(9 de febrero de 1956, Bogotá, Colombia Libros: Dónde estará la melodía, Ofrendas y tentaciones, entre otros.)
LA BAILARINA
La bailarina
De rostro pálido y túnica negra
Danza en lo perpetuo
Podría ser el tiempo de Degas o más
allá
Se oye una música antigua y se repite
En la noche de la mujer hija del aire
La telilla se desliza y descubre
Sus formas en la calle del eco
La carne tiembla y el sudor mana
Orestes y Narciso podrían llorar y
enloquecer de nuevo
En su piel desnuda la envuelve la noche
No sabe que la miro
Que la sigo
Yo su cimbalero
ELLAS
Por aquí por estos lados donde transita
Mi soledad
No encuentro con quien conjurar la
magia
De mi canto
No está Lulú no están Francisca ni
Salomé
No están las angustiadas las filisteas
No hay una Dalila que irrumpa en mí
Aposento con sensualidad y sangrienta
Crueldad
Solo golpean a mi puerta Marías
Que sirven de botín a esta gula
Carmen mi gitana
BOMBERO
"No
es hermoso ser niños;
es hermoso pensar de viejos
en
cuando éramos niños"
Cesare Pavese
Para Hernando
Hernández, bombero de mi infancia
Cómo nos gusta el agua cuando niños
Verla a borbotones en las mangueras de
las máquinas
Yo quería ser como esos malabaristas
Que la enrollaban en sus piernas en
señal de arrojo
Muy tarde vine a ver las crestas de las
olas y sus monstruos
Desempeñé el oficio de bombero en mis
figuraciones por el fuego
Cuando niño
Quería ser bombero
Un bombero autentico
Y así sobre las calles de mi infancia
Mientras otros hablaban de Roy Rogers
O Santo el Enmascarado de Plata
De
las lecciones de historia o
geografía
Yo quería ser bombero
Lo repetía en mis sueños
Coloreando con lápices
El garaje de las máquinas
Del bombero Celedonio
Así, me veía entre mangueras y cascos
ideales
Destrozando el fuego.
Despertaba con la fiebre de mi
heroicidad
Mientras el sudor salía de mi cuerpo
En las tardes me daba cuenta que apenas
era un niño
Que retorna de la escuela con la
mochila
En la que venía la harina de los panes
Ahí llevaba mis cuadernos
Mientras jugueteaba con el agua en los
desagües
Con mis zapatos de caucho
Imaginaba un río caudaloso en mis
dominios
Como bombero de mi pueblo
O bien me trepo de pie en la cola de la
máquina
Bajo nubes que cubrían el territorio
Distribuía el agua
Con arrojo vencedor
Ante el fuego y el grito
¡Bebo sangre de toro en las mañanas!
O bien sobre el asfalto trepidante
Imaginaba la ciudad en la que sería
capitán de bomberos
Y mi poder la manguera más soberbia
La más brava de las serpientes
La que me graduó de capitán
Llevaré a mi rancho noticias jubilosas
Sólo valentía
De esperanza.
La verdad sólo iba
Por los acantilados de mis calles
Creyendo ser bombero.
SOLO COMEN LOS INSECTOS
En las riberas de los ríos
En los campos
Sólo comen los insectos
Anémicas manos
Permanecen encadenadas en camándulas
Mientras se derrite la cera de las
lágrimas en los cirios
Tras de mí
Este paisaje de mortajas
Sin risas y sin cantos
Sí acaso un beso a frentes amarillas
Que bajan de los montes
Una araña disfruta de su presa
En un rincón del techo a punto de
caerse
VIEJO ALMACÉN
Después del trajín de la ciudad
En la alta noche
Se cantan los dolores suburbanos
En este Viejo Almacén
Los visitantes husmean como en un
anticuario
Cantos libertarios que vienen de viejos
acetatos
Desde lo oscuro de la calle
Ancianos payadores prueban voces
quebradas
En sus guitarras que ofrecen a
melifluos visitantes
El
fuelle y la típica
Acompaña lejanías y regresos
En la dársena más oculta de mí ser
Me visto de paisano
Bordeo un mar de lejanías
Entro en los burdeles
Que dibujan las canciones
Me paro
en las esquinas
De un desconocido puerto
La ciudad duerme más allá de
De este Viejo Almacén
PALABRAS
Las palabras esperan ser tocadas.
Cuerpo de sonidos en las pasiones de
los hombres
(Arcabuz o candil o fragua, chips, casi
toda la materia para sí.)
Les busco acomodo en las noches
Con sus ornamentos y argumentos.
Las
ligeras beben
Suspendidas sensuales.
Me hablan del silencio.
En la mudanza
Se alejan al bosque de abetos y yacen
en los libros.
De repente es de nuevo la luz.
Llegan las otras
Las usuales
Con agrio sabor sostienen este cuerpo
en el comercio de los hombres.
Me llevan y me traen por las cosas
Enfermas cansadas.
TERMINAL DE AUTOBUSES
Los viajeros de un país oculto trabajan en pueblos y campos fatídicos.
En los terminales de autobuses salen envueltos en un pesado remolino de hollín.
En sus maletas el menudeo de los días. Baratijas que ofrecen en los
mercados.
Las muchachas de tierra caliente con sus faldas cortas van y vienen
cadenciosas. Después el ventanal y el cielo.
El viajero llega, se aloja y se lava; respira el aire caliente con olor a
rastrojo. Espera a la mujer por la duración de la noche.
Como beduinos se ennoblecen en tareas por las comarcas. Sus rostros avizoran un
porvenir en despachos descoloridos en los que a golpe de pitos y bufidos
impregnados en olores en la piel y en los atuendos lavan su cansancio.
Los viajeros de un país oculto trabajan en pueblos y campos fatídicos.En los terminales de autobuses salen envueltos en un pesado remolino de hollín. En sus maletas el menudeo de los días. Baratijas que ofrecen en los mercados.
Las muchachas de tierra caliente con sus faldas cortas van y vienen cadenciosas. Después el ventanal y el cielo.
El viajero llega, se aloja y se lava; respira el aire caliente con olor a rastrojo. Espera a la mujer por la duración de la noche.
Como beduinos se ennoblecen en tareas por las comarcas. Sus rostros avizoran un porvenir en despachos descoloridos en los que a golpe de pitos y bufidos impregnados en olores en la piel y en los atuendos lavan su cansancio.
MATERIA QUE SE PUDRE
Mortaja detenida en el vacío
Bulto atado
Alguien viene a desollarlo
Materia que se pudre
Huesos insepultos en los caminos
Borrado
En estas calles
De una ciudad que desgasta
Con su hollín y sus urgencias
Recobrado
Busco
Mi pantalón y mi camisa
La Casa
Mi casa está en el patio de los otros
En las habitaciones que no jugué
En las ventanas por donde no entró el
tiempo
En el agua del vecino
En el siglo de la huida
La infancia llena de bosques
Leños que arden desde siempre
En una casa que se lleva el viento
Mi casa está en las montañas
Un aleteo de pájaros festeja mi llegada
Se atiza el fuego y se habla con las
sombras.
HOSPICIO
Los que miran sentados en los bancos de los patios con sus ojos blancos un cielo de cortinas.
Arrastran sus cuerpos por pasillos silenciosos.
Unas manos enguantadas
palpan la piedad cerca de los huesos.
La muerte tarda en el hospicio.
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