PRESENCIA DEL RITMO
No era un recuerdo era un perenne ritmo
cayendo, pálido, entre la voz y el sueño.
Interesando a las cosas o dándoles su color,
manso cayendo, fluyendo, con su olvido
persistente de días lejanos, cielos claros,
noches de amor, otras vidas vividas.
No. Era solo limpia, insinuantemente, un ritmo.
Era un ritmo, no más, entre la palabra y el silencio.
Actuante, tenaz, indicativo, hablando acaso
de mil presencias muertas, un grito sin saliva,
un apretón de manos ¿en qué planeta?, un cruce de
caminos,
¡qué se yo!, la cadencia del llanto o sangre blanca.
Pero no. No era llanto o grito, era solamente un ritmo.
Era tan solo un ritmo, algo sin valor o casi nada.
Sin oficio en la razón o en la fecha de algún gozo.
Lejos de cuanto está aquí y al tocarlo ya no es.
La nube, el paso, el agua, el gran periódico del Cosmos.
Ninguna de esas minucias. Era un ritmo tan solo.
No era una orden de triunfo o derrota. Era un gozoso
manso ritmo cayendo sobre el nocturno vigilante de la
sangre,
sin el tropiezo de la noche verdadera del pie ciego.
No era un azar, nada aleatorio ni inseguro.
Era un ritmo, era tan solo un ritmo limpio y generoso.
No era una música adormecida o despierta de otro tiempo.
Ningún recuerdo en mi de viejas marchas crecidas.
No era odio o amor, interés o abandono o el saber llevar
el nombre
como una inscripción o anticipo de lápida a la manera de
todos.
No. Era un ritmo, un dulce ritmo visitante, solo un
ritmo.
No era voz de hambre o hartazgo ni esa alusión
premonitoria
de llevar tierra en las plantas y cielo en nuestros
ojos.
No era modestia, no era tolerancia de nuestra condición
de presos
ni siquiera el estar solo en ese punto del ser donde
alguien aúlla.
Era sencillamente un ritmo, sin dolor ni hambre ni sed.
Digo, repito, me ha llegado un ritmo esta mañana.
Un ritmo sin congoja que ignora el afán, ni exige lucha
ni trabajo
ni la tristeza de abotonarse y desabotonarse en una vida
ni si es condición del ser humano morder con la palabra.
No es dulce ni es amargo, violento o suave, alegre o
triste.
Es un ritmo, un ritmo, y ahora ha venido a mi compañía.
RONDELILLO QUINDIANO
A la palma del Quindío
Le conté mi sueño un día.
Era la palma, era,
Era la palma de cera,
La palmera,
La palma del sueño mío.
Cohete que sube al cielo
Y estalla en el estrellío.
Y cuando pasan los vientos
La palma se vuelve río…
Oíd el río del aire,
El río…, la palma del niño mío.
Aquí la palpo guardada,
Aquí en el pecho,
Al lado izquierdo del alma
En donde llevo al Quindío.
ORACIÓN DE LOS BOSTEZADORES
Dedicado a Leo Le Gris – Bostezador
Señor
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.
Señor.
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
-Señor-
si no puedes complacernos
entonces
-Señor-
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén.
CUADRITO DE MOVIMIENTO
Estoy en la ventana.
Pequeñito
el paisaje soporta encima
todo el enorme peso de la lejanía.
¡Oh! si dan ganas
de domesticar el paisaje
y amaestrarlo con docilidad
hasta que se le pueda poner un marco
y así
-completamente civilizado-
tenerlo colgado en la biblioteca.
Y entonces
-mientras yo leyera el libro nuevo
sentado en el sillón giratorio-
resultaría sumamente agradable
alzar la vista de improviso
y ver que en el cuadrito llovía-
o hacía sol -o hacía viento-
o empezaban a salir las primeras estrellas.
Tomado de:
https://www.revistaaltazor.cl/luis-vidales-2/
La libertad
Párese el río y cesen sus rumores;
no dé el rosal su rosa conversada;
no hable la bandera sus colores,
quédese la estación estacionada.
Muera el árbol. No se alcen los alcores
y el sabio ruiseñor no diga nada;
la luz no rectifique sus fulgores,
desembárquese el agua ya embarcada.
El sol suspenda su divina serie;
endurézcase el viento, y no lo diga
y el ancho cielo deje la intemperie.
No hable la voz sus altas soledades
¡que la patria dejó de ser amiga
y están sin libertad sus libertades!
Las hojas
El viento vira en los aires
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.
El hueco
Mis versos dicen.
Hueco
único sitio habitable.
Casas.
Casas.
Casas.
Huecos interrumpidos por paredes y puertas.
Huecos divididos en cuadros.
Mi vida
mi vida transeúnte
está llena de las troneras
de las horribles cavernas
que las casas les hacen a los huecos.
Y ya no puedo
borrar en mí la sensación
de los huecos de la ciudad
encerrados en los cajones de los cuartos.
La música
En el rincón
oscuro del café
la orquesta
es un extraño surtidor.
La música se riega
sobre las cabelleras.
Pasa largamente
por la nuca
de los borrachos dormidos.
Recorre las aristas de los cuadros
ambula por las patas
de los asientos
y de las mesas
y gesticulante
y quebrada
va pasando a rachas
por el aire turbio.
En mi plato
sube por el pastel desamparado
y lo recorre
como lo recorrería
una mosca.
Intensamente
da vueltas en un botón
de mi d’orsey.
Luego –desbordada–
se expande en el ambiente.
Entonces todo es más amplio
y como sin orillas …
Por fin
desciende la marea
y quedan
cada vez más lejanas
más lejanas
unas islas de temblor
en el aire.
Teoría de las puertas
Soy alguien dado a investigaciones científicas.
Ultimamente
he descubierto una teoría de equilibrio.
Ante todos los sabios del mundo yo siento mi teoría de
equilibrio.
Cuando una puerta se abre, la puerta equidistante, al
otro
lado del mundo, se cierra irremisiblemente.
Por esto–y todos lo hemos visto de golpe, las puertas se
cierran solas.
El día que todas las puertas se abrieran a una vez, el
mundo
quedaría lleno de huecos y el viento se entraría en
ellos y se
llevaría a la tierra por los espacios ilímites…
Sagrada Biblia
Esta morada al norte tenía una nube mosaica
para que fueras a una tierra que nunca irías a tocar
salvo con la apertura de tus ojos y la amarradura de tus
venas
pero que estaría presente en tu profundo ser de espejo
en que la precaria flor es ya la flor eterna.
Por entre aires lacónicos y campiñas perseguidas
la Babel se sostenía en los “espectáculos para hoy”
pero su rascacielos ya no es sino un trazo de lápiz
una cicatriz sobre el papel de esta poesía de papel.
Pero allí donde se forjan los inenarrables hervideros
las grandes putrefacciones para una hierba de luz
o el sucio sueño de la placenta para la limpieza del
hijo.
Allí donde cantan su melancólica canción de cañerías
las alcantarillas de las grandes ciudades
como la voz auténtica de la historia del hombre
vista por el lado de su inedición desconsiderada.
Pueden reventar poderosas crisálidas
capullos de monjiles universos
entre larvas documentales y altos cielos impunes
para toda clase de racionadas mariposas.
Puesto que hay una aurora de aceptables circunstancias
una divina aurora de conveniente tarifa
que está haciendo la gloria de esta torre en cenizas
y el solemne edificio del avión ha edificado su casa.
Eh amigos de los cuatro puntos cardinales
mirad en el cohete interplanetario la torre de Babel
otra vez
[levantada.
Y la vaca de la creación muge sobre los abismos.
Aquí, la casa vacía
A las 2 de la tarde se le ha perdido el número en la
lluvia
y entre los árboles la casa tiene el martes carcomido
una voz que pretende haber llegado de quién sabe qué
planeta
se reduce hasta ser un vientecillo convencido de que es
hoja
desde el fondo del ser no muy adentro hay un bramido
que insiste en echarle cal de otros días a la casa
nada es posible nada
cuando la rueda del tiempo ya no muele
y su inmenso caballo relincha a la orilla del río
un salto a las 2 y media y otra vez la claridad
haciéndonos creer que es distinta a la de hace millones
de años
todo parece haber cambiado pero detrás de esta casa
en medio de las cosas insistentes
día y noche desde el principio del mundo de los vivos
el pino espera al ahorcado.
El absorto
Embebido en el diario, tatuado de letras,
una leve caída de otoño
al vuelo de las páginas.
Comprendía la última noticia entre los árboles
en la voz del labriego el paisaje
en el trigal el alfabeto de los campos.
El absorto. Leía
la llamada sideral en la ola,
en el río los pequeños ayeres
y en la entrepiel del rostro
el color de Judas tiñendo conciencias.
Definitivamente, el absorto.
La piedra no dejada de musitar
su estelar procedencia.
Tomado de:
https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/22-antologia-LuisVidales.pdf
Teoría de los objetos
Plática
en el Café
Como veis esto es un taco y esto una bola de billar. Dos
cosas distintas –¿verdad? –. Pues bien. Os digo que son iguales. La bola de
billar es un taco estancado y el taco es una bola que ha hallado continuidad.
Si por hipótesis dais ductilidad a la bola de billar y la estiráis, la
estiráis, notaréis sorprendidos que la bola era un taco. Y si hacéis lo mismo
con el taco –en sentido contrario– veréis cómo el taco era una bola de billar.
Todos los objetos están en potencia con respecto a su forma contraria.
Cuando yo voy por la calle vigilo siempre mi bastón
porque me da miedo que de golpe pierda su continuidad y se vuelva una bola.
Pero sobre todo tened presente esto –de donde se deriva
lo que habéis oído. La línea es una circunferencia desinflada. Y la
circunferencia es una recta que ha echado panza.
Entierro
Lluvia
sobre los grandes cajones de las casas.
Lluvia. Lluvia.
Y a lo lejos
el conglomerado de paraguas
mancha en el aire
su pueblucho japonés.
A éste lo van a enterrar.
Las campanas se le querían caer encima
como sombreros ingleses.
Yo veo el dorso del acontecimiento.
Las levitas
cabeceantes
hacen unos pajarracos
que persiguen al muerto.
Las coronas
–neumáticos de carnaval–
van colgadas del carro
como repuestos
por si se le dañan las ruedas.
Pero cuando se vayan las flores
quedarán los aros de las coronas
y esta noche
el muerto se pondrá el aro de una corona
–salvavidas–
y se botará al charco que hay que pasar
para ir al cielo.
Ya no llueve.
Desapareció el que estaba estrenando
cadáver.
Se fueron los de levita.
Nota.
No quedó ninguna mancha en el aire.
A Luis Tejada, elegía humorística
No hay nada qué decirte.
Jamás quería decirte nada.
Pero aquí –en el periódico–
me obligan a escribirte.
Estoy en el escritorio tuyo
en el rincón tuyo
aquí –en el periódico–.
Y desde aquí te lanzo mi interrogación.
Así
?
Qué serpentina es la interrogación!
Pero bueno –qué–
¿se baila bien en el espacio?
¡Los pies deben hacerlo deliciosamente!
Y dime:
¿no has visto por allá
las cometas que se me perdieron
cuando yo era niño?
Mándamelas
que yo las amo todavía.
Quisiera –en cambio–
conseguir que no subiera hasta ti
el ruido del mundo
cuando estás dormido.
¿Suena mucho el mundo
oído desde arriba?
Óyeme.
Llévame
llévame contigo.
Esta vida es mala.
Y se confabulan contra uno.
Por ejemplo –de noche
–cuando estoy dormido–
mi sombra se me va
no se sabe para dónde
y los pantalones –sonámbulos–
salen en el silencio de la noche
andando
andando.
Y mi saco
–guillotinado en el ropero–
está desmadejado
y sus bolsillos
¡oh sus bolsillos!
¡Me sacan la lengua sus bolsillos!
Y hasta la misma cama
es un vehículo
que me lleva a regiones desconocidas.
Llévame
llévame contigo.
Oye lo que te voy a decir.
Pero acércate más.
Que nadie escuche lo que te voy a decir.
Es muy triste.
Mira.
Tomado de:
https://www.revistapalimpsesto.com/luis-vidales-suenan-timbres/

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