lunes, 5 de febrero de 2024

POEMAS DE JOÃO RASTEIRO


AUSCHWITZ ¿Y DESPUÉS?

 

 

El corazón, el cuerpo, las manos y los poemas

 

han sido gaseados en una tarde de marzo: destellos

 

concebidos en el despojo del poeta sin rosas.

 

 

 

*

 

 

 

El corazón estaba demasiado triste y los poemas

 

primaverales, demasiado joviales, y el amor cavilado

 

en la ruptura del dorso con la astucia del contagio.

 

 

 

*

 

 

 

Los desiertos se desarrollan y deposito guirnaldas,

 

nuestro amor era errante, pero tan sublime,

 

en la solercia de la palabra nunca se sabrá cuánto.

 

 

 

*

 

 

 

En el laberinto de sus témporas ni siquiera dios vio,

 

si hubiéramos visto su inigualable sombra,

 

no hubiera sido muerte alquímica bajo el escarnio.

 

 

 

*

 

 

 

“No habían podido”, pues él era ya en sí

 

el principio y el final de todo: la luminosa crueldad,

 

el más preciso y claro rasgo en las cenizas de la memoria.

 

 

EL BOTE DE LOS PECES

 

 

“El amor es una noche a la que se llega sólo”

 

después de la infancia ocultada en el follaje puro

 

y de la fimbria de un electrocardiograma.

 

 

 

*

 

 

 

Y no hay una aptitud clara, sino una isla,

 

y se encontrará ya disponible otra lengua

 

que asegura que jamás abandona la tierra

 

el perfume de la rosa de su perder,

 

tus anteados ojos y el lecho despojado

 

donde brota la fresca lágrima y la culpa pura.

 

 

 

*

 

 

 

En ocasión de la aurora todavía se asoma el azul

 

y como un halcón deleita al pájaro,

 

en nuestra distancia, aún somos un hondo cielo,

 

y en medio, la frecuencia cardíaca

 

que logremos ofrecer, la única lucidez

 

en caracteres ilegibles de sangre y saliva.

 

 

 

*

 

 

 

Y no hay virus o náufragos en el mediterráneo

 

que te cabalguen lejos de mi lengua

 

y “la boca besada es caliente de cuerdas y lazos”

 

y el gran mar sube al cielo a los pies del pescador.

 

 

 

*

 

 

 

Ahora, forajido, lo que sé del corazón es mirarlo

 

y sentirte, y de los huesos puros botan peces,

 

para que por ti me sostenga y tú te sostengas

 

por mí donde el carbón se vierte en el espacio angular.

 

 

LA TEXTURA DE LA TIERRA

 

 

Si dios detuviera la textura guarnecida de la tierra

 

embelesada de hombres y mujeres bajo el sol,

 

palabras encendidas, turbias inquietudes

 

del verbo en la lengua, del querer, y del bien querer,

 

alargaría esa textura bajo nuestra habla

 

adornada en la claridad divina del error y el pecado.

 

 

 

*

 

 

 

Pero, crédulo, poseo solamente la poesía;

 

ella es lo que alargo bajo nuestra habla.

 

La surca lentamente, tú eres la voz de mi poesía,

 

Esta pura naciente de palabra incorpórea.

 

 

 

*

 

 

 

“Si yo tuviera las telas bordadas de los cielos”, y dios

 

la textura guarnecida de la tierra, la poesía

 

serías tú, la bordadura del amor, y el centro del amor,

 

todo lo que hay de solícito “de oro y plata” en la figura de la fe.

 

 

SOMOS HUÉRFANOS DE UNA GRAN HAMBRE

 

 

En el Senado

 

todos fallamos el elocuente discurso

 

de nuestros efímeros días,

 

el amor en los intersticios de la Polis,

 

en la historia que tras el crepúsculo

 

merecíamos tener en este purpúreo suelo,

 

y el panegírico del cuerpo

 

donde se derramaba el vino,

 

y el eco luminoso como la palabra radiante

 

en la sabiduría y gloria de Babilonia,

 

nos olvidamos por la nitidez de la hoja

 

de fausto “banquete para las aves de rapiña”,

 

nosotros, “¿los poetas en tiempos de indigencia?”

 

 

 

*

 

 

 

En el Senado

 

todos ignoramos la siderurgia del mal

 

de nuestras resplandecientes batallas,

 

la ceguera en la divinidad de los hombres,

 

de la voracidad que antes de la oscuridad

 

se desgasta bajo el tiempo del banquete,

 

y la extrema jactancia del narciso

 

en la cual desvive la inocencia de la belleza,

 

y la condena que nivela el golpe

 

sobre la renuncia pura de otras Grecias,

 

“en uno entre los más, en uno entre los que se” entregan,

 

nos deshacemos ante el polvo de las leyes

 

deportando héroes “como expolio para los perros”.

 

 

 

*

 

 

 

En el Senado

 

todos olvidamos el derrumbamiento del verbo

 

de mis perfumadas rosas y manos,

 

un poema deslumbrado entre tus senos,

 

del lugar de aquella fuente en tu cuerpo

 

sumergido hoy isla de bruma inaccesible,

 

y prosigo, prosiguiendo tú en mí

 

un poema o “idea de Polis rescatada”,

 

y no cuido de mensurar la culpa,

 

la mía, la tuya, la nuestra, bajo el corazón del ágora

 

“nosotros, los ateos, nosotros, los monoteístas,

 

nosotros”, alimentamos el incesto que me agita

 

“cargando un rescate inmensurable” y cruel.

