Conversación con un Cochino
Cochino, buenos días.
Cochino, ¿cómo estás?
¿Qué me cuentas, cochino?
¿Qué novedades hay?
¡Espera! No te asustes:
no te vengo a matar.
Acércate, cochino:
cochino, ven acá.
Quédate aquí echadito
sin gruñir ni roncar,
y como dos amigos
vamos a conversar.
Tú no sabes, cochino,
qué lástima me da
saber que a ti la gente
no te suele nombrar
sino para hacer chistes
por lo hediondo que estás,
y que nadie en el mundo
se te puede acercar
sin decir: ¡fo, carrizo!,
sin decir: ¡fo, cará!
Yo, cochino, te admiro,
yo te admiro a pesar
de que con esa trompa
pareces un disfraz,
porque pese a tu aspecto
tan poco intelectual
y a ese absurdo moñito
que te cuelga de atrás,
ya quisieran, cochino,
los que te tratan mal
tener de tus virtudes
siquiera la mitad.
¡Oh imagen cochinesca
de la sinceridad!
Tú haces tus cochinadas
metido en tu barrial:
como eres un cochino,
te portas como tal
sin ocultarle a nadie
tu condición social.
Ni engañas ni te engañan:
tú vives y ya está;
sabes que mientras seas
cochino y nada más,
del palo cochinero
nadie te va a salvar,
y así esperando vives
tu toletazo en paz.
Hasta luego, cochino,
yo me voy a almorzar;
te prometo que el lunes
volveré a tu barrial
y si no te han raspado
volveremos a hablar.
Mas por si para entonces
no te vuelvo a encontrar,
acércate, cochino,
ven, acércate más,
para darte en la trompa
mi besito final.
Miguel y Su báquiro
Al pie de un guásimo
donde veíase
casi tan cómodo
como un sultán,
en su habitáculo
cerca de Antímano
tenía un báquiro
Miguel Guzmán.
Miguel teníalo
desde la época
en que, minúsculo,
lo capturó;
y como lástima
le dio comérselo,
igual que a un párvulo
lo prohijó.
Allá en Antímano
donde entre árboles
su granja avícola
tiene Miguel,
al pie de un guásimo
–como ya díjose–
amarró al báquiro
con un cordel.
A diario echábale
verduras pútridas,
conchas de plátanos
y hasta maíz;
y con tal régimen
fue en forma insólita
creciendo el báquiro
gordo y feliz.
Pero el cuadrúpedo,
bicho selvático,
no estaba cómodo
con trato tal,
y allá en su espíritu
como en un sótano,
su mala índole
seguía igual.
Hasta que el sábado,
dice el periódico,
cuando solícito
se acercó a él,
en forma súbita
y asaz diabólica
furioso el báquiro
mordió a Miguel.
Aquí hay políticos
que por estúpidos
o bien por líricos
sufriendo están
de los mismísimos
efectos trágicos
que de su báquiro
Miguel Guzmán.
Reláfica del negro y la policía
Oye, negra, ¿te ha fijao
la cantidá y la cuantía
de cuelpos de policía
que existen en la ciudad?
Pues cuéntalo, y si lo cuenta
uno, dó, tré, cuatro y tal,
si en la cuenta no te enreda
te va a caé pa atrá.
Policía con cachucha,
policía con pumpá;
policía de sombrero
y de cabeza pelá.
Y hasta policía mujeres
pal que se quiera casá.
Eso sí es policiera,
¡qué policiera cará!
Que si la criminológica,
que si la municipá,
que si la arta policía,
que si la de más allá,
que llegó la PTJ,
que si se fue la social,
que si estos son digepoles
y del Sifa lo demá;
que si esta es la civí,
que si esta es la militá,
que si esta no tiene rolo
sino que tira con gá,
que si este te afloja un tiro
y el otro te muele a plan
y en una radiopatrulla
te rueda el de más allá;
cualquiera te pone preso,
cualquiera te hace rodá,
que con o sin uniforme,
con sombrero o con pumpá,
en cuanto a rodalo a uno
todo lo ruedan igual,
pue la sola diferencia
que del uno al otro va,
e que depué tú no sabe
cuál de ello te va a soltá.
—Suéltame al negro, mijito,
–le dice tú a la Social–
y la Social te conteta
que vaya a la judicial,
la judicial que te endienda
con el cueppo ditrital,
y el cueppo que es asunto
de la gualdia nacional,
o de la alta policía,
o bien de la milital,
o bien de lo de cachucha,
o bien de lo de pumpá,
o bien de lo que trabajan
con la cabeza pelá,
o bien del que tira tiro
o bien del que tira gá,
o bien que si patatín
o bien que si patatán.
Que si uno que tocan pito,
que si el que no toca ná,
que si el que usa la pitola
con el piquito pa trá,
o la lleva en la cintura
lo mimo que una empaná,
pa dale muelte a la novia
ca vez que la va a limpiá;
que si el que lleva manopla,
que si el que tiene black jack
que si el que lo rueda a uno
sin etale haciendo ná,
que si el que llega a lo robo
después que el ladrón se va;
policía con capucha,
policía con pumpá,
policía que trabaja
con la cabeza pelá…
¡Y no te lo cuento todo
porque me voy a enredá!
Tomado de:
https://www.revistapalimpsesto.com/aquiles-nazoa-poemas/
MURMURACIONES DE
SOBREMESA
CON JACQUES PRÉVERT
En estos tiempos no se puede
creer en milagros
hoy al cortar el pan salió
volando un pollo
luego supimos que era una broma
del panadero
ya decía yo.
En estos tiempos no se puede
creer en el amor
anoche nuestro hijo mayor
se tragó a su novia mientras le
daba un beso
luego se disculpó diciendo que
había sido sin querer
ya decía yo.
En estos tiempos no se puede
creer en lo que pintan los
pintores
Picasso acaba de pintar un
caballo
comiéndose el corazón de una
muchacha
pero el cuadro se titulaba
muchacha comiéndose el corazón de
un caballo
ya decía yo
PUEBLO Y MÁS PUEBLO
Salvo algún chisme —siempre una
bobada—
que muy de tarde en tarde lo
recorre
y en su fastidio apenas lo
socorre,
en este pueblo nunca pasa nada.
Siempre parece ser de madrugada,
y se diría que ni el tiempo corre
si no se oyera en la distante
torre
de vez en cuando alguna
campanada.
Pero, mientras escribo, por la
acera
pasa un tropel de gente a la
carrera
en dirección del cruce de
caminos.
Y cuando salgo a ver: —Pero ¿qué
pasa?
Ya responde una vieja en la otra
casa:
— ¡Que se volteó el camión de los
cochinos!
AL TUERTO LÓPEZ
Tuerto López, me estoy pasando el
día
en un desvencijado poblachón
donde no turba la monotonía
sino el paso fugaz de algún
camión.
Nada le falta: ni la pulpería
con su burro amarrado de un
horcón,
ni la municipal chismografía
de las solteras sin composición.
Hay una paz asnal que no convida
sino a echarse a dormir, porque
la vida
es, mi querido Tuerto, por acá,
intransitable y sorda como esta
calle por donde a pleno sol de
siesta
pasa el bobo diciendo: —Bá, bá,
bá...
CASA CON TRES VENTANAS
Tiene la casa grande tres
ventanas:
dos a la Calle Real y una al
camino;
las tres, no obstante su color
mohíno,
conservan su altivez de
veteranas.
Ante sus rejas todas las mañanas
me detengo un momento, me imagino
que adentro, de fastidio
pueblerino
se mueren tres románticas
hermanas.
¡Quién las viera!, me digo, y
como advierto
que un postigo ha quedado medio
abierto,
me subo al ventanal, sudando
arrobas...
Y al llegar meto el ojo
ansiosamente:
Ni muebles hay allí ni se ve
gente.
La sala es un depósito de escobas
SIGUEN APARECIENDO GATICAS
Lucho Gatica, el popular cantante
que de América en todas las
naciones
ha roto multitud de corazones
con su voz de carnero agonizante,
tiene un hermano —a él muy
semejante—
que le viene pisando los talones,
pues el tercio también canta
canciones
y dicen que su voz gusta
bastante.
El hermano en cuestión se llama
Arturo,
y si a Lucho se asocia, de seguro
que muchas damas enloquecerán.
Pues si están ya con uno como
están,
¡quién aguanta a esas viejas y a
esas chicas
escuchando cantar a dos Gaticas!
EL OCASO DE DON JUAN
Estamos en el mes de los
difuntos:
antaño de este mes lo más notorio
era que el del país en muchos
puntos
daban en los teatros el Tenorio.
Pero ya de Don Juan y sus asuntos
sólo se ocupa un público
irrisorio
cuyos participantes, todos
juntos,
no alcanzarían ni para un
velorio.
¡Pobre Don Juan! Tus célebres
trastadas
son, a las de estos tiempos
comparadas,
hazañas que no valen una locha.
Ya no dan sino risa tus
querellas,
y respecto a burlar a las
doncellas,
hoy cualquier sobador te da la
mocha.
Documento para la historia de
nuestros partidos políticos
Tomado de:

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