Burguesa
Estoy muerto de risa porque tú me has dejado...
y es que mucho se aprende después de haber paseado
del brazo y por la calle con el proletariado.
No creí que favor tan ruin se me negase…
¡Acostarte conmigo...! Pero está bien.
No le hace.
Es que tienes muy poco espíritu de clase.
Yo practico el amor por los viejos resquicios...
Burguesa mojigata trufada de prejuicios...
¿Solicitar tu mano...? No conozco esos vicios...
Tiempos de Pancho Villa y de la guerra de mentadas y tiros en la sierra tiempos de fe no en dios sino en la tierra
Por el cerro de la Pila
fueron entrando a Torreón
mi general Pancho Villa
y atrás la revolución...
¡Ay jijos...! ya se nos hizo
cuánto diablo bigotón...
Ya viene Toribio Ortega
subiendo y bajando cerros
y no te enredes ni engañes
que ahí anda Pablito Seañez
haciendo ladrar los perros.
¡Cuánto usurero barbón...!
¡Ay jijos... cómo les vuela
de la levita el faldón...!
¡Ay jijos... ya se nos hizo:
triunfó la revolución...!
Tenemos camino andado...
No hay que juntarse con rotos
siempre te juegan traición
ya Madero está vengado
ya murió la usurpación.
En su caballo retinto
llegó Emiliano Zapata
bonita su silla charra
y sus botones de plata
pero mucho más bonito
su famoso Plan de Ayala...
Este gallo es de navaja
y no es gallo de espolón
si quieres tierra trabaja
trabaja no seas huevón...
Ya llegó don Venustiano
con sus anteojos oscuros
y Villa y Zapata gritan:
No sé que tengo en los ojos...
porque ya en Pablo González
se vislumbra la traición
¡Ay reata no te revientes
que es el último jalón...!
Ya se están muriendo todos
¡Jesús qué desilusión...!
se está volviendo gobierno
¡Ay dios…! La revolución
Los buzos diamantistas
Una nítida noche, en que la pedrería
sideral deslumbraba,
los buzos-diamantistas, en santa cofradía,
descendimos al mar...
Puede ser —nos dijimos—puede ser
que la luz de Saturno, diluyéndose, forme
algún extravagante sulfato, alguna gema
nunca vista jamás...
Puede ser, nos dijimos ...
II
Lunarios opalinos. Academias
rutilantes de nácar y coral,
donde monstruos socráticos decían
que sólo siendo feo se puede ser genial...
Dialéctica suscinta de un sabio calamar:
Seamos impasibles, sublimes y profundos
como el fondo del mar,
Si no por altivez, por desencanto
imitemos el gesto del océano
monótono y salobre...
Es lo mismo que un astro se derrumbe,
o que muera un gusano.
Seamos impasibles como el fondo del mar
III
Y después —Oh, adverbio ineludible—
Una joven medusa iridiscente
embrujó nuestros sueños...
¿Qué doncella mortal puede tener
su encanto deleznable, y sus pupilas
que fosforecen vírgenes de llanto?...
Una vez nada más, entre dos aguas,
contemplamos su grácil navegar.
Como el rey Apolonio, ahora decimos:
Yo tuve un nombre,
un bello nombre que perdí en el mar.
IV
En un cielo violáceo, bosteza Lucifer.
El ponto está cantando su gran canción azul.
Los buzos-diamantistas, en santa cofradía,
volvemos a la tierra, a vivir otra vez.
Traemos del abismo la pesadumbre ignota
de lo que pudo ser...
El mar
Inmensidad azul. Inmensidad
patria del tiburón y el calamar;
por el temblor rumbero de tus ondas
vienes a ser el precursor del jazz...
Síntesis colosal
de mariscos, espumas "and steamers"
Profundo aquel filósofo que dijo:
"Cuánta agua tiene el mar"...
¿Fue Vasconcelos?
¿Fue Bergson?
¿Fue Kant? . . .
Inútil divagación sobre el retorno
Más adoradas cuanto más nos hieren
van rodando las horas,
van rodando las horas porque quieren.
Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted,
su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.
El oro del presente cambié por el de ayer
la espuma… el humo… el viento...
Angustia de las cosas que son para no ser.
Vivo de una sonrisa que usted no supo cuándo
me donó: Vivo de su presencia
que ya se va borrando.
Ahora tiendo los brazos al invisible azar;
ahora buscan mis ojos con áspera vehemencia
un prófugo contorno que nunca he de alcanzar.
Su perfume, su acento,
una lágrima suya que mitigó mi sed.
¡Oh, si el humo fincara, si retornara el viento,
si usted, una vez más, volviera a ser usted!
(Algunos poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en cierto modo innecesario)
Pequeña canción del optimista
Llovía desesperada el agua turbia del cielo,
desesperada llovía, poniendo un áspero velo
entre te quiero y me quieres, entre tu anhelo
y mi anhelo.
Amor que disuelve el agua en una simple inmersión;
amor que se desgañifa invocando a la razón;
amor que piensa en mañana, no es amor de corazón.
Tal vez la quise mucho, pero tal vez la quiero.
Esta frase te ofrezco, cuyo único pero
es que la dijo antes un autor extranjero.
Ay de mí, ay de ti. De tus desdenes en vista,
yo fe ofrezco mi cabeza como el señor Juan Bautista.
No hay mal que dure cien años ni enfermo que lo resista
La penuria de mis penas, el dolor de mis dolores.
Puedo ofrecerte inclusive duelos de todos colores,
y aún cosas inusitadas, por ejemplo, sinsabores.
Un amor se pierde ahora, otro amor ahora se gana;
la mañana será noche y la noche será mañana,
y se abrirá en el silencio —breve y única ventana—
como voz de la esperanza, la verde voz de una rana:
Quien gana en amor se pierde, en amor quien pierde,
Gana
Tomado de:
Aquí se habla del tiempo perdido que como dice el dicho, los santos lloran
Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...
que de amor y dolor alivia el tiempo.
Aquel amor a quien amé a destiempo
martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo,
tan acremente como en ese tiempo.
Amar queriendo como en otro tiempo
-ignoraba yo aún que el tiempo es oro-
cuánto tiempo perdí -ay- cuánto tiempo.
Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,
amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo...
De "Breve glosa
al Libro de buen amor" 1939
Aquí se transcribe la copla que mis oídos oyeron
Acre sabor de las tardes
en que fuimos
bizarramente cobardes.
Primer amor... ¿la quisimos?...
Tiempo de ensueños opimos
y de alardes.
Tiempo de aplicar el llanto
como lubricante, así
como el aceite del ajonjolí
a las muchachas pálidas de espanto,
al patriotismo, al arte, al desencanto
exacerbados hasta el frenesí.
Cansancio de haber nacido
cuando ya todo está hecho,
dicho, mirado y oído;
la semilla en el barbecho
y el sentimiento raído
que lleva el hombre en el pecho.
Cansancio de todas esas
cosas:
de las lunas, los azules y las rosas
y de las blondas cabezas.
Hondo anhelo de asperezas
ominosas.
Cansancio de haber nacido
en este
gran siglo empequeñecido,
sin pasión torva o celeste.
Cueste, oh Dios, lo que cueste
mártir mejor, o bandido.
Vivir con la vista fija
en algo
que fijeza rauda exija:
la locura de un hidalgo,
la reputación de una hija
o la carrera de un galgo.
Vivir consagrado a una
gran pasión;
no caer en tentación,
pintar de verde la luna,
desbancar a la fortuna
o querer sin corazón.
Quisiera yo que siquiera
al final
el arduo camino fuera
para bien o para mal,
árbol no de ciencia artera,
sí, pecado original.
De "Breve glosa
al Libro de buen amor" 1939
Dedicatoria
Cada día más, del mundo exorbitado,
en solitario claustro pulo el verso
que he de ofrecerte.
Eludo la estridente paradoja
y la luz inhumana de los cohetes
-digo- tropos que pueden ofenderte.
Que tus tersas pestañas no se abajen
a luz ninguna;
que si lágrimas viertes, las recoja.
pañuelo gris, el paño de la bruma.
Cada día más, del mundo exorbitado,
te doy mi vida en cada verso mío.
Al verte dije: Paréceme ya tiempo
de ser romántico...
Y a la sazón callaron las alondras
del huerto consabido,
y en el sucio corral de mi convento
un gallo ilustre profirió su grito.
Calzo la espuela y me armo caballero
deliberadamente;
porque pie a tierra he pretendido en vano
usufructuar el predio
que va desde tus pies hasta tu frente.
Naciste en la planicie donde una
nube plateada te sirvió de cuna,
¿qué tienes tú que ver con pedrerías
y figuras retóricas?
Beata virtud: permíteme que aluda
al nácar de tu carne.
¿Qué tienes tú que ver con pedrerías?
Beata virtud,
mejor vestida cuanto más desnuda...
De "Algunos
poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en
cierto modo innecesario" 1933
Égloga IV
Muchacha: Ya sonó el despertador.
Parece
que amanece.
Tu marido no tardará en llegar
y si me encuentra...
Ya -terrones de azúcar- las estrellas
disuélvense en la leche matinal;
ya renace la vida pueblerina;
ya los gallos comienzan a cantar...
Oigo mugir un buey en la barranca.
Muchacha, tu marido
no tardará en llegar...
De "El
aula" 1929
Estrofas en torno de un amor menguante
Luna impoluta que miré de niño
rodar entre el verdor de la arboleda;
verso primero escrito sin aliño
amor primero del que nada queda.
Sueños de gloria y esperanza incierta,
viajes absurdos de la fantasía
y penetrar al cielo por la puerta
estrecha del dolor, sin alegría.
Confín violáceo del venusto monte,
fogata temblorosa que agoniza,
neblina que confiere al horizonte,
grises de perla o grises de ceniza.
Turbia serenidad que otrora tuve,
perdida ya para fortuna mía.
Desgarradora condición de nube
ardida al rojo blanco, pero fría.
