miércoles, 24 de abril de 2024

POEMAS DE SERGIO RODRIGO KANEK QUINTANAR TAPIA

 

Dientes

 

Tengo miedo de perder los dientes

cada pequeño dolor en la boca se siente como el presagio de un hueco

cuando engullo cosas que requieren una masticación contemplativa

me pregunto cuál será la sensación de comerlo con las encías.

Los dientes son la coraza dura del silencio

el cascarón que envuelve a las palabras.

Tengo miedo de que al perder un diente se escapen sílabas involuntarias

que aprovechando la puerta abierta escapen

de las oraciones que no digo

y busquen su libertad

manchando la pureza del silencio

con el desparpajo de una mancha de salsa

en una camisa blanquísima

o con del rubor repelente y amarillento

de una mancha de sudor.

Mi padre no tiene dientes

y tal vez por eso su silencio siempre es tan angustiante

porque parece que nunca termina de ser silencio

nunca termina de cuajar

se agrieta con los impactos de sílabas prófugas

que se escapan de reclamos rencorosos

y corren hasta ser ceniza, rezos a dioses extraños

inventados en la desesperación de no encontrar ninguna respuesta.

Pero creo que lo que más me dolería de ya no tener dientes

sería no poder partir una zanahoria

por el puro placer de escuchar su quebranto.

 

 

Autorretrato a través de mis olores

 

I

 

El olor de las hojas del pirul cuando las aprieto con los dedos

me recuerda que no conozco lo que conocen sus raíces

es imposible conquistar los recuerdos del subsuelo

lo que se siente estar bajo la tierra

absorber el agua

tener carne de oscuridad

es algo que sólo conocen las lombrices

los huesos en sus tumbas

y las memorias de los árboles.

Mi árbol preferido es el pirul

porque me lo enseñó mi madre

y porque sus hojas se parecen a esas planas de la l en cursiva

que te piden hacer cuando vas en primero de primaria.

Entonces lo descubro:

lo que los árboles ponen en sus copas

son signos de su vida bajo tierra

síntomas que hablan de una negrura inquieta

en sus copas está la voz, en sus raíces están los ojos.

El aroma del pirul huele fresco

como si el limón se emancipara de su amargura.

Por lo que dice ese perfume no todas las sepulturas son fúnebres

no todos los sedentarismos son grises

la oscuridad también puede oler a cítrico liberado.

 

 

II

 

El olor del sudor después de varios días

abre en mis axilas un pozo de conciencia.

Cuando despierto me recuerda que tengo un cuerpo

el aroma es un talismán para volver del sueño

no conozco a nadie que pueda soñar con sus hedores

cuando vuelvo desde la noche hacia el día

necesito aspirar lo que mi piel acumula

una gota de realidad condensada en aroma

para estar donde está mi piel.

Sudamos cuando nos movemos

Y nos movemos cuando corremos

cuando amamos

cuando el sol nos regala calor de universo

en fin, sudamos cuando vivimos.

Entonces debajo de mis brazos hay un rastro de mi vida

que es también sensación

y no una quimera de la mente.

No estoy diciendo que el sudor

dibuje a los instantes

todo lo contrario

los instantes son movimiento

el sudor es su esencia

el perfume del tiempo.

 

 

III

 

El olor de los motores detenidos

pacifica mi agitación

disfruto mucho abrir el cofre de un auto

o poner mi nariz en un camión estacionado

porque la ciudad es un bordado de rugidos

gritos metálicos entretejidos en mi oreja

estampidas de títeres de lámina y fuego

que con su frenesí inundan mis ojos

pero cuando puedo olerlos sé qué ya no se mueven

olerlos es una señal de que están dormidos

oler un motor es como ver a un animal disecado

una ciudad disecada.

 

 

IV

 

El olor del cigarro cuando el humo escapa

se parece al color del papel envejecido

los libros viejos huelen a pastelito de almendras

en realidad, no huelen a palabras petrificadas

lo cual es desconcertante

para mi nariz la literatura es como el aroma después de fumar

en ese rastro huelo los pensamientos que se llevó el aire

rastros de palabras que se escaparon

lenguaje en movimiento

(por eso el incienso es tan importante en los rituales

porque es la traducción olfativa de la palabra)

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/tengo-miedo-de-perder-los-dientes/

 

 

Autorretrato a través de mis olores

Poesía Interlatente de Kanek Quintanar

 

 

I

 

El olor de las hojas del pirul cuando las aprieto con los dedos

 

me recuerda que no conozco lo que conocen sus raíces

 

es imposible conquistar los recuerdos del subsuelo

 

lo que se siente estar bajo la tierra

 

absorber el agua

 

tener carne de oscuridad

 

es algo que solo conocen las lombrices

 

los huesos en sus tumbas

 

y las memorias de los árboles.

 

Mi árbol preferido es el pirul

 

porque me lo enseñó mi madre

 

y porque sus hojas se parecen a esas planas de la l en cursiva

 

que te piden hacer cuando vas en primero de primaria.

 

Entonces lo descubro:

 

lo que los árboles ponen en sus copas

 

son signos de su vida bajo tierra

 

síntomas que hablan de una negrura inquieta

 

en sus copas está la voz, en sus raíces están los ojos.

 

El aroma del pirul huele fresco

 

como si el limón se emancipara de su amargura.

 

Por lo que dice ese perfume no todas las sepulturas son fúnebres

 

no todos los sedentarismos son grises

 

la oscuridad también puede oler a cítrico liberado.

 

 

II

 

El olor del sudor después de varios días

 

abre en mis axilas un pozo de consciencia.

 

Cuando despierto me recuerda que tengo un cuerpo

 

el aroma es un talismán para volver del sueño

 

no conozco a nadie que pueda soñar con sus hedores

 

cuando vuelvo desde la noche hacia el día

 

necesito aspirar lo que mi piel acumula

 

una gota de realidad condensada en aroma

 

para estar donde está mi piel.

 

Sudamos cuando nos movemos

 

Y nos movemos cuando corremos

 

cuando el sol nos regala calor

 

en fin, sudamos cuando vivimos.

 

Entonces debajo de mis brazos hay un rastro de mi vida

 

que es también sensación

 

y no una quimera de la mente.

 

Los instantes son movimiento

 

el sudor es su esencia

 

el perfume del tiempo.

 

 

III

 

El olor de los motores detenidos pacifica mi agitación

 

disfruto mucho abrir el cofre de un auto

 

o poner mi nariz en un camión estacionado

 

porque la ciudad es un bordado de rugidos

 

gritos metálicos entretejidos en mi oreja

 

estampidas de títeres de lámina y fuego

 

pero cuando puedo olerlos sé qué ya no se mueven

 

olerlos es una señal de que están dormidos

 

oler un motor es como ver a un animal disecado

 

una ciudad disecada.

 

 

IV

 

El olor del cigarro cuando el humo escapa

 

se parece al color del papel envejecido

 

los libros viejos huelen a pastelito de almendras

 

en realidad, no huelen a palabras petrificadas

 

lo cual es desconcertante

 

para mi nariz la literatura es como el aroma después de fumar

 

en ese rastro huelo los pensamientos que se llevó el aire

 

rastros de palabras que se escaparon

 

lenguaje en movimiento

 

(por eso el incienso es tan importante en los rituales

 

porque es la traducción olfativa de la palabra).

Tomado de:

https://www.interlatenciasrevista.com/post/autorretrato-a-trav%C3%A9s-de-mis-olores

 


Walmart

En el Walmart me dan ganas de voltear todos los empaques

 

y ver las listas de ingredientes

 

leerlas como confesiones

 

¿de qué me sirve saber que mis gomitas tienen benzoato de sodio?

 

eso no sabe a nada

 

no sé qué es

 

detrás de alguno de todos esos empaques hay un poema oculto

 

qué gozo encontrar poesía detrás de una caja de cereal

 

nunca me ha pasado

 

pero tolero la existencia del Walmart

 

pensando que un día puede suceder

 

que los Corn Flakes estén hechos de:

 

“un alto surtidor que el viento arquea

 

árbol bien plantado mas danzante”

 

un Walmart es un acto de magia macabra

 

no huele a nada, como un museo

 

las cajas de cereal surgen naturalmente

 

parece que siempre estuvieron destinadas a terminar ahí

 

cada pasillo es una selva de sensaciones potenciales

 

cuando imagino todos los olores posibles para un detergente

 

me dan ganas de gritar

 

un jabón de naranja no huele a naranja

 

yo podría decir que huele a tulipanes

 

o a turbosina

 

o a mierda de unicornio

 

y daría lo mismo

 

porque esos perfumes son deliciosos pero ¿a qué huelen?

 

grito imaginando que nada dentro de un Walmart es real

 

la abstracción de un pedazo de jamón

 

¿qué cerdo tiene las piernas cuadradas?

 

¿con cuatro ángulos perfectos de noventa grados?

 

aberradamente imaginamos cerdos geométricos

 

y vendemos esa fantasía

 

para nutrir a los hombres que juegan a contar el dinero ajeno.

 

eureka, la comida ilusoria de los supermercados

 

sirve para nutrir vidas ilusorias de una humanidad que renuncia a su rostro

 

no puedo ponerme a llorar en medio del pasillo de los condimentos

 

porque vendría un guardia a golpearme

 

él no comprendería que Ulises jamás hubiera regresado a Ítaca

 

si Penélope le hubiera ofrecido esas aceitunas asfixiadas en plástico

 

como embriones grotescos flotando en salmuera

 

ya no hay regreso a casa

 

toda la comida sale de una bodega oscura

 

qué ganas de poner mi estómago en el refrigerador de las carnes frías

 

colgarlo en un gancho

 

en medio de las luces blancas y congeladas

 

flotando ahí, bolsa misteriosa de carne incógnita

 

sé que se hincharía y se hincharía

 

ningún vendedor sabría qué hacer con él

 

nadie pide doscientos cincuenta gramos de panza de poeta

 

pero no lo tirarían

 

porque si no lo encuentran en los inventarios interminables

 

nadie se atreve a descartarlo

 

pero un día,

 

lleno de asco y furia y gritos,

 

reventará

 

sacando a la luz miles de mariposas doradas

 

y libélulas, y nubes que cantan

 

correrán por todos los pasillos quemando las cajas y el cartón

 

en un huracán de catarsis que borra esa publicidad engañosa

 

que te hipnotiza y te ahoga

 

y el Walmart se incendiará pero sin dañar a nadie

 

porque las llamas de este incendio serán espigas de trigo

 

y nadie sabrá explicar de qué manera nació un trigal inextinguible en medio de la ciudad

 

pero todos los cajeros

 

y todos los choferes

 

y todos barrenderos

 

y todos los burócratas

 

saltarán dentro para convertirse en ranas

 

y yo también saltaré dentro de ese fuego de trigo

 

para nunca más tener hambre

 

aniquilaremos toda la ciudad

 

hasta que todo esto vuelva a ser

 

un lago inmenso de silencio

 

pacífico e inexplicable.

Tomado de:

https://paginasalmon.com/2023/11/16/walmart-por-sergio-rodrigo-kanek-quintanar-tapia/

 

 

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