miércoles, 18 de julio de 2018

POEMAS DE BERTOLT BRECHT


Resultado de imagen para BERTOLT BRECHT

Balada del Chulo

Mac:

En otro tiempo que ahora ya pasó
vivimos juntos ellos, ella y yo
con mi talento y su disposición
la protegí y ella me alimentó
cada cual tiene su forma de amor.
Ligaba tipos duros en el callejón
los desplumaba sin piedad en cualquier jergón
después traía la recaudación
y yo le daba un tierno pescozón
y así tiramos más de un invierno
los buenos tiempos ya no son eternos.

Jenny:

En otro tiempo que ahora ya pasó
me golpeaba a veces, sin maldad
si no había pasta él se mosqueaba
¡voy a llevarme tu camisa a empeñar!
yo sin camisa pasaba los días.
Algunas veces me encontraba tan furiosa
que le decía hasta aquí llegó la cosa
y me soltaba un buen directo en las encías
me reponía al cabo de unos días
fue tan hermoso medio año al menos
los buenos tiempos ya no son eternos.
(1928)

El pueblo de Hollywood está concebido de acuerdo con la idea
que aquí se tiene el cielo.
Aquí se ha pensado que Dios,
precisando un cielo y un infierno, no
necesitó desarrollar dos establecimientos,
sino uno solo, el cielo. Éste
les sirve a los insolventes y fracasados
de infierno.

Sobre el pobre B.B.



Yo, Bertolt Brecht, nací en los bosques negros.
Mi madre me llevó hasta las ciudades
cuando aún descansaba yo en su cuerpo. Y el frío de los bosques
quedará en mí hasta el día de mi muerte.

En la ciudad de asfalto está mi hogar. Desde el comienzo
estoy armado con todo sacramento de muerte:
Con diarios. Y tabaco. Y aguardiente.
Desconfiado y perezoso y al fin satisfecho.

Soy con la gente amable. Me pongo
siguiendo la costumbre un hongo de sombrero.
Y digo: son animales de especial olor.
Y digo: no importa, también yo tengo ese hedor.

Al medio día y en mis mecedoras
me siento yo y al lado dos mujeres
y sin cuidado las contemplo y entonces digo:
en mí tienes a uno sobre el que nada puedes edificar.

Hacia la tarde reúno en torno a mí a hombres
y entonces nos decimos "caballero".
Tienen sus pies sobre mi mesa
y dicen: nos irá mejor. Y no pregunto nunca: cuándo.

Por la mañana y en el gris temprano mean los pinos,
y sus bichos, los pájaros, comienzan a chillar.
Hacia esa hora bebo yo mi trago en la ciudad y arrojo
la colilla y me duermo intranquilo.

Estamos asentados sobre un género fácil
en casas que se tuvieron por indestructibles.
(Así edificamos las casas largas en la isla de Manhattan
y las antenas finas que entretienen el mar atlántico).

De esas ciudades quedará: el que por ellas fue, ¡el viento!
Haced al que come, felices, la casa: él la vacía.
Sabemos que somos provisorios
y que tras de nosotros nada memorable vendrá.

En los temblores, que vendrán, espero
no apagar mi Virginia de amargura
yo, Bertolt Brecht, a las ciudades de asfalto lanzado
de los bosques negros en mi madre en temprana época.


Contra el Engaño


No se dejen seducir:
no hay ningún retorno.
El día está a las puertas;
ya se siente el viento nocturno:
no habrá ningún mañana.

¡No se dejen estafar!
La vida es poca.
¡Bébanla a grandes tragos
porque no les parecerá bastante
cuando tengan que dejarla!

¡No se dejen consolar!
¡No tienen mucho tiempo!
¡La pudrición, para los redentores!
La vida es lo más grande:
de nada más disponemos.

¡No se dejen engañar!
¡Al tajo y agótense!
¿Qué pueden temer ya?
Morirán como los demás animales
y no hay nada después.


El canto de Orge


1. Que el sitio preferido que él tenía en el mundo no era el banco en la hierba junto a la tumba de sus padres.
2. Orge me dijo que su sitio preferido en el mundo fue el retrete.
3. Decía que es un sitio en el que se está a gusto pues encima hay estrellas y debajo excremento.
4. Un sitio sencillamente maravilloso, donde cuando uno ya es adulto, puede quedarse solo.
5. Un sitio humilde donde con nitidez descubres que eres sólo un humano, que con nada queda.
6. Un sitio donde, al par que el cuerpo descansa, se hace algo pero con vigor por uno mismo.
7. Un sitio de sabiduría donde tu barriga la puedes preparar para nuevos placeres.
8. Y no obstante, allí reconoces lo que eres: un tipo que en el retrete -¡traga!


Balada de la vida agradable


Señores, ahora juzguen ustedes mismos: ¿es esto vida?
No le encuentro el sabor a todo esto,
ya de pequeño oía con estremecimiento:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.

Se nos alaba la vida de los grandes espíritus
que viven con un libro y nada en el estómago
en una choza en la que roen las ratas.
¡A mí ni te me acerques con esas tonterías!
¡La vida simple vívala quien quiera!
Yo (entre nosotros) ya tengo bastante.

Ningún pajarito de aquí a Babilonia
aguantaría esta dieta ni un sólo día.
De qué te sirve la libertad; no es nada cómodo:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.

Los aventureros con su atrevido ser
y sus ansias por llevar su piel al mercado,
los que siempre son tan libres y dicen la verdad
para que los cursis lean algo atrevido,
cuando los ves, cuando refresca por la noche,
con fría esposa en silencio van a la cama;
y, escucha, si alguien aplaude y nada entiende
y sin consuelo mira hacia el año cinco mil,
ahora sólo les pregunto: ¿es eso cómodo?
Sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.

Yo mismo todavía me comprendería
si prefiriera verme grande y solitario,
pero vi a tales personas desde cerca
y me dije: eso tendrás que reprimírtelo.
La pobreza trae además de sabiduría también disgustos
y el valor además de la fama también amargos esfuerzos.
Hasta ahora eras pobre y estabas solo, y eras sabio y valiente,
pero desde ahora tienes que acabar con la grandeza.
Entonces por sí mismo se resuelve el problema de la suerte:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.



Balada de la puta para judíos Maria Sanders



1
En Núremberg dictaron una ley
que hizo llorar a más de una mujer
por compartir lecho con quien no debía.
En los arrabales, la carne se enardece,
y los tambores baten con fuerza.
Si algo tramaran, Dios santo,
esta noche sucediere.
2
María Sanders, tu amante tiene
demasiado negro el cabello.
Mejor no vayas esta noche.
Mejor su lecho hoy evita.
En los arrabales, la carne se enardece,
y los tambores baten con fuerza.
Si algo tramaran, Dios santo,
esta noche sucediere.

3
Dame la llave, madre.
Como otras noches, salió la luna.
No puede ser todo tan grave.
En los arrabales, la carne se enardece,
y los tambores baten con fuerza.
Si algo tramaran, Dios santo,
esta noche sucediere.
4
Una mañana, a las nueve,
la pasearon en camisa,
la cabeza rapada
y al pecho un cartel.
La calle aullaba.
Ella
miraba sin ver.
En los arrabales, la carne se enardece.
Esta noche el pintor hablará.
Si oídos tuvieran, Dios santo,
sabrían lo que les va a pasar.

Epitafio

Escapé de los tigres
alimenté a las chinches
comido vivo fui
por las mediocridades.

Contra la seducción

No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.

Quiero ir con aquel a quien amo

Quiero ir con aquel a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.

La canción del no y el sí

1
Hubo un tiempo en que creía, cuando aún era inocente,
y lo fui hace tiempo igual que tú:
quizás también me llegue uno a mí
y entonces tengo que saber qué hacer.
Y si tiene dinero
y si es amable
y su cuello está limpio también entre semana
y si sabe lo que le corresponde a una señora
entonces diré «No».
Hay que mantener la cabeza bien alta
y quedarse como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder,
ay, la única respuesta posible: No.
2
El primero que vino fue un hombre de Kent
que era como un hombre debe ser.
El segundo tenía tres barcos en el puerto
y el tercero estaba loco por mí.
Y al tener dinero
y al ser amables
y al llevar los cuellos limpios incluso entre semana
y al saber lo que le corresponde a una señora,
les dije a todos: «No».
Mantuve la cabeza bien alta
y me quedé como si no pasara nada.
Seguro que la luna brilló toda la noche,
seguro que la barca se desató de la orilla,
pero nada más pudo suceder.
Sí, no puede una tumbarse simplemente,
sí, hay que ser fría y sin corazón.
Sí, tantas cosas podrían suceder ,
ay, la única respuesta posible: No.
3
Sin embargo un buen día, y era un día azul,
llegó uno que no me rogó
y colgó su sombrero en un clavo en mi cuarto
y yo ya no sabía lo que hacía.
Y aunque no tenía dinero
y aunque no era amable
ni su cuello estaba limpio ni siquiera el domingo
ni sabía lo que le corresponde a una señora,
a él no le dije «No».
No mantuve la cabeza bien alta
y no me quedé como si no pasara nada.
Ay, la luna brilló toda la noche,
y la barca permaneció amarrada a la orilla,
¡y no pudo ser de otra forma!
Sí, no hay más que tumbarse simplemente,
sí, no puede una permanecer fría ni carecer de corazón.
Ay, tuvieron que pasar tantas cosas,
sí, no pudo haber ningún No.

Pero en la fría noche

Pero ya sólo el hielo, en la fría noche, agrupaba
los cuerpos blanquecinos en el bosque de alisos.
Semidespiertos, escuchaban de noche, no susurros de amor
sino, aislados y pálidos, el aullar de los perros helados.
Ella se apartó por la noche el pelo de la frente, y se esforzó
por sonreír,
él miró, respirando hondo, mudo, hacia el deslucido cielo.
Y por las noches miraban al suelo cuando sobre ellos
infinitos pájaros de gran tamaño en bandadas procedentes
del Sur se arremolinaban, excitado bullicio.
Sobre ellos cayó una lluvia negra.

MUCHAS MANERAS DE MATAR

(Bertolt Brecht)
Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc…
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.


O TODOS O NINGUNO

(Bertolt Brecht)

Esclavo, ¿quién te liberará?
Los que están en la sima más honda
te verán, compañero,
tus gritos oirán.
Los esclavos te liberarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hambriento, ¿quién te alimentará?
Si tú quieres pan, ven con nosotros,
los que no lo tenemos.
Déjanos enseñarte el camino.
Los hambrientos te alimentarán.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Vencido, ¿quién te puede vengar?
Tú que padeces heridas,
únete a los heridos.
Nosotros, compañero, aunque débiles,
nosotros te podemos vengar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?
Aquel que ya no pueda soportar
su miseria, que se una a los que luchan
porque su día sea el de hoy
y no algún día que ha de llegar.
O todos o ninguno. O todo o nada.
Uno sólo no puede salvarse.
O los fusiles o las cadenas.
O todos o ninguno. O todo o nada.


PREGUNTAS DE UN OBRERO QUE LEE

(Bertolt Brecht)


¿Quién construyó Tebas,
la de las Siete Puertas?
En los libros figuran
sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos
bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida,
¿quién la volvió a levantar otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima,
¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche
en que se terminó La Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales
Roma la grande. Sus césares
¿sobre quienes triunfaron?
Bizancio tantas veces cantada,
para sus habitantes
¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria
Atlantida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban
pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida.
¿No lloró más que él?
Federico de Prusia
ganó la guerra de los Treinta Años.
¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página.
¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias,
tantas preguntas. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario