(México, 1932)
Profecía inmediata
Me salgo de esta hoja.
No sirve ya el papel.
No sirve el llanto.
Vengo de dar un doble puñetazo
en la mesa del hambre y de la usura.
Vengo de atar el miedo a un rayo desbocado,
de recoger la nieve que desciende,
de convertirse mi alma en una seca piel.
Vengo de dibujar el blanco
de una bala en mi frente,
de llevar la mañana a los ojos nublados,
de sacar a la calle al luto y a la fiebre.
No sirve ya el papel.
No sirve el llanto.
Escribo en las paredes.
Parque zoológico
La sombra de un pájaro
me advierte del tiempo fugitivo.
La lluvia moja el silencio de las piedras
y cada choza de la colina bala
entre los álamos. Alguien tose
y toma la receta de las cinco.
El restallar de la ropa que lavan
en las orillas del Sabinal,
muere con el crepúsculo,
en la poza del Cura oscuramente juegan
los niños con las niñas,
y los árboles amarillos y los monos
y el chillido del águila
y el gruñido del puma
detienen mi corazón cercado de luto.
La sombra del pájaro se inclina.
Y mientras una ola sonora de marimbas
me arrastra, viene la zozobra
entre campanas del Angelus,
vienen cuatro albañiles borrachos
mecidos por el viento
(el viento de Tuxtla es un viento compadre:
nos cuenta al oído lo que dice el pueblo).
Qué cortejo devotamente ajado,
el cielo es una boa en la copa de un árbol
y cuatro hombres avanzan.
La niña ahogada sueña con la ardilla.
El mapa
He mirado la patria largamente.
Se le nota tristeza hasta en el mapa.
Las personas mayores nos explican
que es libre, sin acecho atentísimo de zarpas.
Y a punto estuve de quedarme ciego
porque a la patria la oscurecen llagas,
la pisan botas, se le cierran puertas:
necesaria prisión con calles vigiladas.
Con el sudor de todos levantamos la espera,
pues no hay dolor que dure lo que dura una mancha.
Que sabemos de noches, de sentencias, amigos,
pero también sabemos que llega la mañana.
Despertemos, seamos el metal derretido,
lo que quiera la sed, la tierra trabajada,
lo que quieran las piedras, la sencillez del huerto,
lo que pidan las llamas,
en fin -al fin- la piel abierta en surco.
He visto largamente el mapa.
Pensé en mis hijos. Duele. Y eran todos los niños.
Fui deletreando el nombre de la patria
mientras buscaba dónde, dónde poner los ojos.
Y recordé de pronto algo que sangra:
Mexicano de tierra ensalinada,
desollado haraposo,
comedor de la noche y de las hojas,
catástrofe de costa a costa,
ando buscando a un pueblo,
ando buscando a un pueblo.
Habla.
Palimpsesto
recién despierto
el hombre
inclinado
como un pobre sastre
que hilvana una prenda
rasguea su guitarra.
los sonidos que pasan
abren la escena iv
que contiene
la mente de cuerpo entero
en diálogo
con las mujeres del tiempo/
las escenas i ii y ii
pertenecen al mostruo
y al espacio.
el final
es el hallazgo
del pensamiento real
inmóvil
en el frío de las variaciones.
ellas sólo dijeron:
"tu guitarra es azul
mas no tocas las cosas
como son."
el ojo despejado/
un puro ver
sin reflexión
el hombre dijo:
"las cosas como son
en mi guitarra son/
de otra manera:
umbilical
el yermo
es una farsa
de la lluvia/
en mi guitarra
la montaña camina
y la noche es de piedra."
una de las mujeres
suplicó: "toca un aire
que nos trascienda
y separe la palabra
de las cosas."
el guitarrista
se consagra
a pulsar sus sentidos
y las cuerdas desfloran
el resplandor del alba/
doma al monstruo
indecible
(que nos atañe por dentro)
y despliega su fuerza
hacia un cielo que piensa/
en el instante
en que al final del parecer
el vaso con la flor
el cuadro rojo
el hombre
peinándose a dos espejos
el escritorio y la ventana
son en la guitarra
como antes fueron
capturados en la piedra.
los sonidos
transfiguran la mente entera
como un periódico
arrastrado por el viento
cambia las noticias/
así
los muros levantados
son la perfección
del pensamiento/
y la quietud
parte de la página
sin ser observada.
el hombre
vuelve a inclinarse
-como el sastre que cose-
sobre su instrumento/
y es un hombre
en el cuerpo
de una bestia furiosa
sentado en una silla
al sol/
y es una guitarra
monstruosamente azul/
mientras
en la pieza contigua
la soprano coloratura
canta el aria
de la realidad
que es un pájaro
que nunca se posa
y deja fluir sus alas
como un río sin cauce.
esa profunda alondra
jamás
calumniará a la muerte.
Pervesidad de la separación
desautorizo
mi ternura/
vuélvanse
mis ojos
turbulencia/
pido castigo ejemplar
a mis palabras.
al alba
quito la escalera
para que ninguna luz
suba a las ventanas/
que sea
irreflexiva
como un perro
mi bondad
que en los charcos
sean glorificados
mis instintos
que la vida tropiece
y su pie herido
sea mutilado.
desautorizo
a mi sangre
y a mi sexo/
y para mis oídos
toda mi voz/
toda vez
toda sombra
todo siglo
sea mi espalda
una sábana
árida.
la ausencia es una unión definitiva.
todo
tengo prohibido:
incluso la amargura.
Poema interrumpido por un allanamiento
Aquí la sangre, aquí tal si saliera
de una enorme bestia destazada.
La humareda de los siglos ahogándome.
Golpeando atrás del alma, golpeado
en nombre de la puerta custodiada:
"Ten coraje, Bañuelos.
Valor, viejo".
Será en la cacería siguiente
cuando mi íngrimo horizonte
caiga bajo la zarpa estrujamiedo.
Será. Será.
Los nervios con sus patas de diarrea.
Será el ciempiés errante de las fosas
abiertas en los rostros.
Y hallándome acosado
parpadeó el espejo
detrás de mi memoria.
Jugué a tener memoria.
Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos.
Corrí por los llanos de Colón.
Fuí huésped a los quince
de aquella cárcel municipal,
y luego él "considera que es tu hijo"
y "o das tu cuota o friegas los excusados"
y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores
cuando, leyendo bajo el puente, el agua era
una ave larga que volaba boca arriba.
Y ahora aquí, entre la producción y el miedo,
"bendito seas entre todos, bendito", "no te eches
a perder", "visita a tus tíos". . .
Avergonzado de gastar todos estos años
en imágenes de aserrín, con los puños cerrados,
como el lagarto al acecho del mosco en la ribera.
Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros.
Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo
que rodea desgarrado el farallón
de lo que he podido soñar, de lo que tú no soñarás:
"la vida práctica es astucia, mi amigo.
Jode, come y bebe. Entra al PRI". . .
Y todavía habrá personas que se asombren
cuando cuentes que las hormigas
rezan su hastío, que el odio nunca está solo,
y que la sombra del durazno
huele lo mismo que su flor.
(Ay pequeño Sabinal de lavanderas
chorreando sol bajo las miradas
de las comadrejas y de la hierba
asustada).
Y hallándome acosado,
en tanto aplaco
mis nervios con sus patas de diarrea,
mientras enloquezco,
mientras muerdo estas paredes,
acuso a la luz
de que al abrir una granada
se despeñó hacia adentro
haciendo saltar su espuma roja
idéntica
a la que expulsa el azteca desollado.
El mapa
He mirado la patria largamente.
Se le nota tristeza hasta en el mapa.
Las personas mayores nos explican
que es libre, sin acecho atentísimo de zarpas.
Y a punto estuve de quedarme ciego
porque a la patria la oscurecen llagas,
la pisan botas, se le cierran puertas:
necesaria prisión con calles vigiladas.
Con el sudor de todos levantamos la espera,
pues no hay dolor que dure lo que dura una mancha.
Que sabemos de noches, de sentencias, amigos,
pero también sabemos que llega la mañana.
Despertemos, seamos el metal derretido,
lo que quiera la sed, la tierra trabajada,
lo que quieran las piedras, la sencillez del huerto,
lo que pidan las llamas,
en fin -al fin- la piel abierta en surco.
He visto largamente el mapa.
Pensé en mis hijos. Duele. Y eran todos los niños.
Fui deletreando el nombre de la patria
mientras buscaba dónde, dónde poner los ojos.
Y recordé de pronto algo que sangra:
Mexicano de tierra ensalinada,
desollado haraposo,
comedor de la noche y de las hojas,
catástrofe de costa a costa,
ando buscando a un pueblo,
ando buscando a un pueblo.
Habla.
CELEBRACIÓN DE LA INFANCIA
Yo celebro. Celebro y danzo
bajo la númida capa de lo eterno.
Escucho el silbo del verde olor
de mis días natales:
escucho cómo gira la rueda de la noria
y cómo lo inasible crece en las espigas.
Y yo celebro. Celebro el diálogo del cordero
y las hojas del esparto.
Sobre el arcor de mieses cae lento
el ruido de los remos que golpean
las aguas de la noche.
Cantan las hojas y el viajero
por vez última oye el canto de los gallos,
mientras la esposa borda su nombre
en las doradas árguenas.
Lejos, un perro aúlla y un ala del día roza
la ventana.
Mas yo celebro, celebro y danzo al son
de las flautas oscuras que apagan el oro del otoño.
Pues ¿qué es lo cierto, y qué es el júbilo del niño ciego?
¿Y de quién es la trampa y el juego del viento vagabundo?
La fuente de ayer mana cerca de una tumba
y un árbol crece en la mano abierta de la tierra.
Soñamos,
soñamos y las aguas de la infancia
se cierran por encima de nuestras cabezas
como un cúpula astral.
DONDE SÓLO SE HABLA DE AMOR
A los hombres, a las mujeres
que aguardan vivir sin soledad,
al espeso camaleón callado como el agua,
al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado),
a los que duermen mientras sostengo mi vigilia,
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo
AMANECE EN EL MUNDO
Desciende el tartamudo silencio de mi patria
Las fechorías cantan un aria de escorpiones
La Bolsa de Valores ha cotizado la mano del hombre
A las tres suena el timbre y baja el odio
cantado por sirenas
Oh señores los microscopios más potentes
aún no han podido descubriros
Cuánto esfuerzo de vuestra bondad para ser malos
Nuestras despensas tienen oídos sofocantes
Según me cuentan los más viejos siempre ha sido así
mucho antes del fuego o del antiguo testamento
Cuando llegué a la vida
había ya empezado la batalla
Los diarios trajeron el resplandor
de la primera bomba nuclear
Espantosas las fotos, espantosos los rostros tan humanos
Mujeres de rodillas en medio de las calles
con sus bocas sin dientes y la mueca violeta
El humo sigue la dirección del viento
y yo crecí
Oh señores del Orden, respetables Señores
han tomado mis ojos como rehenes
pero aún veo
Han dado en vuestras máquinas al tiempo
su condición de tuerca
Aun así
el viento es un pájaro en el árbol
se enternece la tierra, desaprueba la muerte
Amamos nuestro siglo como un padre a su hijo
Alcohol de la vigilia
Amos del odio
Engranaje mascado por la usura
Aún nos llega el calor de los hornos crematorios
Vuestro reino muere en la sombra
bajo el peso de este amor
Y aquí nuestro planeta
de intenso azul visto desde el espacio
lenta naranja de metal desnudo
ariete en el silencio inevitable de nuestros astros
Atrás, prisiones, tumbas,
los muertos de Hiroshima hacen girar la Tierra
Callad, callad, va a dar a luz la sombra
Oh paz hermana que cose la vida al corazón
Atrás, prisiones, tumbas
Desde mi patria acechada confío en los hombres
Es inminente el nacimiento del alba
FRASES
Aguas que van hacia la vida,
crisálidas de roca
la tentación y la promesa
¿quién las resiste?
En el telar de aquellas aguas
a contraluz resplandecían las horas
como espadas bruñidas por la sangre.
¿Tiene el pedrusco el corazón del fuego
que guarda el pedernal?
¿El respiro del clavo en la madera
no suscita la imagen del martillo?
Qué extraño fruto somos.
El miedo es la mitad de la muerte.
Contra la felicidad de los amos,
contra el linaje de la usura,
los que espiamos dentro de nosotros
cercenando nuestro nombre,
hemos aprendido a ver
la imagen de nuestro semejante.
HUELGA DE HAMBRE
5
Aquí en México escribo estas palabras.
Juan me llamo:
No soy nadie
Y soy el pueblo,
Fui gemelo y por dos me voy muriendo.
Aquí en México escribo estas palabras,
Les doy ocupación el día que cumplo años.
Les doy su justo nacimiento.
El día que cumplo engaños
Soy un propósito de tiempo.
Las palabras son hijas de la vida.
Sufren, paren; también tienen sus muertos.
Y en la honda capital de la miseria
Las armé de fusiles y de verbos
(En esta patria muda, perseguida,
Donde hasta el aire mismo va a dolernos).
Yo fui el autor;
Lo que suena a dolor me suena a pueblo.
Nací en el Sur. Mi nombre:
Juan Bañuelos.
ANACREÓNTICA
Colgué en sus labios el asombro.
Como un tigre violeta le sangraban los ojos.
Ahorré la luz debajo de su pelo.
Sol. Tertulias de sombra en sus pestañas
Rumoreaban como uvas de un lagar.
Reconstruí de súbito la fiebre,
Y el acoso flameaba entre sus medias.
Pequeña de los años —diecisiete—
Me despeñé desde su cuello
Cuando debajo del corpiño
Dos frágiles navíos
Se le iban a pique.
HABITANTE AMOROSO
Apenas la noche ha cerrado su sombra completa.
Lo que suena después no es el río
Ni las hojas del aire ni el pez de la niebla.
Es la hambrienta distancia que llega rompiendo las aguas
y el monte que cede al recuerdo y te nombra.
Lo que el tiempo nos niega,
lo que arranca el deseo,
lo que acecha a mis venas
es saber que te hallas tan sola
en el viento y el yeso callado que muere
en tu boca.
Ay no saber que esta historia
tiene sólo en el musgo las letras
con que escribo en la roca,
y sentir que en el puente que une tus cejas
mi destino crascita zozobra.
Habitante del frío,
tañedor de la ausencia,
lo que en llama es magnolia
te hace víscera el llanto escondido,
te hace espada la hoja del tiempo
que el dolor en amor nos ahonda.
Porque salgo a la noche y te llamo
y llorabas y el aire afligido
y el espanto tan tierno y mi cuarto
y tu boca qué enjambre
qué enjambre de húmedas sombras.
BALADA DEL GUERRILLERO
A Eraclio, el del barrio de San Roque
Y si muero en campaña
o podrido en la cárcel,
sabrán que tuve el arma
empuñada y que aún nace
combatiente en el alba.
Mi corazón ya sabe
su dirección de bala,
mi boca se deshace
y su fulgor derrama.
Soy puras heredades
que los hombres reclaman.
Salgan pronto a las calles
manos mías, hermanas,
salgan pronto a los mares
de multitud airada
como dos largas naves.
Y si muero en campaña
o podrido en la cárcel,
sabrán que tuve el arma
empuñada y que aún nace
combatiente en el alba.
PREHISTORIA
Nosotros, hijos de los años de espanto,
No podemos olvidar nada
ALEJANDRO BLOCK
Aquí estoy enterrado.
Descorro las cortinas que me ocultan el mundo.
Introduzco la mano derecha aquí en el pecho;
Tomo mi corazón, lo saco limpiamente
Y como un viejo caracol de auroras
Lo llevo hasta mi oreja para oírlo.
Algo se acuesta entonces en la sangre.
El rumor, el rumor.
El protoplasma se sacude como una marioneta;
El pez, el sueño, el semen,
La rama del abeto ayuntada en el fuego,
La calandria, la tortuga galápago,
El pulpo ahogado por las algas.
Tiempo,
Pésame hoy el diamante,
El limo del Ganges y el ancho Amazonas,
Y pésame esa luz de arrugas
Que llevan el Nilo y el Usumacinta.
Voy del mar a las peñas.
