Poética
1
entonces es eso
cuando creemos que vivimos
extrañas experiencias
la vida como una película
o chispas que saltan de un núcleo
no propiamente la experiencia
amorosa
sino aquello que la precede
y que es aire
concreción cargada de todo:
la ciudad refluye hacia su hora
nocturna y todos van para casa o buscan encuentros improbables y absurdos,
rumor de la multitud que circula por el centro y por los barrios, mientras las
tiendas cerradas aún están iluminadas, los locos predican en las esquinas, la
humedad de la lluvia que aún no pasó, incluso el recuerdo de la noche anterior
en el cuarto revolviéndonos en caricias y también nuestro encuentro en la tibia
oscuridad de un bar –hora confesional, exponiendo las sucesivas capas de las
cosas que pasan– donde la proximidad de los cuerpos confunde todo, palabra y
beso, gesto y caricia
todo grabado en el aire
y no lo hacemos por voluntad
propia
más bien por atavismo
2
la sensación de estar ahí
armonía no necesariamente cósmica
plenitud muy poco mística
pero sencilla proximidad
de la aberrante experiencia de
vivir
algo como el calor
que se siente junto a una forja
(tal vez yo debiese viajar, o
mejor, ser llevado por el viaje, cargar todo junto, dejarse conducir por uno
mismo)
al penetrar en el opalino acuario
(esto se relaciona con que estemos
juntos)
y sentir el mundo en la
temperatura del cuerpo
mientras allá afuera (lejos, muy
lejos) todo es otra cosa
entonces
el poema es despreocupación
Anotaciones de viaje
1
meDioDía
la Tierra respira
hormigas transitan por sus
nervaduras
arabescos de pájaros
puntualizan el pausado discurso de
las nubes
solo existe el espacio
el paisaje lacustre
que ahora cubre una ciudad
sumergida
y sin saber por qué vine a dar
aquí
qué me trajo a esa frontera de
lugares y sensaciones
entro al agua
la claridad me lleva a la deriva
floto en el espacio
embebido en el día más que tibio
me sé huésped de quién he sido
(la superficie del lago
se deshace en el movimiento de los
círculos concéntricos)
2
playa EN LA isla
es así como me gusta: nadie cerca
solo el acolchado de blanda arena
extendido entre las dunas
donde el esfuerzo de andar
transforma los pasos en gestos que
se vuelven hacia abajo
en la dirección de la caldera
en donde se debate el humeante
cordaje
laberinto de convulsiones
vacío atravesado por espasmos
ovillo de tentáculos de espuma, de
corriente polar
y las manos de hielo
que aprietan la garganta y
deslizan por el vientre
llamaradas de mar, ganchos
clavados en las costas
para arrastrarnos al fondo
–penetrar en ese abismo
es navegar el dorso de la muerte,
transformar la conciencia
en patio de vendavales
sin embargo
no somos de aquí
venimos de muy lejos
para descubrir la última playa
desierta
en el costado oceánico de la isla
cercada de murallas de viento y
claridad
en donde cobijas de marejada
son extendidas sobre nuestros
cuerpos
mansamente reclinados
sobre la piel dorada del Tiempo
Playa Mole, Florianópolis, 1981
3
carta
Al artista plástico Elvio
Becheroni,
a propósito de su libro Luoghi di
Memoria
Me pides escribir algo para tu
libro de grabados
quieres que hable de Río de
Janeiro
y cuente historias
de lugares y viajes y memorias
tal vez
cualquier cosa
cómo en 1979, yo llegaba a Río de
Janeiro
por el camino del litoral, por las
playas de Río-Santos
traía en el rostro quemado de sol
la expresión tranquila
de quienes viven a la orilla del
mar
cualquier cosa
como aquella noche en el alto de
la Urca
entonces se llamaba Concha Verde
y antes se llamara Frenetic
Dancing Days
ella intentaba convencerme
de que las luces de la ciudad eran
ojos dorados que chisporroteaban en la neblina
y yo concordaba en que había
ruidos de mar
resonando en el fondo de nuestra
locura
cualquier cosa
como aquel día entero en un
caminar por la playa:
nos impulsaba cierta atracción por
lo sublime
y nosotros nos entreteníamos en
descifrar la errante caligrafía del tiempo
nerviosamente garabateada en la
pauta de las olas
hasta que puñales de nubes
arcaicas que enmarcaban el atardecer
vinieran a clavarse en nuestro
infinito
y sintiéramos los cabellos de la
noche creciendo pausadamente
pues la oscuridad había llegado
para reclinarse en tu colchón de
mareas
entonces,
entre la ola y el centellear de la
ola
entrevimos el perfil en llamas de
nuestros cuerpos
entre lo vivido y lo no vivido
el trazo cambiante de la
reventazón
entre los ruidos del mar y los
ruidos de la ciudad
la complicada geometría de
nuestros silencios
y un inesperado perfume de
jazmines
por mí
nunca más saldría de allí
me quedaría por allí mismo
recorriendo para siempre la playa
acompañando a la insoportable inquietud de los
astros presos de sus órbitas
acabamos perdiéndonos
entre redomas de luz amarilla de
mercurio
en los confusos laberintos de un
jardín
y hay tantas historias que tienen
que ser contadas
y tú me pides que escriba sobre
Río de Janeiro
pero no existen ciudades
son nuestros viajes que crean
rutas,
mapas de superficie luminosa
como estos de tus cuadros,
reflejos del cielo más estrellado de Samarcanda, del límpido atardecer
florentino, el otoño transparente de São Paulo más la inquietante niebla de
Nueva York, centelleos dorados de un campo lombardo, su poniente animado por el
soplo de la planicie,
las ciudades no existen
solo los encuentros son reales,
las prolongadas conversaciones
capaces de transformar cualquier
lugar en playa desierta al anochecer
solo existe el diálogo,
nuestra primitiva capacidad de
sentarnos alrededor de la mesa
para atravesar la noche contando
historias
de viajes, descubrimientos,
visiones
con candor de niños que truecan
figuritas
investidos, sin embargo, por
nuestra identidad de brujos
que hacen sonar su tambor nocturno
nos sabemos observados todo el
tiempo, de soslayo,
por el rostro insomne de lo Bello.
Llegar allá
Y ahora quiero la palabra reducida
al sencillo gesto de aferrar alguna cosa, pura denotación, lenguaje referencia,
mano extendida apuntando esos pedazos de realidad –o entonces la fiesta con
todos sus fantasmas sentados en el sillón de ajenjo mientras sangran los dedos
de la memoria, todo en el límite de lo que pueda ser verdad, el cuaderno
escrito de atrás hacia delante y el libro leído a partir de la última página, y
también podría hablar de las nubes de vapor y cortinas de humo en los cuartos,
y narrar la historia completa de las fiebres tropicales– pero solo nosotros dos
fuimos capaces de movernos en ese plano intermediario en el que realidad y
sueño se confunden, tocados por la sugestión de otra escena o situación.
Esencia, ese es el nombre de nuestra transacción. ¡Esencia, esencia!, grita la
legión de los Irreales desde el fondo de su existencia probable. Esencia, el
verdadero nombre del juego de mutaciones. No es necesario hablar en
alucinaciones, es como atravesar una pared invisible, y ya estamos allá. El
texto febril. Las luces prendidas. Luces prendidas. Las luces, prendidas. Por
ejemplo –pero el número de ejemplos es mayor que toda la existencia– por
ejemplo, las luces prendidas, rebotadas un poco torpemente por los azulejos
blancos que iluminan nuestros cuerpos, mientras nosotros nos preparábamos para
empezar un juego amoroso más. Me acuerdo también de las playas desiertas,
recorridas de punta a punta. O cuando descubrimos aquella cascada en medio del
mato, aquel salto que debía tener unos 30 ó 50 metros de caída libre, sus
salpicaduras heladas nos alcanzaban en la orilla, imposible llegar muy cerca,
aquella catarata en el matorral nos inducía a la complicidad. Las luces prendidas.
Complicidad. Esencia. Y aquel espejo antiguo –aquel espejo antiguo biselado,
patinado, recubierto por el amarillo del tiempo– aquel espejo antiguo nos
reflejó durante una tarde. Estaba en el tocador frente a la cama en el cuarto
del caserón colonial de la hacienda, con los demás muebles macizos y pesadotes
y el olor a polvo de cosa antigua del cuarto. También encontrábamos muchos
santuarios religiosos en nuestros viajes, era como si nos impulsase una
atracción magnética por lo sagrado. Ciertas tardes insoportablemente calientes,
demasiado sofocantes. Hubo un tiempo en que. Las luces. Esencia. Impregnando
irremediablemente todo lo que fue hecho después. Como la transgresión es
cotidiana e imperceptible, como ser maldito es apenas una especie de indiferencia,
lasitud, dejarse llevar. El olor a polvo sobre los tapizados. Yo quiero que
todo quede muy claro. No solo las palabras, el texto, sino otro plano, ahora
definitivamente llevado a lo real. Quedó un olor extraño, impregnando a la
piel. Todo verdadero. Todo. Mas ese gesto de contar historias imposibles, ¿cuál
es su significado? ¿Que botón apreté? Y ahora, no dejar piedra sobre piedra.
Transformar lo cotidiano en hipérbole, laberinto en donde todos se perderán
jugando con despreocupación. La opacidad es casi banal. El juego de la vida y
de la muerte es trivial. Despertemos al irascible niño que habita en cada uno
de nosotros. No hay misterio. Que no se hable de locura. El lado de allá, el
lado de allá, que camina suavemente sobre tus sandalias de suela de hule, el
lado de allá disfrazado en arte del plumaje, el lado de allá que sonríe
afablemente mientras nos mira de soslayo, el lado de allá es sencillo y está
aquí, basta estar abierto y disponible. Somos dioses.
Poemas para leer en voz alta
Ninguna agitación podría perturbar
la íntima familiaridad de nuestras horas oscuras
Joyce Mansour
1
eros
viajantes inertes
inmersos en el silencio de esas
horas
cuando el tiempo no es más tiempo
sino lasitud
y nuestros cuerpos jadeantes
construcciones
envueltas en desnudez
atestiguado apenas por los objetos
de la casa, cuadros en la pared, los pesados muebles, los libros y sus lomos,
macetas, espejos y además la negra silueta de los edificios recortados contra
la ventana
rostro ciego de la ciudad ahora
adormecida al observarnos fijamente
yo brujo, tú sibila
¿qué dioses adoramos?
parados en la pausa entre
sobresaltos
¿qué alquimia inventamos?
el peso que nos paraliza y
adormece
no es cansancio
sino otra cosa
sensación de lo profundo
el oscuro sentir
del mundo que respira
por los poros de la oscuridad
y nosotros, maniatados por el
placer, apenas conscientes
de la presencia de los objetos de
la casa, muebles, macetas, libros, almohadones esparcidos por el piso, nuestras
ropas tiradas al azar, más el negro recorte de los edificios por detrás de la
ventana,
perfil del paisaje urbano, testigo
impasible
apenas sabemos quiénes somos
apenas recordamos nuestros nombres
nos quedan el reposo y una
intuición
despierta para el tibio mundo de
nuestros cuerpos
nunca, nunca había sentido eso
antes así
2
cuando el calor de la noche de
verano
y la lluvia de la noche de verano
se encuentran
y son la misma corriente de vida
que se escurre por nuestras arterias
entonces
nos reconocemos por las caricias
un arco iris puede sentarse en la
cabecera de la cama
una nube puede servir de cobija
un paisaje de sol naciente
en una playa marcada por tiendas
de campaña
se refleja el lago luminoso de tu
vientre
la montaña con su ladera cubierta
de matorrales
en donde cierta vez nos perdimos
entre nacientes de ríos
proyectan su sombra en tus muslos
planicies batidas por el viento
alisio
que atraviesa el continente, el
universo
es nuestra imaginación febril
3
la colcha era verde
y la lámpara azulada
acostumbraban a oír músicas lentas
y suaves
creían que el estante repleto de
libros tenía un aire solemne
y les gustaba eso
cualquier cosa
que sugiriera un ambiente
sobrenatural
eran rápidos, muy rápidos en sus
juegos intelectuales
se servían en copas desbordantes,
burbujeantes
y todo era practicado con una
cierta indiferencia
con la naturalidad de hace tanto
tiempo
que nos hemos habituado a estar juntos, a
quedar desnudos, a besarnos en la boca
y acostarnos sobre la colcha verde
del sofá, a la luz azul de la lámpara
al lado del estante de libros que
componían un clima de ritual
sugestión de cosa esotérica
ciertamente se miraban
y quedaban de volver a encontrarse
otro día
(las noches pasaban de prisa)
4
nuestros hábitos delicados y
perversos
nuestras diversiones medio
delincuentes, medio filosóficas
nuestros placeres íntimos y raros
las pláticas irisadas de memoria
gestos poco a poco entretejiéndose
en la plenitud de la desnudez
familiar
mientras íbamos transformándonos
en los pulsantes personajes
crepusculares
de nuestras historias
rodeados por un silencio vivo, un
tiempo latente
de la noche recorrida
para no llegar a lugar alguno
durante el día
éramos simples mortales
5
es hora de decir claramente cómo
son las cosas:
abres tus puertas tus piernas tus
brazos tu boca
tu cuerpo
te abres de par en par
yo me embarco en ti
yo me engancho me prendo me aferro
y te navego
planeo en un juego de arriesgado
equilibrio
me hundo en tus abismos
navego suavemente en tu brisa
enfrento tus maremotos
viajo por tu velocidad
me pierdo en la maraña de tu
pantano, en el laberinto de tierra y de arena, de agua del mar y de agua dulce
– nosotros somos el pantano y
somos el laberinto
me ciego en tu blancura
me alzo en tu ondulación
eres el planeta en donde poso
la nube en que me envuelvo
aura estelar, disipación de colas
de cometas
llévame y condúceme
en esa danza desarticulada
hacia lo lejos hacia lo alto hacia lo profundo
arrástrame
amor oxímoro
amor, palabra de paradojas
6
tus ojos tienen muchos colores
que reflejan el brillo de cada
hora
extrañas palabras
atraviesan nuestra plática
ES PRECISO QUE SEAMOS MODERNOS
COMO EL AMOR
pero no lo sé
sino nos cegaremos
confundidos ante la visión de
nuestra crueldad
7
El EPÍLOGO: jadeantes,
serpenteantes, abandonamos todo, dejamos atrás lo que en nosotros podría haber
de humano. De nuestras bocas buscamos extraer el aire húmedo y sofocante de las
cavernas. Mundo transformado en víscera, paisaje pulsante, túnel en donde
nuestros gestos simulan avance por la oscuridad. Sé que nos amaríamos con mayor
vigor aunque si fuésemos capaces de ponernos al revés, fundirnos en el puro
contacto, abrazo de cada célula, ninguna barrera para la unión inmemorial. Con
que facilidad descubrimos nuestras entradas. Reducidos al puro presente,
perdida la memoria, la idea de que hay futuro y el recuerdo de un pasado,
cualquier cosa que no sea percibir la presencia del otro. Innecesario hablar:
ahora es solo la vida expectante de ciertas colonias de larvas ecuatoriales.
Nada, nada más por hacer, quedan apenas los lentos avances de la naturaleza, el
cambio del paisaje con el tiempo, algunos fragmentos, restos y recuerdos de la
aventura. Extraños al mundo, indiferentes al mar, a la playa y al viento,
sabemos apenas de los rayos y truenos que acompañan a la tempestad de verano
nocturno.
8
La noche nada puede:
arrancar todas las paredes
transformar la casa en campamento
erótico
cuando nos multiplicamos en
movimientos excéntricos
de serpiente que no llega a morder
su cola
bañados por la luz ausente
nos amamos así
no más que gota de agua en el
océano
pero transformados en animales
provisionales y articulados,
maravillados
por percibirnos en otro planeta,
jadeante, pulsante
paisaje transformado en mutación
cómplice
calidoscopio de plantas vivas en
un jardín de espasmos
juego amoroso, sí, pero ¿quién juega
y quién es la pieza del juego?
el juego de desarmar, desarreglar
todo, esparcir los cuerpos, desmontar la película, placer exacerbado al cual me
aferro
para construir una nueva vida para
vivir nuestras vidas
9
aguijón, diente afilado
que lacera lo tibio del sueño
con una leve sensación dolorosa
como la de salir una mañana de sol
al campo después de días y
días de lluvia
es cuando tú apareces
y me abrazas luminosa
brisa de besos que atraviesa las
décadas
pasión de revolverse en la esencia
tú reapareces
límpida
como la honestidad de confesiones
íntimas
tú traes en tus manos
un vacío chispeante de rubíes
tú llegas
para enseñarme las artes de lo
real,
no mucho más
que saber construirnos
como materia plural
erigida en la extensión
entre sábanas y crepúsculos
10
ah, pero tú no viste nada
esa fiesta a la cual me
invitas
solo puede ser en el claro del
matorral en llamas
en el subsuelo del edificio que se
derrumba en escombros
pues el verdadero amor, el amor
sumado al placer, es otra cosa
sobredosis, éxtasis infernal
que fatalmente nos destruirá
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/86_87/willer.html
DIARIO INACABADO
A veces ni siquiera era el
fotógrafo
de ese mundo que se abría en las
playas al atardecer, en los océanos a contraluz,
en la naturaleza con los brazos
abiertos
(vi todas las caras del mar)
(qué me decía el perfil de los
árboles frente al agua) ? )
fotografía, obra del azar –
siempre – verdadera fotografía
cuando la belleza es terrible
y las fotos nos atraen
por tu tristeza
¿Los registros de lo que fue – lo
que éramos? – Nunca podré volver a mirarlos sin que se me haga un nudo en la
garganta o, si tengo que hablar, con la voz entrecortada.
Fotos que son notas de soledad,
si.
la hora – podría ser 1930
en un país congelado en el tiempo
(el tiempo siempre es diferente,
siempre diferente
Siempre es así)
y mi vínculo es con la palabra –
sólo
♣♣♣
MENSAJES, 1: MIENTRAS ROLEYE A ALLEN GINSBERG
porque el mundo es mágico
Escribo instalado en un rincón
tranquilo de la ciudad.
donde sirven café
y sé que soy socio de las leyes
secretas que rigen lo real
tú ves / yo veo adelante / atrás
lo que fue y lo que será
La poesía es esto: saber mirar.
atentamente, distraídamente
y contar
todo lo que nadie necesita saber
♣♣♣
“Mi tumba era así”, de Artur Cruzeiro Seixas
POESÍA PICTÓRICA Y VISUAL: SIMBOLOGÍA DEL AGUA
Cuando la playa donde estás se
siente real sólo porque te trae un recuerdo vívido de los olores, luces y
ruidos de la otra playa donde estuviste, hace tanto tiempo,
cuando no queda más que la
impresión de que vivir era inútil y que morir es algo completamente idiota,
filtrado por una sensación de lo
sublime, de estar conectado a tierra.
o entonces
cuando, al regresar temprano en la
mañana, tuve la impresión de que se abría un abismo, un paso a otro plano,
donde se unían las calles de Pernambuco, Río de Janeiro y Praça Vilaboim, y
esto fue como darme cuenta de que en toda mi vida nada No hice más que seguir
las huellas de mi propia muerte.
cuando la vida es sólo un
pretexto: entonces, seleccione para publicación lo más extraño, lo más
anguloso, lo más geométrico, lo más fuera de cuadrado, que pueda ser recitado
en un tono de voz muy inocente, casi sorprendido, simulando alguien que apenas
cree en lo que dice.
POEMAS PARA LEER EN VOZ ALTA
4
nuestros delicados y perversos
hábitos
nuestras diversiones mitad
delincuentes, mitad filosóficas
nuestros placeres íntimos y raros
nuestras iridiscentes conversaciones
de la memoria
gestos que se entrelazan
lentamente
en la plenitud de la desnudez
familiar
mientras nos estábamos
transformando
en los palpitantes personajes del
crepúsculo
de nuestras narrativas
rodeado de un silencio vivo, un
tiempo palpitante
de la noche pasada
para no llegar a ninguna parte
durante el día
éramos simples mortales
♣♣♣
“La pérdida de la inocencia”, de
Artur Cruzeiro Seixas.
5
Las sábanas brillaban como si
hubiera tomado veneno.
Herberto Helder
Es hora de decir claramente cómo
son las cosas:
abres tus puertas, tus piernas,
tus brazos, tu boca, tu cuerpo, te par en par de
abres navego suavemente por tu
brisa me enfrento a tus maremotos viajo por tu velocidad. Me pierdo en la
maraña de tu pantano, en el laberinto de tierra y arena, agua de mar y agua
dulce – somos el pantano y somos el laberinto me enceguezco en tu blancura y me
levanto en tu ondulación eres el planeta donde Aterrizo la nube en la que me
envuelvo aura estelar, disipación de colas de cometa me toma y me lleva en esta
danza inconexa más arriba en lo profundo me arrastra amor oxímoron amor,
palabra de paradojas
♣♣♣
TENGO QUE DECIR ESTO DESDE HACE TIEMPO
Todavía no han logrado destruir el
mar, no han
podido estrangularlo con cables
eléctricos y carreteras, ni
desmenuzarlo con vallas
ni subdividir las manchas de su
espalda para poder ver el mar para ir penetrando poco a poco en ellas. Refugios
cálidos, cuevas del sueño primitivo, útero de filamentos luminosos, necesitamos
desnudarnos por completo y saber reconocernos a través del tacto de nuestra
piel como algo que termina y comienza dos poemas entrelazados que se muerden
como la serpiente mítica. el mar y sus cajones de cristal, sus andamios de
plata, su conspiración burbujeante de gelatinas, su afán de culebrones
trepidantes, sus túneles de rieles descendentes, su desnudez llameante, su
tiempo de redes desmoronándose en la arena, sus barcos sumergidos en la espera
definitiva, sus pozos artesianos de sal, su relleno de pinturas abstractas tu
cornucopia de deseos oscuros tus puñales envueltos en sargazo tus torres de
castillo de pura belleza tus amplias avenidas batidas por el viento tu arcoiris
bailando el ballet del amanecer tus manos de dedos transparentes hasta el ojo
puedo ver guardián de los nombres de los suicidas que deambulan por las calles
de las ciudades sumergidas, un laberinto de recuerdos, un laberinto de luces y
sombras vívidas, olas que hacen contar su interminable momento de ruido,
chocando con la furia de los metales en las batallas de Paolo Ucello , una
jungla de ruido, una jungla de ausencias y tiempo en la playa, pura realidad de
siluetas labio de vagina húmeda de los continentes lomo de un gato de angora
rozando la tierra seca clamor de corales resonando en campos submarinos
ahuyentando a las medusas que llegan a la orilla como banderas de naciones
febriles (En esta calle adoquinada y llena de gente en una ciudad de edificios
inútiles que se asoman al mar, seguros de su fatal corrosión,
me encuentro con un viejo e
inesperado amigo, que lleva consigo su traje hindú de seda negra y una extraña
mirada visionaria estampada en su Con el rostro pálido
nos retiramos a un lugar
tranquilo, nos sentamos a conversar entre palmeras y una brisa fresca,
hablamos de la gente y las
aventuras de los años 60 y 70, todo lo que pasó, estos escenarios frágiles
ahora vistos desde esta perspectiva favorable de un bar. mesa, eterna como
todas las mesas de los bares, en este mismo lugar donde ya he escrito otros
poemas
demasiado cerca de la arena para
no ser estrictamente sinceros,
nombramos a los personajes: uno
que se fue a vivir a Punta del Este a hacer quién sabe qué, otro que viajó a
Francia y se hizo muy rico, el que vive en un barco y contempla cada mañana el
vacío, el que hace líneas alucinadas en el papel, los que escriben cosas
absurdas con la firme convicción de albaceas
y hay también los que se
suicidaron, los que estaban muertos, los que se asustaron y entraron en la
condición definitiva de fantasmas, los marineros por los siglos de los siglos
el amigo se despide y se va, se
sumerge en el calor de la tarde de un comienzo de verano, cruza la barrera de
un seto de follaje, se disuelve en la niebla que siempre se forma estos días,
arrastrando consigo este haz de
biografías entrelazadas
y la pregunta aún en el aire de
qué hacer con todo esto.
Me levanto y me acerco al muro que
lo separa. el jardín, ahora desierto,
me acerco
(la tarde comienza a derramar su
momento de alucinación carmesí)
ME ACERCO
Paso por un filtro de aire de mar
Me recojo en las olas la simetría
de este poema
las nubes se desgarran unas a
otras separarse en una batalla final de colores
mientras el mar
(un río más indomable) respira
pesadamente
pasando frente a mí
con la lentitud solemne de las
procesiones de barqueros religiosos
extendiendo su manto de noches
sofocando las hogueras del fondo
encendidas en los claros donde se
ahogan. la gente intenta calentarse las manos
la presencia humana es murmullo y
soledad
sólo quedan estos dos cargueros
sombras dentadas en la distancia
dos barcos – dos puntos
insignificantes y nulos voces
solitarias
hundiéndose en el vacío gris
y este velero
mancha agitada en un mapa de las
negaciones
deslizándose rápidamente en su
hora nocturna
el humano se retira de una vez por
todas
ahora todo es distancia y el vacío
disuelve las palabras y el paisaje
sólo queda lo otro,
todo lo que nos es extraño, como
un
texto hueco de la memoria viva,
una oscura red de encuentros
románticos,
lo negativo de nuestro mundo de
coordenadas terrestres
con su sordo murmullo de infinitas
fuentes.
♣♣♣
Tomado de:
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