jueves, 12 de junio de 2025

POEMAS DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN RECORDANDO SU MUERTE

 

Dentro de una esmeralda

 

Junto al plátano sueltas, en congoja

de doncella insegura, el broche al sayo.

La fuente ríe y en el borde gayo

atisbo el tumbo de la veste floja.

 

Y allá, por cima de tus crenchas, hoja

que de vidrio parece al sol de mayo,

torna verde la luz del vivo rayo

y en una gema colosal te aloja.

 

Recatos en la virgen son escudos,

y echas en tus encantos, por desnudos,

cauto y rico llover de resplandores.

 

Despeñas rizos desatando nudos

y melena sin par cubre primores

y acaricia con puntas pies cual flores.

 

 

A un profeta

 

¡Santa la poesía

que a los parias anuncia el nuevo día

y es tan consoladora!

A tu ensueño de bardo el sol ya sube:

el astro por vecino enciende aurora

y desde abajo del confín colora

de topacio la nube.

 

Mas encorvas el pecho

y abates la cerviz. ¡Nunca derecho

en surco el labrador que siembra el grano!

¡Creyérase que inclinas los tributos

parecido al banano,

que dobla la cabeza con los frutos

y muere por servirlos a la mano!

 

Al ciego y al insano

brindas luz y razón, y al hambre a veces

multiplicas los panes y los peces.

¡Y lloras amargura!

¡E imprecas y te corres!

¡Y elevas los dos brazos en figura

de templo que sublima un par de torres!

 

Y estímulos de pena

fecundan más la vena.

Ondas acuden a la sed que abrasa,

tienen un surtidor en cada herida

y no al flujo de vida

fierezas ponen con injurias tasa:

¡el río bulle y se desborda y pasa!

 

Virtud o vicio el estro

saca del corazón dulce o siniestro

e induce al himno deleitable o torvo.

¡Brisa cambiante que del medio asume

el hálito en el sorbo!

De mecer un jardín toma el perfume

y de rasar un lodacero el morbo.

 

¿Laureles? No de iluso los demandes:

ascensiones comienzan por caídas

para las desmedidas

envergaduras y los pesos grandes.

Así de cresta de tajada loma

el buitre de los Andes

brinca, y por un momento se desploma.

 

Buena la lid si al cabo

en el broquel del bravo

la gloria brilla hirsuta de saetas,

y propicio el volcán del horizonte,

si nevadas y grietas,

para linfas y vetas,

dañan la cumbre y el estribo al monte.

 

Pero no de la ira

traigas a la canción chispa que prenda

en la turba tremenda

furor que acuse de maldad la lira.

¡No al árbol de la senda,

no a la encina sagrada el trueno enrosque

llama que cunda por el viento al bosque!

 

En oscura contienda

la bronca Rebeldía

pugna con la implacable Tiranía.

¡Oh, que tu alma en su prez, hijo de Apolo,

se ostente al mundo cual antorcha pía

y en la batalla de la fe y el dolo,

arda y no queme sino alumbre sólo!

 

 

Los peregrinos

 

Ambos justos recorren la campiña serena

y van por el camino conducente a Emaús.

Encórvanse agobiados por una misma pena:

el desastre del Gólgota, la muerte de Jesús.

 

El soplo de la tarde perfuma y acaricia,

y aquellos transeúntes hablan de la pasión.

Y en cada tosco pecho desnudo de malicia

se ve saltar la túnica, latir el corazón.

 

A los cautos discípulos la fe insegura enoja

y los míseros dudan, como Pedro en el mar.

Ocurre que aun los buenos olvidan de congoja

que la virtud estriba en creer y esperar.

 

Cadena de montículos, cuadros de sembradura

y sangrando en la hierba la lis y el ababol,

y entre filas de sauces de pródiga verdura,

la vía que serpea, encharcada de sol.

 

La pareja trasuda, compungida y huraña,

en la impúdica gloria de tan pérfido abril,

y el susurro que suena en las hojas amaña

siseos cual de turba profanadora y vil.

 

Los pobres compañeros se rinden al quebranto

y de súbito miran a su lado al Señor...

Pero los ojos, turbios al arbitrio del Santo,

se confunden, no aciertan a pesar del amor.

 

El Maestro, venido en sazón oportuna,

acrimina y exhorta más dulce que cruel,

y enseñando cautiva, pues en la voz aduna

armonía y fragancia y resplandor y miel.

 

Y pregunta y responde a la gente sencilla...

Marcha rizos al viento y razona la cruz.

El pie bulle y se torna, y la planta le brilla

como al remo la pala, que surgida es de luz.

 

Los andantes arriban al villorio indolente

que salubre y bucólico huele a mística paz,

y las mozas, que acuden al pretil de la fuente,

los acogen con risas de indiscreto solaz.

 

Y los tres se introducen en humilde casona…

Y en la rústica mesa, la Sagrada Persona

parte, bendice y gusta la caliente borona…

y disípase luego, como el humo fugaz.

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/121-051-salvador-diaz-miron?showall=1

 

 

A MIS VERSOS

Insensibles á fiestas y grimas

y con alas de luz de centellas,

pero esquivos á cautas doncellas,

difundíos por gentes y climas.

No sois gemas inmunes á limas

y con lampos de fijas estrellas,

sino chispas de golpes y mellas

y ardéis lascas de piedras de simas.

Pero haj' siempre valer en las rimas.

¿Por qué duran refranes? Por ellas,

y no Suelen llevarlas opimas.

Id, las mías, deformes ó bellas:

inspirad repugnancias 6 estimas,

pero no sin dejar hondas huellas.

 

MUSICA DE SCHUBERT

Crin que al aire te vuela, rizada y bruna,

parece á mis ahogos humo en fogata;

y del harpa desprendes la serenata

divinamente triste, como la luna.

Y del celo ardoroso despides una

fragancia de resina; y él te dilata

ojo que resplandece con luz de plata,

como en la sombra el vidrio de la laguna.

Mas tu marido llega, con su fortuna,

nos dice dos lisonjas, va por su bata,

y al dormido chicuelo besa en la cuna.

Y mientras que te tiñes en escarlata,

crin que al aire te vuela, rizada y bruna,

parece á mis ahogos humo en fogata.

 

 

EL MUERTO

Como tronco en montaña venido al suelo.

Frente grandiosa y limpia, soberbia y pura.

Negras y unidas cejas, con la figura

del trazo curvo y fino que marca el vuelo

de un pájaro en un croquis que apunta un cielo.

Nariz igual á un pico de halcón. Albura

de canas. ¡El abeto, ya sin verdura,

dió en tierra y está en parte cinto de hielo!

El ojo mal cerrado tiene abertura

que muestra un hosco y vitreo claror de duelo,

un lustre de agua en pozo yerta en su hondura.

Moscas espanto y quito con el pañuelo;

y en la faz del cadáver sombra insegura

flota esbozando un cóndor al par que un velo.

Veracruz. El 5 de enero de 1,895

 

 

 

MUSICA FUNEBRE

Mi corazón percibe, sueña y presume.

Y como envuelta en oro tejido en gasa,

la tristeza de Verdi suspira y pasa

en la cadencia fina como un perfume.

Y frío de alta zona hiela y entume;

y luz de sol poniente colora y rasa;

y fe de gloria empírea pugna y fracasa,

como en ensayos torpes un ala implume!

El sublime concierto llena la casa;

y en medio de la sorda y estulta masa,

mi corazón percibe, sueña y presume.

Y como envuelta en oro tejido en gasa,

la tristeza de Verdi suspira y pasa

en la cadencia fina como un perfume.

Diciembre de 1,899.

 

 

A TIRSA

¡Ah! ¿Qué mucho que al Sol que subía

se pluguiera en divino esplendor

alma en quieto remanso la mía,

por abril, entre ramos en flor?

No cayera por brusca pendiente,

y sería, como antes quizá,

linfa pura y festiva el torrente

que frenético y túrbido va.

Envidiosos me culpan con saña

y me niegan al par honra y fe.........

¡Estupenda y horrible patraña

triunfa, puesto en mi cólera el pie!

Y un consuelo has escrito á mis penas;

y la tinta consagra el favor,

si es carmín que ha corrido en tus venas

y por mí no ha pintado un rubor.

¡Con qué brotes la planta retoña!

La fortuna es infausta y no cruel,

pues que al mísero escancia ponzoña

y unge al vaso en el borde una miel.

Un misterio me asombra é infatua:

la ternura de un buen corazón,

y que un viento derribe la estatua

y no logre apagar el blandón.

¿Esperanzas? La suerte me abruma.

El olaje deshizo el bajel;

y á la orilla del ponto la espuma

sólo arroja marchito laurel.

Trovo aún por venganza en la escoria.

A rivales mi prez causó mal,

y en mi afrenta redoro mi gloria

y en la herida reclavo el puñal.

Sueño y rimo. La noche adelanta.

Su prestigio parece de tí.

A lo lejos un pájaro canta

y ¡ay! me dice que lloras ¡>or mí.

Una estrella fugaz viene al suelo,

deshilando en la sombra un fulgor.........

Una lágrima rueda en el cielo.........

¡Es del ángel que acude al dolor!

Cárcel de Veracruz. Noviembre de 1,892.

 

 

A UN JORNALERO

Lírica gracia exorna y ennoblece

¡oh proletario! tu mansión mezquina:

el tiesto con la planta que florece,

la jaula con el pájaro que trina.

Sospechoso el tugurio no parece,

cuando hay en él, como señal divina,

el tiesto con la planta que florece,

la jaula con el pájaro que trina.

¡Lúgubre la morada que guarece

miseria que no luce, por mohína,

el tiesto con la planta que florece,

la jaula con el pájaro que trina!

¡Siniestro el pobre que de hogar carece,

6 á su triste refugio no destina

el tiesto con la planta que florece,

la jaula con el pájaro que trina!

 

 

i AUDACIA I

Basta de timidez. —La gloria esquiva

al que por miedo elude la pelea

y con suspiros lánguidos rastrea,

acogido á la sombra de la oliva.

Sólo una tempestad brusca y altiva

encumbra la pasión y la marea,

y en empinados vórtices pasea

el abismo de abajo en el de arriba!

¡Oh rebelde! Conquista la presea;

goza de la hermosura inebriativa

y horror á los demás tu dicha sea!

Arrostra por la gracia la diatriba,

y en empinados vórtices pasea

el abismo de abajo en el de arriba!

 

 

A LA SEÑORITA
SOFIA MARTINEZ

Traigo por la cadena un bello tigre hircano

que á tu neurosis, harta de júbilos de miel,

inspira un acre gusto: el de pasar la mano

por la incitante felpa de la vistosa piel.

Felino que figura el estro á que sonríes,

el numen que me alienta, gallardo y fiero al par,

y que gruñendo lame tus breves borceguíes,

cual por el flujo á veces en la ribera el mar!

Xalapa, 1,899.

Tomado de:

https://www.cervantesvirtual.com/obra/lascas-poesias-971646/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario