jueves, 18 de octubre de 2018

POEMAS DE GABRIEL DE LA CONCEPCIÓN VALDÉS “PLÁCIDO”

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(18 de marzo de 1809, La Habana, Cuba - 28 de junio de 1844, La Habana, Cuba)

A UNA INGRATA


Basta de amor: si un tiempo te quería
Ya se acabó mi juvenil locura,
Porque es, Celia, tu cándida hermosura
Como la nieve, deslumbrante y fría.

No encuentro en ti la extrema simpatía
Que mi alma ardiente contemplar procura,
Ni entre las sombras de la noche oscura,
Ni a la espléndida faz del claro día.

Amor no quiero como tú me amas,
Sorda a los ayes, insensible al ruego;
Quiero de mirtos adornar con ramas

Un corazón que me idolatre ciego,
Quiero besar a una deidad de llamas,
Quiero abrazar a una mujer de fuego.


DESPEDIDA A MI MADRE

(Desde la capilla)

Si la suerte fatal que me ha cabido
y el triste fin de mi sangrienta historia
al salir de esta vida transitoria
deja tu corazón de muerte herido:
baste de llanto: el ánimo afligido
recobre su quietud; moro en la gloria
y mi plácida lira a tu memoria
lanza en la tumba su postrer sonido.

Sonido dulce, melodioso y santo,
glorioso, espiritual, puro y divino,
inocente, espontáneo como el llanto
que vertiera al nacer; ya el cuello inclino,
ya de la religión me cubre el manto...
¡Adiós, mi madre¡ adiós... El Peregrino.


FATALIDAD


Negra deidad que sin clemencia alguna
De espinas al nacer me circuiste,
Cual fuente clara cuya margen viste
Maguey silvestre y punzadora tuna;

Entre el materno tálamo y la cuna
El férreo muro del honor pusiste;
Y acaso hasta las nubes me subiste,
Por verme descender desde la luna.

Sal de los antros del averno oscuros,
Sigue oprimiendo mi existir cuitado,
Que si sucumbo a tus decretos duros,

Diré como el ejército cruzado
Exclamó al divisar los rojos muros
De la santa Salem... “¡Dios lo ha mandado!”


LA FLOR DEL CAFÉ


Prendado estoy de una hermosa
Por quien la vida daré
Si me acoge cariñosa:
Porque es cándida y hermosa
«Como la flor del café.»

Son sus ojos refulgentes,
Grana en sus labios se ve,
Y son sus menudos dientes,
Blancos, parejos, lucientes,
«Como la flor del café.»

Una sola vez la hablé
Y la dije: «Me amas, Flora,
Y más cantares te haré
Que perlas llueve la aurora
«Sobre la flor del café.»

«Ser fino y constante juro,
De cumplirlo estoy seguro,
Hasta morir te amaré
Porque mi pecho es tan puro
«Como la flor del café.»

Ella contestó al momento:
-«De un poeta el juramento
En mi vida creeré,
Porque se va con el viento
«Como la flor del café.»

Cuando sus almas fogosas
Ofrecen eterna fe,
Nos llaman ninfas y diosas,
Mas fragantes que las rosas
«Y las flores del café.»

«Mas cuando ya han conseguido,
Cual céfiro que embebido,
En el valle de Tempé,
Plega sus alas dormido
«Sobre la flor del café.»

«Entonces, abandonada
En soledad desgraciada
Dejan la que amante fue,
Como en el polvo agostada
«Yace la flor del café.»

Yo repuse: «Tanta queja
Suspende, Flora, por que
También la mujer se deja
Picar de cualquier abeja,
«Como la flor del café.»

«Quiéreme, trigueña mía,
Y hasta el postrimero día
No dudes que fiel seré;
Tú serás mi poesía
«Y yo tu flor de café.»

«A tu vista cantaré,
Y lucirá el arrebol
Que a mis dulces trovas dé,
Como a los rayos del sol
«Brilla la flor del café.»

Suspiro con emoción,
Mirome, callo y se fue;
Y desde tal ocasión
Siempre sobre el corazón
«Traigo la flor del café.»


PLEGARIA A DIOS


Ser de inmensa bondad, Dios poderoso,
a voz acudo en mi dolor vehemente,
extended vuestro brazo omnipotente,
rasgad de la calumnia el velo odioso
y arrancad este sello ignominioso
con el que el mundo manchar quiere mi frente.

Rey de los reyes, Dios de mis abuelos,
vos sólo sois mi defensor, Dios mío;
todo lo puede quien al mar sombrío
olas y peces dió, luz a los cielos,
fuego al sol, giro al aire, al norte hielos,
vida a las plantas, movimiento al río.
Todo lo podéis vos... todo fenece
o se reanima a vuestra voz sagrada;
Fuera de vos, Señor, el todo es nada,
que en la insondable eternidad perece,
y aun esa misma nada os obedece,
pues de ella fue la humanidad creada.

Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia;
y pues vuestra eternal sabiduría
ve al través de mi cuerpo el alma mía
cual del aire a la clara transparencia,
estorbad que humillando la inocencia
bata sus palmas la calumnia impía.

Más si cuadra a tu suma omnipotencia
que yo perezca cual malvado impío,
y que los hombres mi cadáver frío
ultrajen con maligna complacencia,
suene tu voz, y acabe mi existencia;
Cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío...!


RECUERDOS


Cual suele aparecer en noche umbría
Meteoro de luz resplandeciente,
Que brilla, parte, vuela, y de repente
Queda disuelto en la región vacía;

Así por mi turbada fantasía
Cruzaron cual relámpago luciente
Los años de mi infancia velozmente,
Y con ellos mi plácida alegría.

Ya el corazón a los placeres muerto
Parécese a un volcán, cuya abrasada
Lava tornó a los pueblos en desierto;

Más el tiempo le holló con planta airada
Dejando solo entre su cráter yerto
Negros escombros y ceniza helada.


JICOTENCAL

Dispersas van por los campos
Las tropas de Moctezuma,
De sus dioses lamentando
El poco favor y ayuda:
Mientras ceñida la frente
De azules y blancas plumas,
Sobre un palanquín de oro
Que finas perlas dibujan,
Tan brillantes que la vista,
Heridas del sol, dislumbran,
Entra glorioso en Tlascala
El joven que de ellas triunfa;
Himnos le dan de victoria,
Y de aromas le perfuman
Guerreros que le rodean,
Y el pueblo que le circunda,
A que contestan alegres
Trescientas vírgenes puras:
«Baldón y afrenta al vencido,
Loor y gloria al que triunfa.»
Hasta la espaciosa plaza
Llega, donde le saludan
Los ancianos Senadores,
Y gracias mil le tributan.
Mas ¿por qué veloz el héroe,
Atropellando la turba,
Del palanquín salta y vuela,
Cual rayo que el éter surca?
Es que ya del caracol,
Que por los valles retumba,
A los prisioneros muerte
En eco sonante anuncia.
Suspende a lo lejos hórrida
La hoguera su llama fúlgida,
De humana víctima ávida
Que bajan sus frentes mustias,
Llega; los suyos al verle
Cambian en placer la furia,
Y de las enhiestas picas
Vuelven al suelo las puntas.
Perdón, exclama, y arroja
Su collar: los brazos cruzan
Aquellos míseros seres
Que vida por él disfrutan.
“Tornad a México, esclavos;
Nadie vuestra marcha turba,
Decid a vuestro señor,
Rendido ya veces muchas,
Que el joven Jicotencal
Crueldades como él no usa,
Ni con sangre de cautivos
Asesino el suelo inunda;
Que el cacique de Tlascala
Ni batir ni quemar gusta
Tropas dispersas e inermes,
Sino con armas, y juntas.
Que armen flecheros más bravos,
Y me encontrará en la lucha
Con sola una pica mía
Por cada trascientas suyas;
Que tema el funesto día
Que mi enojo a punto suba;
Entonces, ni sobre el trono
Su vida estará segura;
Y que si los puentes corta
Porque no vaya en su busca,
Con cráneos de sus guerreros
Calzada haré en la laguna”.
Dijo y marchose al banquete
Do está la nobleza junta,
Y el néctar de las palmeras
Entre víctores apura.
Siempre vencedor después
Vivió lleno de fortuna;
Mas como sobre la tierra
No hay dicha estable y segura
Vinieron atrás los tiempos
Que eclipsaron su ventura,
Y fue tan triste su muerte
Que aun hoy se ignora la tumba
De aquel ante cuya clava,
Barreada de áureas puntas,
Huyeron despavoridas
Las tropas de Moctezuma.

LA FLOR DE LA CAÑA

Yo vi una veguera
Trigueña tostada,
Que el sol envidioso
De sus lindas gracias,
O quizá bajando
De su esfera sacra
Prendado de ella,
Le quemó la cara.
Y es tierna y modesta,
Como cuando saca
Sus primeros tilos
«La flor de la caña.»
La ocasión primera
Que la vide, estaba
De blanco vestida,
Con cintas rosadas.
Llevaba una gorra
De brillante paja,
Que tejió ella misma
Con sus manos castas,
Y una hermosa pluma
Tendida, canaria,
Que el viento mecía
«Como la flor de la caña.»
Su acento divino,
Sus labios de grana,
Su cuerpo gracioso,
Ligera su planta:
Y las rubias hebras
Que a la merced vagan
Del céfiro, brillan
De perlas ornada,
Como con las gotas
Que destila el alba
Candorosa ríe
«La flor de la caña.»
El domingo antes
De Semana Santa,
Al salir la misa
Le entregue una carta,
Y en ella unos versos
Donde le juraba,
Mientras existiera
Sin doblez amarla.
Temblando tomola
De pudor velada,
Como con la niebla
«La flor de la caña.»
Hallela en el baile
La noche de Pascua,
Púsose encendida,
Descogió su manta,
Y sacó del seno
Confusa y turbada,
Una petaquilla
De colores varias.
Diómela al descuido,
Y al examinarla,
He visto que es hecha
«Con flores de caña.»
En ella hay un rizo
Que no lo trocara
Por todos los tronos
Que en el mundo haya:
Un tabaco puro
De Manicaragua,
Con una sortija
Que ajusta la Capa,
Y en lugar de Tripa,
Le encontré una carta,
Para mí más bella
«Que la flor de la caña.»
No hay ficción en ella,
Sino estas palabras:
«Yo te quiero tanto
Como tú me amas.»
En una reliquia
De rasete blanca,
Al cuello conmigo
La traigo colgada;
Y su tacto quema
Como el sol que abrasa
En julio y agosto
«La flor de la caña.»
Ya no me es posible
Dormir sin besarla,
Y mientras que viva
No pienso dejarla.
Veguera preciosa
De la tez tostada,
Ten piedad del triste
Que tanto te ama;
Mira que no puedo
Vivir de esperanzas,
Sufriendo vaivenes
«Como flor de caña.»
Juro que en mi pecho
Con toda eficacia,
Guardaré el secreto
De nuestras dos almas;
No diré a ninguno
Que es tu nombre Idalia,
Y si me preguntan
Los que saber ansían
Quién es mi veguera,
Diré que te llamas
Por dulce y honesta
«La flor de la caña.»

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