Rueda de fuego sin lágrimas
Era el tiempo inmóvil de la flor del jacinto;
(cuando yo era como las manzanas).
Y tú viniste, como todas las cosas,
que se encienden en el universo:
las tempestades, las sombras de la vida.
Y sin embargo...
venía tan nueva la composición de caminos de
bronce
que andabas edificando.
Mirándote me conocí, amándote, ¡oh! amándote
encontré el evangelio
de mi alma, ya cansada antes de ser.
Y sigo inquiriendo, y sigo esperando
arrancar de tu espíritu la razón de mi angustia;
sabiendo que me has dado todo lo que trajiste de
la muerte,
sabiendo que defines mis pupilas de carbón de
piedra,
sabiendo que moriré llamándote ...
Cabeza de macho
La mancha trágica de tus cabellos,
encarna un mar fascinante y entenebrecido.
Albea tu frente magnifica, escrita de surcos,
y tus sienes como dos azucenas puras.
Tus cejas y tus pestañas interrogadoras
recogen la esmeralda enferma de tus ojos.
Se destaca en la oscuridad del fondo
tu nariz de águila meditativa.
Tus labios destilan dolor y pasión
y están maduros para el beso.
Piedra con alma, sonríe tu cara de ídolo
dormida en la canasta de rosas de mi pecho.
Estaño
Entre las piedras, brotadas de musgo,
se estancó la pena,
como agua de lluvias desmemoriadas,
Flor malsana,
mujer eterna, abandonada y obscura
mano de pétalos de aluminio.
Caravana de polvo, siniestra,
multitud de agujas envenenadas,
rebozo gris, gabardina de ocaso,
Mis dedos tranquilos y castos,
desdoblaron del arpa terrosa
sonidos de cuerdas vencidas.
Fue la pócima de niebla,
óleo de rosas negras,
enloquecidas sobre mi frente. . .
sellada por siete sellos de plata.
Fotogafría en obscuro
Resuena en
las amapolas del cielo
mis historia de piedra dormida,
desde el suceso inmemorial de los crepúsculos.
Prolongo
mares de árboles
besando el camino sin término.
Entrego a
la vida mi sombra
de calle tranquila;
-balcón en la ciudad de los arabescos inusitados-.
Amo la
línea que se escucha,
como el color inicial de la aurora, traduciéndose
en la palabra del hombre
o en la palabra roja del trueno.
Majadería
de niño, que lanza su honda al espacio,
camina mi balbuceo discontinuo
creciendo del mar y del sol su mariposa.
Otoño en 1930
Sobrecogida, bajo el arco cándido
de los vientos azules,
arrojo desde mi balaustrada en avance,
(como labios que van a besar),
la mirada hacia el océano amarillo.
Todo vive
ese olor mojado
de rasal llovido y de naranja;
el gato -flor de cardo de invierno-
se elctriza y se hace cantar,
las moscas buscan las vigas ahumadas,
las gallinas cloquean y sacuden su ropa interior;
y mi corazón
trata de acomodar su tristeza de velos desgajados,
descalza y sin pupilas.
Tomado de:
https://www.poemas-del-alma.com/winett-de-rokha.htm
VALSE EN LA PLAZA DE YUNGAY
La mujer de mármol, desnuda entre sus violetas,
se ruboriza al contacto del aire,
sus senos de manzana y heliotropo
mantienen la melodía provinciana de atardecer lánguido.
Curvas puras,
explosión de vida extasiada,
gota de belleza en suspenso, cantar.
Mis ojos la penetran la castidad
y la tarde vuelve la cabeza
al sorprenderme en actitud
de cubrirle los hombros floridos
con mi abrigo de penumbras.
CANCIÓN DE TOMÁS, EL AUSENTE
A la entrada, en el índice de todos os caminos: tú,
de todas las perspectivas, de todas las lontananzas,
como el nido de un pájaro que no existió
y lo oímos cantar en nosotros.
Fruta de recuerdo,
ya estarás cambiado, Tomasito, en el país de los muertos,
con aquella flor resonante,
que traías en tu manito de hombre escogido por el destino,
y esos ojos de ilusión de aventurero.
Voy a deshojar los innumerables pájaros
para tu navío de sombra.
FIGURA DE INVIERNO
Tu personalidad silenciosa,
como un paisaje escandinavo,
llenó de un viento melancólico
la ciudad.
Tus gestos van a morir, helados,
al pie de las montañas,
disolviéndose, en todos los ríos,
como un deshielo vagabundo.
Fantasmas extranjeros,
se detienen, mueven la cabeza,
y siguen su camino de caras y de cosas
detrás de tus canciones.
Sólo mi corazón
escala como un pájaro la más desnuda
y alta rama de tu espíritu,
y canta…
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/chile/winett_de_rokha.html
ESCENARIO DE MELOPEA EN ANTIGUO
Cóncavo, con estalactitas y estalagmitas,
todo blanco, como el dedo de la mañana,
y un tapiz rojo, ensangrentado y repitiéndose,
donde mi zapatilla es una sola pepa de sandia.
Todo ojo se copia en los espejitos de mis uñas,
y mis brazos caen, se levantan y caen otoñándose.
La palabra se hace mariposa de noche,
pestañea, gira, se detiene, abre su corazón de perla inopinada
y se prende a un eco que rueda,
lentamente, desdoblándose, persiguiendo su órbita,
como una cabellera de astro que se disuelve.
CARCOMA Y PRESENCIA DEL CAPITALISMO
Frío, plano, de exactas dimensiones,
el siglo XX cabe en una cancha de tennis.
En mesitas de café-concierto,
entre pajillas, whisky-sowers y cigarrillos egipcios,
la mujer contemporánea
borda corpiños de seda negra.
En el paddock,
al compás de la música loca de un jazz-band,
las mujeres y los caballos se pasean.
Del brazo de Pablo de Rokha,
intervengo en el ritornello
mundial de las muchedumbres.
Ilustrando mis poemas
con perspectivas de paperchase,
con sweaters cuadriculados de sportman,
y humaredas de inquietantes locomotoras,
soy la Eva clásica del porvenir.
Astral y sensitiva, horado
en aviones románticos,
el azul de las golondrinas perdidas.
AMARILLA Y FLOR DE AGOSTO
¿Sientes cómo la araña hila su encaje
de sombra enmohecida?...
Ven, la flacura del invierno
ha extendido su manta de cáñamo maldito.
Como en aquellos días de oro,
tu conciencia y mi espanto,
acarician la línea fugitiva
de mi corazón inocente.
Tomado de:
http://inmaculadadecepcion.blogspot.com/2004/09/winett-de-rokha.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario