viernes, 7 de febrero de 2025

POEMAS DE REBECA LEAL SINGER


Selfie 

Ahora tengo un espejo en mi iphone X,

Pero antes, antes no me miraba tanto.

Si miraba abajo podía ver mis manos,

si miraba arriba podía ver mis techos.

Debo aceptar que de vez en cuando

buscaba reflejo en las transparencias

y cuando al fin veía una foto mía pensaba:

así puedo ser también

—la flor más seca del ramo—

Pensaba: así puedo ser también

y cuando al fin veía una foto mía,

buscaba reflejo en las transparencias.

Debo aceptar que de vez en cuando,

si miraba arriba podía ver mis techos,

si miraba abajo podía ver mis manos,

pero antes, antes no me miraba tanto.

Ahora tengo un espejo en mi iphone X.

Tomado de:

https://triadaprimate.org/un-bosque-de-simbolos-para-la-era-de-internet-oscilo-entre-ver-mi-telefono-y-verte-a-ti-de-rebeca-leal-singer-the-trash-can-of-ideology-29/

 

DUELE MUCHO

cortarse con papel.

 

¿Cómo puede doler algo

tanto

en un cuerpo

tan chiquito?

 

Hay un epicentro

de sangre

adentro

del pliegue

de la niña.

 

Hay una cortada

necia,

furibunda,

con las uñas largas (casi garras).

 

En lugar de costra

hay una hoja de papel

en blanco.

 

 

El papel es igual

a la niña

que llora

con el papel

entre sus dedos.

 

La niña

también

viene del árbol

se asusta

si la cortan.

 

La niña

fue agua

alguna vez.

 

El agua se disloca,

se marea.

 

Pero la niña

no quiere dejar de ser niña,

 

aunque la corten

 

a escondidas,

en silencio,

muchas veces.

 

LOS ADULTOS

tienen la boca seca,

espinosa,

la boca llena de ramas

de paja crespa,

amarillenta.

 

Los adultos vomitan

su propia lengua.

 

Creen que nadie mira

su úlcera verde

salir.

 

DEJARON A la niña desnuda,

arrumbada,

 

se hizo un vestido

como muñeca de papel:

 

las pestañas

en sus hombros

como alas,

como duendes que cubren

como una música, una tecla

del piano

convirtiéndose

en ella misma.

 

La niña voló,

fue armonía y melodía,

fue pentagrama,

fue abstracta.

 

Pero ya no pudo hablar.

 

 

Una gran parte de crecer es saber a dónde ir y a qué hora

 

Lo único que realmente he querido que

alguien haga conmigo es que me lancen

como una flecha en la oscuridad.

 

Debe ser por eso que

me gusta tanto

la voz de Waze

 

y la de Google Maps. Ese fuerte

vibración femenina. Junto

a mi tímpano. Ve por ahí.

 

Cállate. No preguntes. No

puedo esperar a que alguien se

haga cargo. No puedo esperar

 

a ser una ciudadana de la

tercera edad. Con mi cobija

de cuadritos en todo momento.

 

Todos deberían imaginarme

así de cómoda. Por ahora,

procedan a meterme

 

adentro del cohete. Pónganme el cinturón

de seguridad. ¡Tres! La ventanita

se comienza a zangolotear. ¡Dos!

 

Le digo adiós a Mamá y

Papá. ¡Uno! ¡Ay, mierda! ¡Se me olvidaron

mis lentes! ¡Esperen!

 

 

Catsup

 

“Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo”

dijo Napoleón. Yo no lo creo.

Pero por alguna razón, me lo imagino sosteniendo un hot-dog

mientras decía eso. Un anacronismo, eso seguro, pero ¿y la catsup?

Desearía que hubiera más catsup en el mundo.

Igual y así Napoleón no hubiera andado por ahí diciendo todas esas cosas.

Aquí, desde mi prisma, todos los ángulos dicen agudo, y la luz

se refracta medio raro. Mi prisma, es decir, mi mundo, no siempre es suficiente.

Si hubiera catsup, no sería así, eso lo supongo, pero no puedo comprobarlo.

Tendría que pedirle a Napoleón que saliera de su tumba en París y se comprara

unas papitas o algo. “A ver si así, sí”. Diria mi mama con el afán de convencerme

de que me comiera algo poco apetitoso, tipo brócoli o verdolagas. Le pondría

una salsa verde o roja o capeada y tal vez yo obedecería. Catsup nunca,

la verdad, porque no va muy bien con el brócoli, pero yo qué sé, a las niñas les encanta

la catsup cuando son chiquitas, chance yo hubiera comido brócoli con catsup, quién sabe. Chance Napoleón también. Las mangas de su chaleco, de qué color eran, eso siempre me preguntaban mis amigas pero yo nunca caí. Unos dedos —índice y cordial— me caminaban sobre el brazo como haciendo el signo de la paz, pero hacia abajo y nos reíamos. Unos se sentían

muy tiesos. Mi amiga decía “es que este no puede doblar las rodillas”, los otros deambulaban con una “pierna”, o sea, un dedo, delante del otro, pavoneándose como una coqueta señorita.

No tengo excusas para no querer hacer las cosas yo misma. Ni tampoco para pedirle a Napoleón que se autoexhume, es decir, que se desentierre. La palabra exhumar, que viene de humus, que significa tierra, siempre me hace pensar en pan pita y se me antoja comer comida palestina. Sería un sacrilegio absoluto ponerle catsup a eso. Este es el tipo de situación en la cual no desearía que hubiera menos catsup, de hecho, sigo deseando que se produzca más catsup en el mundo, sin embargo, no la tomo en cuenta. A veces hay momentos así y ya está. La luz se descompone ante mis ojos en este prisma.

 

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/duele-mucho-cortarse-con-papel/

 

 

Arte poética 

La luz,

por más rápida que pueda ser

nunca irá tan rápido como los halcones

que imagino en mi cabeza.

¿De casualidad,

tú sabías que

las tortugas y las tangentes son muy similares?

No realmente.

No realmente para el cerebro lógico.

Pero realmente para el poema.

Como esa vez,

que vi dos espejos, uno frente al otro.

el primero miraba al segundo como si hablaran.

Era un diálogo, más que solo una conversación.

Sus puntos focales, entrelazados, como desayuno y huevos,

y una actitud de je ne sais quoi, nosotros somos los espejos,

o equis.

Y esa otra vez,

que mi mamá me mandó un mensaje que leía:

¨A qué hora vienes a la casa hoy? ¨

Pero ni siquiera vivíamos en el mismo país.

Entonces una lágrima voló por mi cara y aterrizó

en la pantalla agrietada de mi teléfono.

Parecía un pájaro estrellado contra una ventana.

Supongo que tenías que haber estado ahí para entenderlo.

 

 

Cuando leo soy un volcán

 

Cuando leo soy un volcán.

Una lumbre que no termina.

Luego leo y leo más

y leo más y luego leo

y me siento mejor.

Aprendo.

Soy un cono eterno.

Hago erupción

desde mi base,

hasta mi garganta.

No me disculpo

por la lava que sale de mí.

La comparto.

Permito que mi fumarola toque todo.

Extiendo mi ceniza.

Hasta que alguien más

la respira.

Entonces, le cuento lo que leí.

Leemos y leemos más.

Ahora los dos somos volcanes.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2021/08/66-poetas-mexicanas-parte-ii/

 

 

*

Duelen las fibras

del algodón,

las palabras

calentándose

como un cuaderno,

un diario

donde se anota un río.

Duele

el pigmento

que se recarga sobre los hombros,

la espuma de la corteza

del eucalipto,

la resistencia,

el doblez,

la curvatura,

la consistencia.

Duele mucho,

pero la niña no quiere que nadie la cure,

no quiere que nadie se vuelva a acercar.

 

 

*

Un paquete de hojas

tamaño carta

envuelto en motivos de cumpleaños,

una posibilidad

con muchas posibilidades

adentro:

una manada de lobos

o el dibujo de una familia frente a su casa

o un caballito

o el paisaje de un mar con la puesta del sol y una cigüeña.

Todas esas eran ideas

posibles posibilidades

ocultas

como jugar

a las escondidillas

adentro

de un paquete de hojas

tamaño carta

antes de que sucediera

el incidente.

Tomado de:

https://ljz.mx/12/12/2024/rebeca-leal-singer-papel-nina-papel-para-2025/

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