jueves, 4 de agosto de 2016

Poemas de Julio Daniel Chaparro


(1962, Sogamoso; 1991, Antioquia)

NOCHE LARGA

larga noche sobre pasos presurosos
de súbita voz en las esquinas:
como el sol ya no dibuja sombras, acecha el miedo
reflejado hasta en las manos que se atreven al minuto descansando.
muchacho recostado contra el árbol, la hierba saliendo de su boca:
el miedo silba ajadas melodías que en la tarde
precipitan llantos y dagas amarillas en el bar
donde espejea el odio desatado de un amante.
repentina granizada, el miedo sobrevuela techos
desplomando niños que estaban dirigidos para estrellas
para galaxias vecinas donde el vidrio ya no duele
donde nadie lame huesos.

Tomado del libro “Árbol Ávido” (Fondo Editorial Entreletras, 1991)

SI UNA NOCHE CUALQUIERA ME ENCUENTRAN MUERTO EN UNA CALLE

si una noche cualquiera me encuentran muerto en una calle
y ven mi boca repleta de insectos rabiosos
trabajando en mi lengua,
no me sufran:
habrá sucedido que caí antes de escuchar el balbuceo de mi hijo
hecho una lluvia de madres desnudas sobre mi corazón
con sus manos alzadas como nubes.
piensen en mí y recuérdenme cantando
o recuerden mis pasos detenidos junto a un piano
cuando hablaba de mi madre
bella y triste como un árbol
como una huella de pájaros.
si sienten mi hedor una mañana
y deben evitarlo huyendo de mi carne
con las manos acariciando el rincón de sus caras,
sepan que lo entiendo
e imagínenme en los días felices de mi cuerpo sólo playa
y no sientan mi podredumbre como aviso de los dioses
y no vean en el pétalo fucsia de mi sangre
la reinvención de un cielo de gaviotas o del llanto.
amigos, mis amigos
si me ven muerto a la entrada de una calle
seguramente vestido de azul hasta en las uñas
y sonriendo acaso revestido de cenizas como un ángel,
piensen que he vivido, recuerden la joven figura ebria de los patios
mis 23 años que levanté danzando
mi público sueño de eco de agua que se pierde
y no me lloren, no me giman siquiera:
pienso que detendrán el sol que tendré entonces
en mitad del pecho
persistiendo tercamente en la última calle de esa tarde sobre la tierra.
Tomado del libro “…Y ERAMOS COMO SOLES” (Fondo Editorial Entreletras, 1986)

MI PADRE EN SUEÑOS

me quedará su sol
su permanente caminar en las vigilias,
su tambaleo.
mi padre duerme ahora
y es bello como un niño
soportando la carga de sus sueños
bajo los pomarrosos.
desde mi orilla yo lo alcanzo a ver
restregando contra su pecho los retratos,
y recuerdo que un día deambulamos inocentes
reconociendo el país de sus deseos
donde vivirán, decía, sólo los felices.
yo lloré contra su pierna entonces
y oculté mi miedo entre sus manos.
pero por él fue mi juramento
la decisión de mi alborozado paso.
lo admiro ahora, mi padre
detenido en otra esquina
bajo una nube que como la muerte
permanece.
me sé su anhelo:
me dejará su soleada maravilla
el sabor de sus alcoholes, sus lamentos.
mi padre sumergido en sueños.
la tarde enturbiada de repente.
la lluvia en gris anunciando su próximo abandono.
pero él no será ya nunca como el aire
no podrá huir de entre mis dedos
no saldrá de la geografía de mi cuerpo,
de este poema.
el viento me golpea bruscamente.
anochece.
mi padre sigue en mí, invicto,
sigue sonriendo…
Julio 6 de 1987
Poema Inédito

Cadáver


“Tengo el atrevimiento de morirme”.
(A mi jardín)
Emily Dickinson.

1.

ya nada les asombra                  ni la rabia
ni la mano que de súbito retira la profunda rosa de una boca

2.

ni siquiera la altura del arroz
ni el grito de la hierba que florece
o el niño que delira porque halló la vida en una grieta.
la lluvia es natural            mas la soportan
y por ella apagan el crujir de los cabellos
y no fingen            se detienen           y no lloran

3.

están así      estragados     duros      negros
ellos no cantan       no susurran           son como robles
y hasta una espiga los derrota

4.

pero aunque nada les asombre
quisiera soñar lo exacto de sus sueños
resumir todo su hedor, lo oscuro de su herida
cantar así, morir cantando
soltarme la corteza contra un árbol.



