VÉRTIGO
En tus ojos se ahogan los pájaros.
Se estancan aguas de prolongadas lluvias
y arrastran canciones
de recuerdos debilitados.
En tus ojos tiemblan
bosques hundidos.
Levitan extraños aromas
y el murmullo profundo del náufrago
que te busca
resuena de hoja en hoja.
En tus ojos me cobijo
como caminante anochecido
que contiene la respiración.
Completamente solitario, desnudo y sin hogar.
Asustado
en tus vacíos vertiginosos.
Por eso no me conoces
y no me encuentras
nunca.
CUERVO DE CARBÓN
En el solitario álamo
un cuervo de carbón
se queda petrificado
mirando la nieve.
Como marcas dactilares del destino
ensucia el árbol
subraya la nada.
Cuervo de carbón
como bala de la oscuridad
borra el paisaje.
Todo es una mentira:
La montaña espectral
y el río solitario
y el suspiro que se pierde
en el recuerdo.
Nievan los años negros.
Nievan dentro de mí.
Me ahogan.
¡QUÉ AURORA ÉSTA!
Buenos días, señor Filópulos [1]
¡Qué aurora ésta!
El alba asomó de repente por un camino equivocado
La lluvia pasó con podaderas de acero
El día tragó nubes y follajes
Y tú desconcertado tomaste las pendientes de la niebla
Flotando sobre barriles y viejas cajas de madera
¿Me oye, señor Filópulos?
¿Llueve aún, señor Filópulos?
Al final, displicente vecino, ¿es o no es un hombre?
Esta mañana no contesta a nadie.
[1] Filópulos: Nombre propio que significa el hijo de las
hojas.
Tomado de:
DEMONIO MERIDIONAL
Era mediodía, nadie en la casa,
intenté dormir, pero era el sueño de las malas ensoñaciones. Me levanté y me
lavé: de lo profundo de la casa llegaba el sonido ahogado como si cepillaran la
piedra. Di una vuelta por las habitaciones, el ruido, tupido e ilocalizado,
subía desde abajo. Indeciso, bajé la escalera del sótano. Abrí. Tras el ancho
escalón, en dos taburetes carcomidos, estaban sentados el abuelo y la abuela,
muertos hace años. La abuela descascarillaba judías en una antigua bandeja. El
abuelo con nuestro cuchillo largo cortaba tabaco en una plancha. En un momento
levantó el encendedor para afilar la lámina comida. Entonces me vio, empujó a
la abuela, se levantaron los dos y se perdieron por otra puerta que daba más
abajo a otro subterráneo desconocido. Sé que los vi seguramente como también sé
que no había un segundo subterráneo en la casa, y no siquiera el primero al que
bajé.
ESCRITURA
Escribo con una pluma bisturí
De las entrañas del blanco papel
Salen las negras palabras
Como nube palpitante
Maqueta del poema y exorcismo
O quizás soy prestidigitador
Y con mis dedos saco estas
Letras hormigas
Que al mezclarse y jactarse
Se convierten en árboles y aves
Prados y barcos
Pero entonces otra vez quién soy
yo que escribo
Si realmente soy yo el que actúo
Y dónde están las palabras que no
se escriben
Dónde se ocultan dónde patalean
Dónde está el llanto cuando no
viene
Y cómo se humedece el papel
Cuando las palabras lloran
Quién soy yo que digo esto
Y si no ¿quién me las dice?
¿Yo escribí esta palabra
O quizás soy yo también una palabra dudosa
¿Que escribió cualquier otro en
secreto?
DIÁLOGO MATINAL
“Envejecí ya”, dijo el gorrión
Temblando sobre el membrillo
desnudo.
“Este invierno
Esta bala
Quizás sean los últimos
Por eso miro bien la mañana
por eso miro tus ojos con
compasión
Olvidando nuestras viejas
enemistades
No tiene ya sentido que lo
evites…”
“Pero ¿cómo has envejecido?”
Gritaba bajo el membrillo mi
abuelo
Hablando en su lento cerebro
Y con todo el peso de sus ochenta
años
“¿Cómo envejeciste
Si no tienes arrugas en el rostro
No deliras
Y ni siquiera necesitas muleta o
acompañante
En tu vuelo”.
“No mires todo eso
Son circunstancias y engañan”
Respondió el silencioso gorrión
“” La vejez golpea primero el
pensamiento
Aja las sensaciones
Hace pesados los impulsos
La vejez vuelve los ojos al suelo
Transforma en lentos los sentidos
Y cuanto vacío encuentra en la
cabeza
No tiene fuerza para llenarlo de
optimismo
La vejez es vencida por el viento
vacío
Sabe cagarte de renuncias
Y como no estás saciado de vida
Tanto menos deseas hacer”
“Eso” dijo el melancólico gorrión
“Eso” respondió mi pensativo
abuelo
Sin tener el coraje de decirle
Que la vejez
Se aburre incluso de los
desacuerdos
Tomado de:
https://hecatepoesia.wordpress.com/poesia-grieja/
JACK
Jack, ¿está nevando ahí arriba?
Jack, ¿está lloviendo?
¿Quién ha tendido sus sábanas
blancas como la nieve?
que se extienden y ondean en el
cielo?
Como las aguas de un mar blanco
se elevan
cuando espuma con los restos de
los sueños
alarmándonos con su rugido.
Entonces, Jack, dímelo. ¿Está
nevando allá arriba?
Aquí es un verano fresco y alto
Aquí es de noche
Aquí sopla el viento de la
desgracia
Quiero irme
Los caminos están cerrados
Nuestros huertos no tienen frutos
Algo invisible nos asusta y nos
preocupa.
Jack, Jack, Jack,
el dragón está aquí.
¿Dónde está tu tallo de frijol?
Tose, estornuda, ríe y déjame
escucharte, Jack.
LA SILLA
Todo el mundo sabe
que este hogar
está de luto por sus muertos.
Porque ahora, por las noches,
en el patio fulminante
acecha su
silla olvidada.
DOMINGO
Mira las montañas
y los precipicios
Los precipicios
y las altas montañas
porque hoy es
domingo
El día más cercano
a la muerte.
Tomado de:
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