Y bien, hija querida,
qué te anda mal, pregunta la profunda voz nortemericana
y casi sin pausa, pasa a una oración dirigiendo a Dios sobre este ojo, aquella rodilla.
Las cabezas soportan las manos abruptas; luego, exiladas
como
pensamientos que se pierden, se van en silencio; algunas
se pierden como ovejas, no vuelven a sus vidas otra vez
de inmediato; otras se quedan duras, estremeciéndose y con fuertes
y profundas lágrimas roncas, como si un chico mudo
e idiota todavía viviera dentro de ellas
para volver a despertar ante la bondad, pensando que una voz
finalmente las llama a ellas solas, que las manos han venido
para alzar y aligerar; y llega un gozo tal
que sus gruesas lenguas se desbocan, sus ojos derraman pena, un gentío
de grandes respuestas inaudibles empuja y se regocija…
¡Qué está mal! Bigotudos se sacuden en etiqueta florida:
ahora todo anda mal. En todos los de allí duerme
un sentido de la vida vivida según el amor.
Para algunos significa la diferencia que podrían hacer
amando a otros, pero en la mayoría ronda
todo lo que podrían haber hecho si los hubieran amado.
Eso nada cura. Un inmenso dolor que debilita,
como cuando, derritiéndose, el rígido paisaje solloza,
se despliega lentamente a través de ellos… eso, y la voz arriba
diciendo Hija mía, y todo lo que el tiempo ha refutado.
se pierden como ovejas, no vuelven a sus vidas otra vez
de inmediato; otras se quedan duras, estremeciéndose y con fuertes
y profundas lágrimas roncas, como si un chico mudo
e idiota todavía viviera dentro de ellas
para volver a despertar ante la bondad, pensando que una voz
finalmente las llama a ellas solas, que las manos han venido
para alzar y aligerar; y llega un gozo tal
que sus gruesas lenguas se desbocan, sus ojos derraman pena, un gentío
de grandes respuestas inaudibles empuja y se regocija…
¡Qué está mal! Bigotudos se sacuden en etiqueta florida:
ahora todo anda mal. En todos los de allí duerme
un sentido de la vida vivida según el amor.
Para algunos significa la diferencia que podrían hacer
amando a otros, pero en la mayoría ronda
todo lo que podrían haber hecho si los hubieran amado.
Eso nada cura. Un inmenso dolor que debilita,
como cuando, derritiéndose, el rígido paisaje solloza,
se despliega lentamente a través de ellos… eso, y la voz arriba
diciendo Hija mía, y todo lo que el tiempo ha refutado.
Se va a la iglesia
Una
vez cerciorado de que nada celebran
entro: dejo la puerta que se cierre de golpe.
Otra iglesia: libritos, esteras, bancos, piedra
desparramo de flores puestas para el domingo
ahora amarronadas; algo de bronce, objetos
hacia el extremo sacro, el organito pulcro
y un mohoso y tenso, no ignorable silencio
de sabe Dios cuánto hace. Me quito, sin sombrero,
los broches de ciclista en torpe reverencia.
entro: dejo la puerta que se cierre de golpe.
Otra iglesia: libritos, esteras, bancos, piedra
desparramo de flores puestas para el domingo
ahora amarronadas; algo de bronce, objetos
hacia el extremo sacro, el organito pulcro
y un mohoso y tenso, no ignorable silencio
de sabe Dios cuánto hace. Me quito, sin sombrero,
los broches de ciclista en torpe reverencia.
Me
adelanto, recorre mi mano el baptisterio.
De donde estoy el techo parece casi nuevo:
¿Limpiado, restaurado? Alguien sabrá. Misterio.
Asciendo al leccionario y examino unos versos
intimidantes, magnos. “Es palabra”, pronuncio
mucho más fuerte que lo que yo quería.
Ríen breves los ecos. De regreso a la puerta
firmo el libro, ofrendo inútil monedita,
pienso que detenerse no merecía la pena.
De donde estoy el techo parece casi nuevo:
¿Limpiado, restaurado? Alguien sabrá. Misterio.
Asciendo al leccionario y examino unos versos
intimidantes, magnos. “Es palabra”, pronuncio
mucho más fuerte que lo que yo quería.
Ríen breves los ecos. De regreso a la puerta
firmo el libro, ofrendo inútil monedita,
pienso que detenerse no merecía la pena.
Y
aun así me detuve. Y lo hago a menudo
y siempre finalizo, como hoy, confundido,
buscando qué buscar: suspenso, me pregunto:
cuando caigan los templos por completo en desuso
¿en qué los transformamos? ¿Guardamos unas cuantas
catedrales a modo de espectáculo crónico?
¿Pergaminos y píxides bajo llave en sus cajas
y a las lluvias y ovejas abandonar lo otro?
¿Las rehuiremos como lugares de desgracia?
y siempre finalizo, como hoy, confundido,
buscando qué buscar: suspenso, me pregunto:
cuando caigan los templos por completo en desuso
¿en qué los transformamos? ¿Guardamos unas cuantas
catedrales a modo de espectáculo crónico?
¿Pergaminos y píxides bajo llave en sus cajas
y a las lluvias y ovejas abandonar lo otro?
¿Las rehuiremos como lugares de desgracia?
¿O
han de venir de noche las mujeres dudosas
para hacer que sus críos toquen alguna piedra,
recoger unas hierbas para el cáncer, o en otra
noche preestablecida ver un ánima en pena?
Poderes de algún tipo continuarán en juegos
o en acertijos, algo, al parecer, casual,
mas morirá la fe, y la superstición:
¿qué queda si no queda ni la incredulidad?:
pisos mohosos, pasto, arbotantes y cielo,
para hacer que sus críos toquen alguna piedra,
recoger unas hierbas para el cáncer, o en otra
noche preestablecida ver un ánima en pena?
Poderes de algún tipo continuarán en juegos
o en acertijos, algo, al parecer, casual,
mas morirá la fe, y la superstición:
¿qué queda si no queda ni la incredulidad?:
pisos mohosos, pasto, arbotantes y cielo,
formas
menos usuales semana tras semana,
motivos más oscuros. Yo me pregunto quién,
el último de todos, buscará alguna traza
de lo que fue el lugar; de la partida alguien
que apunte y toque y sepa dónde estaban los atrios;
un bebedor de ruinas, rijoso por lo antiguo
un navidadadicto, que espere una vaharada
de túnicas y estolas, tubos de órgano y mirra.
O ha de ser aburrido representante mío
motivos más oscuros. Yo me pregunto quién,
el último de todos, buscará alguna traza
de lo que fue el lugar; de la partida alguien
que apunte y toque y sepa dónde estaban los atrios;
un bebedor de ruinas, rijoso por lo antiguo
un navidadadicto, que espere una vaharada
de túnicas y estolas, tubos de órgano y mirra.
O ha de ser aburrido representante mío
desinformado,
al tanto de que el limo espectral
se ha esparcido, y con todo tienda a esta cruz de tierra
cruzando por yuyales -porque mantuvo igual
intacto y tanto tiempo lo que ahora se encuentra
sólo por separado—: la muerte, el nacimiento,
el casamiento y todas esas ideas. ¿Cuál
fue la finalidad de esta cáscara extraña?
Aunque no tengo idea qué cuesta este granero
rancio y ornamentado, sin embargo, a mí
me agrada demorarme en el silencio, aquí.
se ha esparcido, y con todo tienda a esta cruz de tierra
cruzando por yuyales -porque mantuvo igual
intacto y tanto tiempo lo que ahora se encuentra
sólo por separado—: la muerte, el nacimiento,
el casamiento y todas esas ideas. ¿Cuál
fue la finalidad de esta cáscara extraña?
Aunque no tengo idea qué cuesta este granero
rancio y ornamentado, sin embargo, a mí
me agrada demorarme en el silencio, aquí.
Es
una casa seria sobre la tierra seria
en cuyo aire mezclado se encuentran nuestras ansias:
aquí se reconocen, de destinos se invisten
y estas cosas nunca se vuelven obsoletas.
Porque siempre habrá alguien que en sí mismo sorprenda
una sed que lo impele a volverse más serio;
gravitando por ella hacia este mismo suelo
que, alguna vez oyó, ayuda a la sapiencia
al menos porque yacen tantos y tantos muertos.
en cuyo aire mezclado se encuentran nuestras ansias:
aquí se reconocen, de destinos se invisten
y estas cosas nunca se vuelven obsoletas.
Porque siempre habrá alguien que en sí mismo sorprenda
una sed que lo impele a volverse más serio;
gravitando por ella hacia este mismo suelo
que, alguna vez oyó, ayuda a la sapiencia
al menos porque yacen tantos y tantos muertos.
Un sepulcro en Ardundel
Lado
a lado, los rostros borroneados
yacen en piedra el conde y la condesa.
Sus vestiduras muestran vagamente
armadura ensamblada, arruga tiesa
e, indicio del absurdo evanescente,
los dos perritos a sus pies echados.
yacen en piedra el conde y la condesa.
Sus vestiduras muestran vagamente
armadura ensamblada, arruga tiesa
e, indicio del absurdo evanescente,
los dos perritos a sus pies echados.
Semejante
llaneza prebarroca
difícilmente el ojo compromete
hasta que al fin descubre un guantelete
vacío en la otra mano asido
y con súbito asombro tierno enfoca
la mano que la de ella ha retenido.
difícilmente el ojo compromete
hasta que al fin descubre un guantelete
vacío en la otra mano asido
y con súbito asombro tierno enfoca
la mano que la de ella ha retenido.
No
pensarían yacer tiempo tan largo.
La efigie de lealtad como testigo
era un detalle para los amigos,
y para el escultor un dulce encargo
llamado a prolongarles el enlace
de los nombres latinos en la base.
La efigie de lealtad como testigo
era un detalle para los amigos,
y para el escultor un dulce encargo
llamado a prolongarles el enlace
de los nombres latinos en la base.
No
se imaginarían cuán ligero
en su supino estacionario viaje
el aire haría un insondable ultraje
quitándoles las viejas propiedades;
cuan rápido los ojos venideros
sólo miran, no leen. En las edades
en su supino estacionario viaje
el aire haría un insondable ultraje
quitándoles las viejas propiedades;
cuan rápido los ojos venideros
sólo miran, no leen. En las edades
ellos
siguieron rígidos y unidos
por la anchura del tiempo. Cayó nieve
intemporal. La luz, cada verano
rebasó del cristal. Brillante y leve
un bullicio de pájaros rociaba
pavimento de huesos retenidos.
Incontable, alterado, un río humano
por todos los senderos se allegaba
por la anchura del tiempo. Cayó nieve
intemporal. La luz, cada verano
rebasó del cristal. Brillante y leve
un bullicio de pájaros rociaba
pavimento de huesos retenidos.
Incontable, alterado, un río humano
por todos los senderos se allegaba
desdibujando
sus identidades.
Ahora, inermes en el hueco de una
época sin heráldica ninguna,
una artesa de humo que se mece
como madejas, lentamente, invade
por sobre los fragmentos de su historia.
Y para su memoria
una actitud tan sólo permanece:
Ahora, inermes en el hueco de una
época sin heráldica ninguna,
una artesa de humo que se mece
como madejas, lentamente, invade
por sobre los fragmentos de su historia.
Y para su memoria
una actitud tan sólo permanece:
El
tiempo los ha transfigurado
en no verdad. Y la lealtad que inscribe
la piedra, y que acaso no han deseado
blasón final se ha vuelto; y un aserto
que nuestro casi instinto es casi cierto:
es el amor lo que nos sobrevive.
en no verdad. Y la lealtad que inscribe
la piedra, y que acaso no han deseado
blasón final se ha vuelto; y un aserto
que nuestro casi instinto es casi cierto:
es el amor lo que nos sobrevive.
Casamientos en Pentecostés
Ese
Pentecostés se me hizo tarde para salir:
no fue hasta alrededor
de la una y veinte de un sábado soleado
que partió mi tren, tres cuartas partes vacío,
todas las ventanillas bajas, todos los almohadones calientes,
pasada toda sensación
de estar apurado. Corrimos
detrás de las espaldas de las casas, cruzamos una calle
de enceguecedores parabrisas, olimos el muelle pesquero; allí
comenzaba la extensión fluctuante del nivel del río
donde se encuentran e! cielo y Lincolnshire y el agua.
no fue hasta alrededor
de la una y veinte de un sábado soleado
que partió mi tren, tres cuartas partes vacío,
todas las ventanillas bajas, todos los almohadones calientes,
pasada toda sensación
de estar apurado. Corrimos
detrás de las espaldas de las casas, cruzamos una calle
de enceguecedores parabrisas, olimos el muelle pesquero; allí
comenzaba la extensión fluctuante del nivel del río
donde se encuentran e! cielo y Lincolnshire y el agua.
Durante
toda la tarde, a través del alto calor que dormía
muchas millas tierra adentro
mantuvimos una curvatura lenta y con paradas hacia el sur.
Pasaban vastas granjas, ganado de corta sombra
y canales con restos flotantes de espuma industrial;
un invernadero destellaba único; los setos se hundían
y se levantaban: y de vez en cuando un olor a pastos
desplazaba el hedor de la tela abotonada del vagón
hasta que la próxima localidad, nueva e indescifrable
se aproximaba con acres de autos desmantelados.
muchas millas tierra adentro
mantuvimos una curvatura lenta y con paradas hacia el sur.
Pasaban vastas granjas, ganado de corta sombra
y canales con restos flotantes de espuma industrial;
un invernadero destellaba único; los setos se hundían
y se levantaban: y de vez en cuando un olor a pastos
desplazaba el hedor de la tela abotonada del vagón
hasta que la próxima localidad, nueva e indescifrable
se aproximaba con acres de autos desmantelados.
Al
principio yo no noté cuánto ruido
hacían los casamientos
en cada estación en la que parábamos: el sol destruye
el interés de lo que está sucediendo a la sombra
y bajando los largos y frescos andenes hurras y chillidos
que yo tomé por changadores retozando con la
correspondencia
y seguí leyendo. Una vez que arrancábamos, sin embargo,
las pasábamos, sonrientes con mueca de sonrisa y encremadas,
chicas
en parodias de moda, tacones y velos,
todas posaban irresolutamente, viéndonos partir,
hacían los casamientos
en cada estación en la que parábamos: el sol destruye
el interés de lo que está sucediendo a la sombra
y bajando los largos y frescos andenes hurras y chillidos
que yo tomé por changadores retozando con la
correspondencia
y seguí leyendo. Una vez que arrancábamos, sin embargo,
las pasábamos, sonrientes con mueca de sonrisa y encremadas,
chicas
en parodias de moda, tacones y velos,
todas posaban irresolutamente, viéndonos partir,
como
si estuvieran al final de un acontecimiento
diciéndole adiós
a algo que lo sobrevivía. Sorprendido, me incliné
hacia afuera de inmediato la vez siguiente, con mayor
curiosidad,
y vi todo otra vez en términos diferentes:
los padres con cintos anchos bajo los trajes
y grasosas frentes; madres estridentes y gordas,
un tío que gritaba hollín: y luego las permanentes,
los guantes de nylon y las chafalonerías de joyas,
los limones, malvas y ocres-olivo que
destacaban a las chicas del resto de una manera irreal.
Sí, desde los cafés
y largos patios para banquetear y anexos empavesados
de fiestas de carruajes, los días nupciales
iban llegando al fin. Descendiendo la línea
parejas nuevas que trepaban a bordo: el resto se quedaba
por ahí;
se arrojaron el último papel picado y los consejos
y, cuando nos desplazábamos, cada rostro parecía definir
sólo lo que miraba partir, los niños fruncían el ceño
ante algo aburrido; los padres nunca habían conocido
diciéndole adiós
a algo que lo sobrevivía. Sorprendido, me incliné
hacia afuera de inmediato la vez siguiente, con mayor
curiosidad,
y vi todo otra vez en términos diferentes:
los padres con cintos anchos bajo los trajes
y grasosas frentes; madres estridentes y gordas,
un tío que gritaba hollín: y luego las permanentes,
los guantes de nylon y las chafalonerías de joyas,
los limones, malvas y ocres-olivo que
destacaban a las chicas del resto de una manera irreal.
Sí, desde los cafés
y largos patios para banquetear y anexos empavesados
de fiestas de carruajes, los días nupciales
iban llegando al fin. Descendiendo la línea
parejas nuevas que trepaban a bordo: el resto se quedaba
por ahí;
se arrojaron el último papel picado y los consejos
y, cuando nos desplazábamos, cada rostro parecía definir
sólo lo que miraba partir, los niños fruncían el ceño
ante algo aburrido; los padres nunca habían conocido
un
éxito tan enorme y completamente farsesco;
las mujeres compartían
el secreto como un funeral feliz;
mientras las chicas, aferrando aún más sus carteras, clavaban
la vista
en una herida religiosa. Libres al fin,
y cargados con la suma de todo lo que veían
nos apresuramos rumbo a Londres, arrastrando gotas de vapor.
Ahora los campos eran parcelas de edificios, y los álamos
echaban
largas sombras sobre las rutas principales, y durante
unos cincuenta minutos, que en el tiempo parecerían
las mujeres compartían
el secreto como un funeral feliz;
mientras las chicas, aferrando aún más sus carteras, clavaban
la vista
en una herida religiosa. Libres al fin,
y cargados con la suma de todo lo que veían
nos apresuramos rumbo a Londres, arrastrando gotas de vapor.
Ahora los campos eran parcelas de edificios, y los álamos
echaban
largas sombras sobre las rutas principales, y durante
unos cincuenta minutos, que en el tiempo parecerían
lo
suficientemente largos como para instalar sombreros y decir
casi me muero
casi me muero
transcurrieron
una docena de casamientos.
Contemplaban el paisaje, sentados uno al lado del otro
-pasando por un cine Odeón, una torre refrescante,
y alguien que corre hasta lanzar la pelota- y ninguno
pensó en los otros a quienes nunca encontraría
o cómo todas sus vidas contendrían esta hora.
Yo pensé en Londres desplegada al sol,
sus distritos postales empaquetados como cuadrados de trigo:
Contemplaban el paisaje, sentados uno al lado del otro
-pasando por un cine Odeón, una torre refrescante,
y alguien que corre hasta lanzar la pelota- y ninguno
pensó en los otros a quienes nunca encontraría
o cómo todas sus vidas contendrían esta hora.
Yo pensé en Londres desplegada al sol,
sus distritos postales empaquetados como cuadrados de trigo:
hacia
allá nos dirigíamos. Y cuando corrimos por
brillantes nudos de riel
brillantes nudos de riel
pasando
los Pullman detenidos, paredes de musgo ennegrecido
se nos acercaban… y ya casi terminábamos, esa frágil
coincidencia de viaje; y lo que sostenía
estaba preparado para ser liberado con todo el poder
que puede dar el haber cambiado. Fuimos deteniéndonos
otra vez
se nos acercaban… y ya casi terminábamos, esa frágil
coincidencia de viaje; y lo que sostenía
estaba preparado para ser liberado con todo el poder
que puede dar el haber cambiado. Fuimos deteniéndonos
otra vez
y
cuando los frenos apretados se agarraron, se inflamó
una sensación de caída, como una ducha en arco
lanzada fuera de la vista, que en alguna parte se transforma
en lluvia.
una sensación de caída, como una ducha en arco
lanzada fuera de la vista, que en alguna parte se transforma
en lluvia.
Sapos
¿Por
qué dejaré que el trabajo de sapo
usurpe mi vida?
¿No puedo usar mi ingenio como horquilla
para echar al bruto?
usurpe mi vida?
¿No puedo usar mi ingenio como horquilla
para echar al bruto?
Seis
días por semana ensucia
con su veneno enfermante
¡Sólo para pagar unas pocas cuentas!
Esto no tiene relación.
con su veneno enfermante
¡Sólo para pagar unas pocas cuentas!
Esto no tiene relación.
Mucha
gente vive de su ingenio:
conferencistas, invertidos,
pillos, zafios, patanes
no terminan como pobres;
conferencistas, invertidos,
pillos, zafios, patanes
no terminan como pobres;
mucha
gente vive en callejuelas
con fuegos en un balde,
comen fruta caída y sardinas en lata…
parece gustarles.
con fuegos en un balde,
comen fruta caída y sardinas en lata…
parece gustarles.
Sus
mocositos andan descalzos,
sus incalificables esposas
son piel y hueso como galgos; y sin embargo
nadie en verdad se muere de hambre.
sus incalificables esposas
son piel y hueso como galgos; y sin embargo
nadie en verdad se muere de hambre.
¡Ay!,
si fuera lo bastante corajudo
para gritar “¡Tráguense su pensión!”
pero bien sé, que ésa es la materia
de la que se hacen los sueños.
para gritar “¡Tráguense su pensión!”
pero bien sé, que ésa es la materia
de la que se hacen los sueños.
Porque
algo bastante parecido al sapo
me usurpa a mí también,
sus ancas son pesadas como la mala suerte
y frías como la nieve.
me usurpa a mí también,
sus ancas son pesadas como la mala suerte
y frías como la nieve.
Y
nunca me permitirá zalamerías
en mi camino para obtener
la fama y la chica y el dinero
todo de una sentada.
en mi camino para obtener
la fama y la chica y el dinero
todo de una sentada.
No
digo que uno encierre
la verdad espiritual del otro;
pero sí digo que es duro perder cualquiera,
cuando se tienen los dos.
la verdad espiritual del otro;
pero sí digo que es duro perder cualquiera,
cuando se tienen los dos.
Hablar en la cama
Hablar
en la cama debería ser lo más fácil,
yacer juntos ahí retrotrae tan lejos,
un emblema de dos personas que son honestas.
yacer juntos ahí retrotrae tan lejos,
un emblema de dos personas que son honestas.
Sin
embargo más y más tiempo pasa silenciosamente.
Afuera, el desasosiego incompleto del viento
edifica y dispersa las nubes por el cielo.
Afuera, el desasosiego incompleto del viento
edifica y dispersa las nubes por el cielo.
Y
los pueblos oscuros se apilan en el horizonte.
A nada de esto le importamos. Nada muestra por qué
a esta única distancia de la soledad
A nada de esto le importamos. Nada muestra por qué
a esta única distancia de la soledad
se
hace aún más difícil encontrar
palabras a la vez auténticas y corteses
o no inauténticas ni descorteses.
palabras a la vez auténticas y corteses
o no inauténticas ni descorteses.
Contar
Pensar de a uno
Se hace fácil:
Un cuarto, una cama, una silla,
Una persona allí,
Tiene un sentido cabal; una serie
De deseos pueden cumplirse
Un ataúd llenarse.
Pero contar hasta dos
Es más difícil de hacer;
Porque uno debe ser negado
Antes de intentarlo.
Alambrados
Las praderas más extensas tienen cercas eléctricas,
Porque aunque el ganado viejo sabe que no debe vagar
Los jóvenes becerros están oliendo siempre agua más pura
Aquí no sino en cualquier lugar. Más allá de los alambrados
Los guía equivocarse contra los alambrados
Cuya violencia que el músculo lastima no da pausa.
Los jóvenes becerros se convierten en ganado viejo en ese día,
Límites eléctricos para sus sentidos más amplios.
Philip Larkin (Coventry, Inglaterra, 1922-1985)
Versiones de Jorge Fondebrider
ALBADA
Trabajo
todo el día, y por las noches me emborracho.
Me
despierto a las cuatro en una oscuridad callada, y miro.
Los bordes
de las cortinas no tardarán en iluminarse.
Hasta
entonces veo lo que siempre ha estado ahí:
La muerte
infatigable, ahora un día entero más cerca,
Que borra
todo pensamiento excepto
Cómo y
dónde y cuando moriré.
Árida
interrogación: no obstante el temor
De morir,
y estar muerto,
Centellea
de nuevo, te posee, te aterra.
La mente
se queda en blanco ante el resplandor. No
Por
remordimiento –el bien no hecho, el amor no dado,
El tiempo
desperciado- ni con tristeza porque
Una vida
pueda tardar tanto en superar
Sus malos
inicios, y quizá nunca lo consiga;
Sino ante
la total y perpetua vacuidad,
La segura
extinción hacia la que viajamos
Y en la
que nos perderemos para siempre. No estar
Aquí, no
estar en ninguna parte,
Y pronto;
nada más terrible, nada más cierto.
Es un
miedo concreto que ningún truco
Disipa.
Antes lo hacía la religión,
Ese vasto
brocado musical apolillado
Creado
para fingir que no morimos nunca.
Y ese
capcioso discurso que dice Ningún ser racional
Puede temer
lo que no sentirá, no ver
Que eso es
lo que tememos: ni vista, ni oído,
Ni tacto
ni sabor ni olor, nada con que pensar,
Nada que
amar ni a lo que estar ligado,
El
anestésico del que nadie despierta.
Y así
permanece al borde de la visión,
Una pequeña
mancha desenfocada, un escalofrío
Permanente
que deja todo impulso en indecisión.
Hay muchas
cosas que quizá nunca ocurran; esta sí,
Y el
comprenderlo es un rugido
De miedo
al creamtorio cuando nos pilla
Sin nadie
y sin bebida. El valor no sirve:
Significa
no asustar a los demás. Tener coraje
No te
salva del último viaje.
Igual
muere el llorón que el fanfarrón.
Lentamente
se hace de día, y la habitación cobra forma.
Es
evidente como un guardarropa, lo que sabemos,
Lo que
hemos sabido siempre, sabemos que no podemos escapar,
Pero no lo
aceptamos. Algo tendrá que desaparecer.
Mientras
tanto los teléfonos se agazapan, dispuestos a sonar
En
oficinas cerradas, y todo este mundo indiferente,
Intrincado
y de alquiler comienza a despertar.
El cielo
es blanco como arcilla, sin sol.
Hay
trabajo que hacer.
Los
carteros, como los médicos, van de casa en casa.
LA VIDA CON UN AGUJERO
Cuando
echo la cabeza hacia atrás y aúllo
La gente
(sobre todo las mujeres) dice
Pero
siempre has hecho lo que has querido,
Siempre
has ido a la tuya:
Una
rematadamente vil y sucia
Inversión
de la realidad.
Lo que
quieren decir esos estúpidos
Es que
nunca he hecho lo que no he querido.
Así que el
capullo enclaustrado en el castillo
Que
escribe sus quinientas palabras y luego
Divide el
resto del día
Entre la
piscina, la botella y los pajaritos
Me queda
más lejos que nunca, pero también
El
maestrillo pelagatos con gafitas
(seis
críos y la mujer preñada,
Y los
padres de ella al caer)…
La vida es
una lucha inmóvil, trabada
Y a tres
bandas entre tus deseos,
Lo que el
mundo te desea a ti y (peor aún)
La
imbatible y lenta máquina
Que te da
lo que vas a conseguir. Neutralizados,
Luchan
alrededor de un punto muerto y hueco
De
obligaciones, miedos y caras.
Los días
se filtran sin tregua a través de él. Los años.
EL CORTACÉSPED
El
cortacésped se atascó, dos veces, me arrodillé
Y encontré
un erizo entre las cuchillas,
Muerto.
Estaba entre las hierbas altas.
Lo había
visto antes, y hasta le había dado de comer,
Una vez.
Ahora había destrozado su discreta existencia
Sin
remedio. Enterrarlo no me ayudó:
A la
mañana siguiente yo me levanté y él no.
El primer
día después de una muerte, la nueva ausencia
Es siempre
lo mismo; deberíamos cuidar
Unos de
otros, deberíamos mostrar amabilidad
Mientras
aún haya posibilidad.
QUERIDO CHARLES, MI MUSA, DORMIDA O MUERTA
Querido
Charles, Mi Musa, dormida o muerta,
Te ofrece
estos ripios desde mi puerta
En el
gélido norte del país, con saludos afectuosos
Para el
veinticuatro del afortunado agosto, el más gozoso
Para todos
de los meses del año
Igual que
lo fue para ese romano de antaño;
Pues eres
leo, igual que yo
(¿Es que
no te resulta confortador
Ser tan
altivo, egoísta, poderoso y vital?
¿O crees
que lo han interpretado mal?)
Y que sus
horas doradas presagien
Que
durante muchos años te agasajen.
Creo que
pocas cosas me entristecen tanto
Como el
que nuestros cumpleaños se vayan olvidando.
Los
regalos y las fiestas desaparecen,
Y años
tras año las tarjetas decrecen,
Hasta que
al llegar a los sesenta y cinco,
¿a quién
le importa si estás muerto o vivo?
¡Pero,
CHARLES, tú tranquilo! Pues tu manera de ser
Crea
amistades que no han de perecer,
Y todo lo
que escribes también; con tu verdad y sensatez
Contamos
para pararles los pies
A los
modernos y a los chalados,
A los
estúpidos y a los directamente malvados.
Espero que
pases un día excepcional
Aclamado
por las gaviotas en su revolotear
Y los
gritos de las focas, ágiles y perezosas
(mi idea
de Cornualles es bastante borrosa),
Y los
humanos que no lo consideren pecado moral
Que cojan
una castaña monumental.
Aunque
hago un esfuerzo extraordinario
Para que
esto parezca una tarjeta de aniversario,
Ya no doy
para más: no eches a faltar
Todo lo
que te queremos comunicar:
Admiración
y también amistad
Con la
esperanza de que el futuro te traerá
Cada vez
más prosperidad.
POLÍTICA DE GUATEQUE
No
recuerdo haber llevado nunca un vaso lleno.
La primera
vez que miro ya está por la mitad.
¿Y ahora?
¿Intentar pensar, mientras racionas el resto,
En cosas
elevadas, hasta que el anfitrión muestre su amabilidad?
Mejor que
vean el vaso vacío, dicen unos:
Ya te lo
llenarán. Bueno, eso también lo he probado.
A lo mejor
te emborrachas, o pasan horas y no te dan ni un zumo.
Depende de
dónde estás. O de quién eres. O eso he pensado.
EXPLOSIÓN
El
día de la explosión
las sombras apuntaban hacia la puerta de la mina;
la escoria dormía bajo el sol.
las sombras apuntaban hacia la puerta de la mina;
la escoria dormía bajo el sol.
Los
hombres avanzaban con sus botas,
tosiendo, maldiciendo y fumando pipa,
envueltos en un fresco silencio.
tosiendo, maldiciendo y fumando pipa,
envueltos en un fresco silencio.
Uno
de ellos persiguió unos conejos y se le escaparon,
pero regresó con una cesta de huevos de alondra,
los mostró y los guardó entre la hierba.
pero regresó con una cesta de huevos de alondra,
los mostró y los guardó entre la hierba.
Así
pasaron, con sus barbas y pantalones de pana,
padres, hermanos, sobrenombres, risas,
a través de las altas puertas abiertas de la mina.
padres, hermanos, sobrenombres, risas,
a través de las altas puertas abiertas de la mina.
A mediodía
se sintió un temblor. Las vacas
dejaron de comer por unos segundos. El sol,
envuelto en la calina, oscureció.
dejaron de comer por unos segundos. El sol,
envuelto en la calina, oscureció.
“Los
muertos marchan delante de nosotros,
cómodamente sentados en la casa de dios,
ya los veremos cara a cara.”
cómodamente sentados en la casa de dios,
ya los veremos cara a cara.”
Tan
simple, se decía, como inscripciones
de capillas. Y por un instante, las esposas
vieron a los hombres de la explosión.
de capillas. Y por un instante, las esposas
vieron a los hombres de la explosión.
Más
altos que en la vida real, dorados,
como en una moneda, caminando
desde el sol hacia ellas.
como en una moneda, caminando
desde el sol hacia ellas.
Uno
mostraba los huevos de alondra sin quebrar.
UN ESCRITOR
"Interesante, pero vana", decía su diario,
donde día a día anotaba sus movimientos
y nada excepto sus amores motivaba pesquisas;
sabía, claro, que ninguna acción tiene recompensa,
que no hay premios: aunque el ojo pueda percibir
gran belleza en un gesto o un silencio,
es necesario no esperar paga más duradera
que el momentáneo aplauso de las tripas.
Vivió años y años y nunca se sorprendió:
un miembro de su raza idiota y mentirosa
encontró una explicación para sus vicios: se dio cuenta
que era un don que poseía en exclusiva:
mirar al mundo de frente y a la cara;
la cara que no notó que era la suya.
OTRA VEZ EL AMOR
Otra vez el amor: cascársela a las tres y diez
(sin duda él ya se la habrá llevado a casa),
el dormitorio caliente como una panadería,
agotado el alcohol, sin haberme mostrado
cómo dar la talla mañana, o después,
y el dolor de siempre, como disentería.
Algún otro sintiendo sus pechos y su coño,
algún otro ahogándose en esa mirada repleta de pestañas,
y es de suponer que yo debo ignorarlo,
o encontrarlo gracioso, o que no me importe,
incluso... ¿pero por qué ponerlo en palabras?
Mejor aislar este elemento
que se extiende a través de otras vidas como un árbol
y que en cierto sentido las apremia
y explicar por qué en mi caso nunca funcionó.
Algo que tiene que ver con la violencia
de hace mucho tiempo, y las equivocadas recompensas,
y la arrogante eternidad.
Dinero
Trimestral, es que, el dinero me reprocha:
'¿Por qué me dejas aquí tendido
derrochador?
Soy todo lo que nunca tuvo de los bienes y el sexo.
Se podría conseguir que sigue
escribiendo algunas verificaciones.
Así que miro a los demás, lo que hacen con los
suyos:
Ciertamente no lo mantienen
arriba.
Por ahora han una segunda casa y el coche y la
mujer:
Es evidente que el dinero tiene
algo que ver con la vida
-de Hecho, han muchas cosas en común, si hace su
consulta:
No se puede poner fuera de ser
joven hasta que se jubile,
Y sin embargo su banco su tornillo, el dinero que
ahorra
¿No en el extremo usted comprar
más de un afeitado.
Escucho el canto de dinero. Es como mirar
hacia abajo
Desde las ventanas francesas
largas en una ciudad de provincias,
Los barrios pobres, el canal, las iglesias y
adornado loca
En el sol de la
tarde. Es intensamente triste.
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