viernes, 28 de enero de 2022

POEMAS DE JULIO CABRALES

 


La muerte de Venus

 

Como una gaviota solitaria

tu pie

no caracoles.

Como una venada al ojo de agua

tu cuerpo

no colinas.

Como una ternera bajo la luna

tu frente

no cañadas.

Como un águila en la lejanía

tu boca

no el cielo.

Como una gata en la noche

tus ojos

no luciérnagas.

Como cascada dorada por la tarde

tu cabellera

no el sol.

Como una yegua frente al mar

tu andar

no la costa, las olas, la espuma

más tu pie el primero

en mi reino de amor

tus pies como dos gaviotas solitarias

tras la estrella blanca borrándose

tu espalda lejana tus senos lejanos

volviendo desde tu largo nacimiento

a la diestra del cetro de Neptuno

y demás comparsas sirenas y tritones.

 

 

Carta a mi madre

 

 Te escribo para decirte

que tengo un nuevo conocido,

el Otoño, con la fría brisa nordeste

soplando sobre álamos y plátanos de la India

en las aceras de Madrid;

y unas hojas cayendo unas sobre otras

amontonándose

llevadas por el viento a media calle

agarradas en el aire por mi mano;

hojas secas, amarillas, crujientes,

recogidas por barrenderos en la madrugada

y más tarde en un montón

quemándose

y el humo grueso subiendo

entre las ramas desnudas, blancas, húmedas

al mediodía.

Ya es la época de Navidad.

Estamos en Diciembre 

 ¿y cómo está la casa?

¿Estará floreciendo el pastor

junto al ramo negro?

¿No se há secado el pozo

y el alcaraván va por el patio?

Ya has pintado por supuesto

el cuarto de Clarence del color crema

que aún quedaba en el pote.

Ya habrás hecho las diligencias de la casa

para esta época.

Y comprado el mantel blanco para la mesa

y llenado el florero de narcisos rojos

del traspatio,

y encendido el cesto de rosas eléctricas

en la noche, para Nuestro Señor,

y cubierto de cortinas el cuarto de Alberto y su esposa

esperando el nieto

por primera vez abuela,

y estarás contenta con la llegada del nieto

que conocerá tu buen olor.

Y te veo en las tendas acompañándote

como lo hacíamos siempre

rodeado de arbolitos cubiertos de luces

y el cielo negro pellizcando de estrellas,

y ese olor de Purísimas,

olor de modroños y triquitraques quemados,

manzanas, uvas y joguetes en el Mercado San Miguel

y sus alrededores,

candelas romanas en manos de niños

y villancicos de pastores y del Niño Jesús

en la Catedral Metropolitana,

y mi luna de Nicaragua que es dulce y grande y buena

como tú.

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/nicaragua/JULIO%20CABRALES.html

 

El Espectro de la Rosa

esto es un estreno para la internet: el poema de julio cabrales del que les hablaba hace un tiempo. me prestaron "Poesía nueva de Nicaragua", una selección de poesía nicaragüense de ernesto cardenal, publicada por carlos lohlé en 1974. como no existía este fabuloso poema en la red y como no es fácil conseguir este libro, me tome el trabajo de tipearlo y ahora me tomo el atrevimiento de ponerlo aquí. espero que a alguien le sirva alguna vez.

 

 

El espectro de la rosa

 

De Julio Cabrales

 

Fue en Madrid, en la Calle Altamirano

donde compré por una peseta

un sucio librito de bolsillo

que trataba sobre la vida de Nijinsky.

Vatzlav Nijinsky no tuvo estrella

pero nuestra imaginación hace sonar

las campanas del Kremlin

y cabecear las palomas de la plaza de San Marcos

en Venecia y hacerlas espantar en desordenado vuelo.

Es decir, todo hombre tiene su estrella

tal vez la de David o la de Cristo o la del Horóscopo.

Vatzlav desde pequeño bailó

-el retrato vivo de la época azul y rosa de Picasso-

bailaba junto con su madre

por dinero

ya Quevedo lo dijo,

ya nuestros indios lo sabían,

Pound en el canto XLV cristianamente

dijo “Bienaventurados los pobres de espíritu”,

y así Vatzlav bailaba junto a su madre

por dinero.

A los 16 años entró a la Escuela Imperial de Danza

en San Petersburgo.

era un potrillo alado,

sus muslos se curvaban sobre sus rodillas

como el cuello de los potros en el abrevadero.

