La muerte de Venus
Como una gaviota solitaria
tu pie
no caracoles.
Como una venada al ojo de agua
tu cuerpo
no colinas.
Como una ternera bajo la luna
tu frente
no cañadas.
Como un águila en la lejanía
tu boca
no el cielo.
Como una gata en la noche
tus ojos
no luciérnagas.
Como cascada dorada por la tarde
tu cabellera
no el sol.
Como una yegua frente al mar
tu andar
no la costa, las olas, la espuma
más tu pie el primero
en mi reino de amor
tus pies como dos gaviotas solitarias
tras la estrella blanca borrándose
tu espalda lejana tus senos lejanos
volviendo desde tu largo nacimiento
a la diestra del cetro de Neptuno
y demás comparsas sirenas y tritones.
Carta a mi madre
Te escribo para
decirte
que tengo un nuevo conocido,
el Otoño, con la fría brisa nordeste
soplando sobre álamos y plátanos de la India
en las aceras de Madrid;
y unas hojas cayendo unas sobre otras
amontonándose
llevadas por el viento a media calle
agarradas en el aire por mi mano;
hojas secas, amarillas, crujientes,
recogidas por barrenderos en la madrugada
y más tarde en un montón
quemándose
y el humo grueso subiendo
entre las ramas desnudas, blancas, húmedas
al mediodía.
Ya es la época de Navidad.
Estamos en Diciembre
¿y cómo está la
casa?
¿Estará floreciendo el pastor
junto al ramo negro?
¿No se há secado el pozo
y el alcaraván va por el patio?
Ya has pintado por supuesto
el cuarto de Clarence del color crema
que aún quedaba en el pote.
Ya habrás hecho las diligencias de la casa
para esta época.
Y comprado el mantel blanco para la mesa
y llenado el florero de narcisos rojos
del traspatio,
y encendido el cesto de rosas eléctricas
en la noche, para Nuestro Señor,
y cubierto de cortinas el cuarto de Alberto y su esposa
esperando el nieto
por primera vez abuela,
y estarás contenta con la llegada del nieto
que conocerá tu buen olor.
Y te veo en las tendas acompañándote
como lo hacíamos siempre
rodeado de arbolitos cubiertos de luces
y el cielo negro pellizcando de estrellas,
y ese olor de Purísimas,
olor de modroños y triquitraques quemados,
manzanas, uvas y joguetes en el Mercado San Miguel
y sus alrededores,
candelas romanas en manos de niños
y villancicos de pastores y del Niño Jesús
en la Catedral Metropolitana,
y mi luna de Nicaragua que es dulce y grande y buena
como tú.
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/nicaragua/JULIO%20CABRALES.html
El Espectro de la Rosa
esto es un estreno para la internet: el poema de julio
cabrales del que les hablaba hace un tiempo. me prestaron "Poesía nueva de
Nicaragua", una selección de poesía nicaragüense de ernesto cardenal,
publicada por carlos lohlé en 1974. como no existía este fabuloso poema en la
red y como no es fácil conseguir este libro, me tome el trabajo de tipearlo y
ahora me tomo el atrevimiento de ponerlo aquí. espero que a alguien le sirva
alguna vez.
El espectro de la rosa
De Julio Cabrales
Fue en Madrid, en la Calle Altamirano
donde compré por una peseta
un sucio librito de bolsillo
que trataba sobre la vida de Nijinsky.
Vatzlav Nijinsky no tuvo estrella
pero nuestra imaginación hace sonar
las campanas del Kremlin
y cabecear las palomas de la plaza de San Marcos
en Venecia y hacerlas espantar en desordenado vuelo.
Es decir, todo hombre tiene su estrella
tal vez la de David o la de Cristo o la del Horóscopo.
Vatzlav desde pequeño bailó
-el retrato vivo de la época azul y rosa de Picasso-
bailaba junto con su madre
por dinero
ya Quevedo lo dijo,
ya nuestros indios lo sabían,
Pound en el canto XLV cristianamente
dijo “Bienaventurados los pobres de espíritu”,
y así Vatzlav bailaba junto a su madre
por dinero.
A los 16 años entró a la Escuela Imperial de Danza
en San Petersburgo.
era un potrillo alado,
sus muslos se curvaban sobre sus rodillas
como el cuello de los potros en el abrevadero.
EL CHINO le decían por sus ojos rasgados.
Rodeado de espejos que son los que nos descubren
nuestras virtudes y vicios del rostro y del cuerpo
y del ALMA!,
frente ellos bailaba
poniendo el pie de plano
y como catapulta
suspendiendo la frágil cintura de una mujer,
el pie inclinado y frenado el impulso
por los dedos
o como un gimnasta
y de salto en salto como un cervatillo
de la sala de estudio al escenario,
bajo los focos, sobre la música,
por las ovaciones, en el circo.
los prismáticos como cangrejos
de señoras gordas olorosas
ataviadas de collares
y señoritas pálidas y doncellas bellísimas
se preguntaban “¿quién es, ¿quién es?”
frunciendo la nariz o con los ojos luminosos.
Vatzlav hacía palidecer a las primas bailarinas,
es decir, bailaba muy bien,
era el sol.
En el entrechat royal a dix
entrecruzaba diez veces los pies
antes de tocar el suelo.
En las tertulias oía hablar por primera vez
de Monet Renoir Rodin Debussy Mallarmé
y allí estaba Diaghilev que era una fiera,
elegante el hijueputa
haciéndole dar importancia a sus palabras
disimuladamente
y formaba ruedas y a saber que cosas decía,
total que hizo amistad con Nijinsky
y fue su maestro, protector y apoderado;
le fue moldeando el gusto a su gusto:
(No sé hasta donde el hombre por su temperamento escoge)
el olvido de las mujeres,
el olvido de los tragos,
el olvido de la sangre.
Nijinsky era una mina.
Y Vatzlav hacía y ejecutaba
con la fidelidad de un perro.
Iba y venía con él,
después de cada ensayo,
de cada viaje.
La monstruosa influencia del maestro.
El pobre no sabía:
esto es bueno, esto es malo,
estaba aún en el paraíso de la idiotez!
por eso vino Cristo Maestro de Maestros,
(no sé hasta donde lo fue Sócrates)
Vatzlav era en una palabra: ¡PENDEJO!
Y cuando en París se presentó
el 1 de Mayo de 1909:
había llovido esa noche
y las luces del teatro Chatelet
rielaban en las calles nocturnas
y en las vitrinas se miraban
los programas y dibujos de Cocteau.
En París se decía que Serguei
tenía secuestrado a Vatzlav
-el pueblo y el chisme son una misma cosa-
Serguei, es cierto, lo amaba por ambición.
Esa noche se interpretaba El Espectro de la Rosa,
la mejor composición de Fodín
inspirada en un poema de Gautier
(inspiración de inspiraciones etc.).
Je suis le spectre de la rose
que tu portais hier au bal
Soy el espectro de la rosa
que ayer llevaste al baile.
Y no había entonces más amor
que para su danza
y de un salto cruzaba el escenario
desapareciendo como un fantasma.
Y Cocteau hurgaba el camerino de Vatzlav
y éste le decía:
Je ne suis pas un sauter
Je suis un artiste
Yo no soy un acróbata
Soy un artista.
Pero era un esclavo,
es un oficio duro,
ya Cardenal lo decía
en su poema a Marilyn Monroe:
tras el telón hay más tragedia
que la que se representa.
Mientras unos van al bar,
mientras otros fuman y se cuentan chistes,
mientras aquellos van a la mar un fin de semana
y esos a cazar y otros a pescar
al cine al lupanar al NIGHT CLUB
o de mañanita un domingo a misa,
mientras unos están enamorados
y otros enamorados de sí mismos,
mientras el río,
mientras el mar,
mientras los astros,
mientras los automóviles!,
mientras la vida,
Vatzlav estaba allí, esclavo,
¡coño! Diaghilev allí
sin hacer nada por el pobre muchacho.
Las aves construyen sus nidos.
Los castores su presas.
Las hormigas sus hoyos.
Maeterlinck! Thoreau! Walt Disney!
Más tarde Nijinsky fue a Suramérica
y esto le dolió a Diaghilev
y más le dolió cuando se casó
con Rómola
(una compañera del ballet)
entonces intervino la economía,
la economía es un mago
saca conejos de los sombreros
pero a la mejor mona se le cae el zapote
y Nijinsky no tenía escenario
pero tenía una mujer,
es decir, para mí una mujer lo es todo
si no pregúntenselo a Coronel.
Y cuando volvió Nijinsky
la argolla de Diaghilev le echó en cara:
“Por ahora vuestra creación será un hijo
El Espectro de la Rosa ha optado por ser padre.
Qué cosa más antipática es un alumbramiento.”
Y Nijinsky:
“Vosotros habíais admirado siempre
la hermosa entrada del Espectro de la Rosa.”
no sabían lo que decían,
no sabían que “el hijo es muerte, ¡Ay!
Es muerte, digo –pasión de la esperanza- “.
Serguei Diaghilev hizo como si lo ignorase
pero por dentro un fuego le consumía.
A Nijinsky la guerra europea lo sorprendió
en Hungría
como siempre la guerra nos sorprende
aunque la esperemos
siempre nos sorprenden los dientes
de la rata peluda de la guerra,
es decir, de la muerte.
Allí permanecío un tiempo
inventando, imaginando
como hacen los artistas,
una y otra forma:
la naturaleza, el viento, pájaros!
Un sistema de notación de la danza
como el de las partituras.
Y amando a Rómola como el primer hombre
y como el último,
compartiendo todo
como su fruto:
KYRA,
una niña.
Y cuando la suerte cambió
porque a veces los golpes de la suerte
son tan fuertes. ¡Qué sé yo!
Y fue a Nueva York. Y cuando volvió
a Madrid
en el vestíbulo del hotel Ritz
Diaghilev lo abrazó apasionadamente:
Vatzlav, draga moi kak tui pajivayeski
le dijo.
Más tarde en Saint Moritz
se le acercaron círculos, colores redondos,
cada vez más intensos:
el negro con el amarillo,
el rojo con el blanco.
Palomas blancas cruzaban la noche.
Vientos extraños encendían fuegos en el bosque.
Lo negro danzaba en la sombra.
Lo rojo en la sangre.
Se le acercaron cuadros, colores cuadrados.
Escenas, chispazos, aletargamientos.
El alejamiento de una estrella en la noche.
Decía:
Como cuando se apaga el televisor.
Quiero mostrar a la vez la belleza
y el poder destructor del amor.
Y componía figuras:
Mariposas fantásticas con cabeza de él
dignas de Rorschach y los psicoanalistas,
extrañas arañas que evocaban a Diaghilev
ESE ES SERGUEI señalaba con el dedo
y bajaba al pequeño pueblo
con una gran cruz dorada en el pecho
y detenía
Y preguntaba al que encontraba
si había
celebrado el Santo Sacrificio de la Misa.
Lo mismo que Federico
Nietzsche
estaba celoso de Cristo.
Nijinsky estaba enfermo
y bailaba, seguía
bailando sobre dos pedazos
de terciopelo
que formaban una cruz
y extendía los brazos diciendo:
ahora os bailaré la guerra;
sus sufrimientos, sus distracciones,
sus muertes.
La guerra que no habéis impedido
y de la cual habréis de responder.
Y bailó como nunca,
como un trompo trasladándose,
como una garza en un pie girando,
como un torbellino, como un remolino,
como las hélices de un avión
que hace suspender la gravitación de la masa,
como las aspas de un molino
que hace triturar la harina del hambre
o los sueños de Cervantes.
Girando como gira la esfera de la Tierra,
con su corazón, con su sangre recordando
la escena de Petruschka
-la marioneta tratando de escapar a su destino-.
Un día Sergue Diaghilev fue a verle
e impresionado y como en broma le dijo:
pero hombre, Vatzlav, eres un holgazán!
Te necesito, es necesario que bailes
para el ballet ruso, para mí.
No puedo, le dijo, porque estoy LOCO.
Diaghilev le dio la espalda y se echó a llorar:
qué debo hacer. Es culpa mía.
Rómola recordaba sus palabras al ser internado:
¡Valor femka! No pierdas la esperanza.
Dios existe.
No es el primero ni el último
que lo afirma o lo niega
sin haber visto su Rostro.
Mientras el fantasma de Nijinsky
Ladies & gentleman
Y el fantasma que va a ser de ti
está entre nosotros. ¡Buenas noches!
Tomado de:
http://eltrigodelaluna.blogspot.com/2008/06/el-espectro-de-la-rosa.html
Creación
Ahora comprendo la soledad
y es cuando Dios calla
igual que cuando lo que más ama
deja ya de amarte.
Tomado de:
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