viernes, 20 de junio de 2025

POEMAS DE RENATO LEDUC SIEMPRE VIGENTE


Burguesa

 

Estoy muerto de risa porque tú me has dejado...

y es que mucho se aprende después de haber paseado

del brazo y por la calle con el proletariado.

No creí que favor tan ruin se me negase…

 

¡Acostarte conmigo...! Pero está bien.

No le hace.

Es que tienes muy poco espíritu de clase.

Yo practico el amor por los viejos resquicios...

Burguesa mojigata trufada de prejuicios...

¿Solicitar tu mano...? No conozco esos vicios...

 

 

Tiempos de Pancho Villa y de la guerra de mentadas y tiros en la sierra tiempos de fe no en dios sino en la tierra

 

 

 

Por el cerro de la Pila

fueron entrando a Torreón

mi general Pancho Villa

y atrás la revolución...

¡Ay jijos...! ya se nos hizo

cuánto diablo bigotón...

 

Ya viene Toribio Ortega

subiendo y bajando cerros

y no te enredes ni engañes

que ahí anda Pablito Seañez

haciendo ladrar los perros.

 

¡Cuánto usurero barbón...!

¡Ay jijos... cómo les vuela

de la levita el faldón...!

¡Ay jijos... ya se nos hizo:

triunfó la revolución...!

 

Tenemos camino andado...

No hay que juntarse con rotos

siempre te juegan traición

ya Madero está vengado

ya murió la usurpación.

 

En su caballo retinto

llegó Emiliano Zapata

bonita su silla charra

y sus botones de plata

pero mucho más bonito

su famoso Plan de Ayala...

 

Este gallo es de navaja

y no es gallo de espolón

si quieres tierra trabaja

trabaja no seas huevón...

 

Ya llegó don Venustiano

con sus anteojos oscuros

y Villa y Zapata gritan:

No sé que tengo en los ojos...

porque ya en Pablo González

se vislumbra la traición

¡Ay reata no te revientes

que es el último jalón...!

 

Ya se están muriendo todos

¡Jesús qué desilusión...!

se está volviendo gobierno

¡Ay dios…! La revolución

 

 

Los buzos diamantistas

 

Una nítida noche, en que la pedrería

sideral deslumbraba,

los buzos-diamantistas, en santa cofradía,

descendimos al mar...

 

Puede ser —nos dijimos—puede ser

que la luz de Saturno, diluyéndose, forme

algún extravagante sulfato, alguna gema

nunca vista jamás...

 

Puede ser, nos dijimos ...

 

 

 

II

 

Lunarios opalinos. Academias

rutilantes de nácar y coral,

donde monstruos socráticos decían

que sólo siendo feo se puede ser genial...

 

Dialéctica suscinta de un sabio calamar:

 

Seamos impasibles, sublimes y profundos

como el fondo del mar,

Si no por altivez, por desencanto

imitemos el gesto del océano

monótono y salobre...

 

Es lo mismo que un astro se derrumbe,

o que muera un gusano.

Seamos impasibles como el fondo del mar

 

 

 

III

 

Y después —Oh, adverbio ineludible—

Una joven medusa iridiscente

embrujó nuestros sueños...

¿Qué doncella mortal puede tener

su encanto deleznable, y sus pupilas

que fosforecen vírgenes de llanto?...

 

Una vez nada más, entre dos aguas,

contemplamos su grácil navegar.

Como el rey Apolonio, ahora decimos:

Yo tuve un nombre,

un bello nombre que perdí en el mar.

 

 

 

IV

 

En un cielo violáceo, bosteza Lucifer.

El ponto está cantando su gran canción azul.

Los buzos-diamantistas, en santa cofradía,

volvemos a la tierra, a vivir otra vez.

Traemos del abismo la pesadumbre ignota

de lo que pudo ser...

 

 

El mar

 

Inmensidad azul. Inmensidad

patria del tiburón y el calamar;

por el temblor rumbero de tus ondas

vienes a ser el precursor del jazz...

 

Síntesis colosal

de mariscos, espumas "and steamers"

Profundo aquel filósofo que dijo:

 

"Cuánta agua tiene el mar"...

 

¿Fue Vasconcelos?

¿Fue Bergson?

¿Fue Kant? . . .

 

 

Inútil divagación sobre el retorno

 

 

Más adoradas cuanto más nos hieren

van rodando las horas,

van rodando las horas porque quieren.

 

Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted,

su perfume, su acento,

una lágrima suya que mitigó mi sed.

 

El oro del presente cambié por el de ayer

la espuma… el humo… el viento...

Angustia de las cosas que son para no ser.

 

Vivo de una sonrisa que usted no supo cuándo

me donó: Vivo de su presencia

que ya se va borrando.

 

Ahora tiendo los brazos al invisible azar;

ahora buscan mis ojos con áspera vehemencia

un prófugo contorno que nunca he de alcanzar.

 

Su perfume, su acento,

una lágrima suya que mitigó mi sed.

¡Oh, si el humo fincara, si retornara el viento,

si usted, una vez más, volviera a ser usted!

 

(Algunos poemas deliberadamente románticos

y un prólogo en cierto modo innecesario)

 

 

Pequeña canción del optimista

 

 

 

Llovía desesperada el agua turbia del cielo,

desesperada llovía, poniendo un áspero velo

entre te quiero y me quieres, entre tu anhelo

y mi anhelo.

 

Amor que disuelve el agua en una simple inmersión;

amor que se desgañifa invocando a la razón;

amor que piensa en mañana, no es amor de corazón.

 

Tal vez la quise mucho, pero tal vez la quiero.

Esta frase te ofrezco, cuyo único pero

es que la dijo antes un autor extranjero.

 

Ay de mí, ay de ti. De tus desdenes en vista,

yo fe ofrezco mi cabeza como el señor Juan Bautista.

No hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista

 

La penuria de mis penas, el dolor de mis dolores.

Puedo ofrecerte inclusive duelos de todos colores,

y aún cosas inusitadas, por ejemplo, sinsabores.

 

Un amor se pierde ahora, otro amor ahora se gana;

la mañana será noche y la noche será mañana,

y se abrirá en el silencio —breve y única ventana—

como voz de la esperanza, la verde voz de una rana:

Quien gana en amor se pierde, en amor quien pierde,

Gana

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/187-085-renato-leduc?showall=1

 

 

Aquí se habla del tiempo perdido que como dice el dicho, los santos lloran

 

Sabia virtud de conocer el tiempo;

a tiempo amar y desatarse a tiempo;

como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...

que de amor y dolor alivia el tiempo.

 

Aquel amor a quien amé a destiempo

martirizóme tanto y tanto tiempo

que no sentí jamás correr el tiempo,

tan acremente como en ese tiempo.

 

Amar queriendo como en otro tiempo

-ignoraba yo aún que el tiempo es oro-

cuánto tiempo perdí -ay- cuánto tiempo.

 

Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,

amor de aquellos tiempos, cómo añoro

la dicha inicua de perder el tiempo...

 

De "Breve glosa al Libro de buen amor" 1939

 

 

Aquí se transcribe la copla que mis oídos oyeron

 

Acre sabor de las tardes

en que fuimos

bizarramente cobardes.

Primer amor... ¿la quisimos?...

Tiempo de ensueños opimos

y de alardes.

 

Tiempo de aplicar el llanto

como lubricante, así

como el aceite del ajonjolí

a las muchachas pálidas de espanto,

al patriotismo, al arte, al desencanto

exacerbados hasta el frenesí.

 

Cansancio de haber nacido

cuando ya todo está hecho,

dicho, mirado y oído;

la semilla en el barbecho

y el sentimiento raído

que lleva el hombre en el pecho.

 

Cansancio de todas esas

cosas:

de las lunas, los azules y las rosas

y de las blondas cabezas.

Hondo anhelo de asperezas

ominosas.

 

Cansancio de haber nacido

en este

gran siglo empequeñecido,

sin pasión torva o celeste.

Cueste, oh Dios, lo que cueste

mártir mejor, o bandido.

 

Vivir con la vista fija

en algo

que fijeza rauda exija:

la locura de un hidalgo,

la reputación de una hija

o la carrera de un galgo.

 

Vivir consagrado a una

gran pasión;

no caer en tentación,

pintar de verde la luna,

desbancar a la fortuna

o querer sin corazón.

 

Quisiera yo que siquiera

al final

el arduo camino fuera

para bien o para mal,

árbol no de ciencia artera,

sí, pecado original.

 

De "Breve glosa al Libro de buen amor" 1939

 

 

Dedicatoria

 

Cada día más, del mundo exorbitado,

en solitario claustro pulo el verso

que he de ofrecerte.

Eludo la estridente paradoja

y la luz inhumana de los cohetes

-digo- tropos que pueden ofenderte.

 

Que tus tersas pestañas no se abajen

a luz ninguna;

que si lágrimas viertes, las recoja.

pañuelo gris, el paño de la bruma.

 

Cada día más, del mundo exorbitado,

te doy mi vida en cada verso mío.

Al verte dije: Paréceme ya tiempo

de ser romántico...

Y a la sazón callaron las alondras

del huerto consabido,

y en el sucio corral de mi convento

un gallo ilustre profirió su grito.

 

Calzo la espuela y me armo caballero

deliberadamente;

porque pie a tierra he pretendido en vano

usufructuar el predio

que va desde tus pies hasta tu frente.

 

Naciste en la planicie donde una

nube plateada te sirvió de cuna,

¿qué tienes tú que ver con pedrerías

y figuras retóricas?

 

Beata virtud: permíteme que aluda

al nácar de tu carne.

¿Qué tienes tú que ver con pedrerías?

Beata virtud,

mejor vestida cuanto más desnuda...

 

De "Algunos poemas deliberadamente románticos

y un prólogo en cierto modo innecesario" 1933

 

 

Égloga IV

 

Muchacha: Ya sonó el despertador.

Parece

que amanece.

Tu marido no tardará en llegar

y si me encuentra...

 

Ya -terrones de azúcar- las estrellas

disuélvense en la leche matinal;

ya renace la vida pueblerina;

ya los gallos comienzan a cantar...

 

Oigo mugir un buey en la barranca.

 

Muchacha, tu marido

no tardará en llegar...

 

De "El aula" 1929

 

 

Estrofas en torno de un amor menguante

 

Luna impoluta que miré de niño

rodar entre el verdor de la arboleda;

verso primero escrito sin aliño

amor primero del que nada queda.

 

Sueños de gloria y esperanza incierta,

viajes absurdos de la fantasía

y penetrar al cielo por la puerta

estrecha del dolor, sin alegría.

 

Confín violáceo del venusto monte,

fogata temblorosa que agoniza,

neblina que confiere al horizonte,

grises de perla o grises de ceniza.

 

Turbia serenidad que otrora tuve,

perdida ya para fortuna mía.

Desgarradora condición de nube

ardida al rojo blanco, pero fría.

 

Marino afán de corregir el rumbo

que Dios imprime a la perdida barca,

y quedar a merced de viento y tumbo

sobre la inmensa superficie zarca.

 

Cándida confesión que no hice nunca,

amor buscado y nunca conseguido,

poema nunca escrito, vida trunca,

vuelo en el acto de arrancar, fallido.

 

Discreta como usted, como usted blonda,

la media luz de los atardeceres.

Menguante amor prendido de la honda

noche con diamantinos almeres.

 

Todo el candor que nos quitó la vida,

toda la fuerza que nos dio el dolor,

todo es ahora luz desvanecida,

tibieza, soledad, último amor...

 

De "Algunos poemas deliberadamente románticos

y un prólogo en cierto modo innecesario" 1933

 

 

Ineludible poema del adiós

 

Sólo un occiduo sol que disemina

en tintas jaldes la silueta tuya,

extraviada en los riesgos de una esquina,

sin quien a mi fervor la restituya.

 

Blanco pañuelo

que tremolaste con enhiesto brazo,

signo será de adiós y desconsuelo

cuando se vuelva a presentar el caso.

 

Rueda la noche y en la noche el tren,

el uno y la otra por distinta vía;

alguien habrá que en el desierto andén

consigne fardos de melancolía.

 

Diáfano cielo

con un errante corazón de plata;

cuántas muchachas llorarán en celo.

Oh, gemebundo amor de gato y gata.

 

El agrio viento que en Paris y en otros

turbios países torna la veleta,

por falta de veleta entre nosotros

a transportar suspiros se concreta.

 

Luces, fugaces luces

de una casa perdida en la llanura;

cuántas doncellas beberán de bruces

sueños, que el sol amargo desfigura.

 

Viento del mar que con hinchado aliento

al viento avienta iridiscente espuma;

al cruzar tu recuerdo amarillento,

olor de viaje y de marisco exhuma.

 

Estos gajos lunáticos de luna

saben a menta;

cuántas muchachas llorarán a una

dicha, perdida por error de imprenta.

 

Brumoso viento que nos cuenta el cuento

del viejo Valdemar

y sus hijas, que en modo truculento

sucumbieron, cansadas de esperar.

 

A viajero veloz, senda florida.

Oh, muchachas de amable contextura,

hay que decir adiós porque la vida

es menos dura cuanto menos dura.

 

Estrella, estrella

que contemplas cien mundos a la vez,

¿dónde está, di, la postrimer doncella?

dónde está, pues...

 

De "Algunos poemas deliberadamente románticos

y un prólogo en cierto modo innecesario" 1933

Tomado de:

http://amediavoz.com/leduc.htm

 

 

Coplillas de este mundo y del otro

 

A Carlos Monsiváis

Como perros que ladran en la noche

Sin qué? ni para qué

Lanzo inútil aullido cual reproche

Porque perdí la fe

 

Un creo tuve Y resultó falsario

Tuve una patria ostentosa y pobre

Un hogar tuve tan poco hospitalario

Que en vez de plata resultó de cobre

Dios y el diablo me dieron sus consejos

Que nunca aproveché

Obvias admoniciones pa’ pendejos

Y lugares como que ya sé!

Nunca las arañas mean

Porque se chorrean las patas

Los muertos no se menean

Por no espantar a las ratas

Cantaba un cantor jarocho

— le oí con estas orejas—

Cantaba el cantor jarocho

Su canción tras de las rejas

“El cabrón siempre es cabrón

El chivo hasta cierto punto

El borrego es agachón

Y ahí no quedó el asunto

Después el cantor jarocho

Agregó este contrapunto:

“Yo soy más chulo que un ocho

y el pobre lo es todo junto”

¿Justicia! Ley de Caifás!

Dulce el jarabe de pico

Joder al jodido más

Y al rico hacerlo más rico

Una mujer me destrozó la vida

Y me tornó en servicial esclavo

Otra mujer me restañó la herida

Un clavo — hasta en amor— saca otro clavo

Una mañana llegará la muerte

A mi casa paupérrima y sombría

Chinga a tu madre Me complace verte

Yo le diré con fina cortesía

La tomaré del brazo y partiré con ella

Como si fuese la mujer amada

a una lejana muy lejana estrella

sorda, invisible Y donde no haya nada

 

 

De la Virginidad de Meche

La vaca no daba leche

y por eso le corté

O más bien la pobre Meche

Fue la que un día se me fue

Aquella niña adorada

Que cantaba su pureza

Fue carne contaminada

De los pies a la cabeza

“No comprendo”, repetía el ingeniero Polanco

Esa estúpida teoría

De la limpieza del blanco

Véanse la leche, las heces

Del rico neutle y el atuendo nupcial:

Están más sucias a veces

que la hoja de un tamal

La pobre Meche se ha ido

y así su exvirginidad

pues — se dice— la ha perdido

desde su más tierna edad

No la gocé, lo confieso

— mi orgullo un tanto vejado pues se requiere para eso el derecho de apartado

Yo ya no busco jamás

ni virgos propios ni ajenos

aguadas me gustan más

 

Porque me lastiman menos

Tomado de:

https://fredalvarez.blogspot.com/2017/05/dos-poemas-de-renato-leduc-retrospectiva.html

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