lunes, 7 de febrero de 2022

POEMAS DE ELÍAS NANDINO

 



Crimen

 

¡Qué puñalada

le ha propinado el viento

a la granada!

 

1928

 

 

Debo llegar...

 

                                               Para el poeta Carlos Montemayor

 

Cuento las horas: fuga indetenible,

vendado navegar en mar sin agua:

incesante caer de vida inerte

en el hambre insaciable del vacío,

 

Cuento las horas: gotas agotadas,

creciente angustia en resignado avance

que rueda en la cascada del olvido;

rostros que emigran y no vuelven nunca.

 

Ya se acerca el final. ¡Playa a la vista!

La orden de bajar vibra en el aire.

Debo llegar... Pero llegar ¿a dónde?

y si llego sin mí... ¿para qué llego?

 

Crece mi duda ante el dilema trágico

en que debo sufrir el desenlace:

de abandonar mi cuerpo a la deriva,

o morirme con él, eternamente.

 

Sin mi cuerpo no hubiera yo tenido

el infierno carnal que me dio temple,

por eso en él me quedo, hasta que juntos,

al mismo tiempo nos volvamos tierra.

 

 

 

Décimas de amor

 

I

Amor, amor traicionado

por mí -que tanto te quiero-

al imponerte el sendero

en que has sido desdichado.

Amor, por mí atormentado:

ya no puedo remediar

mi culpa y hacer llegar

lo que tu anhelo esperaba.

Amor, mi vida se acaba,

ya no es tiempo de empezar.

 

II

Amor: avidez errante,

torbellino incontenible,

esencia de lo terrible

en incendio alucinante.

Con tu codicia incesante

en mí vives arraigado

y exiges que, enamorado

me entregue cuando me doy.

Amor: ¿no sabes que estoy

sólo de ti enamorado?

 

III

Eres, amor: sed y anhelo,

hambre, delirio, locura,

azúcar de la amargura

y amargura del desvelo.

Eres infierno, eres cielo,

la esperanza enardecida,

el desangre sin herida,

lo que nos forma y deshace.

Eres la muerte que nace

continuamente en la vida.

 

IV

Amor: has amado tanto

y sin embargo te siento

férvido, puro, sediento,

sin decepción ni quebranto.

No te mina el desencanto

por lo que has sufrido ya,

ni te importa si será

mentira lo venidero:

porque eres como el venero

que existe por lo que da.

 

V

Amor, inaudita hoguera

e la entraña del invierno

de mi vida, atroz infierno:

¡cómo crecerte quisiera!,

mas sin dicha y sin espera

a mi muerte me adelanto

y preso en el desencanto

es mi corazón senil:

hielo en martirio febril

descongelándose en llanto.

 

 

Décimas al corazón

 

I

Corazón: no te atormentes

porque traicionen tu amor,

espera un tiempo mejor

y jamás te desalientes.

Soporta el dolor que sientes

hasta que tu vida obtenga

la rebelión que te abstenga

de añorar lo que se fue,

y a solas medita que

no hay mal que por bien no venga.

 

II

Corazón: no estoy cansado

de tanto querer amar

y de amar para buscar

el amor que no ha llegado.

Sigue conmigo enraizado

en un pacto que persista

mientras la esperanza exista,

que aunque Suframos engaños

no hay mal que dure cien años

ni cuerpo que lo resista.

 

III

Corazón: ¡cómo has sufrido

por mi culpa!, yo lo sé;

pero no pierdas la fe

ni ya te des por vencido.

El amor que no ha venido

pronto vendrá, ten confianza,

y sin medir la tardanza

que en mí tu vigor perdure:

que mientras la vida dure

lugar tiene la esperanza.

 

IV

Antes, al verte sufrir,

corazón, yo no entendía,

y aunque tus penas veía

nunca las pude asumir.

En cambio, hoy sé compartir

el suplicio que te enciende,

porque ya mi vida entiende

que existen, en conclusión:

razones del corazón

que la razón no comprende.

 

 

Dentro de mí

 

Con los ojos

altamente asomados a la noche

contemplo las estrellas

y, dentro de mí,

en el río incansable de mi sangre,

las siento y las descubro

reflejadas,

luminosas y hondas,

como si mi entraña fuera

el mismo cielo

en donde están ardiendo.

 

 

Desasosiego

 

El fuego quemo y consume.

El hielo quemo y conservo.

 

I

Esta inquietud indomable

de estar sin querer estar

y al pisar otro lugar

regresar inconsolable.

 

Este anhelar incansable

de partir para llegar

sin nunca poder llenar

mi soledad inmutable.

 

Este meditar extremo

que inquiere, desesperado,

a lo invisible que temo.

 

Y en mi fuego, congelado

solo y a solas me queme

en deshielo enamorado...

 

II

Esta esperanza encendida

que me lanza a caminar

en un constante buscar

la emoción desconocida.

 

Esta lucha sumergida

de creer y de dudar

y, a mi juventud perdida,

sin que la pueda olvidar.

 

Este pensar que no sabe

nada de nada y que quiere

que ya la vida se acabe,

 

y la muerte que no hiere,

y el alma que ya no cabe

y en lenta asfixia se muere.

 

 

En la sombra

 

Era sed de muchos años

retenida por mi cuerpo,

palabras encadenadas

que nunca pude decir

sino en los labios del sueño.

 

Era la tierra agrietada,

reseca, sin una planta,

que espera sentir la lluvia

en un afán de caricia

que le sacie la garganta.

 

Era yo vuelto hacia ti

que nunca te conocía,

porque fuiste de mil modos

en los sueños, en las horas

y en los ojos de la vida.

 

Eras todo lo que encierra

una expresión de belleza:

la rosa, el fruto, los ríos;

el color de los paisajes

y la savia de los pinos.

 

Y de pronto, junto a mí,

al alcance de mi mano,

como manojo de trigo

que pudiera retener

sobre mi pecho guardado.

 

¡Todo tu cuerpo en mi cuerpo,

por el sueño maniatados,

y tan cerca de la muerte

que la vida no sabía

cómo volver a encontrarnos!

 

 

 

Erotismo de mente

 

De desnuda donde está,

brilla la estrella

Rubén Darío

Cuando en noches anuentes

de intimidad celeste

contemplo las estrellas

desnudamente bellas:

me invaden arrebatos

de cósmica lujuria

y sufro y desespero

al no poder siquiera

coger alguna de ellas.

 

 

Imposible

 

Mi corazón se pierde en la nevada

ascensión de tu cuerpo, sin consuelo,

y enfrías la fuerza del anhelo

en medio de tu carne congelada.

 

Cada día te ofrezco una alborada

de ilusión y de vida, todo un cielo

palpitante de sol, que funda el hielo

y transforme tu cuerpo en llamarada.

 

Pero toda mi vida es poca vida

para matar la muerte que se esconde

y circula en tu sangre adormecida.

 

Has desatado el nudo de tus brazos,

tu voz a mi llamado no responde,

y es sólo un eco el paso de tus pasos.

Tomado de:

http://amediavoz.com/nandino.htm

 

 

Nocturno a tientas

 

A oscuras, yacentes

en el mismo lecho,

somos brasas despiertas

que vigilan

el pulso de sus lumbres.

Me animo y aventuro

mi mano por su cuerpo:

voy encontrando

laderas y llanuras,

asomo de pezones

y un par de lomas redondas

que en un precipicio

aparta,

haciendo entre las dos

una cañada.

A tientas

en su fondo palpo

un inasible vello

casi sueño…

Parece que ando cerca

de las puertas del cielo.

El merodeo prosigue

y después

de subidas y bajadas,

bajadas y subidas,

doy con algo

inédito y matrero.

– ¡Hallazgo afortunado

que al fin me queda

como anillo al dedo! -

 

Amor sin muerte

 

Polvo serán, mas polvo enamorado.

Quevedo

 

Amo y al amar yo siento

que existo, que tengo vida

y soy mi fuga encendida

en constante nacimiento.

 

Amo y en cada momento

amar, es mi muerte urgida,

por un amor sin medida

en incesante ardimiento.

 

Mas cuando amar ya no intente

porque mi cuerpo apagado

vuelva a la tierra absorbente:

 

todo será devorado,

pero no el amor ardiente

de mi polvo enamorado.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-elias-nandino/

 

 

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