lunes, 25 de diciembre de 2023

POEMAS DE LULJETA LLESHANAKU

 

 

Acupuntura

 

Entre los objetos personales en una tumba China de 2100 años de antigüedad,

 

los arqueólogos encontraron 9 agujas de acupuntura:

 

cuatro de oro y cinco de plata.

 

Mucho antes de saber por qué,

 

aquellos médicos sabían que el dolor

 

habría de combatirse con dolor

 

 

 

Es muy simple: un grupo de agujas en tu brazo

 

para la salud del corazón y los pulmones.

 

Agujas en los pies para el alivio del insomnio y la tensión.

 

Agujas entre los ojos contra la infertilidad.

 

Un poco de dolor aquí

 

y el efecto se siente en otra parte.

 

 

 

Cierta vez un grupo de exploradores partieron a plantar una bandera al

 

polo sur;

 

una aguja en el talón del globo, en medio de la nada.

 

Pero antes de completar la misión

 

Inició una nueva guerra mundial.

 

El impacto de la aguja se sintió en el cerebro del mundo,

 

en el lóbulo responsable de la memoria a corto plazo

 

 

 

Cuando Rusia usó la ideología como acupuntura -una aguja sobre

 

los Urales-

 

impactó al páncreas y el nivel de azúcar.

 

Estados Unidos pagó diez veces más por el Whisky de la prohibición

 

y en las oficinas de correos, copias del

 

«inmoral» Ulises de Joyce se acumularon para ser quemadas

 

 

 

El universo funciona como un solo cuerpo. Las estrellas forman líneas de

 

agujas

 

cuidadosamente insertadas sobre una oscura espalda

 

Su impacto se siente en el tracto digestivo; cada día

 

empezando otra vez ¿Cómo puedes empezar un nuevo día

 

sin haber absorbido las proteínas del día anterior?

 

 

 

Era una niña cuando mi primer maestro

 

pronunció mal, dos veces, mi apellido. Aquello me punzó

 

como una aguja

 

Una pequeña aguja en el lóbulo de la oreja. Y de repente

 

mi visión se aclaró:

 

vi la poesía

 

el disfraz perfecto

 

Tomado de Wikaráame poesía del mundo y sus alrededores. Compilador: Edgar Trevizo Secretaria de Cultura de Chihuahua, México, año 2018.

Tomado de:

https://lugarpoema.com/poesia-albanesa-luljeta-lleshanaku/

 

 

Realidades verticales

 

Despertarse es una obligación:

tres generaciones abren los ojos todas las mañanas

dentro de mí.

 

El primero es un niño viejo: mi padre;

siempre elige su suerte y su ropa un talle más chico que él.

 

Después está mi abuelo… En su época no existía la palabra “diagnóstico”.

Se murió de pena, nada más, seis meses después que su mujer.

No se desperdició el tiempo. Sobre sus cadáveres

Se alzó una fábrica de uniformes para portuarios.

 

Y el bisabuelo, si es que alguna vez existió,

ni siquiera sé su nombre. Ahí mi memoria entra en hiato,

mis orígenes campesinos cortados como las uñas gruesas y amarillas

de quienes trabajan la tierra.

 

Tres sombras se yerguen como un bosque sobre mí,

me dicen qué hacer

y qué no hacer.

 

Me escuchaste decir “buenos días”

pero o era un elefante aporreando un piano

o las costuras de la estrecha campera de mi padre deshaciéndose.

 

Y es cierto, mi padre, su padre, y su padre antes que él,

no están tratando de cambiar nada

tampoco es que se nieguen a cambiar algo; el jabón de lo efímero

los deja sintiéndose limpios y frescos.

 

Sólo desean tocar suavemente el mundo de nuevo,

a través de mí, como los guantes de látex

tocan amorosamente las pruebas

en una escena del crimen.

 

 

Hombres

 

La existencia humana es como una lengua muerta

de la que sólo queda una expresión, una cita o una única palabra.

 

Pero un hombre sin hijos varones es una mutación.

Su nombre pasará de un oído a otro en un limpio susurro femenino

mencionado como un sueño sin conflicto

difícil de recordar después que la noche termina.

 

Seis hijas, cada nacimiento un fracaso

como el buscador de oro

que sólo trae a casa seda y hierbas medicinales.

 

Al faltar un hijo varón en la familia,

no hay río que lleve los restos tóxicos

de su negra y blanca ira,

nadie que augure la guerra en los huesos del carnero

sacrificado para la cena;

nada de guerras, de nacimientos o muertes

cuando la vida se vuelve pereza en tiempos de paz.

 

Su celda es una cueva

bosquejada con ingenuos dibujos de carbón:

el cazador contra la bestia, el cazador contra la naturaleza,

hasta que la mujer aparece junto al fuego.

Entonces la fuerza pasa de sus músculos

a sus ojos

y el ángulo con el que apunta la flecha cambia

 

Ése es el fin de la era de hielo

el fin de la claridad.

 

Existe un secreto que extingue a los hombres desde dentro

como estrellas enanas

que cambian de amarillo a blanco

y luego… a negro, una mancha en el cosmos

No hay hijo varón que herede el secreto del padre…

no el secreto en sí

sino el arte de la soledad.

 

Traducción del albanés al inglés de Henry Israeli, con revisión de la autora.

 

Traducción del inglés al español de Azucena Galettini.

 

Como un plus, también compartimos los poemas de Luljeta Lleshanaku publicados en la edición papel del número 9 de La balandra, esta vez en el idioma original.

Tomado de:

https://la-balandra.com.ar/poetas-extranjeros-luljeta-lleshanaku/

 

 

Se apresuran a morir

 

Mueren uno tras otro;

echar paladas de tierra sobre ellos se ha vuelto tan normal

como espolvorear sal sobre el pan.

 

Son de la misma generación, mi familia, o más exactamente, de una época,

y los hijos de una época son como los perros amarrados al trineo:

en búsqueda del oro

o corren juntos o caen juntos.

 

No es matemático,

pero se parece más a los peines, los peines que doman la rebelión de cualquier cabello

después de un flirteo loco frente a un espejo.

 

 

El tejado de la casa de la mujer loca

 

Es medianoche, y el trabajador que vuelve

del segundo turno en la fábrica de conservas

comprueba qué fuerzas le quedan

 

tirando piedras contra las tejas

de la casa de la mujer loca.

 

«¡Malditos seáis todos, hijos de puta!»,

maldice desde el interior.

 

Ella es la historia, incapaz de culpar a nadie.

Ella es la llave maestra, la maldición colectiva

en una noche que apesta a sardinas y enzimas.

 

 

Cuando el amor empieza a…

 

Entra en mis días arrogantemente

como el silencio después del golpe

de mazo del juez.

 

Me balanceo en la brisa más ligera

a lo largo del campo de trigo

aguardando la cosecha.

 

Llega cuando pienso que estoy segura

cuando pienso que todo lo que soy es sólo espina,

fuerte, sin pecho ni vientre,

sin ombligo —

como una bodega repleta de alimentos

almacenados para el invierno.

 

Titubeo un instante

preparada para empezar de nuevo

con la paleta limpia de un pintor

huella oscura en su centro.

 

Luego emprenderé el mismo viaje

cuyo final tan bien conozco:

una bala fría llena mi bolsillo

la que cada buen soldado guarda

para el día en que se encuentra sitiado.

 

 

Libro amarillo

 

En épocas sin verdad no hay tabúes.

Quizá este libro amarillo es uno de los pocos que sobrevivió

aunque el acto de esconderlo

vive en nuestras mentes.

 

En medio de un calor achicharrante, la cena se sirve torpemente cada noche

a la misma hora, la hora en la que luz y la oscuridad nos cubren por igual.

Algo se cocina rápido; quizá la cabeza de un ternero, del que me voy

a llevar la lengua.

Dicen que si te la comes tu lengua crecerá

y si te comes los ojos serás un francotirador

y si te comes los libros te comerás a ti mismo

poco a poco, desde los bordes hacia el centro

como tractores cosechando en granjas colectivas.

 

Desde lo alto de la mesa, el cabeza de familia

toca sus verrugas mientras sermonea acerca de la evolución:

«El más fuerte muere, el más débil sobrevive.»

 

Nada distingue esto de una cena santa

en la que la comida y el vino se reparten por igual –

sólo la verdad es leída en secreto

por el perplejo, compartiéndola

como un libro amarillo. [1]

 

 

[1] Los “libros amarillos” estaban prohibidos durante el régimen comunista, en especial durante la llamada revolución cultural en Albania. Eran de literatura clásica rusa o literatura occidental que el régimen consideraba decadente. Estas obras se denominaron simbólicamente «libros amarillos» por el color amarillento que adquirieron mientras se mantenían ocultos. [Nota de la traductora].

 

* Ausencia se publicará próximamente en editorial Aeronáutica.

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/cinco-poemas-de-ausencia/

 

 

EL DESPERTAR DEL EREMITA

 

 Todas las ideas se me escapan

 una por una, se deslizan secretamente

 como testigos de un crimen político.

 

 Cuando se arrastran de vuelta, lentitud-de-tortuga

 el aire tiembla nerviosamente en su silla de ruedas

 y yo me levanto.

 

 Mi sombra, liberada, vaga

 por el cuarto sobre una cuerda invisible

 gravedad súbita como una mosca muerta

 caída del nido de una araña.

 

 Todas las ideas se me escapan-

 cuán lejos esta vez no sé decirlo.

 Tal vez aparezcan en una estación de tren en alguna parte

 en un pueblo donde todavía son poco gratas.

 

 Afuera, la luna presiona contra las colinas

 como la lengua de un profeta contra su paladar.

 

 Las paredes, protestando,

 devuelven mi voz dos, tres, cuatro veces

 en un eco que se replica horriblemente a sí mismo

 mientras lentamente dentro mío

 se despierta el eremita.

 

 

TRAICIONADOS

 

 Mujer traicionada, como una camisa que ha quedado chica

 como el agujero gastado de un viejo cinturón

 como un cuello almidonado...

 Mujer traicionada, que se despierta de pesadillas

 sintiéndose como una basura en el rincón de un ojo

 como una pava retirada de la cocina

 todavía humeante.

 

 Sus caderas se balancean rítmicamente

 en un movimiento masticatorio

 mientras se mueve en diagonal a través de la casa.

 ¡Los niños, ah los niños, burbujeando!

 Tarde a la noche, una tapa de aluminio

 sobre un ramito de perejil-

 nervio blando flotando en un caldo frío con sabor a limón.

 

 Hay un hombre traicionado, también,

 traicionado por ángeles oscuros

 con los hombros cubiertos de helechos.

 

 Hombres traicionados y mujeres

 aceptan noblemente el destino

 como uno podría aceptar un turbio vaso de agua

 en una parada de descanso a lo largo del camino.

 Traicionados hombres y mujeres

 en un largo viaje.

 

 

AUSENCIA

 

 La luna

 la nicotina de un beso...

 

 Una mirada de soslayo

 como el mástil de un barco pirata

 detrás de una isla lejana.

 

 

ESPERANDO UN POEMA

 

 Estoy esperando un poema,

 algo agreste, ni elaborado ni fuera de control,

 algo imperturbable por las ofensas, un cuervo blanco

 liberado de la oscuridad.

 

 Las palabras que vienen naturalmente, sin apuntarle a nada,

 una bala sin un blanco,

 tiros de advertencia al cielo

 en tierras recién ocupadas.

 

 Un poema que brote de mi pecho

 

 Y hasta que llegue

 escucharé a mis hijos peleando en el cuarto de al lado

 y arrojaré mi mirada a lo largo de la mesa

 a un vaso de leche vacío

 con un trazo de blanco alrededor del borde

 mi cuello envuelto en plata

 una servilleta en un aro servilletero

 esperando que arriben los tardíos invitados...

Tomado de:

https://inutilesmisterios.blogspot.com/2020/07/poemas-de-la-albanesa-luljeta-lleshanaku.html

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