Marino afán de corregir el rumbo
que Dios imprime a la perdida barca,
y quedar a merced de viento y tumbo
sobre la inmensa superficie zarca.
Cándida confesión que no hice nunca,
amor buscado y nunca conseguido,
poema nunca escrito, vida trunca,
vuelo en el acto de arrancar, fallido.
Discreta como usted, como usted blonda,
la media luz de los atardeceres.
Menguante amor prendido de la honda
noche con diamantinos almeres.
Todo el candor que nos quitó la vida,
toda la fuerza que nos dio el dolor,
todo es ahora luz desvanecida,
tibieza, soledad, último amor...
De "Algunos
poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en
cierto modo innecesario" 1933
Ineludible poema del adiós
Sólo un occiduo sol que disemina
en tintas jaldes la silueta tuya,
extraviada en los riesgos de una esquina,
sin quien a mi fervor la restituya.
Blanco pañuelo
que tremolaste con enhiesto brazo,
signo será de adiós y desconsuelo
cuando se vuelva a presentar el caso.
Rueda la noche y en la noche el tren,
el uno y la otra por distinta vía;
alguien habrá que en el desierto andén
consigne fardos de melancolía.
Diáfano cielo
con un errante corazón de plata;
cuántas muchachas llorarán en celo.
Oh, gemebundo amor de gato y gata.
El agrio viento que en Paris y en otros
turbios países torna la veleta,
por falta de veleta entre nosotros
a transportar suspiros se concreta.
Luces, fugaces luces
de una casa perdida en la llanura;
cuántas doncellas beberán de bruces
sueños, que el sol amargo desfigura.
Viento del mar que con hinchado aliento
al viento avienta iridiscente espuma;
al cruzar tu recuerdo amarillento,
olor de viaje y de marisco exhuma.
Estos gajos lunáticos de luna
saben a menta;
cuántas muchachas llorarán a una
dicha, perdida por error de imprenta.
Brumoso viento que nos cuenta el cuento
del viejo Valdemar
y sus hijas, que en modo truculento
sucumbieron, cansadas de esperar.
A viajero veloz, senda florida.
Oh, muchachas de amable contextura,
hay que decir adiós porque la vida
es menos dura cuanto menos dura.
Estrella, estrella
que contemplas cien mundos a la vez,
¿dónde está, di, la postrimer doncella?
dónde está, pues...
De "Algunos
poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en
cierto modo innecesario" 1933
Tomado de:
http://amediavoz.com/leduc.htm
Coplillas de este mundo y del otro
A
Carlos Monsiváis
Como perros que ladran en la noche
Sin qué? ni para qué
Lanzo inútil aullido cual reproche
Porque perdí la fe
Un creo tuve Y resultó falsario
Tuve una patria ostentosa y pobre
Un hogar tuve tan poco hospitalario
Que en vez de plata resultó de cobre
Dios y el diablo me dieron sus consejos
Que nunca aproveché
Obvias admoniciones pa’ pendejos
Y lugares como que ya sé!
Nunca las arañas mean
Porque se chorrean las patas
Los muertos no se menean
Por no espantar a las ratas
Cantaba un cantor jarocho
— le oí con estas orejas—
Cantaba el cantor jarocho
Su canción tras de las rejas
“El cabrón siempre es cabrón
El chivo hasta cierto punto
El borrego es agachón
Y ahí no quedó el asunto
Después el cantor jarocho
Agregó este contrapunto:
“Yo soy más chulo que un ocho
y el pobre lo es todo junto”
¿Justicia! Ley de Caifás!
Dulce el jarabe de pico
Joder al jodido más
Y al rico hacerlo más rico
Una mujer me destrozó la vida
Y me tornó en servicial esclavo
Otra mujer me restañó la herida
Un clavo — hasta en amor— saca otro clavo
Una mañana llegará la muerte
A mi casa paupérrima y sombría
Chinga a tu madre Me complace verte
Yo le diré con fina cortesía
La tomaré del brazo y partiré con ella
Como si fuese la mujer amada
a una lejana muy lejana estrella
sorda, invisible Y donde no haya nada
De la Virginidad de Meche
La vaca no daba leche
y por eso le corté
O más bien la pobre Meche
Fue la que un día se me fue
Aquella niña adorada
Que cantaba su pureza
Fue carne contaminada
De los pies a la cabeza
“No comprendo”, repetía el ingeniero Polanco
Esa estúpida teoría
De la limpieza del blanco
Véanse la leche, las heces
Del rico neutle y el atuendo nupcial:
Están más sucias a veces
que la hoja de un tamal
La pobre Meche se ha ido
y así su exvirginidad
pues — se dice— la ha perdido
desde su más tierna edad
No la gocé, lo confieso
— mi orgullo un tanto vejado pues se requiere para eso el
derecho de apartado
Yo ya no busco jamás
ni virgos propios ni ajenos
aguadas me gustan más
Porque me lastiman menos
Tomado de:
https://fredalvarez.blogspot.com/2017/05/dos-poemas-de-renato-leduc-retrospectiva.html

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