lunes, 1 de febrero de 2016

POEMAS DE JOAQUÍN GIANNUZZI


Giannuzzi grande
                (Buenos Aires, 1924- Salta 26.11.2004)


Meditación detrás de los cristales


Cuando mueves la cola
aplaudo públicamente, pero en privado
escucho una nostalgia
que nada puede decidir. Tú
en la unánime calle, yo
detrás del vidrio de la ventana
y de mis anteojos. Cada vida en su lugar
y todo el mundo en el mundo.
Tú andas
felino libre viento joven
en plena oportunidad carnal de la luz
entre la gente que silba y entusiasmas
con tanto porvenir. Yo
en mi rincón tabacoso,
repasando mis pulgares, con cierta
inteligencia práctica respecto al pasado
y mi presente reumatismo especulativo.



Lluvia en el jardín


He observado el comportamiento de las mariposas
sorprendidas por la lluvia en el jardín.
En vano buscaron refugio bajo las hojas
y en la profundidad de las flores.
Pero una de ellas se elevó
hacia las nubes sombrías
y eligió la muerte en el rayo
perdida la memoria de la especie.
Yo fumaba en la galería, tendido de espaldas;
yo sobrevivía tranquilamente, ensayando
mi oficio de holgazán, mis vacaciones metafísicas,
aunque también pensando
qué clase de muerte, qué modelo de sepulcro
podría convenir a mi exclusiva historia personal,
la especie de pena que me correspondía.



Diagnóstico


Le diagnosticaron una esquizofrenia orgánicamente terrestre
síntomas subjetivos y objetivos
un síndrome disociador porciones sueltas de la realidad
cavidad mental poblada de fantasías
alucinaciones fuertemente impolíticas
emociones sin fundamento fobias de perro azul
comportamiento simiesco muecas lenguaje primitivo.
Todo por haber estado mirando
demasiado tiempo objetos sin importancia,
por haber desplazado las varias y ordenadas conjeturas del intelecto
por descansar nomás de tanta vida. 



Apuntes de época


Frecuencia de tiroteos
en las inmediaciones de nuestro cuerpo.
Las noches llegan como amenazas secretas.
Explosiones, aullidos de ambulancias y neumáticos,
pasos que se precipitan.
Espasmos de una gestación avanzada.
La vieja época
pierde el ritmo cardíaco, boquea
en el estanque seco de su propia historia.
Detrás de las puertas
cerradas a doble llave, pasador y moral sin dientes
todo el mundo conteniendo el aliento.

Timbales y música a volumen crítico.
El baile de los muchachos
del otro lado de la pared.
Desde aquí no hay mucho que explicar:
acumulo muecas, examino ideologías
pero en conjunto ignoro
si son libres o felices,
qué heroísmo reclaman, qué sueños conciben.
A veces hay un accidente en el tocadiscos
y entonces los muchachos
con puños y pies golpean las paredes
para escapar de estos tiempos difíciles y oscuros.
Con la rabiosa fe sin porvenir
de la mosca luchando en la mermelada.
La calle, esta mañana,
sólo ofrecía opciones mortales.
De los edificios descendían
entre bocanadas de humo y odio
sufrimientos de hombres, de mujeres y de objetos manufacturados.
Morir sin esperanza era el único credo
y el mundo terminaba en los tachos de basura.
No era un momento surrealista, pueden creerme.
Y juro que los automóviles revelaban
su verdadera naturaleza criminal.



SUEÑO DEL NADADOR


El nadador ha pulido
su artesanía de joven felino
para corresponder
a los principios míticos del agua.
La coreografía empieza desde un punto
aéreo, elastizado,
donde el filo del trampolín revela
la soledad de una energía
concentrada en suspenso y en el cielo.
El conjunto se afina hasta crear
una mínima carne liberada
de carga emocional. Ahora solo basta
el pulmón feliz. Suelta su amarra
la tensionada fibra, se desprende, salta
y en rápida parábola
entra como un cuchillo en un reinado lento.
El agua vibra al sol como estrellada.
Convertida en mujer
con un baile en su seno se incorpora
una segunda alegría. El huésped cae
y largamente se demora abajo
como probando
la impune gracia de permanecer
para siempre en la azul profundidad,
palpando sus opciones
y sus posibles sueños venideros.
Pero aquí vuelve, sacudiendo un resto
de ensoñación goteada
a su estado mortal, con paso herido,
al triste error, vacilando
entre rígidos objetos aplastados
y su cuadrado peso.



MOMENTO INVERNAL


¿Qué haremos con esta escena accidental
-hojas reunidas por el viento del sur hacia la puerta sino
aislarla como un conocimiento ilusorio?
Todo movimiento es circular
en el rincón del muro, allí
donde las hojas corren para girar sobre sí mismas
al aullido de una ráfaga fría y discontinua.
Lugares comunes de la materia invernal.
¿Debemos otorgarles
una intención de belleza y resurrección
a partir de la confusión del polvo estacional?
Tal es nuestro posible conocimiento: un anhelo
susurrando en las hojas secas, una horrible
tristeza en una tarde de nuestro tiempo.
Y en el rincón del muro la certeza y el residuo
de una disolución universal.

MOSCA FINAL


Tiesa en el vidrio y su engaño, todavía
se aferra a un resto de luz menguante.
Calmada forma final
ya no tiene razón contra el invierno.
Un fracaso a la vista del cielo:
veo la dignidad
de concluir con la tarde, en un gris moribundo
aplastado a lo traslúcido. Una pizca
de frío residuo planetario
hacia abajo chupado, a lo indistinto.
En su descenso cumple
una certeza de orden, mientras ignoro
la ley de mi propia disolución.
La muerte
no me reserva esa lógica suave,
su tranquila mecánica
sino un final inexacto, sometido
a un desesperado anhelo personal.



Ni angel ni rebelde


No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla de vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes
ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amo ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.




RUBÉN DARÍO 


Usted me preguntaba cómo verificar 
si está vivo o muerto Rubén Darío. 
Meter un dedo en su tumba, 
sentirlo frío, no cuenta si usted palpa 
sus huesos rendidos. 
¿Muy esquemático? 
Pero si no me equivoco 
su pregunta tenía un sentido artístico. 
En cuanto a su poesía, escuche usted 
cómo respira todavía, 
cómo recrea su vasto lenguaje 
y perfecciona y ahonda las notas de su laúd. 
Claro que ya no bebe su vino al anochecer. 
Con excepción de ese hábito 
ninguna verdad rubendariana interrumpió la muerte. 




Amantes en la noche


Nos amamos y apagamos el televisor
como negando la realidad. Pero el mundo
insiste en sus convicciones o las busca
por motivos que ignoramos o acaso
porque el crimen debe seguir su curso.
Desde afuera, sus figuras insomnes
presionan contras las paredes que nos refugian.
Se encarnan en el viento, aullidos
de neumáticos y en las inmediaciones
de todas las cosas, tiroteos
que no resuelven la discordia general.
Ahora acumula hojas secas
al pie de las ventanas y desliza
una carta de origen desconocido
por debajo de la puerta.
Pero florecemos desnudos en medio de la noche
donde el amor decide en su propia voluntad
y por él sabemos cómo hacer de la historia
un rumoroso escándalo que no nos concierne.

Orquesta degollada


El poema que cada uno
va masticando como un chicle de idiota
es poca cosa. Una preocupación ridícula
de la vida individual, guitarrita de bolsillo,
cantito de rana en los pulmons contaminados
cuando la calle abunda de gente en todas direcciones.
Sólo Dios sabe adónde va cada uno,
Pero el Estado sabe
dónde van todos con su pequeña música entre los dientes.
Traslado a mi oído el verso mascado
para probar su sonido: un fracaso que no resuelve
esta muchedumbre sentimental hacia el ocaso
con su rumor de orquesta degollada.

Fulgor en el subte


Los jóvenes amantes se lamían
las caras y las manos, desnudando
en la pública luz
la energía de la creación, la mutua
penetración de la materia viva.
Entonces los señores y tristes pasajeros
se irguieron esperando que el incendio
estallara hacia todas direcciones y destinos:
dejando que esa fuerza
se filtrara en ellos y cavara
en ropas, carnes, metales y maderas,
hasta un liberado resplandor.
(De Obra Poética, Emecé, 2000)

La paz del torturador


El torturador está cenando
con su sagrada familia.
Todo parece andar bien en este pequeño mundo.
Él está satisfecho con su trabajo
tan gratificante
que con 220 voltios es capaz de hacer maravillas
como arrancar de raíz
el más recóndito secreto de Dios.
La esposa no tiene por qué saber nada
acerca de estos asuntos
que por otra parte no le servirían
para hacer una buena sopa.
Sus dos hijitos admiran a papá
por su generosa manera
de llenar el mundo a su alrededor.
Cuando llega de la calle
el perro mueve felizmente la cola
y a los dos les da lo mismo
cualquier sistema social.


Por Alguna Razón


Compré café, cigarrillos, fósforos.
Fumé, bebí
y fiel a mi retórica particular
puse los pies sobre la mesa.
Cincuenta anos y una certeza de condenado.
Como casi todo el mundo fracasé sin hacer ruido;
Bostezando al caer la noche murmuré mis decepciones,
escupí sobre mi sombra antes de ir a la cama.
Esta fue toda la respuesta que pude ofrecer a un mundo
que reclamaba de mí un estilo que posiblemente no me
correspondía.
O puede ser que se trate de otra cosa. Quizás
hubo un proyecto distinto para mí
en alguna probable lotería
y mi número no salió.
Quizá nadie resuelva un destino estrictamente privado.
Quizás la marea histórica lo resuelva por uno y por todos.
Me queda esto.
Una porción de vida que me cansó de antemano,
Un poema paralizado en mitad de camino
hacia una conclusión desconocida;
un resto de café en la taza
que por alguna razón
nunca me atreví a apurar hasta el fondo. 

ESCUCHANDO EL LAÚD

Escuchando en el laúd la nota antigua
Uno ve poetas en el pasado pero no asesinos.
Ve la ingrávida sustancia incorporada
A la calamitosa energía de la historia
Y esta confusión no termina de aclararse.
Increíbles poetas entre nubes de sangre
Salvando a medias la verdad, dejando el resto
A la convicción del crimen general
Como un error que debe soslayarse. Cómo
Consiguió la belleza aislar las rosas,
Construir un recluso jardín incorrupto
Y dar materia a este cantor eterno.
Pero la estúpida crueldad y el martirio
No fueron cosas transitorias ni objetos irreales
Que pueden apartarse como una falla terrestre,
Una fractura en la roca, un paso en falso en el mundo.
Aquí están todavía, no en el mito
Y a su manera se empeñan en dar música.
Las cuerdas siguen sonando en medio de la masacre;
La vida corporal de esta madera finamente curvada
Es aceptada como un triste conocimiento.
El laúd rescata un engaño hasta el fin de los tiempos.
Las condiciones de la época, 1967.

POÉTICA

La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía
es lo que se está viendo.


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