domingo, 31 de enero de 2021

POEMAS DE FÉLIX GRANDE LARA

(4 de febrero de 1937, Mérida / 30 de enero de 2014, Madrid, España)


Una postal de nieve

 

Cuando me tienda en la vejez

como en un mal cerrado sepulcro

maldeciré tu nombre

 

Sólo porque esta noche

enajenado y absorto en tu cuerpo

he deseado que fueras eterna

 

y no sabía si pegarte o llorar.

 

Dame ungüento de carne, loba

 

La prisa despareja con que miro tu piel

la premura apretada con que altero tu cuerpo

y este desasosiego en que empapo mi lengua

para hablarle a tu carne y lamer a tu voz

son como ávidas gotas de estaño compasivo

que busca aminorar las grietas de la muerte

 

La planta de la edad nos chupa nuestros días

abriéndose como una flor negra, abominable

y en este esplendor de hoy se oculta la simiente

de una desposesión calcinada y perversa

como la del desierto. En el calcio del tacto

hay una lenta caries que nos invade desde

el fin aterrador del tiempo y de la vida

 

Presuroso y perdido unto en mí tu persona

y soy un bulto de hombre y de loco y de perro

que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel

despavoridamente lamiendo en las tinieblas

 

Mudo que rompe a hablar

 

He querido expresarme

Toda mi vida he querido expresarme.

No tengo otro destino, otro afán, otra ley.

 

Fui actos sucesivos

y el olvido que destilaban

los corroía a ellos ya mí.

 

Sobre los actos fui palabras

y ellas buscaban una lumbre

que no me calentaba a mí.

 

Palabras y actos juntos

nada son sin placer del cuerpo.

 

Ahora regreso de esa vida umbría

buscando siempre calor de mujer.

Palabras y actos sólo allí me expresan.

 

Tu piel junto a mi piel, eso es lenguaje.

 

Todo cuanto pretenda enmudecerlo

maldito sea

 

Vivir a cara o cruz

Carezca yo de ti

y al infortunio suceda la desgracia

y a la desgracia el cataclismo

y a todo ello asistiría

con el desinterés de un muerto.

 

Estés conmigo tú

y por cada brizna de dicha

que pretendan arrebatarnos

avanzarían desde mi corazón

espléndidos ejércitos de odio.

 

Tú puedes ser la espalda atroz de mi destino

o mi patria de carne.

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-felix-grande/


«Mi túmulo prohibido»

Tu nombre me sabe a pulpa de desgracia

pero de noche yo lo rumio y mullo

hasta que en pena y deshonor se sacia

mi corazón que ya no tiene orgullo

 

Tu nombre es un castigo y una razzia

que jamás aminoro ni rehúyo

Deja mi vida descompuesta y lacia

sin más grandeza ya que el nombre tuyo

 

Tu nombre, que es mi túmulo prohibido

me habla de amor cobarde y placer ido

que aun araña mi puerta y mi tejado

 

Tu nombre fantasmal viene y denuncia

mi corazón podrido de renuncia

¡Cuando me paro a contemplar mi estado!

 

«Calle vacía»

(Ante un paisaje de

Antonio López García)

 

A ese a quien no se ve, yo lo conozco.

No está y es evidente como un sueño.

Por la calle vacía,

derramada en la siesta y en el cielo,

con roces de ayer suenan sus pasos

en perfecto silencio.

 

A ese a quien no se ve, yo lo conozco.

Va hacia el final o vuelve o está quieto

mientras la calle en sol arde callada,

secreta y clara, enharinada en tiempo.

 

A ese a quien no se ve, yo lo conozco.

o yo lo conozco, o lo recuerdo,

o lo busco sin fin… ¡Dios lo bendiga,

tan solo como va, tan lejos!

 

«Homenaje»

Tanta desolación

nevando

sobre la emocionante calavera del hombre,

tanta amenaza

torturando

con sus bíceps laboriosos y oscuros,

tanta mentira

obstaculizando

el caminar bovino de la historia,

tanta guerra

empujando conciencias a su origen selvático

donde no conocieron más que el miedo y el hambre

-dos fracasos entonces, dos fracasos ahora-,

tanto reojo, tanta pesadilla diurna,

tanta infamia ensuciando con vómitos de fuerza

al cráneo liberal del hombre,

tanto anticipo funerario

inyectado en las sienes meditativas

como un residuo liquido de horror,

tanto odio eyaculando lápidas,

tanta diarrea de asesinatos,

tanta infección, tanto desprecio

 

ensordecen la melodía y agrietan al descanso,

enmudecen al sol sonoro, carcomen la noche solemne,

ciegan las calles, astillan las ciudades,

sofocan las naciones y quieren refutar al mundo;

 

en cuanto al hombre y la mujer,

los retuercen, los desfiguran, los recubren de caries,

los contaminan de desastre,

los ensucian, los pisan, los ultrajan.

 

Aplaudida, llorada, amada sea

la ofendida pareja de mi siglo

que con dificultad y obstinación mellizas

se coge de las manos sobreviviendo épicamente,

tratando de soltar el quebrado sentido de la tierra

por debajo del tiempo epilepsíaco, la ruina y el crimen.

Amado sea tan machacado e inmortal desafío.

Tomado de:

https://www.google.com/search?biw=1920&bih=937&sxsrf=ALeKk02F_1Rdk0JU7Stxj37-eUYTplpjeA%3A1612053496181&ei=-PsVYPnZCtCK5wLg6prYDQ&q=f%C3%A9lix+grande+lara+poemas&oq=f%C3%A9lix+grande+lara+poemas&gs_lcp=CgZwc3ktYWIQDFAAWABgzDBoAHAAeACAAQCIAQCSAQCYAQCqAQdnd3Mtd2l6&sclient=psy-ab&ved=0ahUKEwj5tf6f98TuAhVQxVkKHWC1Bts4ChDh1QMIDQ#

 

Del árbol de los tiempos

Del árbol de los tiempos nos hemos desprendido

bajo todo un sistema de galaxias de años;

y ahora estamos mirándonos y nos vemos extraños

igual que dos océanos que se hubieran unido;

 

hemos viajado tanto, es tan hondo el misterio

de coincidir, y amarse, desde vías tan remotas;

aún estamos buscándonos en el tiempo: dos motas

de polvo de ciprés tanteando un cementerio;

 

nos estamos mirando como dos aves pobres,

lastimados de vuelo, lastimados de espacio,

lastimados del tiempo que nos ha estado viendo;

 

nos estamos mirando lo mismo que dos sobres

cerrados el uno frente al otro que, despacio,

se van abriendo, se van abriendo, se van abriendo.

 

Vivir a cara o cruz

Carezca yo de ti

y al infortunio suceda la desgracia

y a la desgracia el cataclismo

y a todo ello asistiría

con el desinterés de un muerto.

 

Estés conmigo tú

y por cada brizna de dicha

que pretendan arrebatarnos

avanzarían desde mi corazón

espléndidos ejércitos de odio.

 

Tú puedes ser la espalda atroz de mi destino

o mi patria de carne.

 

Casida de la alta madrugada

Cuando te acuerdes de mi cuerpo

y no puedas dormir

y te levantes medio desnuda

y camines a tientas por tus habitaciones

borracha de estupor y de rabia

 

en algún lugar de la Tierra

yo andaré insomne por algún pasillo

careciendo de ti toda la noche

oyéndote ulular muy lejos y escribiendo

estos versos degenerados.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/felix-grande/

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