 

 

 

*

 

 

 

En el Senado

 

ahora, la finura acumulada del lino

 

y del blando en dos frágiles mundos de cristal,

 

te lame el nombre, cada olor y memoria

 

circunscrita a una sola raíz de tristeza,

 

la mía que se esconde “bajo cada piedra”,

 

mi fulgor, el fulgor de las Grecias

 

donde siempre “puede esconderse un escorpión”.

 

 

 

*

 

 

 

En el Senado

 

se decide ahora si la cicuta

 

deberá ser el castigo, para mí que no te he olvidado,

 

si para aquella madre que enseguida olvidó el hijo

 

recién nacido, lanzándolo a la papelera

 

un fondo de cuerpo donde no subsiste suelo,

 

oh miserables ángeles desnudos

 

bajo un estrecho soplo, un frágil vuelo divino.

 

 

 

*

 

 

 

En el Senado

 

se excede el pudor de la orfandad

 

de palabra justa, y en rama de laurel

 

ardiendo está nuestro nombre

 

y aunque centelleando pujante el sol para ellos,

 

como usuarios de parca sabiduría

 

en anzuelos de añadiduras tan irrelevantes,

 

no entienden que “¿sin bárbaros qué será de nosotros?”.

 

 

AUTOPSICOGRAFÍA II

 

 

“Más alto todavía, siempre más alto”,

 

la alondra exhaló su mágico cantar

 

en la expuesta y febril colmena del poema.

 

 

 

*

 

 

 

La fingida tristeza retracta a la auténtica

 

con semejante maestría en su lengua de voces

 

“entreteniendo la razón”, que la distinción

 

presente entre lo fingido y lo auténtico

 

es ilícita, la fingida tristeza que se aferra

 

al pasadizo del poema es auténtica

 

y la auténtica es absolutamente fingida.

 

 

 

*

 

 

 

Pero, en ciertas verdades oscuras

 

donde medir la distinción “que se llama

 

corazón”, ¿cuál de las dos es la exactitud?

 

 

 

*

 

 

 

El tumulto es lejano en todas las lenguas

 

y en ninguna, “y así en los arroyos

 

de la rueda gira” tu triste ausencia, la única

 

y entera verdad, mi triste soledad.

 

 

FRONTERAS DE CUERPO VACÍO

 

 

Hay filamentos de acero impíos,

 

la tiniebla que brota recuerda un pez-araña

 

agonizando bajo los dientes del agua

 

y se entraña por los bordes de la nieve de mi cuerpo

 

desembocando en abismos en mi estómago.

 

 

 

*

 

 

 

Y disemina allí sus impías telas

 

Dos telas de soledad. La mía

 

y la mía que heredé fermentada del amor,

 

las enigmáticas “declinaciones de ti” en mí,

 

y ahora el verbo es un virus en la peste del mundo.

 

 

 

*

 

 

 

Ahora llegado a la nada del todo de tu ausencia,

 

todavía “agarro la madrugada como si fuera

 

un niño” masticando las raíces

 

del último árbol que se frota al paladar del cielo

 

estéril de azul. Fronteras de cuerpo vacío.

 

 

 

 

 

(poemas en su idioma original, portugués)

Tomado de:

https://www.vallejoandcompany.com/la-siderurgia-del-mal-71-poemas-de-joao-rasteiro/

 

 

LIMPIEZAS

 

 

 

Serenamente, como si se parase todo el tiempo

 

del mundo y toda la luz del astro rey,

 

Jorge Luis Borges lavó toda la biblioteca

 

hundiendo los libros en agua de rosas blancas,

 

era tiempo de expurgar, del exilio de la polilla,

 

hay sin duda formas mucho peores

 

de desnudarnos de la inutilidad de los días

 

pasados en baladíes quimeras.

 

 

 

                              *

 

 

 

Ah, solo el libro “Historia universal de la infamia”

 

escapó al genocidio de las limpiezas

 

en esa nebulosa aurora del 6 de agosto de 1945

 

cuando en Buenos Aires aún se abría la noche

 

pues “los poetas, como los ciegos,

 

pueden ver en la oscuridad”.

 

 

A UN VIEJO CUERPO

 

 

 

                               a Manuel António Pina

 

 

 

 

 

Olvida “la rosa. Doquiera que esté”

 

oculta, el mundo ya renunció, solo

 

de la melancolía del ave vivirás

 

(tus libros, tus gatos, tus muertos:

 

la casa, la única herencia

 

del sagrado alfabeto anfibio),

 

el resto son los tajos de la bruma

 

que se abren al musgo: la lengua

 

deshabitada como dádiva. Despréciala

 

pues ella te oculta de la boca del sol,

 

extermínala, pues, la rosa de Provins,

 

el secreto radica en el corazón de la desnudez,

 

en la metáfora que te de mamar el pecado

 

que irrumpe del calor de las musas

 

en rosáceos pétalos fluctuantes. Oye,

 

olvídate de ella, “de ninguna palabra

 

y ningún recuerdo, ¿lo prometes?”

Tomado de:

https://www.crearensalamanca.com/poemas-del-portugues-joao-rasteiro-traducidos-por-xavier-frias-conde/

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