sábado, 7 de julio de 2018

POEMAS DE DRAGUTIN TADIJANOVIC


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(4 de noviembre de 1905, Rastusje, Croacia - 27 de junio de 2007, Zagreb, Croacia)

EL VINO Y YO

Estoy acostado borracho junto a la carretera en el campo,
Y la luna amarilla brilla sobre el trigo amarillo…
La señora luna me amenaza. Y me llama.
¡Escucha, está llorando!

Pero, yo me río del cielo y de la luna canosa:
Mis dientes brillan a la luz de la luna.
A la derecha está mi casa, debajo del cerro.
De la chimenea hollinienta a las estrellas sube el humo gris.

Mi voz susurra al viento y a los pájaros.
Yo sé: los gorriones en las copas de los árboles están espiando.
Las hojas me adormecieron con su susurro
Como la madre. Como la madre al niño.

Tomé el vino,
Tomé el vino. Fuerte…
Anhelo los hombros de las mujeres y las caderas blancas.
Mirar. Acariciar.

Ni siquiera pienso que la luz de la luna
Tranquila y verde,
Acariciará la hierba de mi tumba mañana,
Pasado mañana. ¡Quizá!

Mi hermana mayor  trabaja  en el viñedo,
 La más joven cuida las vacas
En el campo. Y en el bosque.
¡Cómo cantan mis hermanas, como cantan!

Te tengo, sí  te tengo…  a ti también. Tengo un amigo.
¡Y tu hermana, hay! hay!… como toca a Chopin y a Liszt
Y yo sólo sonrío
¡ Sólo sonrío… cuando el árbol retoña!

Ahora pienso en serio:

¿No es igual
Estar acostado en el trigo maduro, borracho, escondido,
Que ir al alba a la pradera
Y con mi padre segar la hierba,

Con el hosco padre segar…?

 Rastušje, Junio y Julio de 1927


LOS LIRIOS EN EL CAMPO


Con  paso silencioso me acerco a los lirios
En el campo; quebrado… Acaricio sus cabezas.
Ellos se mecen al viento, lentamente, lentamente.
Como si rogaran  al Dios de los cielos:
Se inclinan y golpean con la mano sus verdes pechos.

Mis ovejas pastan en el campo. Mansas.
Entre las plantas jóvenes … El cordero se extraña con el lirio:
¿Tan blanco que es?
Las blancas nubes viajan por el cielo.

Mis ovejas están tristes. Y con tristeza pastan.
¿Dónde está ella, la que les musitaba melodiosamente?
Blanca, tierna, cariñosa…
Ah, ella ya no está… No está Lelia.

Rastušje, 26 y 27 de Agosto de 1929, lunes y martes      


LA TIERRA ME LLAMA


La  tierra me llama, la tierra me llama: mi madre.
Abre cordialmente la puerta, negra y enorme,
Y espera que entre en su sencilla recámara,
 En su recámara silenciosa y sin sol.

Mi madre me llama: - ¡Ven, acuéstate, duerme!
Te cubriré con un cobertor ligero,
¡Te cubriré con el follaje amarillo, con el follaje marchito!

Los gusanos de la tierra, de mi madre,
Por largo tiempo gozarán de mí:
¡Habrá un rico festín en mi ataúd!

Teje para mí, tierra, teje una blanda alfombra de hierba
Y cúbreme con ella, a mí, cansado,
Cuando sueñe entre los gusanos.
Sobre mí, por siglos, temblará una estrella melancólica.

Rastušje, 1 de Octubre de 1929, martes 


ME QUITARÍA EL SOBRERO FRENTE AL SEÑOR


A la entrada a Rastušje, en una colina,
Desde el año mil novecientos y diecinueve,
En una cruz negra de hierro
Cuelga Nuestro Señor Jesús
 Pintado de plateado.

En invierno lleno de escarcha,
En verano quemado por el sol del cielo:
Cuando, por la lluvia, en él se agarra el herrumbre,
De nuevo le pintan,
Dorado o plateado.

¿Y yo? Siempre al llegar
A Rastušje, al regreso
De la ciudad grande; triste, con la cabeza agachada,
Delante del Señor plateado,
Con devoción me quitaría el sombrero… si lo tuviera. 

Rastušje, mediados de Agosto de 1931
  

EN LA NOCHE PROFUNDA, EN LA BLANCA NOCHE INVERNAL


En la noche profunda, en la sorda noche invernal,
Mi madre teje el lienzo blanco.

Su figura inclinada y sus cabellos canosos
¡Hace ya tanto que la bañaron en lágrimas!

El reflejo de la lámpara desde la ventana se extiende en todo el patio
En la nieve que cae fuera
En el silencio sin fin, en el silencio sin fin:
Ángeles del cielo con  sus delicadas manos,
Bajan estrellitas heladas a la tierra
Cuidando de no despertar a mi tesoro.

En  la noche profunda, en larga noche solitaria,
Mi madre teje el lienzo blanco.

¡Oh, madre triste! Díme, ¿qué es lo que brilla
En tus ojos

En  la noche profunda, en la blanca noche invernal?

Rastušje, en mediados de Agosto de 1931


LUZ DE LA LUNA  


Mira, detrás del bosque de robles, en el oscuro brillo y el silencio,
Se entrevió la luna. Roja. Y redonda.

El verano pasado, del banco al pie del castaño,
Miraba contigo, entusiasmado,
La salida de la luna llena detrás del bosque de robles,
En la blancuzca luz y en la risa.

¡Oh, qué frágiles juguetes somos
en las duras manos  de los verdugos!

Estoy triste, y estoy completamente solo:
La luz de la luna esta noche riega tu tumba.
La luz de la luna esta noche sólo a mí me susurra
Que tú no estás, y no estás para siempre.

Oh, mucho, mucho, mucho después de nosotros
Otros ojos mirarán como miramos nosotros:

El día soleado se inclinó,
Las sombras de la noche se prolongaron;
Aparece la luna 
Tras el bosque de roble, en el brillo oscuro y  el silencio.

Rastušje, 30 de Agosto de 1931  


Perfume de lirios



El crepúsculo pálido en el cuarto sin voces.
Las cortinas están cerradas.
Mis párpados cansados están cerrados!

Yo veo dos velas de cera. Encendidas
al lado de su féretro.

Ella duerme tan tranquila. Inmóvil.
Y sonríe. Los lirios alrededor del féretro
están paralizados.

Sólo su fragancia flota alrededor del féretro.
Ella duerme. Y sonríe.
¡Se cumplió el deseo tuyo, Lelia, corazón!
El bosque de los lirios blancos alrededor de tu féretro.

Perfuman.





Tiro el corazón bajo pies ajenos

I



Tú yaces, padre, en el cementerio de Rastusje,
sobre ti la noche desplegó sus alas,
oscura noche en la que descansan tus huesos;
no te levantas temprano, antes del amanecer no vas al establo
a echarles pienso a los caballos del pesebre.
Lentamente se pudre la cruz de roble
y el viento vuela sobre el cementerio
sin tocarte la cara como lo hacía cuando estabas vivo.
El rocío cae sobre el trébol al lado del arroyo;
en la casa la pobreza, la paz y el moho.
No me preocupo de formar familia
ni de que me brille en la cara la dicha hogareña:
la casa paterna, lejos de mí, se convierte en ruinas.


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