EPITAFIO

Si el sol sigue dorando las estrellas
si el viento aúlla y restaña otro rostro en el espejo
si baila el aire en tu cabello y te retiene,
Da el paso que debieras
ese instante de la muerte que aún no tienes: vuela.

PÁGINA PARA MI 


“ El poeta es un hombre que está siempre,
y por todas las cosas, a punto de llorar”
Federico García Lorca

1
dicen que me amo mucho porque escribo,
porque no oculto mi risa en un vapor de muslos
o en los murmullos de una fiesta, entre mujeres:
más yo ando por las calles con mi rostro abierto como un soplo
como el lejano labio del viento
tal un beso de noche de mar.

dicen que me quiero porque hablo,
porque digo que vivo el astro que me vive
así como el hijo que se hace piel de seda y pudre
el centro profundo de mi vientre.

dicen que acaricio, dicen que adoro
mi rostro que brilla extrañamente en un espejo,
que soy sólo que susurra y sonríe una mañana,
el que camina para atrás
lamiendo su plateada piel de roble puro.

y que me amo por mis versos,
por las palabras que escupo al ver los moribundos que musito,
los niños, esos duendes oscuros, apedreados,
los padres machucando ojos,
y las lágrimas y el susto y el frio de sus manos.

2
dicen eso de mí, me lo han gritado
y temo que me odien si camino como un príncipe
con un cetro de bronce, con soleado paso de caballos.
no es cierto, no soy tan alto como una ave, no soy bello
ni siquiera azul como he querido, ni siquiera extraño;
soy solo uno, un pobre hombre que defeca también en un recinto,
que se teme, que sobrevive como todos,
que observa su mundo desgraciadamente y luego inventa.

un perro acaso, una hiena, un muchacho que desea abrazar,
que ama al otro que se oculta en la caverna
en el riesgo de su casa:
un hombre joven que ríe, entiende,
que maravillado se inclina
y construye una piedra.


enero


de nuevo mi país en los espejos:

muchachas que el amor sollozan
como bandada, como piedras
recuerdan que enmedio de la fiesta
sobre vidrieras rotas
seguimos sufriendo de albarazo.

sucia ciudad humedecida en mes de enero.





rima


lo último de ti para mí
fue un rastro de pájaros
arañando
la piel
del cielo.


BIBLIOTECA

1.
tocado por un álamo,
por su inexpugnable corazón donde gorjean las aves,
el sol delata en el brillo de mis ojos
un lento paso de gaviotas que descubren la muerte
en este punto de la noche
donde sólo escucho el goteo de una lágrima
la lluvia, su cascar de nubes, la bruma pesarosa:
tal el alimento en esta alta hora.
2.
sin ánimo para salir de viaje,
para una búsqueda que conozco inútil,
me queda la opción de la memoria,
el retorno sigiloso de aquellos que dejaron sus siluetas
redondeadas en una palidez que ya no existe.
3.
alta noche en mi refugio, lienzos grises tirados por ahí,
libros que supieron de la sangre regada del papiro
y el poema como un golpe
como una dulce herida.



De Y eramos como soles (Fondo Editorial Entreletras, 1986)





POEMA SOBRE UNA PALABRA

te hablarán de mí seguramente
de la copa que no dejo de beber
de mi tristeza.
te dirán
de los que desvelaron
de los que asaltan y retornan mar y huella
por mis venas.
pero es simple hijo, es esto
nosotros:
la mariposa que aletea y no cesa de cantar
entre las llamas.
lo que tú serás, lo que ya eres
una esperanza así
una esperanza…
epigrama para mi amor.
te miro
y de tanto verte aleteando mariposas
entiendo que me inventas.
las montañas sólo son
un feliz beso que siempre besa el viento.




HOJAS SOBRE LOS ÁRBOLES DEL PARQUE




como el incesante agite de las hojas
por las que se oye respirar el viento
entre el cañaduzal

como la luz que sigue
el afán de la vida, el privilegio mío

llovizna que riza la tierra blandamente
impulso que emprende el ave para medir el cielo

inquieta certidumbre,
así desea ser mi poesía.


Tomado del libro “Árbol Ávido” (Fondo Editorial Entreletras, 1991)

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