sábado, 20 de abril de 2024

POEMAS DE JAVIER ESPAÑA


Tras el biombo

...una esfera... es la más perfecta de las

figuras y la más semejante a sí misma...

                                                                                                              Platón

La esfera tras el biombo fragua el arquetipo, 

anécdota que el cuerpo secular convoca. 

En la primera forma de la luz, el cuarzo 

enhebra un dédalo en los muslos femeninos, 

y se envanece en el mercurio de una letra.

Nada es premisa sino el musitar barroco 

que resplandece en el murmullo hegeliano: 

un cuerpo inmóvil en la estrofa de algún río, 

la enfermedad del yo en ojo vigilante 

frente a la cita del objeto y su espesura.

La imagen circular se engendra entre su abismo, 

concavidad de espejo donde el nombre es barro, 

lezámico decir, imantación del fuego 

que forja el único lenguaje de las eras: 

sumario del reflejo en el dictamen arduo.

La esfera tras el biombo es ser en cofradía. 

Toda figura se congrega en vientre múltiple, 

en página que en su fragor describe lluvias, 

idioma, un rostro en cinco letras lejanísimas: 

fascinación plural en seda del instante.

 

 

Arte poética

El río incontinente del dolor

se bifurca en el yo inabarcable,

en arte de mí mismo, su escritura.

El culto presentido por la historia

es péndulo que rima el equilibrio:

orden y caos asumen el lenguaje

del verso sin palabra ni acertijo.

La razón es la sangre dividida.

La antítesis del ser es el no ser:

otredad en la herida del espejo.

Tomado de:

http://www.horizonte.unam.mx/10.html

 

 

Imperio del abismo

 

Escena en el andamio, estremecer.

Tintura sepia que adormece el vértigo

ante el ambiguo transitar del sueño:

hoces, velas, membranas del insomnio.

 

Una puerta, ademán de los presagios,

destiende su ventosa en el augurio,

donde el imperio del abismo erige

el refulgir insano en la palabra.

 

 

Llama que imagina

 

En llama que imagina su deidad

se descubre el pavor de la figura.

Lugar o instante en semejanza a piel

es el cortejo adulto que germina.

 

La silueta erosiona entre perfiles

su copular de ritos inmaduros.

No es baldío el tatuaje más mortuorio,

donde enciende la sombra su otro cuerpo.

 

Pero murmura a contraluz el nombre

su liviandad de espada fugitiva.

 

 

Aula

 

                         Hoy es un grabado

                         en el tenebrario de un aula nocturna

                                                  José Lezama Lima

 

Aula sitiada en candelabros

enmagrece el aliento humeante,

donde apacienta su avaricia.

 

Un equilibrio de intramuros

se rasga en felino silencio

y amanece la noche sola.

 

Persiste el aula en su pronóstico

de cerrojo desnudo al miedo:

humedad que blasfema cantos.

 

 

Tentativa del ritmo

 

Falsea el ritmo su penumbra,

corroe y marca en pie quebrado

su versificación del miedo.

Puntual acoso lo circunda,

discurre al signo por los labios.

 

Medir el caos con la imagen

es el ritual del tiempo inscrito,

la nimiedad de un dios que gime

en sí mismo, su yermo propio:

pasión del orden que lo invoca.

 

 

Búsqueda del arquetipo

 

Desde el acoso palpa el sacrificio

un plumaje acentuado en el azogue.

Allí respira bruma, liquen, miasma,

 

en pos del arquetipo que lo enmarque

y lo exima de arena irreverente,

como un ancla que rompe su quietud.

 

Clama en alarde su figura leve

sobre un cordel de proa más ambigua

que bifurca en mareas sus extremos.

 

 

Luz ingénita

 

Abismar en ceniza

el parpadeo núbil,

despierta en soliloquio

la cuenca de la sed,

sílaba que murmura

su plural abandono:

juego de dados preña

al azar en su guiño.

 

Luz ingénita asiste

al verso en contrapunto.

 

 

Del pez

 

y el silencio se hará tan pétreo y mudo

que no dirá el trueno de mis sienes

ni el habla de burbujas de los peces

Gilberto Owen

 

Cerámica del pez argenta el agua,

reflejos que se anudan al asombro.

 

Migraciones convergen del cristal

que habitan figurantes en marasmo.

 

Persistente abatir, conjuración

que abisma en lo profundo su vaivén.

 

En la marea vítrea se adelgaza

su trazo de perfil en rasgadura.

 

 

Conjugación del otro

 

El ocre de un velamen

oculta en su espaldar

el grabado inclemente.

 

Conjugación del otro

en dualidad cercada

ondula su reflejo.

 

Cristales de la forma

que no esgrimen sus puertos

en salvación del ser.

 

 

Conjetura cumplida

 

Minúscula partida, corolario

que embiste al rey en juego pretendido,

deidad de suerte ambigua a contratiempo:

sólo premisas que apuntalan hitos.

 

Egregio es el linaje taciturno,

principio que consagra sombras fértiles,

persecución a muerta claridad

que la orilla sepulta en su argumento.

 

Detrás del pulso oscila la deshonra,

siniestra conjetura que no finge.

 

 

Cortometraje

 

Enrejado entrecorta el signo rubio.

En comunión aguza un parpadeo

de túneles heridos sin ventanas.

La mirada infantil se profetiza.

 

Refrenda un pasamanos lo pretérito,

ocre fiel en el claustro de la nada,

donde destella en el color inerme

el vértigo cercano a los perfiles.

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2021/11/javier-espana-poemas/

 

 

EPÍGRAFES VELARDIANOS

 

 

 

I

 

y conocía la o por lo redondo

 

EL ENTORNO CAMINA en círculos.

Su presentir de esfera ufana

cabe en un diente de pigmeo.

 

Ceremonial de ombligo sabio

es conocer la o por lo redondo,

lentejuela de abismo encinta.

 

En vientre de diamante rudo

forja su embrión sin armadura,

obesidad que embosca al canto.

 

Tosco sopor o fondo blondo,

como frondoso logos, todo

rima en la o dolor o gozo.

 

 

 

II

 

Gemía el vals por ella,

y ella era un boceto

lánguido

 

LA DANZA diametral

de los matices lánguidos

respira en su estertor.

 

Valsa en el arco núbil,

como esguince entre las aristas

que apura su reverso.

 

En el porte de alfil,

de burladero breve,

se degusta el relámpago.

 

Humo en puntillas sabias

asciende en espiral

su frágil erección.

 

III

 

Entonces era yo en seminarista

sin Baudelaire, sin rima y sin olfato

 

AGOTAR LAS PREMISAS irritantes

en el credo de la razón insana,

donde transcribo en el olfato el miedo

que Baudelaire sangró desde los vicios.

 

Simulo en el seminarista el verbo,

esquivo al mundo que blasfema

flores del mal en la falsaria rima,

podridos ángeles de lo insalvable.

 

 

IV

 

pero ya tu garganta sólo es una sufrida

blancura, que se asfixia bajo toses y toses

 

COMO UN TRAGO de azufre a medianoche

se consuma la orgía de los ángeles.

Entre vulvas antiguas se contagian

gargantas seminales y violencias.

 

Sinuoso es el tosido del amante,

un doblegar de luz en la caída

que la fiebre reclama en meretrices:

espejismos de faros sin lucera.

 

De blancura perdida en el desgarre

se excreta el fárrago de coitos,

templos sin avaricia, dones

vulnerados por dioses interdictos.

 

 

V

 

húmedos y anhelantes monosílabos,

según que la llovizna acosa las vidrieras

 

HIEL, LUZ EN MÍ, voz gris del ser,

monosílabos vacuos de ventisca

que enmohecen vagidos taciturnos.

 

Del acoso en cristales sin ventura

se diseña el monólogo del agua,

oculto pernoctar en las esquirlas.

 

¿Qué sol no agrieta la humedad en ascuas?

La ambición del reflejo no proscribe

en la mirada vítrea del vencido.

 

 

VI

 

un encono de hormigas en mis venas voraces

 

ENIGMA A LA POTENCIA múltiple

confluye en laberintos sierpes,

despierta la ansiedad del río

en el acoso de placenta turbia.

 

Presagio en sombra entrecortada

oprime a la ciudad del tedio,

donde las venas paren hoces,

persianas en los poros tímidos.

 

El símil del breviario escinde

en el arpear de la palabra,

desfiladero en risco zigzagueante

que parpadea asombro, esquirlas.

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2024/02/siete-poemas-javier-espana/

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