viernes, 12 de enero de 2018

POEMAS DE WASHINGTON BENAVIDES

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(3 de marzo de 1930, Tacuarembó, Uruguay - 24 de septiembre de 2017)

NO NECESITAS EL ESPEJO…



El espejo es pura falsedad.
No te tientes.
Mira a tu alrededor:
¿Esos muros, esas paredes, calle
de por medio, eran así?
¿Qué hollín endemoniado les pintó la cara?
¿Qué musgo persistente como el coral
les puso barbas talmúdicas, melenas
de Sansón, pordioseras fachas?
Pero había vitrinas luminosas, comercios
vivísimos, con enormes carteles de refrescos
y envasados…
Los plátanos. ¿Son los mismos plátanos que 
miraste con simpatía cuando te afincaste en 
este barrio?
Ah, claro el polvillo feroz en primavera
dominando tu garganta, cegándote
La visual, frecuentando el estornudo…
Aquella anciana que apenas se 
mueve, sostenida por un bastón, casi 
arrastrando el bolso
de comestibles que se atrevió a llevar
al supermercado…, aquel señor delgadísimo 
que te saluda, ¿no fue un ciclista del Alas 
Rojas de Santa Lucía? Ahora no. Ni siquiera 
lo acompaña la delgada bicicleta de pista. 
Todo arrugas y tendones ostensibles,
con una semi-sonrisa desdentada, es como si 
un delegado del tiempo que es un club de 
numerosos oficiantes, te saludara o 
advirtiera.

Aquella otra señora lleva la correa hermosa 
de un perro invisible. Sí, no puede 
desprenderse de su querida mascota, que 
descansa en un cementerio muy cuidado 
para ellos, para las mascotas digo.
No te fíes del contemporáneo que te 
dice: “¡Pero qué bien que estás!”
Y tú lo miras y le mientes de igual manera.
Ya no te movilizas los domingos hasta el Parque Rodó, 
para matear con Nené…
Las distancias montevideanas se han 
transformado en interminables desiertos de 
Kalahari o el Sahara, no tienes a mano 
dromedario o moto, (y si los tuvieras sería lo mismo 
que tener un jarro de plata en la acequia vacía).
Pero fuiste al espejo.
Bueno, la cosa no está tan mal. Si.
Nada de aquel muchacho norteño, claro. 
Eres un viejo de ojos difíciles, de mentón 
todavía riguroso, y las arrugas son en tus 
mejillas un cultivo, todavía, menor.
Pero enfrentas a las fotos admirables
que tu hijo Pablo apresó en su cámara,
de los aledaños de Montevideo y de alguno 
de sus barrios, en cuanto a cementerio de 
automóviles. El primero que me ofendió
en mi descaro de sobrevivir, fue un furgón 
amarillento que decía en su frontis : “Blanes-
Gardel”.

De allí pasé a toparme con coches 
casi actuales, invadidos por madreselvas o 
yuyos trepadores, como un adorno feroz 
para un carnaval de pesadilla, y luego otros: 
aquel sin los neumáticos, el otro sin los faros, 
éste vaciado de asientos y ventanillas, tan 
indefenso como una lata de cerveza vacía y 
pisoteada un lunes torvo…
Topándose, superponiéndose, en
revoltijo de la desesperación y el descuido.
Algunos tipos discutían precios sobre otros
coches algo más habitables, o simplemente
para comprar barato en la barata, algún repuesto de carro
de marca renombrada.

Sí, la canción que dice “el tiempo, el 
implacable”…
Implacables somos nosotros. Desde
Homero escribimos sobre la “perniciosa 
vejez”, pero por encima de este conjunto de 
deshechos, de esta troupe sin festejo, el 
viejo, sale a la calle. El viejo en su escritorio 
lee o escribe, el viejo en una mesa de café 
con jóvenes participa de su tiempo, sin 
enrostrarles que todo tiempo pasado fue 
mejor… El viejo Víctor Hugo, el viejo Butler 
Yeats, el viejo Verdi, el viejo Niemeyer,
el viejo Nicanor Parra, la vieja Alicia Alonso,
la vieja Fina García Marruz, el viejo José 
Gamarra, la vieja Circe Maia, el viejo Saúl 
Ibargoyen Islas… Loa a los viejos. A los 
hombres viejos, diles a los desesperados por 
Juvencia que la Roca Tarpeya cesó hace 
tiempo. Mira de nuevo a tu entorno: todo 
cambia, es cierto. Y es bien que cambie, 
porque eso es la vida.
Así que puedes seguir interrogando espejos…
(Washington Benavides. Escribe sobre el Tiempo 
y otras fotos de Pablo. Set.2015. Montevideo)


El poeta Ezra Pound




“DEPÓN TU VANIDAD…”
“Depón tu vanidad. Deponla,
digo”,
pero cuán mezquinos tus odios
medrando en falsedad.
Depón tu vanidad,
ávido en destruir, sucio en caridad.
Depón tu vanidad,
te lo digo: Deponla.
Pero haber hecho en vez de no hacer nada.
Eso no es vanidad.
Haber, en buena fe, llamado
a una roca y abrirla
Haber recogido en el aire una
tradición viva
o en el ojo antiguo y bello la llama inconquistable.
Eso no es vanidad.
Aquí el error está en lo no hecho,
todo en la inseguridad que vaciló.”
(“Cantos Pisanos”. Canto LXXXI.
Ezra Pound)

1
Vagan como ménades sin camisones
quienes niegan a Pound.
Suman tarros de basura y confunden sus alucinadas teorías 
económicas, con su valeroso combate contra La Usura
“Tolerando Usura”; sus desesperados esfuerzos
por modificar los criterios económicos de su patria, 
de la que nunca renegó; y en medio del 
torbellino de la guerra, soltar por radio de Roma
una mezcla de confusiones del fascismo con
juicios morales y apuntes estéticos, casi intraducibles.

2
En la trinchera. Quieras o no, en la trinchera
debes ajustarte el casco, no el de airoso penacho de Héctor, 
domador de caballos, sino
el casco de la 2ª Guerra Mundial, y perifonear
sandeces y sentencias válidas por la Radio de Roma.
Sí, Old Ezra: Clara y Ben cuelgan por sus tobillos
pero más cuelgan por los horrores de Abisinia,
por los horrores contra la República española,
por su abrazo con el Fuhrer.
Porque Ben se creyó la falsa estatua que le erigieron 
como un nuevo César Imperator
O con Ítalo Balbo en motocicleta, con el torso
desnudo, pero ocultando la barriga
desorbitada, proyectando su mandíbula canina
At Urbi et Orbi.
Sí, es verdad, también que los Aliados
nunca lo fueron. (Y sino que lo diga
la intención de Churchill de invadir la URSS,
de Patton de meter las legiones contra
la “Santa Madre Rusia”)
Que lo digan las bombas atómicas y la colaboración 
insoportable de científicos en su elaboración.

3
Este hombre enjaulado y a la intemperie
en Pisa, como un tigre,
al que se le adelanta que será fusilado.
Sólo asistido por algún soldado negro
que se compadece de su miseria,
sin embargo, está escribiendo poemas
donde, entre sus obsesiones económicas
y políticas, piensa en su mujer: “La Cara”.
Y nos dice” “Oh, golondrina petiblanca. Al diablo todo
si ningún otro quiere llevar el recado,
a La Cara: amo.”
“Tres seminotas solemnes
Sus pechos blancos vellosos,
bordeados de negro
en el hilo medianero”
El poeta enjaulado imagina los hilos telefónicos
con tres avecillas “tres semitonos solemnes”
que llevarían a la Amada:
A M O.
No está pensando en que pueden ejecutarlo.
Está soñando con su Cara y tratando
imposiblemente de comunicarle
que la ama.
(Qué pensaría Pound de esos poemas, escritos,
primero sobre sus rodillas y después
sobre la mesita que le fabricó el soldado 
negro? Cómo la libreta roja, ¿pensaría
que nadie estaba dispuesto a recogerla?)


4
Si hubiera podido, te visitaría,
en tus años de “exilio” en el manicomio
de Saint Elizabeth. Te hubiera escuchado
en silencio, como Ginsberg, cuando ya eras
un desecho del gran poeta, refugiado en Italia.
Lume Spento, Old Ezra,
Guido Cavalcanti, Arnaut Daniel, los poetas 
de Cipango y Catay, y tus desmadejados Cantos.
Esos que culminaste en Pisa, enjaulado como un tigre;
solamente respetado como ser humano por
los soldados negros de tu custodia, uno de ellos fabricó una mesita
para que no escribieras más sobre tus rodillas;
mirando las sombras de soldados en tu tienda y de noche fugado
a las constelaciones, tus amigas.
Depongo mi vanidad, escribiendo estas cosas.
¡Que la depongo, digo!
(Washington Benavides, por si algo faltaba sobre Old Ezra. 
Octubre del 2015. Montevideo).


SIRENAS Y MANATÌES

“Porque seguimos escuchando
la canción de las sirenas,
cuando bien que sabemos
cómo mugen los manatíes…”
Los mugrosos antepasados (españoles, portugueses,
o “marcas borradas” del resto Europa o de Asia),
que navegaron, fascinados por el mito o la leyenda,
que alimentaba el Almirante, creyendo que hendía proa
hacia verdades de la ciencia y la fe (el Camino a Cipango, 
la Ruta de las Especias, que se transformó –mágicamente- 
en la Ruta de las Especies, el camino a Catay, y con ello, 
la apertura sobre la negra criatura
del Mar-Océano, hacia los palacios de oro y marfil,
plata y lapislázuli y jade, rumbo al comino, la pimienta, 
el cinamomo, la seda y el opio.



Aquellos, nuestros antepasados, mugrosos muchos, delincuentes otros, embarcados en navecillas frágiles, bajo las órdenes de un genovés, mitad alucinado y mitad comerciante, transformaron la fauna marina en una adelantada versión del Manual de Zoología Fantástica que inventara Jorge Luis Borges.
Trocaron corpulentos manatíes del Río de Los Ríos, en “amazonas”, vamos. En mujeres indómitas, guerreras,
y que, cronistas y dibujantes, confirmaron con el sello
de sus ilustraciones y sus relatos, en un preanuncio del realismo mágico.
El Dorado de Lope de Aguirre y su hija y concubina, perseguido, 
a través de montañas selváticas y bajo una lluvia indetenible, 
ocasionó la muerte de miles de indígenas porteadores 
y cientos de soldados, y acabó con el Adelantado loco 
(según el film de Hertzog) sobre una jangada tripulada por monos…



El Lago de Arenas de Oro, los dioses
indios perpetuados en oro y esmeraldas, La Barca de Oro que navega 
en el Museo bogotano…
“Porque seguimos escuchando
la canción de las sirenas,
cuando bien que sabemos
cómo mugen los manatíes…”


(Escrito por Washington Benavides, en Montevideo. Recordando 
la reflexión del poeta López Velarde: “Una sola cosa sabemos: que el mundo es mágico”.)


ELOGIO DE LOS TALLERES DE LETRASY LAS REVISTAS DIGITALES

Cuando uno desde su taller
En la Facultad de Humanidades
Y Ciencias de la Educación,
Arriesga con sus discípulos
El conocer poetas y lenguajes
Muy distintos de los que los acompañan desde
Secundaria y Preparatorios, con su Neruda, su Vallejo,
Su Federico García Lorca o su Cernuda,
Su Paz o Cardenal. Y aún su Elliot o Pound.
Y fruto del árbol robado a lecturas
Digitales o blogs audaces, topa con poetas
Finlandeses, como es el caso de
Katariina Vuorinen
Y Olli-Pekka Tennilâ.
De desconocidas regiones, de un idioma
Para nosotros insólito en su forma y fondo,
Tan fuera de nosotros como el Arpeggione
Que usó Schubert  en una magnífica
Sonata (instrumento prácticamente fuera del uso
De la Música) o los colores por él
Creados de Leonardo (dilema para los
Reconstructores de sus obras maestras,
Como La Cena).
Me fui lejos.
Porque aquí en América Latina
Desconocemos creadores que levantaron su mundo,
Como los colombianos León de Greiff y Porfirio Barba Jacob.
Regreso a mis descubiertos, gracias al Periódico
De Poesía de la UNAM, finlandeses.

