lunes, 30 de junio de 2025

POEMAS DE CHARLES SIMIC PARA ESTOS OSCUROS TIEMPOS

 

La Gran Guerra

 

 

Jugábamos a la guerra durante la guerra,

Margaret. Había mucha demanda de soldados de juguete,

aquellos hechos de arcilla.

Los de plomo los habían convertido en balas, supongo.

 

¡Nunca se vio algo tan bello

como aquellos regimientos de arcilla! Solía tirarme al suelo

por horas mirándolos a los ojos.

Recuerdo que me miraban a su vez maravillados.

 

Cuán extraño deben haberme sentido

parados tiesos en atención

ante una enorme e incomprensible criatura

con un bigote de leche.

 

Con el tiempo se quebraron o yo los quebré a propósito.

Había alambre en el interior de sus piernas,

dentro de sus pechos, ¡pero nada en las cabezas!

Margaret, me aseguré.

 

Nada, ninguna cosa en las cabezas...

Sólo un brazo, de vez en cuando, el brazo de un oficial,

enarbolando un sable en una grieta

del suelo de la cocina de mi abuela sorda.

 

(De "Gods and Devils", 1990)

 

 

 Supervisores Celestiales

 

¿Cuentan mis pasos meticulosamente?

¿Han llegado a una cifra

de muchos ceros separados por puntos?

¿Podría yo haber caminado hasta la estrella más cercana?

Rememoradme, por favor,

uno de mis primeros pasos,

quiero el traje planchado que usaba ese día

quiero que mi madre me coja la mano firmemente.

 

Esa debe ser mi abuela ahí

en el ataúd abierto. Sus manos están agrietadas

de tanto fregar

el suelo por el que caminamos con zapatos negros.

 

Los tres pasitos que di entonces

para que pudiera ser levantado y besarla,

y los tres igualmente pequeños que di para retroceder...

¿Todavía resuenan en magnitudes que retroceden eternamente?

 

¿Podría este perrazo sentado como una esfinge

junto a la gris costa atlántica

todavía oír crujir mis zapatos nuevos

al otro lado del mundo?

 

(De "Gods and Devils", 1990)

(Traducción Oscar E. Aguilera F. © 2001)

Tomado de:

https://web.uchile.cl/archivos/uchile/revistas/autor/simic/seleccion.html

 

 

PAREJA DE VIEJOS

 

Esperan a que los maten,

O los desahucien. Pronto

No tendrán nada para comer.

Mientras tanto, están sentados.

 

Creen que un dolor violento está por llegar.

Empezará en el corazón

Y subirá hasta la boca.

Los llevarán en camillas, aullando.

 

Esta noche vigilan la ventana

Sin dirigirse la palabra.

Ha llovido, y ahora parece

Como si fuera a nevar un poco.

 

Lo veo levantarse para bajar las persianas.

Cuando su ventana se queda a oscuras,

Sé que su mano ha alcanzado la de ella

Justo cuando iba a encender la luz.

 

 

DICIEMBRE

 

Nieva

y los vagabundos todavía

van

cargando con sus pancartas–

 

una proclama

el fin del mundo

la otra

los precios de una barbería local.

 

 

GUERRA

 

El dedo tembloroso de una mujer

Recorre la lista de víctimas

La noche de la primera nevada.

 

La casa está fría y la lista es larga.

 

Todos nuestros nombres están incluidos.

 

 

ENERO

 

Huellas de niños

en la ventana helada

de una pequeña escuela.

 

Un imperio, leí en alguna parte,

se mantiene gracias a

la crueldad de sus prisiones.

 

 

LA QUE DESAPARECIÓ

 

Ahora que hace calor como para sentarse hasta tarde en el porche

alguien se acordó de una vecina,

aunque han pasado más de treinta años

desde que salió a caminar un poco después de la cena

y nunca regresó con su esposo e hijos.

 

Nadie presente podía recordar gran cosa sobre ella,

excepto la manera en que sonreía y se quedaba pensativa

de repente sin contar por qué,

cuando se le preguntaba, como si ya tuviera un secreto

o el corazón roto porque no guardaba ninguno.

 

 

EL AMANTE

 

Cuando yo vivía en una granja, escribía cartas de amor

para los pollos que picoteaban en el patio,

o me sentaba en la letrina escribiendo a una araña

que enmendaba su tela sobre mi cabeza.

Fue cuando mi esposa se largó con el cartero.

Los vecinos se marcharon, también.

Su cerda y sus lechones chillaban

mientras corrían detrás del camión de la mudanza,

como lo hizo aquel espantapájaros que una vez até a un árbol

para que tuviera que escucharme.

 

 

EN EL JARDÍN TRASERO DE ALGUIEN

 

Qué hermosa escena

ver a dos amantes beber vino y besarse,

y a un perro sobre sus patas traseras

mendigando las sobras de la mesa.

 

 

LA VENTISCA

 

Oh, quién estuviera dentro de un buzón

en una esquina de la calle cubierta de nieve

acurrucado a una carta

que envía amor y ardientes besos

para algún tipo afortunado de ahí afuera.

