domingo, 20 de febrero de 2022

POEMAS DE DOMINGO MORENO JIMENES

 



Poema de la hija reintegrada

 

Agonía

 

I

 

Hija, yo no sé qué decirte si la muerte es buena

o si la vida es amarga;

sólo te aconsejo que despiertes, adulta de

comprensión más que tu Padre!

 

II

 

Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:

una sábana blanca serán tus días,

una sábana blanca será tu pasado

y tu recuerdo una estrella que frente a frente

me iluminará el porvenir!

 

III

 

No sé por qué tu agotamiento

me trae una recóndita dicha anegada de lágrimas,

que me hace auscultar el corazón de la tarde.

 

IV

 

Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.

 

V

 

Hija, hazme tomar la resolución de los otros:

vuelve mi proa añicos

y mi voluntad una piragua;

que nada sea mío desde hoy, que no quiera

poseer nada mañana;

desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;

sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;

hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,

como si fuera en sustanciación un ser increado!…

 

VI

 

Tu vida fue microscópica, pero grande;

el segundo de tu existir, eterno!

 

VII

 

Hija, cuántas nubes,

cuántos pájaros,

cuántos horizontes insospechados me abre

en el amanecer tu ruta!

 

VIII

 

Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;

verás envuelta el alba en la noche,

y las cosas de mayor transparencia

tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.

 

IX

 

En este mundo donde sólo se premia la

capacidad de fingir mejor,

era justo que llegaras, y después de breves instantes,

ya estuvieras confundida con la cal y con la

mariposa, con el carbón y con la piedra.

 

X

 

¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir

desde que te dormiste que en mi

derredor todo es sombra!

 

XI

 

¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste

a ver la vida con ojo más sabio

y a la humanidad con ojo más triste!

Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría

de los seres mudables el ser tristes?

Triste fue la faz de la tierra cuando se

desperezó el primer hombre!

Triste tiene que quedar la tierra cuando se

desentuma en su regazo el último hombre!

 

XII

 

¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir:

boleta de la tumba

Oh, tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez,

la preferida mía.

 

XIII

 

Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;

por ti no cambié

y la fortuna no me sonreirá nunca!

 

XIV

 

Hija, cada vez que examino tu vida

me doy cuenta que tú eres como mi vida:

una sombra entre dos crepúsculos!

 

XV

 

Iba a decir entre dos agotadoras auroras

y ya ves, reincindí, sin querer, entre dos crepúsculos!

 

XVI

 

¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te

debas parecer al crepúsculo?

 

XVII

 

Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:

Dios dio desnudo a los hombres el verbo,

y del lenguaje, sólo debe quedar desnudo el verbo!

 

XVIII

 

Toda filigrana de síntesis es una profanación

¿verdad, hija mía?

Ya no te puedo buscar sin parcializaciones,

sin atributo contingente:

¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente,

el vaho de las cosas!

 

XIX

 

No te puedo asir con una palabra,

y no debe extrañarte, recónditamente,

porque estás para mí más alta que la región

de las palabras!

 

XX

 

Y vuelvo a caer en las comparaciones.

¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!

 

XXI

 

Miserable hombre que osa creer que

después de la sombra la vida es vida!

 

XXII

 

De imperfecciones se forman nuestras excelencias

y es toda la existencia del hombre un brazo tendido

hacia el turbio por qué de los enigmas!

 

XXIII

 

-Tiene el pulso demasiado débil,

pero este letargo no es la muerte-.

Su médico era mi propia almohada de cabecera

y yo quedé perplejo ante su callado

sufrimiento y la miseria de la vida!

 

XXIV

 

Si fuera bizco de pensamiento

y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;

hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, ¡perdona!

 

XXV

 

¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos,

y ellos son más dueños de la tierra que los

hombres que comercian con ellos!

 

XXVI

 

¡Al través de los milenios, los hombres son

puñados de tierra

que se deforman a su antojo!

 

XXVII

 

Hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.

Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco

y a que lo negro no sea negro.

 

XXVIII

 

Hija, cuán brilla el sol sobre el tamiz de los guayabos,

cómo se agiganta la nada sobre la soledad

de tu aposento,

cómo nace y renace la esperanza por entre

los ámbitos de la vida!

 

XXIX

 

Tibien la leche, terciada con agua,

para si mi chiquitina despierta.

Cuídemela hasta que se vuelva esperma como

capullo inmortal el cuidado.

Ella es carne de mi vida, flor de mi

pensamiento, cemento de mi alma.

 

XXX

 

(¡Eres, amada mía,

como flor del higüero joven,

como el azogue del crepúsculo,

como la diafanidad de la Naturaleza toda!).

 

XXXI

 

No seas padre; sé Hombre,

sencillamente.

¡Gira tu vida a tu derredor

y que tu amor a una abstracta «Humanidad»

no te haga olvidar jamás de que eres Hombre!

 

 

 

El diario de la aldea

 

¡Ay Dios, que ves el viento y ves la nube,

compadécete de mi alma

que es una nube fría en un cielo claro!

 

Mi andar no es andar de consciente sino

de sonámbulo;

llevo las manos en el aire

y el pensamiento en el azul;

llamo «madre» a las plantas

y a las margaritas «hermanas»;

en cualquier riachuelo veo la faz de mi padre,

y los luceros, carbunclos de la noche,

son mis «hijos».

 

Esta síntesis del mundo que llevo conmigo

a veces me sume en la tiniebla;

¡pero siempre me arrastra a la luz!

 

Oh naturaleza, ¿qué mal te he hecho

para que me castigues con una carga tan

desapacible?

Yo sé que vine del misterio,

pero los cambiantes de la vida son más inexplicables

que las flaquezas de la muerte, o que

la sencillez de la nada.

Tú no me podrás dar la alegría riente

de lejanos días y lejanos tiempos;

en ti vengo a curarme de viejos males,

en ti vengo a reposar.

 

El pájaro herido busca el antiguo albergue

de sus dichas.

Junto a aquella rama, yo soñé;

bajo la sombra de aquel árbol yo medité;

el susurrar del río ya no me sabe a música, pero a

un despertar próximo me suena.

Mariposillas: no voléis,

brisas: no entremezcléis mi cabello cano.

¡Siga mi frente erguida y luminosa como

una antorcha!

 

Este hueco de cañada me recuerda la vida

y esta placidez de soledad me quiere como

hablar de niñez.

Yo fui un niño como todos los otros,

aunque un poco más cándido y más triste.

De ayer a hoy, ¡qué abismo!

y de ayer a mañana, ¡qué universo!

 

Con moras frescas me teñí las manos

y tengo la mirada cansada de soñar cosas tristes.

El cielo que tengo por delante no es doloroso;

pero el horizonte de mi vida presente, sí que lo es!

 

El maíz brillaba en las manos del hombre,

la polla se internaba entre los matorrales,

el cielo se encapotaba sereno.

¡Quién fuera madreselva!

¡Quién fuera río!

¡Quién fuera cañada!

 

Flores,

flores,

flores.

¡Oh mayo!

¡oh dolor!

 

Tal cuando el sol tramonta,

y las nubes oscuras se entretejen de grana

y los aires se llenan de infinitos vapores;

tal cuando la torcaz da el grito que espanta la

nidada y el ruiseñor;

tal cuando las montañas que están por arriba de mi

cabeza sueñan;

tal cuando los árboles tiemblan y los arroyos cantan.

 

Relinchos de caballos en mi puerta,

más luego, pasos y voces;

a poco, un loco sobresalto de mi ser solamente;

en seguida, el sol, la alegría de los pájaros,

la mañana,

dos aldeanas rientes,

una mujer pálida,

dos niñas, sus hijas, enmascaradas de riguroso luto,

la cruz de un muerto,

mi estupefacción al ver, hasta el dolor

metamorfoseado de esa manera;

mi expresión: «vuestras lágrimas sean benditas»;

al momento, mi pretexto de buscar la lechera.

 

Después… el campo y yo con el campo y los

pájaros, solo.

 

 

 

Ligelia

 

Tengo una novia

 

trigueña y silenciosa

 

que me ama en las sombras.

 

Sus dientes son joyas de marfil

 

y sus manos parecen rosas;

 

tiene unos ojos mágicos que asombran y deslumbran

 

y ella toda,

 

es como una libélula que huye

 

no sé si es el temor

 

o un río que se desborda.

 

que me la roba

 

o un cielo sombrío que la guarda,

 

ello es que siempre sola

 

la descubro,

 

y cuando trato de atraerla a mi dominio se encoleriza como

 

[una loba;

 

y de mis artificios

 

vencedora

 

me contempla sonreída mucho tiempo,

 

y luego, cual una frágil ola,

 

parte dejándome aterido sin saludarme a veces

 

y otras,

 

dejando que me digan la punta de sus dedos

 

lo que sólo en la oscuridad confía a su alcoba

 

en un derroche de delirio,

 

cuando la media luna por sus jardines ronda.

 

Y sin embargo,

 

cuando en las cimas nace la aurora,

 

me advierte en las nubes que se deslizan ledas

 

y el encanto de las alondras.

 

Tengo una novia

 

trigueña y silenciosa

 

que me ama en la sombra.

Tomado de:

https://palabrasdesdelaisla.wordpress.com/2019/03/28/poemas-de-domingo-moreno-jimenes/

 

 

CONVERSACIÓN AL AIRE LIBRE 

 

 

 

 

 

1

 

El ideal político puede servir al ideal poético, pero el ideal poético no puede servir al ideal político, porque sería lo mismo que un automóvil arrastrando una estrella.

 

 

 

2

 

Del arte puede converger cualquier cosa, pero el arte no puede converger de nada. Subordinar el arte a cualquier función humana y hasta divina es errar o invertir su ser.

 

 

 

3

 

El arte nacional: el necesario trampolín del salto. Acepto nacional la voz, pero uni­versal o internacional la intención y el ahinco. El pájaro canta en la rama de la patria, pero su himno atraviesa el valle y  la montaña.

 

 

 

4

 

Emocionarse es una forma de salir de sí mismo. Emocionarse es sencillamente libertarse. El artista es el hombre libre por antonomasia, a su pesar libre, y aun contra su voluntad.

 

 

 

5

 

Las guerras existen porque solamente se ha hecho amago del hombre universal. Cuando el hombre universal SEA, la unidad del hombre será.

 

 

 

6

 

Un hombre revela personalidad cuando en el concierto de los demás hombres plantea su tienda, su sueño o su laúd.

 

 

 

7

 

Yo voy a estar vivo ochenta o sesenta años y muerto siglos. Dije: "Pues si voy a estar con la sombra y el silencio, cojo la sombra y el silencio por anticipado."

 

 

 

8

 

"La Poesía Sorprendida" es la poesía que sorprende a nuestros ojos a cada instante de la vida: un insecto que vuela, una gota que se tornasola en el crepúsculo, Dios, la mar, el ansia de infinito en el hombre, temas de poesía que la mente sorprende.

 

9

 

Cuando un individuo se me presenta como un arcángel, yo le veo el demonio al otro lado.

 

 

Ciudad Trujillo, octubre de 1943

 

 

 

[La Poesía Sorprendida, núm. II, noviembre de 1943, p. 5. Apud Publicaciones y opiniones de la Poesía Sorprendida, volumen LXX, San Pedro de Macorís, R. D.: Universidad Central del Este, 1988.]

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/rep_dominicana/domingo_moreno_jimenes.html

 

Aspiración

 

Quiero escribir un canto

sin rima ni metro;

sin harmonía, sin ilación, sin nada

de lo que pide a gritos la retórica.

 

Canto que tuviera

sólo dos alas ágiles,

que me llevaran hasta donde quiere,

con su sed de infinito,

en las noches eternas volar el alma.

 

Canto que, como un río

sereno, fuera diáfano;

y en su fondo se vieran

como piedras cambiantes, mis ilusiones,

como conchas de nácar, mis pensamientos,

como musgos perpetuos, mis ironías

sobre los arenales de mi esperanza.

 

 

Y allí mostrarme todo

como soy en la vida

y seré tras la muerte

cuando la eternidad orle mi gloria

con sus palmas de luz!

Tomado de:

https://www.paradard.com/quisqueya/20-domingo-moreno-jimenes-aspiracion-poema

 

 

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