jueves, 18 de enero de 2024

POEMAS DE HUMBERTO FIERRO


El fauno

 

Canta el jilguero. Pasó la racha.

Entre los mirtos resuena el hacha.

 

La rosa mustia se inclina loca

Sobre su fuente, cristal de roca.

 

El fauno triste de alma rubia

Tiene en sus ojos gotas de lluvia.

 

 

Siringa

Turbó tu risa de cristal sonoro

Al mirlo que habló perlas al jardín,

Y el Céfiro sahumaba de jazmín

Alborotando tu cabello moro.

 

Bajo la nervazón del sicomoro

El Grifo festoneado de Verdín,

Prorrumpió en un alegro de violín

Al inundar tu ánfora de oro...

 

Pan chispeaba sus ojos, en acecho

Del nacarado ritmo de tu pecho...

Y al ocultarse de él como de un tigre

 

En el margen del río, a poco trecho,

Te trocaste en la caña de que ha hecho

Su flauta azul a que la tarde emigre!

 

 

De sobremesa

 

Desdeñais la moral y el alma pública ...

Todos sabéis, amigos y poetas,

Platón nos desterró de su República

Con guirnaldas de rosas y violetas.

 

A la sombra de un arco se le viera

Platicando en amor y poesía,

Y en los banquetes del divino éra

La mejor vianda su filosofía.

 

Somos hijos del tiempo, para el gusto

De las filosofías y las cosas;

Pero siempre veremos en su busto

La guirnalda recíproca de rosas.

 

 

Retorno

 

Llegó de lejano país

El compañero,

Que vimos partir del país

Un mes de Enero.

 

Conversa afectuosa y está

Encanecido,

Al lado del piano, que está

Dado al olvido.

 

¿Por qué su sonrisa infeliz

Al sol que muere?

Nos calla que ha sido infeliz,

¿Ya no nos quiere...?

 

El viento deshoja el jardín

Hoy mustio y viejo,

Y él ve amarillear el jardín

En el espejo.

 

 

Fantasía en tono menor

 

La tarde estival se inicia

en la celeste sonata

con sus oros y delicias

de plata.

 

Juega la flauta del ave

y hace una noche importuna

o una lánguida y suave

de luna.

 

En sus dulzainas armónicas

van repitiendo las brisas

ecos vagos y sinfónicas

sonrisas.

 

A la lira del Poniente

van mil quejas en tropel

a formar rima mugiente,

cruel.

 

Las palomas angustiadas

por los ayes del Ocaso

buscan la selva en bandadas

de raso...

Tomado de:

https://www.forosecuador.ec/forum/ecuador/educaci%C3%B3n-y-ciencia/192571-7-poemas-cortos-de-humberto-fierro

 

 

LA TRISTEZA DEL ANGELUS

En la puerta de piedra que le musgo lento cubre

he descansado viendo que se deshoja el día,

en las puertas de piedra de donde a fin de Octubre

veíamos Ponientes de equívoca alegría.

 

He aguardado el Angelus que su sonrisa abría

para Nuestra Señora la eterna Poesía.

Y he sentido el perfume silvestre, como antes

en el paisaje humilde que Mollet firmaría,

y mi corazón y mi alma delirantes

se dan sin condiciones a la melancolía…

 

A la melancolía, que invita a esta hora

a oír largamente el agua y el ruiseñor que llora.

 

 

LA TARDE MUERTA

Se moría la tarde rosa

De una Primavera lejana,

 

Desmayándose temblorosa

En los vidrios de mi ventana.

 

Por mi alcoba cerrada al huerto

Ya la carretera tan larga,

 

Pasaba el minuto desierto

Con una lentitud amarga,

 

Ya del sol no quedaba ni una

Mancha de oro en el infinito.

 

Yo no he visto cosa ninguna

Más triste que ese azul marchito.

 

Tanto tiempo! dije, hace tanto

Que decliné esta tarde mustia

Con un helado desencanto

Y aromada de vieja angustia,

 

Delante de los callejones

Bordados de ramas gentiles

Al rimar mis desolaciones

Bajo mis canas infantiles!

 

Oh, la sentimental pobreza

De los que ni una flor cortamos,

 

Porque fue hostil la maleza

Para la prisa que llevamos!

 

De los romeros taciturnos

Que fuimos desdeñando todo,

 

Llenos de los cielos nocturnos

Que mienten astros en el lodo!

 

Caminos tiene el alma!.. ¿Fuimos Quizás en busca de un

remedio...?

Siempre asolados nos rendimos Ante las llanuras del tedio...

 

Y después de soñar ilusos

Que el término no estaba lejos,

 

Nos despertamos muy confusos

Porque nos encontramos viejos.

 

Ah, quién mirara la dulzura

Del crepúsculo, adolescente,

 

O abriera a la mañana pura

Los ojos de un convaleciente!

 

Y la negra ramazón viva

De los árboles centenarios

Se inclinó, como pensativa

En mis recuerdos solitarios,

 

Con un son de manantial de agua

Que sigue goteando la pena

 

De la ilusión que arde en la fragua

De una tarde lenta y serena...

 

 

SUEÑO DE ARTE

Blanca estela dejaba el cisne blanco

En las mágicas aguas andadas

 

Y en gallardas y suaves balanceadas

Me mostraba la seda de su flanco.

Desde el césped frondoso de mi banco

A la Milo de mármol enlazadas

Trepaban las volubles lanceoladas

 

A ocultar el divino brazo manco.

Armoniosa la tarde descendía

Paipadeando su luz con agonía.

 

Ya la estrella de Venus fulguraba.

 

Y mirando unas flores abstraído

De repente salté muy sorprendido:

Impaciente Pegaso ya piafaba.

Tomado de:

https://poemas.yavendras.com/sueno-de-arte.htm

 

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