jueves, 15 de mayo de 2025

POEMAS DE EMILY DICKINSON


Cuando cuento las semillas

 

Cuando cuento las semillas

sembradas allá abajo

para florecer así, lado a lado;

 

cuando examino a la gente

que tan bajo yace

para llegar tan alto;

 

cuando creo que el jardín

que no verán los mortales

siega el azar sus capullos

y sortea a esta abeja,

puedo prescindir del verano, sin queja.

 

Él era débil y yo era fuerte

 

Él era débil y yo era fuerte,

después él dejó que yo le hiciera pasar

y entonces yo era débil y él era fuerte,

y dejé que él me guiara a casa.

 

No era lejos, la puerta estaba cerca,

tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,

no había ruido, él no dijo nada,

y eso era lo que yo más deseaba saber.

 

El día irrumpió, tuvimos que separarnos,

ahora ninguno de los dos era más fuerte,

él luchó, yo también luché,

¡pero no lo hicimos a pesar de todo!

 


Certidumbre

 

Yo jamás he visto un yermo

y el mar nunca llegué a ver

pero he visto los ojos de los brezos

y sé lo que las olas deben ser.

 

Con Dios jamás he hablado

ni lo visité en el Cielo,

pero segura estoy de adónde viajo

cual si me hubieran dado el derrotero

 

 

Ensueño

 

Para fugarnos de la tierra

un libro es el mejor bajel;

y se viaja mejor en el poema

que en el más brioso y rápido corcel

 

Aun el más pobre puede hacerlo,

nada por ello ha de pagar:

el alma en el transporte de su sueño

se nutre sólo de silencio y paz.

 

 

La sortija

 

En mi dedo tenía una sortija.

La brisa entre los árboles erraba.

El día estaba azul, cálido y bello.

Y me dormí sobre la yerba fina.

 

Al despertar miré sobresaltada

mi mano pura entre la tarde clara.

La sortija entre mi dedo ya no estaba.

Cuanto poseo ahora en este mundo

es un recuerdo de color dorado.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-emily-dickinson/

 

 

335

 

 

No es Morir lo que más duele—

 

Es vivir—nos duele más—

 

Pero Morir—es algo distinto—

 

Oculto tras la Puerta—

 

 

 

La Costumbre del Sur—del Pájaro—

 

Que antes de que llegue la Helada—

 

Acepta una mejor Latitud—

 

Somos—los pájaros—que se quedan.

 

 

 

Los que tiemblan junto a la puerta del Campesino—

 

Rogando unas Migajas—

 

Hasta que las piadosas Nieves

 

Nos Empujan a volar a Casa.

 

 

1472

 

Ver el Cielo en verano

 

Es Poesía, aunque no esté escrito en ningún Libro—

 

Los Verdaderos Poemas huyen—

 

 

165

 

 

 

Un Ciervo Herido–salta más alto–

 

Oí al Cazador decir–

 

Pero es sólo el Éxtasis de la muerte–

 

¡Luego los Helechos enmudecen!

 

 

 

¡El agua brota de la Grieta!

 

¡Surge del Acero hendido!

 

¡Una mejilla siempre está más roja

 

Allí donde la Fiebre sube!

 

 

 

La Alegría es Portadora de la Angustia––

 

y en ella Cauta se Escuda,

 

No sea que alguien advierta la sangre

 

¡Y exclame “te han herido”!

 

 

133

 

 

El agua se aprende por la sed.

La Tierra—por los Océanos atravesados.

El Éxtasis—por la agonía—

La Paz—la cuentan las batallas—

El Amor, por el Hueco de la Memoria—

 

Los Pájaros, por la Nieve.

 

 

XX

 

 

Pruebo un licor jamás destilado—

 

En jarras de Perlas—

 

¡No todas cubas junto al Rin

 

Producen semejante alcohol!

 

 

 

Ebria de aire—estoy—

 

Y Embriagada de Rocío—

 

Tambaleándome—los interminables días de verano—

 

Por posadas de Incandescente Azul—

 

 

 

Cuando los Dueños echen a la Abeja borracha

 

Por la puerta de la Dedalera—

 

Cuando las Mariposas—renuncien a su licor

 

¡Yo beberé más!

 

 

 

¡Hasta que los Ángeles se quiten sus nevados Sombreros—

 

Y los Santos—corran a las ventanas—

 

Para ver a la pequeña Bebedora

 

Reclinada contra el Sol!

 

 

37

 

 

 

El Viento comenzó a mecer la Hierba

 

Con una Melodía inquietante—

 

Lanzó una Amenaza a la Tierra—

 

Una Amenaza al Cielo.

 

 

 

Las Hojas se desprendían de los Árboles—

 

Y echaban a volar

 

El Polvo se ahuecó como las Manos

 

Y ocupó la Carretera

 

 

 

Los Carros se apresuraron por las Calles—

 

El Trueno se apuró lento—

 

El rayo mostró su Pico Amarilla—

 

Y luego una lívida Garra.

 

 

 

Los Pájaros hicieron Barricadas de sus Nidos—

 

El ganado huyó a los Corrales—

 

Cayó una gota Gigante de Lluvia

 

Y luego, como si las Manos

 

 

 

Que contenían los Diques se abrieran

 

Las Aguas Inundaron el Cielo,

 

Pero pasaron por alto la Casa de mi Padre—

 

Sólo descuartizaron un Árbol—

 

 

156

 

 

 

Me quieres—estás segura—

 

No temo equivocarme

 

No me despertaré engañada

 

Una complaciente mañana

 

y descubriré que el Sol se ha ido

 

¡que los Campos—están desolados

 

y que mi Amor—se ha marchado!

 

 

 

No debo inquietarme—estás segura.

 

Nunca llegará la noche

 

En la que, asustada, corra a tu casa

 

Y encuentre las ventanas oscuras

 

Y mi Amor se haya ido—dime

 

¿Nunca llegará?

 

 

 

Claro que estás segura—sabes

 

Que lo soportaré mejor ahora

 

Si me lo dices así

 

Que si—cuando la Herida

 

haya sanado

 

¡Me hieres—otra vez!

 

 

1705

 

 

 

Hay Volcanes en Sicilia

 

Y en Sudamérica

 

Lo sé por mi Geografía—

 

Los volcanes más cercanos

 

Arrojan Lava en cualquier momento

 

Y me tientan a Escalar—

 

Un Cráter puedo contemplar

 

el Vesubio en Casa

 

 

314

 

 

 

La “esperanza” es la cosa con plumas—

 

Que se posa en el alma—

 

Y canta sin palabras—

 

Y nunca—nunca—se detiene—

 

 

 

Y en el Temporal—es más dulce—

 

Y muy herida debía de estar la tormenta—

 

Que abatió al Pajarito—

 

Que mantuvo a tantos en calor—

 

 

 

La he oído en la tierra más helada—

 

Y en el Mar más extraño—

 

Pero—nunca—ni en casos Extremos,

 

Me pidió una migaja— a mí.

 

 

190

 

 

 

Él era débil, y yo era fuerte—entonces—

 

Así Dejó que lo guiara—

 

Yo era débil, y él era fuerte entonces—

 

Así que dejé que me guiara—a Casa.

 

 

 

No estaba lejos—la puerta estaba cerca—

 

No estaba oscuro—Él avanzaba—también—

 

No había ruido, porque él no hablaba—

 

Eso era lo que más deseaba saber.

 

 

 

El Día llegó—y tuvimos que separarnos—

 

Ninguno—era más fuerte—ahora—

 

Luchó—luché—también—

 

¡No lo hicimos—a pesar de todo!

 

 

84

 

 

 

Su pecho es propicio para perlas,

 

Pero yo no soy un Buceador—

 

Su frente es propicia para tronos

 

Pero yo no tengo penacho.

 

Su corazón es propicio para un hogar—

 

Yo—un Gorrión—construyo ahí—

 

Con la dulzura de las ramas

 

Mi perenne nido.

 

 

355

 

 

 

No era la Muerte, pues yo estaba de pie,

 

Y todos los Muertos están tumbados—

 

No era la Noche, pues las Campanas

 

Se agitaban a Mediodía.

 

 

 

No era el Frío, pues en mi Piel

 

Sentí Sirocos—reptar—

 

Ni el Fuego—pues mis pies de Mármol

 

Podían helar un Santuario—

 

 

 

Y sin embargo, se parecía a todas

 

Las figuras que había visto

 

Ordenadas para un Entierro,

 

Y me recordaron al mío—

 

 

 

Como si hubieran recortado mi vida

 

Y la hubiesen puesto en un marco,

 

Y no pudiera respirar sin una llave,

 

Y fuera a Medianoche—

 

 

 

Cuando todo lo que late—se detiene—

 

Y el Espacio mira a su alrededor—

 

O las Espeluznantes heladas—los primeros llantos de Otoño,

 

Levantan la tierra apaleada—

 

 

 

Pero, como el Caos—Interminable—Insolente—

 

Sin Esperanza, ni Mástil—

 

Sin siquiera un Informe de Tierra—

 

Para justificar—la Desesperación.

 

 

1720

 

 

 

Si hubiera sabido que el primero era el último

 

Lo habría conservado más tiempo.

 

Si hubiera sabido que el último era el primero

 

Habría bebido más.

 

Copa, fue tu culpa,

 

No eran los labios los mentirosos.

 

No, labios, fue vuestra culpa

 

Y la dicha más culpable.

 

 

292

 

 

 

Si el Valor te abandona—

 

Vive por encima de Él—

 

A veces se apoya en la Tumba,

 

Si teme desviarse—

 

 

 

Es una postura segura—

 

Nunca se equivocó

 

En esos brazos de Bronce—

 

Ni el Mejor de los Gigantes—

 

 

 

Si tu Alma tiembla—

 

Abre la puerta de la Carne—

 

La Cobarde necesita Oxígeno—

 

Nada más—

Tomado de:

https://latribu.info/poesia/poemas-de-emily-dickinson/

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