 

La traducción es de Nieves García Prado.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/9-poemas-de-charles-simic/

 

 

El Juguete de Madera

 

1

 

El caballo brillante

Tenía cara de niño

Y cuatro ruedas pequeñas

Bajo sus pies

 

Más una larga cuerda

Para llevarlo de un lado hacia otro

A través del piso,

Si se quisiera.

 

Una cuerda a la espera

Que resbaló

En muchas tretas

En toda y cada prueba.

 

 

 

2

 

Golpea y responderán,

Mamá me dijo.

 

Entonces trepé cuatro pisos de escalera

Y entré sin anunciarme.

 

Y encontré un pequeño juguete de madera

Para llevar

 

En el postrer vacío

Y en el declinar del día

 

Que todavía me estremece

Como si sostuviera la clave de los misterios en mi mano

 

3

 

¿Dónde está el departamento de objetos perdidos

Y la quieta entrada,

La película no revelada

De los pocos momentos claros

De nuestras borrosas vidas?

 

¿Dónde está la gota de sangre

Y el clavito

Que pinchó mi dedo

Mientras me inclinaba para tocar el juguete

 

Y captaba su mirada?

 

 

 

4

 

Luz del atardecer,

 

Hazme un domingo

 

Ve a encontrar sombra

Para mi juguete.

 

Mis más queridos recuerdos son

Huecos de escaleras empinadas

En polvorientos edificios

Sobre callejones sin salida

 

Donde hablo a las paredes

Y a las puertas cerradas

Como si me comprendieran.

 

 

 

5

 

El juguete de madera seguro y bonito,

 

No, más pacífico aún.

 

Como el sonido de los párpados

Abiertos de un villano

 

 

 

Shhh, alguien dijo a mis espaldas.

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/2014/02/05/charles-simic-el-huerfano-del-silencio/

 

 

Charles Simic

 

Charles Simic es una oración.

Una oración tiene un principio y un fin.

 

¿Es una oración simple o compuesta?

Depende del clima,

depende de las estrellas.

 

¿Cuál es el sujeto de la oración?

El sujeto es tu amado Charles Simic.

 

¿Cuántos verbos hay en la oración?

Comer, dormir y coger son algunos de sus verbos.

 

¿Cuál es el objeto de la oración?

El objeto, chiquitos míos,

todavía no ha aparecido.

 

¿Y quién escribe esta torpe oración?

Un chantajista, una chica enamorada

y un solicitante de empleo.

 

¿Terminará con punto o interrogación?

Terminará con una exclamación y una mancha de tinta.

 

 

Cameo

 

Tuve un papel pequeño, sin diálogos,

en una épica sangrienta. Fui uno

de los que huían del bombardeo.

A la distancia, nuestro gran líder

cacareaba como gallo desde un balcón,

¿o sería un gran actor

que simulaba ser nuestro gran líder?

 

Ese soy yo, ahí, le dije a los chiquillos.

Apretujado entre el hombre

que alza las manos vendadas

y la anciana con la boca abierta

como mostrando un diente

que le duele mucho. Rebobiné

la cinta unas cien veces,

pero ellos nunca me reconocieron

en esa enorme muchedumbre gris

igual a tantas muchedumbres grises.

 

Ya váyanse a dormir, les dije finalmente.

Yo sé que estuve ahí. Sólo

tuvieron tiempo de una toma.

Corrimos, los aviones nos rozaron el pelo

y desaparecieron,

dejándonos confusos en la ciudad ardiente.

Pero ya no filmaron eso, por supuesto.

 

 

El infinito

 

El infinito bosteza y sigue bostezando.

¿Tendrá sueño?

¿Acaso extraña a Pitágoras?

¿Las velas en las naves de Colón?

¿Acaso el sonido de la espuma le recuerda a sí mismo?

¿Acaso se sienta a veces a pensar con un vaso de vino?

¿Acaso ojea furtivo los espejos por las noches?

¿Acaso tiene una maleta con recuerdos arrumbada en algún lado?

¿Acaso le gusta acostarse en una hamaca con el susurro dulce del viento en el oído?

¿Acaso entra en iglesias desiertas y prende una sola vela en el altar?

¿Acaso le pareceremos un par de luciérnagas jugando escondidillas en un cementerio?

¿Acaso querrá devorarnos?

 

 

Piedra

 

Meterme en una piedra,

eso quisiera.

Que otra gente se convierta en paloma

o triture con dientes de tigre.

Yo soy feliz siendo una piedra.

 

Desde afuera, la piedra es acertijo:

nadie sabe resolverlo.

Pero adentro se debe estar tranquilo y fresco

aunque una vaca te aplaste con todo su peso,

aunque un niño te aviente a un riachuelo;

la piedra se hunde, lenta, despreocupada,

hasta el fondo del agua

donde los peces tocan a su puerta

y escuchan.

 

He visto salir chispas

cuando se frotan dos piedras,

así que tal vez no esté oscuro allí dentro;

tal vez brilla una luna

de algún lado, como detrás de una colina;

apenas la luz suficiente para ver

los extraños signos, los mapas estelares

en los muros.

Tomado de:

https://revistamarabunta.net/una-mancha-de-tinta-6-poemas-de-charles-simic/

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