Tras el biombo
...una esfera... es la más
perfecta de las
figuras y la más semejante
a sí misma...
Platón
La esfera tras el biombo fragua el arquetipo,
anécdota que el cuerpo secular convoca.
En la primera forma de la luz, el cuarzo
enhebra un dédalo en los muslos femeninos,
y se envanece en el mercurio de una letra.
Nada es premisa sino el musitar barroco
que resplandece en el murmullo hegeliano:
un cuerpo inmóvil en la estrofa de algún río,
la enfermedad del yo en ojo vigilante
frente a la cita del objeto y su espesura.
La imagen circular se engendra entre su abismo,
concavidad de espejo donde el nombre es barro,
lezámico decir, imantación del fuego
que forja el único lenguaje de las eras:
sumario del reflejo en el dictamen arduo.
La esfera tras el biombo es ser en cofradía.
Toda figura se congrega en vientre múltiple,
en página que en su fragor describe lluvias,
idioma, un rostro en cinco letras lejanísimas:
fascinación plural en seda del instante.
Arte poética
El río incontinente del dolor
se bifurca en el yo inabarcable,
en arte de mí mismo, su escritura.
El culto presentido por la historia
es péndulo que rima el equilibrio:
orden y caos asumen el lenguaje
del verso sin palabra ni acertijo.
La razón es la sangre dividida.
La antítesis del ser es el no ser:
otredad en la herida del espejo.
Tomado de:
http://www.horizonte.unam.mx/10.html
Imperio del abismo
Escena en el andamio, estremecer.
Tintura sepia que adormece el vértigo
ante el ambiguo transitar del sueño:
hoces, velas, membranas del insomnio.
Una puerta, ademán de los presagios,
destiende su ventosa en el augurio,
donde el imperio del abismo erige
el refulgir insano en la palabra.
Llama que imagina
En llama que imagina su deidad
se descubre el pavor de la figura.
Lugar o instante en semejanza a piel
es el cortejo adulto que germina.
La silueta erosiona entre perfiles
su copular de ritos inmaduros.
No es baldío el tatuaje más mortuorio,
donde enciende la sombra su otro cuerpo.
Pero murmura a contraluz el nombre
su liviandad de espada fugitiva.
Aula
Hoy es un grabado
en el tenebrario de un
aula nocturna
José Lezama Lima
Aula sitiada en candelabros
enmagrece el aliento humeante,
donde apacienta su avaricia.
Un equilibrio de intramuros
se rasga en felino silencio
y amanece la noche sola.
Persiste el aula en su pronóstico
de cerrojo desnudo al miedo:
humedad que blasfema cantos.
Tentativa del ritmo
Falsea el ritmo su penumbra,
corroe y marca en pie quebrado
su versificación del miedo.
Puntual acoso lo circunda,
discurre al signo por los labios.
Medir el caos con la imagen
es el ritual del tiempo inscrito,
la nimiedad de un dios que gime
en sí mismo, su yermo propio:
pasión del orden que lo invoca.
Búsqueda del arquetipo
Desde el acoso palpa el sacrificio
un plumaje acentuado en el azogue.
Allí respira bruma, liquen, miasma,
en pos del arquetipo que lo enmarque
y lo exima de arena irreverente,
como un ancla que rompe su quietud.
Clama en alarde su figura leve
sobre un cordel de proa más ambigua
que bifurca en mareas sus extremos.
Luz ingénita
Abismar en ceniza
el parpadeo núbil,
despierta en soliloquio
la cuenca de la sed,
sílaba que murmura
su plural abandono:
juego de dados preña
al azar en su guiño.
Luz ingénita asiste
al verso en contrapunto.
Del pez
y el silencio se hará tan pétreo y mudo
que no dirá el trueno de mis sienes
ni el habla de burbujas de los peces
Gilberto Owen
Cerámica del pez argenta el agua,
reflejos que se anudan al asombro.
Migraciones convergen del cristal
que habitan figurantes en marasmo.
Persistente abatir, conjuración
que abisma en lo profundo su vaivén.
En la marea vítrea se adelgaza
su trazo de perfil en rasgadura.
Conjugación del otro
El ocre de un velamen
oculta en su espaldar
el grabado inclemente.
Conjugación del otro
en dualidad cercada
ondula su reflejo.
Cristales de la forma
que no esgrimen sus puertos
en salvación del ser.
Conjetura cumplida
Minúscula partida, corolario
que embiste al rey en juego pretendido,
deidad de suerte ambigua a contratiempo:
sólo premisas que apuntalan hitos.
Egregio es el linaje taciturno,
principio que consagra sombras fértiles,
persecución a muerta claridad
que la orilla sepulta en su argumento.
Detrás del pulso oscila la deshonra,
siniestra conjetura que no finge.
Cortometraje
Enrejado entrecorta el signo rubio.
En comunión aguza un parpadeo
de túneles heridos sin ventanas.
La mirada infantil se profetiza.
Refrenda un pasamanos lo pretérito,
ocre fiel en el claustro de la nada,
donde destella en el color inerme
el vértigo cercano a los perfiles.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2021/11/javier-espana-poemas/
EPÍGRAFES VELARDIANOS
I
y conocía la o por lo redondo
EL ENTORNO CAMINA en círculos.
Su presentir de esfera ufana
cabe en un diente de pigmeo.
Ceremonial de ombligo sabio
es conocer la o por lo redondo,
lentejuela de abismo encinta.
En vientre de diamante rudo
forja su embrión sin armadura,
obesidad que embosca al canto.
Tosco sopor o fondo blondo,
como frondoso logos, todo
rima en la o dolor o gozo.
II
Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido
LA DANZA diametral
de los matices lánguidos
respira en su estertor.
Valsa en el arco núbil,
como esguince entre las aristas
que apura su reverso.
En el porte de alfil,
de burladero breve,
se degusta el relámpago.
Humo en puntillas sabias
asciende en espiral
su frágil erección.
III
Entonces era yo en seminarista
sin Baudelaire, sin rima y sin olfato
AGOTAR LAS PREMISAS irritantes
en el credo de la razón insana,
donde transcribo en el olfato el miedo
que Baudelaire sangró desde los vicios.
Simulo en el seminarista el verbo,
esquivo al mundo que blasfema
flores del mal en la falsaria rima,
podridos ángeles de lo insalvable.
IV
pero ya tu garganta sólo es una sufrida
blancura, que se asfixia bajo toses y toses
COMO UN TRAGO de azufre a medianoche
se consuma la orgía de los ángeles.
Entre vulvas antiguas se contagian
gargantas seminales y violencias.
Sinuoso es el tosido del amante,
un doblegar de luz en la caída
que la fiebre reclama en meretrices:
espejismos de faros sin lucera.
De blancura perdida en el desgarre
se excreta el fárrago de coitos,
templos sin avaricia, dones
vulnerados por dioses interdictos.
V
húmedos y anhelantes monosílabos,
según que la llovizna acosa las vidrieras
HIEL, LUZ EN MÍ, voz gris del ser,
monosílabos vacuos de ventisca
que enmohecen vagidos taciturnos.
Del acoso en cristales sin ventura
se diseña el monólogo del agua,
oculto pernoctar en las esquirlas.
¿Qué sol no agrieta la humedad en ascuas?
La ambición del reflejo no proscribe
en la mirada vítrea del vencido.
VI
un encono de hormigas en mis venas voraces
ENIGMA A LA POTENCIA múltiple
confluye en laberintos sierpes,
despierta la ansiedad del río
en el acoso de placenta turbia.
Presagio en sombra entrecortada
oprime a la ciudad del tedio,
donde las venas paren hoces,
persianas en los poros tímidos.
El símil del breviario escinde
en el arpear de la palabra,
desfiladero en risco zigzagueante
que parpadea asombro, esquirlas.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2024/02/siete-poemas-javier-espana/
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