Ando sobre mi voz
Igual que en el alambre se equilibra el acróbata,
Desciendo en tanto el caracol me cuenta
Con su rumor de edades
La niebla y el ornitorrinco,
El salto de antílope
La boa y el carbón y el oro
(Detritus del silencio
Bajo la lava y las raíces).
Ando sobra la célula y el fósil,
La heredad que levanta
De un fuerte coletazo el dinosaurio.
¿Estamos con la oruga,
Con el sueño que sale de la cueva
Y levanta su mazo y va a cazar
La fiera, y a pescar vestido de hojas?
El rumor, el rumor.
Estamos en la entraña del polvo de los bárbaros.
El olor de la gleba sube al miedo.
Las compañeras fieras, los compañeros hombres.
La Santa Inquisición que levanta su hoguera.
El hombre de la piedra, y el de la horca y el arco.
El lanzazo y la escama
Del que oprime y devora.
El cazador, la bruma, la golondrina, el ónix,
Los compañeros hombres que pesan su esqueleto
Y liman poco a poco
Su antigua lengua sorda.
Niños, soy el pez que se quedó en la tierra,
Sólo el musgo que frecuentó el coral,
La garganta de seda que le dolió a la espada,
El diente de la escarcha para hacernos humanos.
Aquí estoy enterrado.
Alejé de mi oreja el caracol del mundo.
Más no hace falta, dije.
Viví el amor que vive la luz en el relámpago.
Bajé a la calle, nuevo,
Recién llovido.
Sol .
Hombres que han de venir,
Niños que llevarían el caracol de todos,
No nos guarden rencor,
Sostengan su indulgencia
Por haber sido oscuros.
Vivimos en el siglo xx.
NOTICIA
Cada día al llegar a la oficina
Saludamos con ese ademán
Dejado a la costumbre,
Nos miramos la risa polvorienta,
Queremos que alguien hable por teléfono
Y callamos.
Los días van escribiendo en nosotros, nos sellan como actas de juzgado
Y luego hablamos de ellos
Como si fueran personas conocidas.
He aquí que sentamos
En nuestra mesa a la hora más grave
Y le damos un trato de recién venida.
(Nadie nos preguntó al llegar
Si sabíamos mucho, si ignorábamos,
O si nada más éramos herederos del ojo del espanto).
Y esto es de siempre.
Hoy tengo la cara del niño enfermo
Que no quiere comer, ni jugar
Y que habla a solas.
Con ternura me estoy cosiendo los ojos,
Me estoy peinando la sangre
Como un cabello espeso.
Mientras me digo cosas que ya olvido,
Mientras husmeo la basura en la calle
A través de vidrios movidos por las moscas,
Leo, como viniendo de un viaje
«Dos cosmonautas rusos giran
Alrededor de la tierra».
Tengo vergüenza de estar triste.
CANTO DE VERANO
Voy a poner tu nombre a un día del año.
D.R.S.
Cómo entiendo la triste respuesta que dan los caminos.
Cómo escucho la hierba que crece sedienta a mi espalda.
Soy silencio al acecho, al acecho de un sol invisible
que suture la herida que lame la sombra dejada
en el hierro candente que vibra si se hunde en el agua.
Y si yo les dijera qué tibia la sal nos agolpa
en el mundo costado del alba,
qué de encuentros brotaran sin tregua
por las calles y el árbol que ha tiempo
ve caer el abismo a sus pies.
Ah la bella palabra que se abre en la noche y florece en el canto.
como se abre la mano mojada de aurora,
como se abren los muslos
que derriten los hielos
de esta oscura tristeza.
Y si acaso pregunto qué fruta ha rozado mi sueño
¿quién, entre todos, diría
que la rama es la frente de un niño que puebla
de fantasmas la noche?
Me da el viento en los ojos,
me da el eco en la sangre,
me da en la vida todo el sabor de la yedra
de tu escalofrío.
Y no quiero buscarte y no quiero ceñirte a mi sombra
y no quiero sentir que es tu boca de piedra
por temor de apagar esta cima de llamas
y sentirte distante.
Ah el amor que amanece
desgarrado en la hierba.
Estallo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario