El NIÑO Y LA ESTRELLA
Un astro brilla en el azul del cielo
y en el agua dormida se refleja.
Un hombre que pasaba
dijo al niño poeta:
“Tú, que sueñas con rosas en las manos,
y con el alma al ideal abierta
cantando vas tus ilusiones, dime:
¿entre tú y yo, cuál es la diferencia?”
“Esta, responde el niño:
levanta la cabeza:
¿ves la estrella que brilla solitaria
en el azul?
-La veo
-Ahora cierra
los ojos y responde:
¿con los ojos cerrados sigues viéndola?
- “No, dijo el hombre, no la veo”.
Entonces,
como el que absorto sueña,
“aunque cierre los ojos, dijo el niño,
yo sigo viendo en el azul la estrella”.
Locura de Amor
Un noble mago, rey de los placeres,
Viendo el pesar horrible que me inquieta
Exclamo bondadoso: -Dí, ¿Qué quieres para vivir feliz, pobre
poeta?:
¿Quieres príncipe ser? ¿Quieres honores?
¿Quieres triunfar cuál esforzado atleta?
¿Quieres ser el señor de los señores?
¿Quieres el cetro que avasalla el mundo?…
¿Quieres ceñir laureles triunfadores?…
¿Quieres talento sin igual, profundo?…
¿Quieres tener, de Adonis, la belleza?…
¿Quieres gozar amor casto y fecundo?…
¿Quieres llenar tu casa de riqueza?…
¿Quieres la ciencia, infame, del protervo, donde la humana
perversión empieza?…
Callo el mago, y alzando la cabeza, triste, le conteste:
Quiero ser cuervo…
Como un demente contemplome el mago
Con extrañeza grande en la mirada,
Y con acento doloroso y vago,
sí -, le dije con la voz turbada:
-Movido por el diablo de los celos, ayer di muerte a mi
gentil amada, la de pupilas bellas cuál los cielos, la deboca más fresa y
sonriente, que el rosal que hace rosas mis anhelos cuando despunta el sol en el
oriente. La mate por hermosa y por coqueta, desgarre su belleza refulgente,
destroce de sus ojos la violeta y al mirarla morir, en mi delirio con afanes
sangrientos de poeta y con locos empeños de martirio, puse en su frente nítidos
jazmines, en su seno de nieve un blanco lirio y le di por magníficos chapines
capullos de azucenas y de nardos …
¡Todo lo que es pureza en los jardines y en los sueños
sublimes de los bardos! …
¡Grave cosa es matar! – Con dulce acento el noble mago a
compasión movido me dijo, y luego murmuro: – Lo siento, y aunque me extraña el
crimen cometido, te salaré de la injusticia airada y aún he de darte seductor
olvido si antes me explicas con franqueza honrada, por qué quieres ser cuervo,
gran poeta-
Y contesté con emoción secreta:
¡Para comerme el cuerpo de mi amada! -
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/catulle-mendes/
El QUEBRADOR DE RUBÍES
Una vez vi un loco
que rompía guijarros sobre el camino. —No era su oficio romperlos, sino que
estaba demente. Tomaba una a una las piedrecitas, las golpeaba con un martillo,
y muy vivamente, con aire de ansiedad, miraba los pedazos, les daba vuelta, los
revolvía, mirándolos siempre, y después los tiraba lejos, con aspecto
desconsolado.
—¿Qué buscáis en esos
guijarros? —le preguntó.
—El filón de oro, que
deben contener —me respondió. —¡Pero no lo encuentro nunca!
Me dio lástima.
—Eso es muy triste!
—le dije.
Interrumpió su tarea,
y contestó:
—Era más triste, en el
tiempo en que, en lugar de ser un quebrador de piedras sobre el camino, era un
quebrador de rubíes.
Iba de mujer en mujer,
lleno de tristeza y de cólera; tomaba sus corazones de doncellas, de esposas o
de cortesanas. Todos eran rojos, pero todos duros y helados, semejantes a
crueles rubíes y era en vano que golpeándoles con el mío hiciera abrir esos
corazones. Jamás encontré el filón de amor que debían tener.
¡No, nunca, nunca lo
encontré!...
EL AGUA QUE QUEMA
Sintiendo fiebre, la
cruel fiebre de amor, resolvió el pobre enamorado bañarse en el río, fresco y
tranquilo que corre entre guijas pulidas.
Ya le habían dicho:
—Puesto que sufre
usted, sin tregua y sin esperanza; puesto que tiene en el corazón, en la frente
y en los labios los ardores del eternal deseo engañado, conviene que entre y
permanezca largo tiempo en esa agua, porque ella posee, desde tiempo
inmemorial, la virtud de apagar el incendio de la pasión. Muchos, que no
estaban menos enfermos que usted, se han puesto bien. Es una cosa que oirá
usted contar en el país.
Él se dejó caer de la
ribera al río. Pero apenas bajó a la frescura de la onda, sintió sobre todo su
cuerpo algo semejante a caricias de brasas y a envolturas de llamas. Huyó por
la llanura. La quemadura le arrancaba la piel, lo devoraba y lo consumía. Nunca
había experimentado tan insoportable tortura.
Quejándose, por la
noche, a la que no lo amaba.
—Ya sé por qué te ha
sucedido eso, le dijo ella. Es que un día, al pasar cerca del río, dejé caer
una de las florecillas que llevaba en mis cabellos.
Tomado de:
https://hoteltelegrafo.blogspot.com/2020/10/
Monstruos parisinos
Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura;
puede regir la lanza, la rienda del corcel;
sus músculos de atleta soportan la armadura...
pero él busca en las bocas rosadas leche y miel.
Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura,
la carne femenina prefiere su pincel;
y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura
agrega mirto y rosas a su triunfal laurel.
Canta de los oaristis el delicioso instante,
los besos y el delirio de la mujer amante,
y en sus palabras tiene perfume, alma, color.
Su ave es la venusina, la tímida paloma.
Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma,
en todos los combates del arte o del amor.
Tomado de:
https://encuentrosconlasletras.blogspot.com/2013/10/catulle-mendes-monstruos-parisinos.html

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