viernes, 25 de febrero de 2022

POEMAS DE ALFREDO FRESSIA TARDE EN SU PARTIDA

 



Poeta en el Edén

 

 

 

No, Señor,

 

nunca huiré del Paraíso, tengo en mí

 

la leche eterna de los padres y los hijos,

 

y escribo poemas para la nostalgia.

 

No, Señor,

 

nunca seguiré el rumbo imprudente

 

de los cuatro ríos, el que impele a los nautas

 

hacia el mar de monstruosas criaturas.

 

Habían podado las ramas de oro

 

que brillaban en el árbol de la vida.

 

Y ahora me llaman como almas.

 

No, Señor,

 

nunca comeré del árbol prohibido.

 

Apreté tantas veces en mi mano

 

las frutas suculentas. Aspiro

 

los perfumes seductores,

 

—Et d´autres, corrompus, riches et triomphants—

 

Nada sabes de mis íntimos

 

paraísos artificiales, y te ofrezco las costillas

 

húmedas y turgentes

 

para que sigas modelando al mundo

 

mientras duermo.

 

Soy un niño inmenso

 

escribiendo dócilmente en el barro del Edén.

 

Tengo un muñeco de porcelana blanca.

 

Balbucea.

 

 

 

Paréntesis

 

 

 

Cuando nací el sexo fue un destino. No se puede elegir ser poeta.

 

De las mujeres nunca amé a ninguna sin duda porque las amé en bloque. Fue un amor largo y sin alegría. Ellas también me amaron sin deseo y sin gozo.

 

Las miré con la nostalgia de una vida más bella. Cuando quise ser mejor quise ser mujer.

 

Después me olvidé. Devoré la costilla de Adán en la travesía del desierto. Fui hombre, poeta, amé a otros hombres. Tuve hambre.

 

Llegué a la playa de este mar eterno, al sur del Brasil. Mi olor es de sal virgen y de yodo azul. Sé que una mujer devolverá al mar el pez con una moneda en la boca.

 

Ella escribe mi poema. Yo aguardo.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2018/03/poesia-uruguaya-alfredo-fressia/

 

EL ENDECASÍLABO

 

                                      A ti, Julio Herrera y Reissig

 

Hay quietud en tu alma,

las palabras, piensas,

vienen del silencio

y amaneces siempre hecho poema.

De día es tu secreto,

escribirás de noche:

"morir así, sin haber hecho nada"

 

 

 

                   FALSAS VERDADES

 

Soy un poeta con piel de cordero,

tejo con lana las falsas verdades.

De mí doy a elegir las variedades

y cuando miento soy hombre sincero.

 

Confío en la trampa, juego al desespero,

confundo el Paraíso con el Hades

y hasta un libro escribí con inverdades:

de un vago Edén fui el cantor más certero.

 

Fue larga y honda mi amistad por Eva.

Puso en mi pecho mustios agapantos

y dejó en mis sonetos como prueba

 

rancio el perfume, mordaces los llantos.

Y la serpiente que cebo en la cueva

solaza a cada rima mis quebrantos.

 

 

 

                   PIE QUEBRADO

          I

Soy el poema. Me digo. Ya estoy listo.

Vibro y resueno como un metal que tiembla.

En mí palpitan las rimas y resuella

el verso que piafa:

                   ya salta al vacío.

 

(Y le sobró poeta. Y le faltó un tema)

 

          II

CIRCUNSTANCIAS

 

Nadie puede decir que escribiría versos

para comer un manjar y tomar oporto.

Nadie, o casi nadie.

 

 

 

                    SOBRE LA PIEL DE LA NOCHE

 

                    Con Juan Introini y Jean-Francis, mis dos Juanes,

                    que ya no son de este mundo.

 

Me desliza la piel de la noche, soy arcaico

por nacimiento. Traigo conmigo el abismo aterrado

al borde de los astros y un planeta al acecho.

He visto mi perfil al carbón, la parte

sideral de la vida, tragada

en el agujero negro de los días

y yo escribía poemas buscando la salida

al laberinto de los huesos.

 

Me desliza la piel de la noche, restos

de los cuerpos, mechones de cabello

como el de la cinta azul en la caja repujada,

el diente de leche engarzado en un anillo,

y perdido en cajones que daban siempre

al más allá, mis preguntas al polvo

gris que fue Jean, el que sostuve en mis manos

y que voló con el viento del mar.

 

Ya nadie leerá en mi mano los secretos

de las líneas como rutas, huellas, guías.

Cubre la piel de la noche

el polvo dulce de los muertos. Cubre

a Juan, la calle Libres, la de los paraísos

que entonces declinaban los días en latín, y yo los recito

desde los años 60. Y enumero los días

de salvar sanantonios, poemas, tréboles

para la buena fortuna, las cruces

de sal gruesa contra el mal de ojo.

 

Y la alarma del sexo que se erguía

sobre la piel de la noche,

el deslizarse suave del amor

que acababa y no acababa. Como los versos.

