martes, 20 de febrero de 2024

POEMAS DE PEDRO TAMEN

 


LOS DÍAS

 

 

 

3

 

En aquella época vivir era lo mejor del mundo.

 

Cuando salió el sol, todos vinieron

 

Y los hombres eran niños, pero Alá de las montañas.

 

Era una llanura, tan grande como corresponde a todas las llanuras.

 

y llana porque cada uno estaba en su lugar.

 

En aquel tiempo habíamos sido creados y éramos iguales a ellos.

 

                                                        hierbas y flores.

 

Tú,

 

tan perfecta que era imposible no ser tú,

 

tan elevado como la alegría de la golondrina,

 

estabas a mi lado, naturalmente genial,

 

y no había motivos ni razones porque lo sabíamos todo.

 

Nuestra teología fue la bendición del bebé más cercano.

 

y nos puso en tierra con hojas de la misma planta,

 

Conciencia apacible y limitada.

 

Mirando hacia el acantilado, el cielo se abrió y todos los ángeles

 

                                      vino a sentarse en el borde

 

y se parecían a nosotros con pequeños cadáveres.

 

Canté canciones más hermosas jajaja que puedo expresar.

 

y me escuchaste en silencio y con los ojos abiertos, exactamente como

 

                                                        a todos los sonidos.

 

 

LA SANGRE

 

 

 

10

 

Mil veces hombre, mil veces grito,

 

mil veces cuando, mil veces,

 

Fue todo, nuevo y para siempre, nacido y consumado.

 

 

 

Ahora escuchamos el murmullo de la tierra:

 

Ese día, la esperanza de tu vida,

 

la difícil soledad de las profundidades,

 

Es un espacio raro que se esconde bajo las rocas,

 

los restos que nos deja un cataclismo

 

— gira frente a Faz,

 

se voltearon sorprendidos, cuando de repente

 

un líquido nuevo los toco y vuelvo a correr

 

y me visto a la luz de la tierra; cuando, anunciado,

 

Se produce una lenta agitación, una santa fecundación.

 

 

MUCHO MÁS QUE JUGAR

 

 

 

                   para Antonio Ramos Rosa

 

 

 

Saluda, asume, recuerda,

 

alberga la espuma

 

con el corazón disperso.

 

Un legado abierto

 

afirma y cede a los primeros días.

 

Completo, palpar, rosado.

 

tu cuerpo en su cuerpo,

 

Desde allí lloro hasta vivir muerta.

 

 

AHORA, SÉ

 

 

 

9

 

La luz que viene de las piedras, de la intimidad de la piedra,

 

la coges mujer ella reparte

 

tan generoso en el alféizar de la ventana del mundo.

 

La sal del mar usa tu lengua;

 

No es tan malo para ti, demasiadas cosas.

 

Lo mejor de todo, el vuelo de los insectos,

 

La clave del momento en que comienza la canción.

 

del pájaro o de la cigarra

 

— el hombre que conduce con el mismo gesto aquí

 

el cerebro de lo que te hace despertar

 

los ojos densos de cada día.

 

¿Quién salva en este aliento?

 

¿Real boca a boca con el universo?

 

 

 

 

 

13

 

Penetra libremente en el brazo completamente abierto,

 

que me entrego a ti, te acepto, te recibo,

 

Quien esta solo esperando que te bese con grulla

 

y ascender y se vacacía:

 

oh muerte.

 

 

 

Ni mal ni bien, implica penetración.

 

en el servicio de este día.

 

Conmigo quien me dice yo doy,

 

Confío en ti, hermano, no estoy seguro.

 

ella sonríe entre puertas,

 

la voz no recordada.

 

En ti, mi blanca, muerta,

 

Deposito mi vida.

 

 

 

 

 

Página publicada en febrero de 2008; ampliado y republicado en enero de 2011.

Traducción de XOSÉ LOIS GARCÍA

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/portugal/pedro_tamen.html

 

 

"Lo que no se sabe no existe..."

Lo que no se sabe no existe.

Cuando, por victoria del fuego

o chorro sordo, inesperado, de agua,

un aletazo, leve y mal sentido,

te alza los ojos a rincones callados

a los oídos que hasta entonces te diera

el inmóvil acaso, tu parco nacimiento,

cuando un murmullo despierta con dudas

lo que en certeza habías construido

y un velo que no sabías al no saber

se abre, y, aún más, cuando

consigues ver la mano que desveló

el país de las narices, los dedos, las pupilas,

 

entonces existe, el mundo crece en ti

y en ti mengua la gruta que palpabas.

 

Otras vueltas darás, siempre a la espera,

hasta que un día, de pronto, te comprendas

al comprender de una vez a la luz de un rayo

que era preciso supieras que también existe

y que lo que de veras existe no se sabe.

 

 

“He aquí la cuestión que a Polonio plantearías...”

He aquí la cuestión que a Polonio plantearías

si la cuestión se plantease de volver atrás:

si acaba tal vez lo caliente con las manos frías,

¿con qué manos sigues escribiendo, si es que das

 

la mano a quien te lee? Pégala en la calavera

tan danesa que hizo literatura

de la que no te gusta. Y coloca a su vera

dos velas encendidas — que la luz mientras dura

 

pregunta todavía, sin tu intervención,

si se acaba tal vez el tiempo en que sabías

al menos no saber, y si es ahora el no

 

radicalísimo y neto, sin que tenues

correderas de viento abran trampas

acaso de otra luz, noches y días.

Tomado de:

https://franciscocenamor.blogspot.com/2015/05/poema-del-dia-lo-que-no-se-sabe-no.html

 

 

EL MAR ESTÁ LEJOS,
PERO NOSOTROS SOMOS EL VIENTO

El mar está lejos, pero nosotros somos el viento;

y el recuerdo que atrae, hasta ser él,

es de otro y semejante, es aire de tu boca

donde el silencio pace y la noche acepta.

¿Dónde estás, que niebla me perturba

tanto que no veo los ojos de la mañana

como tú misma la vez y te aprovecha?

Cabellos, dedos, sal y larga piel,

donde se encierra tu vida los ofrece;

y es con manos solemnes, fugitivas

que te recojo viva y me concedo

la hora en que las olas se confunden

y nada es necesario a la orilla del mar.

 


ESCRITO DE MEMORIA

Formado en derecho y soledad,

a las oscuras te busco cuando brilla la lluvia.

Es verdad que miras, es verdad que dices.

Que todos tenemos miedo al agua pura.

 

¿A qué dioses te debo, si te debo,

qué asombro es este, si hay razón para él?

¿Cómo te busco, entonces, si estás aquí,

o, si no estás, por qué te quiero poseída?

¿Cuáles ojos y cuál noche?

Aquella

cuando estuviste por decirme tu nombre.

 

 

 

UN FADO, PALABRAS MÍAS

Palabras que dijiste y ya no dices,

palabras como un sol que me quemaba,

ojos locos de un viento que soplaba

en ojos que eran míos, y más felices.

 

Palabras que dijiste y que decían

secretos que eran lentas madrugadas,

promesas imperfectas, murmuradas

en cuanto nuestros besos permitían.

 

Palabras que decías, sin sentido,

sin quererlas, más sólo porque eran ellas

que traían la calma de las estrellas

a la noche que asomaba a mi oído…

 

Palabras que no dices, ni son tuyas,

que morirán, que en ti ya no existen

-que son mías, sólo mías, pues persisten

en la memoria que arrastro por las rúas.

 

 

 

TE ESCRIBO DE CERCA

Te escribo de cerca, como si la mano

te fuese un ligero objeto aflorado,

como si de la calle te llegase

la tímida certeza para la compra

de los minutos siguientes. De cerca,

como el sol, como la cigarra.

Como un silencio pleno

que te viniese a los ojos de mañana

y amarte fuese la vestimenta

elegida al comenzar el día.

 

 

 

LA TINTA NEGRA QUE BAILA EN EL PAPEL

La tinta negra que baila en el papel

garantiza la eternidad del que empuña

el objeto frío y danzarín

(imaginaba yo un día, o simplemente

fingía creer). La tinta

de cualquier color y el papel

o hierro donde se inscribe

pasan volátiles como los dedos

llenos de intenciones y como

el sonido del cuco tres veces repetido.

Al silencio siguiente nadie siquiera

responde, pues no sabe

que haya habido un sonido, una verdad, un antes.

 

 

 

LLAVE, KLEE

Eres, como en Klee,

la máquina de chillar,

la liquidez perfecta de los movimientos,

la música de los sordos.

 

¿Qué húmedo pilar

sustenta, amor, el palacio

en que me refugio y duermo

que no sea tu canto

 

al canto de mi día?

Eres, como en Klee,

la virgen matemática

que todo me desvenda

 

y sin que yo haga cuentas

calculas sumas, zumos,

entre el hueco de las olas

y la azul astronomía.

 

 

SIBILA, DI QUE SÍ, SIBILA

Sibila, di que sí, Sibila

tus vientos tempestuosos, pero arrulla

nuestra pura sorpresa, cercano halo

donde se alinea, ciñe la sobremesa

de la vida inmensa, grueso y gordo callo

abierto de par en par a las potestades

donde el futuro aborta y pardo trastorna:

Sibila, sabes que prosigo,

que este camino preparo antes de venir

perdido y despedazado como el cordero

inventado después y donde cabes,

y donde hablas, mi centeno y trigo;

por eso, ahora, agónico pedir

es este mi tormento que te agrada

-Sibila, que mujer, el otro lado

de mí y de este mundo sea libre

de las iras desmedidas, de lo que genere

la rabia rigurosa del roído fin,

y venga aprisa soberbia como arado

a cortarme la carne para que el fruto

fructifique conmigo en todas las vidas.

Traducidos por A. P. Alencart

Tomado de:

https://tiberiades.org/?p=5394

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