martes, 6 de febrero de 2024

POEMAS DE AUGUSTO WINTER

 


No te manches

Si es tu vida tan pura como fuente

clara y tranquila, espejo de los cielos;

si tu alma no ha sufrido los desvelos

del que en el fondo de su pecho siente

 

del árbol del pecado, floreciente,

la malsana atracción; si tus anhelos

jamás se han arrastrado por los suelos

y puedes, limpia, levantar la frente;

 

si tu alma es torre de marfil segura,

no te envanezcas, ni de extraño modo

juzgues la vida de alma menos pura.

 

Porque te manchas con tu orgullo necio

si, al contemplar al que cayó en el lodo,

en vez de amor le arrojas tu desprecio.

 

 

LAS GUALAS

 

La luz de la tarde, que va fugitiva

corriendo hacia arriba

detiene su paso del monte en la altura,

por ver a las sombras salir silenciosas

y andar vigorosas

cubriendo del lago la tersa llanura.

 

Ya sobre las ondas sombrías del lago

se siente aquel vago

clamor, que remeda la voz lastimera

de huérfanas almas...

Ya cantan las Gualas,

plegadas las alas,

flotando en el lago su queja postrera.

 

Son muchas... van juntas... su número asombra,

nadando en la sombra,

la onda obscurecen del lago sombrío;

el viento recoge sus quejas... su canto

es lúgubre llanto,

que infunde en el alma pavores y frío.

 

                                                  .............................................................

 

Oíd cómo lloran

las Gualas del lago;

su mísero, aciago

destino deploran:

«Nosotras tenemos tristeza infinita:

con muerte maldita

llegamos al mundo y en hora fatal,

decimos, Natura, ¿por qué nos regalas

inútiles alas

si nunca con ellas sabemos volar?

 

En medio del agua vivimos nosotras,

mirando a las otras

alígeras aves del vuelo gozar,

las ondas nos mecen a todos instantes,

vivimos flotantes

sin nunca, en la orilla, descanso buscar...

 

Amamos las sombras... Dejamos que guarde

la pálida tarde

en hondo misterio los restos de luz,

y luego entonamos las quejas tan hondas

que lleva en sus ondas

el lago sereno, sombrío y azul.

 

Y vamos muy tristes...

y somos hermosas!...

nosotras las cosas

secretas del lago sabemos hallar,

lo bello, lo triste, la pálida bruma,

la frágil espuma,

la onda que gime la brisa al besar.

 

De nuestras canciones el dulce concento,

vibrando en el viento,

dilátase en ondas de inútil pesar!...

llenando del valle los ámbitos queda

la rítmica y leda

plegaria, que nadie comprende quizás!»

Hay almas que llevan, cual llevan las Gualas,

plegadas las alas

y sobre las olas de un mar de dolor,

cantando a la sombra, se quedan flotantes;

son almas errantes

sin grandes ideales, sin fe, ni valor…

 

 

 

 Reina en el lago de los misterios tristeza suma:

 los bellos cisnes de cuello negro de terciopelo,

 y de plumaje de seda blanca como la espuma,

se han ido lejos porque del hombre tienen recelo.

 

Aún no hace mucho que sus bandadas eran risueños

copos de nieve, que se mecían con suavidad

sobre las ondas, blancos y hermosos como los sueños

con que se puebla de los amores la bella edad.

 

Eran del lago la nota alegre, la nota clara,

que al panorama prestaba vida y animación;

ya fuera un grupo que en la ribera se acurrucara,

ya una pareja de enamorados en un rincón.

 

¡Cómo era bello cuando jugaban en la laguna

batiendo alas en los ardientes días de sol!

¡Cómo era hermoso cuando vertía la clara luna

sobre los cisnes adormecidos su resplandor!

 

El lago amaban donde vivían como señores

los nobles cisnes de regias alas; pero al sentir

cómo implacables los perseguían los cazadores,

buscaron tristes donde ignorados ir a vivir.

 

Y poco a poco se han alejado de los parajes

del Budi hermoso, que ellos servían a decorar,

yéndose en busca de solitarios lagos salvajes

donde sus nidos, sin sobresaltos, poder formar.

 

Quedaban pocos; eran los últimos que no querían

del patrio lago las ensenadas abandonar,

sin contagiarse con el ejemplo de los que huían,

confiando siempre de los peligros poder salvar.

 

Mas, desde entonces fue su destino, destino aciago,

ser el objeto de encarnizada persecución:

vioseles siempre de un lado a otro cruzar el lago,

huyendo tímidos de la presencia del cazador.

 

Y al fin, cansados los pobres cisnes de andar huyendo,

se reunieron en una triste tarde otoñal,

en la ensenada, donde solían dormirse oyendo

la cantinela de los suspiros del totoral.

 

Y allí acordaron que era prudente tender el vuelo

hacia los sitios desconocidos del invasor;

yendo muy lejos, tal vez hallaran bajo otro cielo

lagos ocultos en un misterio más protector.

 

Y la bandada gimió de pena, sintiendo acaso

tantos amores, tantos recuerdos dejar en pos!

Batieron alas; vibró en el aire frú-frú de raso

que parecía que era un sollozo de triste adiós!

 

                                                                                  *

 

Reina en el lago de los secretos tristeza suma,

porque hoy no vienen sobre sus linfas a retozar,

como otras veces, los nobles cisnes de blanca pluma,

nota risueña que ya no alegra su soledad.

 

Si, por ventura, suelen algunos cisnes ausentes,

volver enfermos de la nostalgia, por contemplar

el lago amado de aguas tranquilas y transparentes,

lo hallan tan triste que, alzando el vuelo, no tornan más.

 

 

LA FUGA DE LOS CISNES

 

 

 

Reina en el lago de los misterios tristeza suma:

los bellos cisnes de cuello negro de terciopelo,

y de plumaje de seda blanca como la espuma,

se han ido lejos porque del hombre tienen recelo.

 

Aún no hace mucho que sus bandadas eran risueños

copos de nieve, que se mecían con suavidad

sobre las ondas, blancos y hermosos como los sueños

con que se puebla de los amores la bella edad.

 

Eran del lago la nota alegre, la nota clara,

que al panorama prestaba vida y animación;

ya fuera un grupo que en la ribera se acurrucara,

ya una pareja de enamorados en un rincón.

 

¡Cómo era bello cuando jugaban en la laguna

batiendo alas en los ardientes días de sol!

¡Cómo era hermoso cuando vertía la clara luna

sobre los cisnes adormecidos su resplandor!

 

El lago amaban donde vivían como señores

los nobles cisnes de regias alas; pero al sentir

cómo implacables los perseguían los cazadores,

buscaron tristes donde ignorados ir a vivir.

 

Y poco a poco se han alejado de los parajes

del Budi hermoso, que ellos servían a decorar,

yéndose en busca de solitarios lagos salvajes

donde sus nidos, sin sobresaltos, poder formar.

 

Quedaban pocos; eran los últimos que no querían

del patrio lago las ensenadas abandonar,

sin contagiarse con el ejemplo de los que huían,

confiando siempre de los peligros poder salvar.

 

Mas, desde entonces fue su destino, destino aciago,

ser el objeto de encarnizada persecución:

vioseles siempre de un lado a otro cruzar el lago,

huyendo tímidos de la presencia del cazador.

 

Y al fin, cansados los pobres cisnes de andar huyendo,

se reunieron en una triste tarde otoñal,

en la ensenada, donde solían dormirse oyendo

la cantinela de los suspiros del totoral.

 

Y allí acordaron que era prudente tender el vuelo

hacia los sitios desconocidos del invasor;

yendo muy lejos, tal vez hallaran bajo otro cielo

lagos ocultos en un misterio más protector.

 

Y la bandada gimió de pena, sintiendo acaso

tantos amores, tantos recuerdos dejar en pos!

Batieron alas; vibró en el aire frú-frú de raso

que parecía que era un sollozo de triste adiós!

 

                                                                               *

 

Reina en el lago de los secretos tristeza suma,

porque hoy no vienen sobre sus linfas a retozar,

como otras veces, los nobles cisnes de blanca pluma,

nota risueña que ya no alegra su soledad.

 

Si, por ventura, suelen algunos cisnes ausentes,

volver enfermos de la nostalgia, por contemplar

el lago amado de aguas tranquilas y transparentes,

lo hallan tan triste que, alzando el vuelo, no tornan más.

Tomado de:

http://www.revistachilena.com/Selva-Lirica-Augusto-Winter.html

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