Como mi tiempo. Como hoy deambulo entre mis muertos

como astros y escribo

los últimos poemas, al fin la noche

abrupta de este mantra.

 

 

 

                    IMAGEN DIGITAL

 

                    A Jean-Francis Aymonier, In Memoriam

 

En la última foto

beso tu cabeza, enorme

como la de un elefante

(hoy tu cabeza ya no existe más).

Estamos en la soledad de una sabana

(tampoco era el París de nuestra juventud)

Los dos sonreímos, incluso con los ojos.

Mi mentón está pegado a tu cráneo

y tu boca se cierra para respirar

por la traqueotomía.

Ya no esperamos nada, bramamos en el flash,

espléndidos como el orgullo

al borde del abismo.

(Mi boca mortal sigue deslizando

sobre la piel de tu cráneo)

El amor era un arte hecho de polvo y huesos

como nuestras tallas trabajadas en marfil.

Y hoy me resta este poema narrativo

(que apunta la escopeta a los recuerdos

y no acorta mi espera).

 

 

 

                    BOTÁNICA, BÚSQUEDA EN GOOGLE

 

              Los tamariscos o tamarices (o aun tamarises) son arbustos o arbolillos del género Tamarix. Pueden vivir en suelos salinos, tolerando hasta 15.000 ppm de sal soluble. Se caracterizan por ramas finas y follaje gris verdoso. Crecen tanto en las playas de Montevideo como en las orillas del Jordán 1.

              Soportan el bochorno de los veranos 2 y la perenne soledad de su especie 3.

              En Montevideo sobreviven a los inviernos debido a su pertinacia, se aferran a la arena y desafían a los vendavales. Los vientos del Sur doblegan sus ramas de apariencia endeble, pero no logran arrancarlas. También resisten a las mareas y soportan las lluvias torrenciales en primavera. No son de apariencia particularmente agradable a la vista. Tampoco presentan perfume. Existen para resistir.

 

 

 

1 Abraham es quien planta los tamarindos (Génesis 21:33) y Saúl y sus hijos fueron enterrados a la sombra de esta especie (1 Samuel 31:13).

2 Las hojas son perennes, pequeñas, parecidas a escamas y muy pegadas a las ramas, de modo que pierden muy poca humedad por la transpiración, lo que permite a estos árboles vivir en regiones desérticas y hasta sobre dunas de arena.

3 Limitan la competencia con otras plantas mediante la absorción de la sal de las capas, la que acumulan en su follaje y desde allí van depositando en la superficie del suelo, donde se concentra, siendo esa sal letal para muchas otras plantas.

 

 

 

                    HORIZONTE

 

Más allá de los pinos está el Uruguay.

¿Y después?

Después vienen mis muertos.

 

 

 

                    SOUVENIR D’AUTOMNE

 

Fue en Praga, allá por el otoño

del año 1980, a la hora del té en el Café Europa

y él se llamaba Hyacinthe, como los gatos

deberían llamarse. Olía a jazmín

y me decía “je l’aime encore”.

Nunca te olvidé, Hyacinthe

aux yeux verts, aux cheveux noirs, y hoy

sentado frente a la playa, entre los jazmineros

del Boulevard de la Mer, al borde

del Atlántico en América del Sur, digo

“je l’aime encore” en voz alta

y me río solo mientras dos muchachos

se vuelven para mirar a un viejo que ríe sin motivos, dice

“je l’aime encore” y también huele a jazmines.

 

 

 

                    CANDILEJAS

 

Es un hombre. Está

sentado en el muelle y mira al mar

como si el mar le prometiera una respuesta

o un consuelo.

Inmóvil, ve desfilar pasajes de su vida

sobre la línea del horizonte.

Se ve a sí mismo en la ilusión de óptica,

es una de las figuras trémulas de esa linterna mágica

o gira como una sombra chinesca.

 

Parado junto a una roca de la playa, un segundo hombre mide

el tamaño de la ensenada que los separa.

Para este, el primer hombre también es una sombra

chinesca sobre la línea del muelle:

no distingue sus rasgos y no imagina

qué historia se desliza en las escenas

-escurridizas como peces-

que el del muelle ve en el horizonte.

 

Un hombre mira a otro que mira el brillo del horizonte.

Distraídos ambos por las luces de la hora

tampoco sospechan que un día serán las siluetas

de un poema fantasioso entrevisto por un poeta venido de Uruguay

una tarde límpida al fin del otoño

junto a las rocas de la playa en Santos

mirando hacia el muelle de los pescadores.

 

 

 

                    GAY PORN BUSINESS

 

Con ser más bellos que sus propios cuerpos, tanto así

que nada saben de amor y sólo se desean, con deslizar

sobre esos cuerpos húmedos, ya bellos si de hecho

la belleza fuera materia del sexo y seña unánime de los untuosos

orificios, y aun más codiciados que Ganímedes

por ser objeto del deseo de un tercer y ávido voyeur,

 

y con lucir siempre jóvenes y listos

para entregar su juventud del Middle West a los crueles

altares del Bondage o a los otros

cuerpos ágiles en la gimnasia de luces

reflejadas de la caverna gay, más flexibles

que el músculo inmemorial y vigilante

de Príapo implacable en las aras

del gozo, y no por el efímero placer de los mortales

sino por obediencia, como los ritos pertinaces del incesto

calculado en el Dad-Boy, vueltos ora adolescentes

ora audaces objetos del dolor o de un Rape-sex o el mero Spanking,

 

y con ejercer su disciplina en palacetes de utilería

o bastidores de castillos kink, a sabiendas

de que sólo cuentan los rostros del olvido, sus errantes

recodos habitados por fantasmas, esos

que precedieron a estos hombres

más bellos que sus propios cuerpos,

white, black, Russian, latino, Asian, interracial

sex, melting pot del gay porn,

ellos beben impasibles del semen de Zeus

y observan, eternos, tu ser mortal y obsceno

reducido al acabar a esta náusea pasajera.

 

 

 

                    UN SIGLO EN ATUNTAQUI

 

          El Ecuador, la noche callada, los Andes. El firmamento, las galaxias que giran hechizadas sobre este pueblo reclinado en la montaña y entregado a las alturas. Se llama Atuntaqui, sé que vine a leer poesía en la ciudad cercana y alguien me trajo al hostal de este pueblo.   

          Vine de día. Vi los bungalós que dan a un largo patio pulcramente enjardinado. Aprenderé que los jardines en la cordillera son una respuesta en dimensión humana a la pregunta infinita de la noche.

          Y de pronto, el silencio de esa noche, el que hiere los oídos, el que duele. Al principio un gato llora en el tejado, su maullido escribe en el silencio, es hambre, o tal vez esté en celo. Salgo al patio bajo una fina luna menguante y toda la noche helada de los Andes, ateridos de estrellas. Lo llamo, dejo una galleta sobre un paredón. Y de repente lo veo. Es amarillo, me observaba desde el alero y ahora huye, tal vez venga después por la galleta. Ya no lo oiré más.

          Ahora estoy solo, ahora es apenas mi pensamiento quien escribe en el puro silencio de la noche andina. Me pregunto por todo lo que fue preciso para que una noche yo estuviera aquí, en el silencio de este pueblo que se llama Atuntaqui, este pueblo meticulosamente auscultado por los astros, bajo la línea del ecuador, a dos mil quinientos metros de altura. Me formulo la pregunta para dibujarla sobre el papel blanco del silencio, hacer volutas con el pensamiento, porque la respuesta no importa. También siento miedo y llamo a mis muertos, para que me acompañen una vez más, ahora grabados en el silencio mineral. Pero mis muertos no me oyen.

          No quiero dormirme todavía, y entra en mí como en un trance el silencio prístino de Atuntaqui, soy suyo desde siempre. Voy disolviendo mis pensamientos, hasta no saber qué estoy haciendo en esta noche ni reconocer siquiera quién soy.

                    Había llegado el momento de detener mi escritura y anularme.

                    Y fui silencio en Atuntaqui y duró un siglo.

Tomado de:

http://www.laotrarevista.com/2015/08/alfredo-fressia-poemas-rioplatenses/

 

NO    

 

(…)

Reverrai-je le clos de ma pauvre maison,

Qui m’est une province, et beaucoup davantage?

Joachim du Bellay

 

Ni cuando se olviden todos mis poemas

esqueletos del alzheimer,

secos como los tamarindos de la playa, el año

que los encontramos hechos pasto de termitas,

y porque el tiempo hace girar lenta la cuchara

en el plato de sopa de los viejos,

y son 26 letras impasibles de alfabeto.

Y cuando acabe de morir el mártir que me habita

atravesado por el venablo cierto

del que cambió los años por monedas

y registra los segundos que me restan

y aunque el ángel pertinaz de mi pobreza

vuelva otra vez como los mitos

o el perdón y la sangre

por la mano extendida con que espero.

Ni aun así.

 

 

LIMPIEZA

 

Y ahora procede a retirar

la tristeza del mundo, ¿no era esa

la función vigorosa de la salud?

Mírala, está en esas capas de polvo

macilento que encubre los objetos.

Se acumula con frecuencia en ciertas calles

y sin excepción en todos los zapatos. Suele ser

el comienzo de todos los males

así del cuerpo como del alma.

Sóplalo. Verás levantarse las nubes de polvo

que ahogarán a los frágiles, a los perplejos

y a los poetas lánguidos, hongos blancos

crecidos a destiempo en ese polvo húmedo. La naturaleza

prefiere a los más fuertes, siempre lo supiste,

y ella cuenta con tu perecedera lozanía.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/alfredo-fressia-5/

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario