martes, 2 de enero de 2018

POEMAS DE LYDIA KOIDULA

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(24 de diciembre de 1843, Vändra, Estonia - 11 de agosto de 1886, Kronstadt, Rusia)

EL HOGAR


¡Oh, cómo nos gustaba, de pequeños,
jugar en el patio de mi casa!
Sentir mientras corríamos la caricia
de la hierba cubierta por la escarcha.

Jugando agotábamos el día,
rodeados de flores y de plantas,
hasta que el abuelo iba a buscarme
y me llevaba de la mano a casa.

¡Y cuántas veces me tentó mirar,
como él por encima de los muros.
"Sé paciente, pequeña", me decía,
"ya tendrás tiempo para ver el mundo".

Pasó el tiempo. En la tierra y en los mares
se saciaron mis ojos de admirar;
¡mas nada de lo que ellos descubrieron
valía lo que el patio de mi hogar!

Mi país es mi amor 



Mi país es mi amor, 
a quien he entregado mi corazón. 
¡A ti canto, mi felicidad más grande, 
mi floración en Estonia! 
Tu dolor hierve en mi corazón, 
Tu orgullo y alegría me hacen feliz, ¡ 
Mi país, mi país! 

Mi país es mi amor, 
nunca la abandonaré, 
incluso si tuviera que morir cientos de muertes ¡ 
Por ella! 
¿La calumnia de la envidia extranjera, 
todavía vives en mi corazón, 
mi país, mi país! 

Mi país es mi amor, 
y quiero descansar, ¡ 
recostarme en tus brazos, 
mi sagrada Estonia! 
Tus pájaros me cantarán sueño, 
florecerán flores de mis cenizas,
Mi país, mi país! 

Mi país es mi amor, 
a quien he entregado mi corazón. 
¡A ti canto, mi felicidad más grande, 
mi floración en Estonia! 
Tu dolor hierve en mi corazón, 
Tu orgullo y alegría me hacen feliz, ¡ 
Mi país, mi país! 

Mi país es mi amor, 
nunca la abandonaré, 
incluso si tuviera que morir cientos de muertes ¡ 
Por ella! 
¿La calumnia de la envidia extranjera, 
todavía vives en mi corazón, 
mi país, mi país! 

Mi país es mi amor, 
y quiero descansar, ¡ 
recostarme en tus brazos, 
mi sagrada Estonia! 
Tus pájaros me cantarán sueño, 
florecerán flores de mis cenizas,
Mi país, mi país! 

El corazón materno 


Existe un pequeño lugar en este mundo
donde dicha, amor y lealtad hallan refugio;
todo lo que en el orbe es tan escaso
encuentra allí serenidad y espacio.


¿No conoces, acaso, el corazón materno?
¡Es seguro, abnegado, sincero y tierno!
Se alegra cada vez que tú te regocijas
y se hace cómplice de todas tus cuitas.

Cuando te hiere el alma la mezquindad
de aquellos que te ofrecen su falsa amistad,
si el desprecio y el odio se ceban en ti,
si la fe te abandona, si te hacen sufrir,

¡el corazón materno al punto se rebela!
Y es un solo lugar el que te queda

para volcar tu congoja y tu dolor:
el pecho maternal, vaso de amor.

Perdí otros corazones queridos en mi vida,
lloré por ellos, desdichada y perdida;
y muchos más pasaron por mi espíritu enfermo,
¡pero ninguno fue como el corazón materno!
 


Hasta mi último aliento 


Hasta mi último aliento
te ofreceré mi amor,
hermosa senda en flor,
¡mi balsámica patria!
¡Oh arroyos y praderas,
oh lengua maternal:
hasta mi último aliento
os he de ser leal! 


Tiernamente, terruño,
a tus retoños mimas,
los nutres, los abrigas
y en ti guardas sus cuerpos.
Prefiero tus abrazos,
¡oh Tierra de María!,
que ser dichosa en patrias
que jamás serán mías.

¡Qué dulces son tus hijos,
qué intrépidos que crecen!
¡Y tus hijas florecen
como hermosos acianos!
¡Bajo el sol, con los vientos,
te mantienes en flor,
y las alas del águila
son techo protector!

Pero, ¿por qué en tus ojos
las lágrimas rielan?
¡Oh, mi Estonia, ya llegan
los cambios que anhelamos!
Un futuro más digno
te henchirá de esperanza;
el tiempo hará justicia:
¡mantén la confianza! 

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