El mundo que nos ofrecen, es comparable a seguirle
El paso (o la caída) a Alicia en el País de las Maravillas o Tras del espejo.
Es y no es nuestro mundo. La misma
Contaminación de colonia y alcohol en la plaza,
Sus metáforas son tranquilas y ajustadas
Con esas “extrañas criaturas” que se levantan inesperadamente del mar,
Y no son los monstruos soñados por los autores de los planos
Más antiguos, con dragones y serpientes marinas
Gigantescas (aunque, ¡quién sabe qué productos
Nos reserva la mar-océana!…)
O esos silenciosos hombres de las calles
Que son los nuestros
Buscando unos zapatos que abandonó El Crista
De turno o el mendrugo del que cenó demás.
Y ese reunirse como si “entendiéramos todo y nada”
O algún lobo real “o amores que no conoces”
“Si la mampostería de golondrinas cayera por debajo de los aleros”
O el frío y un lecho de paja, la luna, los rojos arándanos
Crepitando y el viento…”  Y uno y tú, nada sabemos de ese paisaje
Cruel, a no ser por las noticias que nos filtraron
Nuestros exiliados de la dictadura. Y algún poeta trashumante
Tipo Roberto Mascaró.
¡Cuánto nos falta, queridos lectores!
“Apresura a los niños, amor el lobo te conduce
En un paisaje afilado…”
Tenemos que seguir revolviendo los desperdicios del mundo.
Las sobras de las comidas de los poderosos…

(Washington Benavides aporta lo suyo. Mayo. 2017)



SIGO BUSCÁNDOTE…



            “She said:”Y’ll give you shelter from de storm” 
Bob Dylan

Yo te tenía firme
En un texto que busco sin descanso
En mi cuartucho azul
En el Bar de Guillama
En el Parque Rodó
En la playa Las Tosquitas”
En la rueda del Liceo
Del futbol
Del billar
En un deshojamiento
De mesas verdes, aguas tenebrosas,
Noches de tormenta
Días de verano
Anchos como lomos
De bueyes
Y desolados como panteón campesino
Te sigo buscando
Y ya no sé
Si te busco a vos
 O busco ese papel confirmativo
De que me estaba destartalando por vos
O sigo empecinado
Y ofrezco un tapiz de mi tocayo
ATAHUANIPA que no tengo
Y una esmeralda del  Palacio
De la esmeralda en Bogotá
O el cuestionado Rubì de la novela de Wilkie Collins
O un pedazo de la pirámide de Chichen Itzan
O un quetzal
O una codorniz dormida
O un vientecillo en las espigas del trigal
O el leve rumor de los cipreses
Semihundidos en el pantano del Iporá
O la garza blanca
O la flotilla de margullones
O el resplandor de El Dorado
En el cardumen de estilizados pejerreyes

O te oferto la escopeta 16 Ideal que heredé
De mi padre como él la heredó del Coronel
O el gacho gris que traje
Del London-Paris
O el banquito que martilló mi padre
Y yo lo pinté con pinturas constructivistas
Que ha casi borrado el incesante friegue de traseros
O te regalaría una edición española
De  Nido de Hidalgos
De Turgueniev
O una descascarada y económica edición
De Los Cantares Gallegos
De Rosalía… Que más pondría en oferta.
No tengo nada más
Podría dedicarte todo lo que escriba
Por delante
Aunque escriba de caballos
O serpientes marinas
O cabellos penumbrosos de muchachas
O sobre una taza de café con leche
Y una refuerzo de mortadela y una botella de Malta Montevideana
Que me animaron de niño a no irme
De este mundo.
Todo esto te ofrezco
Si tú llegas a insinuarme
Solamente que me darás refugio en la tormenta.
Aunque no tengas pulseras de plata como la amada de Bob Dylan
O vengas en una sombría motocicleta que me meterá
Sin trámites en el Infierno.
Busco y rebusco no obstante
Ese papel perdido.
No lo encontraré
Como no me darás refugio
En la tormenta.

(Washington Benavides zurció esta Odita a la desesperación
del adolescente solo. Mayo 2017. Montevideo)


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