martes, 13 de febrero de 2024

POEMAS DE ENRIQUE DÍEZ CANEDO


EL DESTERRADO

 

Todo lo llevas contigo,

tú, que nada tienes.

Lo que no te han de quitar

los reveses

porque es tuyo y sólo tuyo,

porque es íntimo y perenne,

y es raíz, es tallo, es hoja,

flor y fruto, aroma y jugo,

todo a la vez, para siempre.

No es recuerdo que subsiste

ni anhelo que permanece;

no es imagen que perdura,

ni ficción, ni sombra. En este

sentir tuyo y sólo tuyo,

nada se pierde:

lo pasado y lo abolido,

se halla, vivo y presente,

se hace materia en tu cuerpo,

carne en tu carne se vuelve,

carne de la carne tuya,

ser del ser que eres,

uno y todos entre tantos

que fueron, y son, y vienen,

hecho de patria y de ausencia,

tiempo eterno y hora breve,

de nativa desnudez

y adquiridos bienes.

De aquellos imperturbables

amaneceres

en que la luz de tu estancia

se adueñaba tenue

pintando vidrios y cuadros,

libros y muebles;

de aquellos días de afanes

o placeres,

de vacilación o estudio,

de tenso querer, de inerte

voluntad; de cuantos hilos

tu vida tejen,

no hay una urdimbre quebrada

ni un matiz más débil...

Nadie podrá desterrarte

de estos continentes

que son carne y tierra tuya:

don sin trueque,

conquista sin despojo,

prenda de vida sin muerte.

Nadie podrá desterrarte;

tierra fuiste, tierra fértil,

y serás tierra, y más tierra

cuando te entierren.

No desterrado, enterrado

serás tierra, polvo y germen.

 

 

LA BRUJA JOVEN

 

Triunfan en tu cuerpo todos los pecados,

Son tus labios rojos flores de mentira.

Son simas de orgullo tus ojos rasgados.

Tus palabras roncas, torrentes de ira.

 

Tenazas de gula son tus dientes blancos.

Tus pechos, almohadas para la pereza.

Y en tu vientre núbil y en tus firmes flancos,

la sierpe lujuria yergue la cabeza.

 

No están los estigmas del sábado impresos

en tu faz de virgen con que atraes y engañas;

mas tu lengua sabe satánicos besos

y el amor de chivo quema tus entrañas.

 

Vas al aquelarre donde clama y brinca

tropel monstruoso. Tu sola presencia

lo para, y sus dardos en tu cuerpo inca

de la obscena turba la concupiscencia.

 

Y al llegar el día te truecas en gata

de ojos verdes, alba piel y finas uñas;

y al que a tu misterio de acercarse trata,

le halagas primero, después le rasguñas.

 

 

HAN VENIDO LOS HUNGAROS

 

Han venido los húngaros, hermana,

osos de tardo andar, monos ladinos

lleva la miserable caravana.

Son los hombres esbeltos y cetrinos.

 

Fuman pipas enormes. Llevan rojos

casquetes, de los cuales se desborda

la maraña de pelo, y en sus ojos

brilla el destino de la errante horda.

 

Son flacas las mujeres. En harapos

van desnudos los pies bajo las faldas

en jirones. Envuelto en sucios trapos

una conduce un chico en las espaldas.

 

Tañen los hombres grandes panderetas,

canturrean tonadas melancólicas,

y hacen dar a los monos volteretas

y ágilmente bailar danzas diabólicas.

 

Y amaestran al oso torpe y grave

de floja piel, que humildemente fiero

danza, y pasando a la ronda, sabe

las limosnas recoger en el pandero.

 

Han venido los húngaros, me gusta

ver su arrogancia en su mirar osado,

y, en lo moreno de su faz adusta,

los soles de las tierras que han cruzado.

 

Amo danzas, combates, aventuras

pero soy hombre débil y pequeño

y he recorrido solo las llanuras

del país arbitrario del ensueño.

 

Y he vivido en mi hogar burgués y oscuro

y el vasto mar y el alto monte ignoro,

las tierras que repulsa el hielo duro

y las que halaga un regio sol de oro;

 

y languidezco en un rincón de olvido,

y engarzo en él paciente, verso y verso,

sin azares que me hayan conducido

por la diversidad del Universo...

 

Húngaros, hoy ha roto vuestro paso

mis horas de tristeza, de fastidio.

Desde mi quieto bienestar, acaso

vuestra inquietud, vuestra pobreza, envidio.

 

(¡Corazón, corazón!, ¡qué no te atrevas

cada día a buscar extrañas gentes,

costumbres no sabidas, hablas nuevas,

cielos varios, paisajes diferentes!)

 

Cuando vosotros pobres peregrinos,

lejos del suelo avaro que os destierra,

peregrináis por todos los caminos,

por todos los caminos de la tierra.

 

Mi espíritu lleváis en compañía:

vuestras faces morenas le son tratas,

ama vuestra tenaz melancolía

vuestras noches, que alumbran las fogatas

 

y vuestro caminar por entre hogares

tibios, morada de los hombres vanos,

de esos duros, inhóspitos lugares,

en que os ladran los perros aldeanos...

Tomado de:

https://www.poesiaselecta.com/poeenriquediezc.html

 

 

Oración en el jardín

Yo me quiero morir como se muere

todos los años el jardín, y luego

renacer de igual modo que renace

todos los años el jardín. Se han ido

los pájaros; volaron, pero no tenían alas.

No me quiero morir como las hojas,

ni quiero ser el árbol de perenne

verdor adusto, ni el arbusto dócil

cortado en seto, sino el árbol libre,

desnudo atleta que en el suelo ahínca

las fuertes plantas y en el aire tuerce

los recios brazos; no el verdor eterno

sino la fronda renovada, el fruto

cuando el año lo envíe. Aquí me tienes,

Señor, desnudo como el árbol. Dame

tu bautismo de lluvias y tu crisma

de sol, y dame vestiduras nuevas,

inmaculadas. El jardín de invierno

callado está: mi corazón callado.

Habla tú; luego, vísteme de hojas.

Algo de tus palabras, al moverse,

repetirán, como inspiradas lenguas.

 

Mar pagano

La voz del mar es un clamor de furia,

de paroxismo. En el temblor del agua,

con espasmos de amor y de lujuria,

tal vez un mito divinal se fragua.

 

Líquidas trallas baten los cantiles;

y es tan tremendo el ímpetu que azota

los peñascos austeros y seniles,

que su masa en esquirlas salta rota.

 

El sol es como un ascua. Es un glorioso

pastor; desde los cielos deslumbrantes,

guía un blanco rebaño milagroso

de magníficas olas espumantes.

 

Mar, ¿qué quieres? Acaso en esta ruda

contienda, en este rebramar sonoro,

va a surgir otra vez, blanca y desnuda,

de entre tus olas Afrodita de oro,

 

y esas torsiones ásperas, supremas,

son del nuevo prodigio las señales?

¿O quieres, de tu azul, fundir dos gemas

para sus claros ojos inmortales?

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/enrique-diez-canedo/

 

 

GRILLO DE MI VENTANA, POETA LASTIMERO…

 

Grillo de mi ventana, poeta lastimero

que, entre alambres y corchos, esperas, prisionero,

días y días, noches y noches, a la muerte:

me conforta el oírte si me contrista el verte…

Lastimero poeta, tus eternas canciones

cantan el triunfo eterno de las constelaciones

en el cielo; el encanto nocturno de la tierra;

la salud de la brisa que por el campo yerra,

y el correr de las aguas del manantial. Tu nota

celebra la armonía que del gran Todo brota.

La nota persistente de su monotonía,

la nota tremulenta de tu melancolía,

la desesperación serena de tu calma,

penetran hondamente, penetran en mi alma.

Comprendo lo que pasa por ti; comprendo el duro

misterio que es cadena de tu existir oscuro;

y admiro tu resignación de anacoreta,

grillo, de mi ventana, lastimero poeta,

y admiro ese desbordamiento franciscano

de amor con que saludas a todo, grillo hermano.

Yo te admiro y quisiera, grillo bueno, imitarte:

contestar a la ofensa con amor y con arte;

vivir siempre en mi jaula resignado y sereno;

ver a la tierra hermosa, juzgar al hombre bueno

y hacer mis versos como tus cánticos sencillos

de amor, que te granjean el cielo de los grillos…

 

Versos de las horas, 1906.

Tomado de:

https://poeticas.es/?p=2610

 

 

Chile

 

Te arrulla el mar, te velan las montañas,

te arde la frente y por los pies tiritas:

con sus próvidas manos infinitas

Dios está removiendo tus entrañas.

 

 

Un tango

 

¿De qué sima extraña sales,

viento que brisa pareces

y al pasar los arrabales

de las almas estremeces?

 

 

Paso de los andes

 

La grandeza toca al espanto.

Y el tren cruza la cordillera,

menudo y silencioso, tanto

que la montaña no se entera.

 

 

Negros cargadores

 

(Pocahontas coal for steamships. —Curaçao)

Hormigas afanosas corren en doble hilera,

suben, bajan: tarea jamás interrumpida.

Cangilones humanos, vuelcan su propia vida

por la insaciable porta carbonera.

 

 

Valle de mexico

 

Altivo, el dios azteca su cielo recorría.

Cayó la ingente ajorca del brazo del titán.

Ved en las tierras anchas lucir su pedrería:

nieves perpetuas, cumbres rocosas de volcán.

 

 

El reloj de olmedo

 

(Museo de Guayaquil)

Hoy los que por de Olmedo te veneran

piensen que tú marcaste a su ansiedad

horas de inspiración, que también eran

horas de libertad.

 

 

Gringuitos en balboa

 

Tez de nácar, azules ojos, rubios cabellos:

todo el ardor del trópico se vuelve luz en ellos.

 

 

A fernandez moreno

 

Si esta menuda canción

por volante tiene un ala;

si vuelve certera bala

minúsculo perdigón;

si toca en el corazón

hallando un acorde pleno;

si hace bálsamo el veneno,

si ríe, por no llorar,

decidlo, sin vacilar:

es de Fernández Moreno.

 

 

Inscripción

 

para una plaza colonial

¡Claxon, silencio! ¡Chitón,

tráfico. ¡Detente, oh vida!

Que aún está en este rincón

la vieja España dormida.

 

 

Ocaso tropical

 

Agua y nubes no más, y en el espacio

la luz, suprema fantasmagoría.

¿Quién pudo levantar ese palacio

para un dios, para un cielo, para un día?

 

 

Bridge

 

Bridge es "puente". ¡Y pensar que, consecuente,

con la dama y el jack entretenida,

un día llegarás, por ese puente,

de esta vida de bridge a la otra vida!

Tomado de:

https://www.poetaspoemas.com/enrique-diez-canedo

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