EL CHINO le decían por sus ojos rasgados.

Rodeado de espejos que son los que nos descubren

nuestras virtudes y vicios del rostro y del cuerpo

y del ALMA!,

frente ellos bailaba

poniendo el pie de plano

y como catapulta

suspendiendo la frágil cintura de una mujer,

el pie inclinado y frenado el impulso

por los dedos

o como un gimnasta

y de salto en salto como un cervatillo

de la sala de estudio al escenario,

bajo los focos, sobre la música,

por las ovaciones, en el circo.

los prismáticos como cangrejos

de señoras gordas olorosas

ataviadas de collares

y señoritas pálidas y doncellas bellísimas

se preguntaban “¿quién es, ¿quién es?”

frunciendo la nariz o con los ojos luminosos.

Vatzlav hacía palidecer a las primas bailarinas,

es decir, bailaba muy bien,

era el sol.

En el entrechat royal a dix

entrecruzaba diez veces los pies

antes de tocar el suelo.

En las tertulias oía hablar por primera vez

de Monet Renoir Rodin Debussy Mallarmé

y allí estaba Diaghilev que era una fiera,

elegante el hijueputa

haciéndole dar importancia a sus palabras

disimuladamente

y formaba ruedas y a saber que cosas decía,

total que hizo amistad con Nijinsky

y fue su maestro, protector y apoderado;

le fue moldeando el gusto a su gusto:

(No sé hasta donde el hombre por su temperamento escoge)

el olvido de las mujeres,

el olvido de los tragos,

el olvido de la sangre.

Nijinsky era una mina.

Y Vatzlav hacía y ejecutaba

con la fidelidad de un perro.

Iba y venía con él,

después de cada ensayo,

de cada viaje.

La monstruosa influencia del maestro.

El pobre no sabía:

esto es bueno, esto es malo,

estaba aún en el paraíso de la idiotez!

por eso vino Cristo Maestro de Maestros,

(no sé hasta donde lo fue Sócrates)

Vatzlav era en una palabra: ¡PENDEJO!

Y cuando en París se presentó

el 1 de Mayo de 1909:

había llovido esa noche

y las luces del teatro Chatelet

rielaban en las calles nocturnas

y en las vitrinas se miraban

los programas y dibujos de Cocteau.

En París se decía que Serguei

tenía secuestrado a Vatzlav

-el pueblo y el chisme son una misma cosa-

Serguei, es cierto, lo amaba por ambición.

Esa noche se interpretaba El Espectro de la Rosa,

la mejor composición de Fodín

inspirada en un poema de Gautier

(inspiración de inspiraciones etc.).

Je suis le spectre de la rose

que tu portais hier au bal

Soy el espectro de la rosa

que ayer llevaste al baile.

Y no había entonces más amor

que para su danza

y de un salto cruzaba el escenario

desapareciendo como un fantasma.

Y Cocteau hurgaba el camerino de Vatzlav

y éste le decía:

Je ne suis pas un sauter

Je suis un artiste

Yo no soy un acróbata

Soy un artista.

Pero era un esclavo,

es un oficio duro,

ya Cardenal lo decía

en su poema a Marilyn Monroe:

tras el telón hay más tragedia

que la que se representa.

Mientras unos van al bar,

mientras otros fuman y se cuentan chistes,

mientras aquellos van a la mar un fin de semana

y esos a cazar y otros a pescar

al cine al lupanar al NIGHT CLUB

o de mañanita un domingo a misa,

mientras unos están enamorados

y otros enamorados de sí mismos,

mientras el río,

mientras el mar,

mientras los astros,

mientras los automóviles!,

mientras la vida,

Vatzlav estaba allí, esclavo,

¡coño! Diaghilev allí

sin hacer nada por el pobre muchacho.

Las aves construyen sus nidos.

Los castores su presas.

Las hormigas sus hoyos.

Maeterlinck! Thoreau! Walt Disney!

Más tarde Nijinsky fue a Suramérica

y esto le dolió a Diaghilev

y más le dolió cuando se casó

con Rómola

(una compañera del ballet)

entonces intervino la economía,

la economía es un mago

saca conejos de los sombreros

pero a la mejor mona se le cae el zapote

y Nijinsky no tenía escenario

pero tenía una mujer,

es decir, para mí una mujer lo es todo

si no pregúntenselo a Coronel.

Y cuando volvió Nijinsky

la argolla de Diaghilev le echó en cara:

“Por ahora vuestra creación será un hijo

El Espectro de la Rosa ha optado por ser padre.

