EL PALABRISTA
Sándalo
Jacarandá
Penumbra
Cristal
LA POESÍA
Mar del frío, mar de las
lluvias, mar de los
vapores, mar de las nubes, mar
de la hume-
dad, mar de la serenidad, mar
de la crisis,
mar de la fertilidad, mar de
los néctares.
(Nombres dados por la ciencia a
dis-
tintas zonas de la cara de la
Luna que
se ve)
EN UN PRINCIPIO FUE LA LUZ
Aguardiente de manzana.
Zumo de limón.
Hombre de las nieves.
Estrépito.
Pistola cargada.
Paso ligero.
Casa redonda.
Vista doble.
Apagón.
(Contraseñas de los nueve grados de alarma atómica del
ejército norte-
americano ante un eventual ataque
ruso. «Apagón» significa «la película.
ha
terminado»)
Tomado de:
https://pdfcoffee.com/peicovich-poemas-plagiados-pdf-free.html
El hueco de la cabeza
"Tras la noche, vuelve a su ser".
(Así me transcribió un empleado de El Corte Inglés, de
Madrid, la excelencia -heideggeriena- de una almohada que no perdía su forma).
La falta de pasión
"Lo que ocurrió es que
apenas el hierro atravesó las primeras capas blandas de la muñeca, el pulgar se
dobló, saltando hasta colocarse en dirección opuesta a la de los cuatro dedos,
que sólo se doblaron ligeramente.
La herida en la muñeca es la
mejor definida. Sus bordes son netos y la sangre brota oblicuamente de ella. La
muñeca derecha fue la más torturada mientras que la izquierda quedó clavada con
rapidez y precisión. Una vez clavadas las muñecas, el madero fue izado, lo que
provocó la caída del peso del crucificado hasta que fue frenado por los hierros
que atravesaban sus muñecas. El frenazo dejó tenso el brazo, a un ángulo de 65
grados, con el palo vertical. Si repartimos el peso del cuerpo entre ambos
brazos -40 kilos cada uno- la fuerza de tracción ejercida sobre el brazo
equivale a 95 kilos.
El hundimiento del hombro
derecho pudo deberse a una deformación profesional derivada del trabajo
ejercido por el galileo durante veinte años como carpintero.
El verdugo se valió de dos clavos:
uno para cada pie".
(Extracto del informe de los
doctores Cordiglia, Ricci y Barbet sobre las radiografías tomadas a la Sábana
Santa de Turín).
Petite historie
"Imaginemos la Historia de la vida terrestre comprimida
en un año.
En esa escala, los ocho primeros meses estarían desprovistos
de vida.
En septiembre, virus y bacterias.
En octubre, las medusas.
Los mamíferos recién en la segunda semana de diciembre.
Y el hombre,
tal como lo conocemos, entraría en la escena,
aproximadamente sobre las 23:45
del 31 de diciembre".
(Un símil de la edad de la Tierra dado en un libro de
historia para niños).
https://eljuegodelataba.blogspot.com/2010/03/poemas-plagiados-esteban-peicovich.html
La esfinge
Si pasáis raudo, no veréis la sombra
(Pintada vista en una calle de Sevilla en marzo de 1985)
El horizonte más antiguo
“Mirá, papá, bueyes”.
(Las tres palabras con las que a sus 9 años sorprendió a su
padre Marcelino –y luego al mundo- la niña María Sainz de Sautuola al descubrir
por azar las cuevas de Altamira en el año 1875)
El poeta
Sol. Sol. Sol.
(Única palabra que repitió Robert Graves en una entrevista
de dos horas en su casa de Deià, Mallorca, mientras me tomaba de la mano y me
pedía que lo paseara entre los almendros de su finca)
No la toquen ya más
Foliolos 4. Tugados, inequilátero, oblongos, obovado,
cuspidado-abuminados, glandulíferos en la base, con las flores racemosas. El
involucro y el cáliz muy tenuemente hirtomentosos. Cáliz con cinco lóbulos.
(Descripción botánica de una rosa)
La represión
El pescado ha de ser siempre blanco.
Quedan prohibidos los pescados azules.
(De una dieta dada por el endocrinólogo Basilio Moreno
Esteban)
La metafísica
El tiempo ha terminado.
(Una de las respuestas que da una cocina fabricada en
Estados Unidos dotada de voz sintética a través de ordenadores)
Un versículo
Llévate el gris
que el gris va a ser la tierra
(De un electricista a otro, a propósito de un cable a
colocar)
El levitador
El límite es el cielo.
(Lema que presidió todos los proyectos de Ogisa Otis,
inventor del ascensor)
Que así sea
-Decime, mamá… ¿amén es como enter?
(Pregunta de un niño de diez años tras ser llevado por
primera vez a una misa católica)
El instante
Sí, de la Librería. ¿Podría traerme una lágrima?
(Así escuchó la poeta Mónica Claus pedir por teléfono un
café con un poco de leche a la librería que acababa de darle el libro de Adorno
“No se puede escribir poesía después de Auschwitz”)
Posmo
Cero: No ser
(Hamlet)
(Graffiti repetido en muros de la Avenida Alem, de Buenos
Aires)
La humildad
Lo intenté, pero no pude hacer feliz a la vida.
(Inscripción en una tumba en Filadelfia, Pennsylvania,
Estados Unidos)
Tomado de:
https://zumo-de-poesia.blogspot.com/2019/07/poemas-plagiados-por-esteban-peicovich.html
LAUTRÉAMONT
Traje de novia por juego de cubiertos.
Farol a mantilla por carillón a péndulo, o grabador.
Bomba de agua y pecera por máquina de coser.
Horno eléctrico por guitarra.
Traje de novia por tocadiscos.
Colección «Mundo Uruguayo» del año 1919 por discos long play
de 45 revoluciones.
Tricilo para lisiado a pedal por carro de mano bien
construido, un corral de alambre malla chica, un cajón para la cría de pollitos
BB y un conejo grande.
LAS MUSAS
Oh poeta,
sonrojarse como una piel descompuesta;
abrillantarse como una torre polvorienta;
gemir como una feliz lombriz;
soñar como una enorme inundación;
temblar como una locomotora roja;
¡venirse abajo como una puerta húmeda!
Las playas están orando.
¡Escucha como ahogan sus enormes labios!…
El río
parpadea
y yo estoy arrobado.
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/esteban-peicovich/
Curriculum
Nací (es un decir).
Guardo entre gasas mi único cadáver,
aquel cordón umbilical que ella mantuvo
en escondite de múltiple avaricia
hasta dármelo a la edad de mis sesenta.
Tozudo soy como una rosa.
Y sucesivo como las hormigas.
Lento, hasta ser todo invierno.
Y dulce hasta mis huesos.
Fui una sólida monja hasta ser padre.
A mi primera hija se la robé a su madre
un día en que el amor andaba
de animal aturdido dando tumbos
casi de farra loca por la casa
y lo atrapamos.
Tengo otra hija con la cabeza revuelta
por los pájaros.
Tres hijos del otro lado del océano,
dos nietos que por dudar de mi existencia
me llaman Sebastián,
y una madre que resiste riendo
la inundación y el tiempo.
De mis cuatro esposas,
la primera se ahogó en sus propios ojos,
la segunda fundó una maternidad,
la tercera regresó a su sitio natural
de un cuadro de Filippo Lippi
y la cuarta me arropa y alimenta
y con cuchillo de azúcar
hace de mi dos hombres que la aman.
Por mi árbol genealógico ha descendido
tanta gente que me hace ruido dentro.
Desde el minero empaquetador de azúcar
que me trajo
hasta Vidriera, el licenciado.
(a pleno día se me ve la noche.)
Por la palabra, al artefacto que soy
le fue dada la rosa en consideración
el cordero en cuidado
y el silencio de Dios en cautiverio.
Silaba a silaba, comparto el gineceo
de las palabras que me aman.
Un mujerío que teje/desteje como Safo
mi inconcluso diccionario perplejo.
Se presentan, ahora, asuntos nuevos
Del girasol se fuga el amarillo.
Llaman a la puerta. Es la humedad.
Ni el licor de lo eterno, ni Sherezade,
ni la picadura súbita del pezón más colibrí
pueden hacer que reviva lo que olvido.
Veré de poner música esta noche
no vaya a ser que tope con un golpe
de dados y mi azar no lo sepa.
De, La bañera azul
El gallo
Trajéronme aquí, a terraza urbana
las vueltas de la vida de gus ruprecht
quien debió irse a la muerte a los sesenta
y para no estar solo
como niño
pidió un gallo.
Metióme aquí, en jardín de altura,
inadecuado
como flamenco entre esquimales
y una mañana completome con gallina
blanquinegra
y otra pequeña
(con pompón)
Hubo también tortuga y loro portavoz
al que enseñó a insultar en guaraní.
Por fin, Gus se tomó el Arca y partió.
Solo.
Al testar dejó a mi nombre su epitafio.
Y es lo que canto.
De, Fauna íntima
Agua sucia
A mí de Rimbaud no me asombra su incursión
al infierno para traernos la guía
que llamó “agua sucia”
antes de echarla a la sombra
del póstumo cajón.
Va y viene y cuenta tamaño hedor
y con garfio de filibustero
y enfriados ojos de halcón
se hunde en Abisinia:
rifles, esclavos, drogas, alcoholes,
bellos papeles chamuscados,
brújula bailándole loquísima.
A mí lo que me asombra de Rimbaud
es el tatuaje que se hace en la lengua,
la pierna agusanada que trae del desierto,
el hongo de gangrena subiendo por la otra
y esa cintura rodeada por ocho kilos de oro
ganados sin arriesgar palabra alguna
en los feroces sucesos que tuvieron lugar.
Adiós al padre
Padre mío que estás en el polvo
hágase la voluntad de mamá: dame tus huesos.
Tu lápida te murió aquel mayo del 62
pero fue hoy tu derrumbe
hoy la fecha de tu racimo roto, de tu occipital yorik
de tu fémur yorik, en mi mano.
Empezó a suceder cuando María bordó la A de Andrés
en la bolsa de pan de tu después,
en la lluvia de talco,
en el tren en que viajé hacia vos
en el preamanecer de Plaza Constitución
en la ciudad de Lima que era Buenos Aires:
ciego de pie podrido, enano fumador,
la poca luz, el frío.
Padre de átomos que estás en el polvo
hubo que hacer su voluntad: quedaron huesos.
Entró en otro tiempo la costumbre:
vos hacia vos, nosotros hacia acá.
Padre de átomos que estás en el polvo
ese obrero llegó en su bicicleta,
faja negra, toscano, pico, pala, una conversación.
Dijo: “desentierro dos por mañana y es bastante”
Luego se inclinó sobre tu apagado pecho aquel
trayéndote del fondo de lo negro
hundiendo el pico hasta ese lunes del 62.
Padre de átomos que estabas en el polvo
levantamos tus brazos
la última tranquilidad de tus manos,
ese desorden marrón, y uno a uno, tu cuerpo.
La redondez de tu cabeza llegada de Europa
los antiguos lugares de tu voz,
el dónde de tus ojos.
Padre de átomos,
después del sol y el barro, nos fuimos a beber
con tu gran mano posada como pan en la mesa
y tu ceniza alzada y encendida
como una risa de tres.
Voluntad de mamá, padre mío.
Ya no estás en el polvo.
La entrevista
Esenio, treinta y tres años
soltero, nacido en Nazareth
adorado en Belén
bautizado en el Jordán
huido a Egipto
tentado en Jericó
distribuidor de panes
y de peces
amigo de ladrones
miel del traidor
cómplice de Lázaro
azar de Barrabás
terror del Sanedrín
dilema de Pilatos.
Y de aquí en más, esas horas
de las que no hay memoria clara.
Y nada más hay, ni yo siquiera,
pues trasvasado fui a otros seres
Teoría
Hacer un poema de amor no es hacer el amor
sino tan sólo navegar encima,
al lado, detrás del tiburón.
Hacer un poema de amor no es hacer el amor
sino tan sólo dibujar una futura cara en el espejo.
Puede hacerse mil veces y una vez
y no estar seguro ni del amor ni del poema
y el tiburón detrás,
el tiburón ya en ti
y el espejo en la espera.
La bañera azul
El mejor poema escrito esta semana
son los doce tomates hechos crecer
en la buena tierra de la bañera azul
que se buscó otro oficio en la terraza.
Como yo, están verdes todavía. Y como yo
esperan cada tarde la lluvia y el sosiego.
Busco entablar conversación, la mínima,
pedirles el secreto de vegetar en gloria
dorados por el sol y amamantados por la noche.
Deseo esa noble genética que los hace nacer
y morir, irrepetibles, en sus pequeños destinos
que cruzan del amarillo al verde humildísimo
hasta apagarse en sucesivo rojo.
Los doce tomates que alumbran mi azotea
han nacido también de las manos de Dios.
Tan sólo reclamo mi derecho a ser tratado
por él, de igual manera, con igual cuidado.
Pido que ajuste el mecanismo de su obra
y ese argumento de la huida: el tiempo.
Nacer en primavera, disolverse en invierno
desconocer la silenciosa edad de la tortuga.
Sólo ser cada año, una vez, ese estallido
de antiguo asombro: la renovación exacta
del jazmín, la locuacidad de la albahaca
y los tomates, amándose de noche,
hasta amanecer repentinamente soles
en la sonrisa de la tierra.
Europa
Grandes señoras, las gaviotas desayunan soberbias
en los bordes morados del mar de Amsterdam.
Cuando el primer Vermeer alumbra el horizonte
ellas untan sus patas en petróleo
y picotean lo que llega del mundo.
Las grandes señoras están ciegas.
Confunden el velero, se posan torpemente
en el mástil de los semáforos de la Wilhelmstraat
y allí se quedan, redondas y blancas,
sin saber cómo morir.
En ninguna se ve ese relámpago que hace volar
a sus famélicas hermanas del Mediterráneo.
Ninguna insinúa perderse en el mar
o aligerarse
más allá del plomo de sus alas.
No hay una sola con forma de mujer italiana
o de guitarra griega.
A ninguna le ha quedado en la estría del ojo
el refusilo último del color de Van Gogh. Debajo de sus
plumas, las gaviotas de Amsterdam
han perdido la estructura del vuelo
el pájaro que eran.
Grandes señoras, las gaviotas de Amsterdam
ya no son ni de la tierra ni del mar.
Detalle del fantasma
Cuelga enfilada la ropa de estos años.
Instantes quietos de muchos yo
sucedidos en su interior.
Camisa que presenció penurias.
Camisa que delicadamente enfermiza
despreció las lisuras, perdió botones
y resistió solísima en la percha del rincón.
La ropa hace su duelo,
se acompaña a si misma.
Linos, lanas, primavera, otoño.
Un yo detrás del yo que lo sucede
tal como fueron usadas en los días
que cuelgan en su olvido.
Hay un nosotros mío en estos yo
que los vaciados trapos recuperan con respeto
en su espantapájara postal.
Y un fino detalle nazareno
entrometido en el conjunto:
los zapatos faltantes.
Última delicadeza del fantasma:
esos colores vivos
de las corbatas con las que no se ahorcó.
Tomado de:
https://lainfanciadelprocedimiento.blogspot.com/2007/12/esteban-peicovich.html
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