Qué cosa más antipática es un alumbramiento.”

Y Nijinsky:

“Vosotros habíais admirado siempre

la hermosa entrada del Espectro de la Rosa.”

no sabían lo que decían,

no sabían que “el hijo es muerte, ¡Ay!

Es muerte, digo –pasión de la esperanza- “.

Serguei Diaghilev hizo como si lo ignorase

pero por dentro un fuego le consumía.

A Nijinsky la guerra europea lo sorprendió

en Hungría

como siempre la guerra nos sorprende

aunque la esperemos

siempre nos sorprenden los dientes

de la rata peluda de la guerra,

es decir, de la muerte.

Allí permanecío un tiempo

inventando, imaginando

como hacen los artistas,

una y otra forma:

la naturaleza, el viento, pájaros!

Un sistema de notación de la danza

como el de las partituras.

Y amando a Rómola como el primer hombre

y como el último,

compartiendo todo

como su fruto:

KYRA,

una niña.

Y cuando la suerte cambió

porque a veces los golpes de la suerte

son tan fuertes. ¡Qué sé yo!

Y fue a Nueva York. Y cuando volvió

a Madrid

en el vestíbulo del hotel Ritz

Diaghilev lo abrazó apasionadamente:

Vatzlav, draga moi kak tui pajivayeski

le dijo.

Más tarde en Saint Moritz

se le acercaron círculos, colores redondos,

cada vez más intensos:

el negro con el amarillo,

el rojo con el blanco.

Palomas blancas cruzaban la noche.

Vientos extraños encendían fuegos en el bosque.

Lo negro danzaba en la sombra.

Lo rojo en la sangre.

Se le acercaron cuadros, colores cuadrados.

Escenas, chispazos, aletargamientos.

El alejamiento de una estrella en la noche.

Decía:

Como cuando se apaga el televisor.

Quiero mostrar a la vez la belleza

y el poder destructor del amor.

Y componía figuras:

Mariposas fantásticas con cabeza de él

dignas de Rorschach y los psicoanalistas,

extrañas arañas que evocaban a Diaghilev

ESE ES SERGUEI señalaba con el dedo

y bajaba al pequeño pueblo

con una gran cruz dorada en el pecho

y detenía

Y preguntaba al que encontraba

si había

celebrado el Santo Sacrificio de la Misa.

Lo mismo que Federico

Nietzsche

estaba celoso de Cristo.

Nijinsky estaba enfermo

y bailaba, seguía

bailando sobre dos pedazos

de terciopelo

que formaban una cruz

y extendía los brazos diciendo:

ahora os bailaré la guerra;

sus sufrimientos, sus distracciones,

sus muertes.

La guerra que no habéis impedido

y de la cual habréis de responder.

Y bailó como nunca,

como un trompo trasladándose,

como una garza en un pie girando,

como un torbellino, como un remolino,

como las hélices de un avión

que hace suspender la gravitación de la masa,

como las aspas de un molino

que hace triturar la harina del hambre

o los sueños de Cervantes.

Girando como gira la esfera de la Tierra,

con su corazón, con su sangre recordando

la escena de Petruschka

-la marioneta tratando de escapar a su destino-.

Un día Sergue Diaghilev fue a verle

e impresionado y como en broma le dijo:

pero hombre, Vatzlav, eres un holgazán!

Te necesito, es necesario que bailes

para el ballet ruso, para mí.

No puedo, le dijo, porque estoy LOCO.

Diaghilev le dio la espalda y se echó a llorar:

qué debo hacer. Es culpa mía.

Rómola recordaba sus palabras al ser internado:

¡Valor femka! No pierdas la esperanza.

Dios existe.

No es el primero ni el último

que lo afirma o lo niega

sin haber visto su Rostro.

Mientras el fantasma de Nijinsky

Ladies & gentleman

Y el fantasma que va a ser de ti

está entre nosotros. ¡Buenas noches!

Tomado de:

http://eltrigodelaluna.blogspot.com/2008/06/el-espectro-de-la-rosa.html

 

Creación

 

Ahora comprendo la soledad

y es cuando Dios calla

igual que cuando lo que más ama

deja ya de amarte.

Tomado de:

https://www.airesdelibertad.com/t38198p330-poesia-social-iv-en-la-primera-pagina-de-poesia-social-i-hay-un-indice-de-autores

 

 

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