¿Ni cuando llegan extraños?
¿Jamás, a lo largo de toda esta espantosa inversión de la infancia?
Pues bien, ya lo averiguaremos.
Piel
Obediente vestido de diario,
no siempre eres capaz de mantener
esa superficie joven e infalsificable.
Debes memorizar tus arrugas:
cólera, diversión, sueño;
esas pocas y repelentes señales
que delatan ese viento constante
y cargado de arena: el tiempo;
has de volverte gruesa, convertirte
en una vieja bolsa
que lleva un nombre gastado.
Resécate entonces; sé áspera; pellejo;
y perdóname por no haber
encontrado, cuando eras nueva,
ninguna hermosa fiesta
en la que lucirte,
tal como corresponde a la ropa
hasta que la moda cambia.
Los grandes almacenes
Los grandes almacenes que venden ropas baratas
ordenadas sencillamente por tallas
(Punto, Ropa de Verano, Medias,
en tostados y grises, marrones y azules)
evocan el mundo de lunes a viernes de aquellos
que salen al alba de sus casitas pareadas
para fichar en fábrica, taller u obra.
Pero más allá de las pilas de camisas y pantalones
se extienden los puestos de Todo para la Noche:
bodies y minisaltos de cama de nailon
bordeados a máquina, finos como blusas,
color limón, zafiro, verde musgo, rosa,
se pavonean en grupo. Suponer
que comparten ese otro mundo, pensar que en él
hay algo comparable a esas prendas, demuestra
lo distinto y lo enigmático que es el amor,
o las mujeres, lo que hacen,
o parecen ser en nuestros juveniles
e irreales deseos: sintéticas, nuevas
y artificiosas en sus éxtasis.
ALBADA
Trabajo todo el día, y por las noches me emborracho.
Me despierto a las cuatro en una oscuridad callada, y miro.
Los bordes de las cortinas no tardarán en iluminarse.
Hasta entonces veo lo que siempre ha estado ahí:
La muerte infatigable, ahora un día entero más cerca,
Que borra todo pensamiento excepto
Cómo y dónde y cuando moriré.
Árida interrogación: no obstante el temor
De morir, y estar muerto,
Centellea de nuevo, te posee, te aterra.
La mente se queda en blanco ante el resplandor. No
Por remordimiento –el bien no hecho, el amor no dado,
El tiempo desperciado- ni con tristeza porque
Una vida pueda tardar tanto en superar
Sus malos inicios, y quizá nunca lo consiga;
Sino ante la total y perpetua vacuidad,
La segura extinción hacia la que viajamos
Y en la que nos perderemos para siempre. No estar
Aquí, no estar en ninguna parte,
Y pronto; nada más terrible, nada más cierto.
Es un miedo concreto que ningún truco
Disipa. Antes lo hacía la religión,
Ese vasto brocado musical apolillado
Creado para fingir que no morimos nunca.
Y ese capcioso discurso que dice Ningún ser racional
Puede temer lo que no sentirá, no ver
Que eso es lo que tememos: ni vista, ni oído,
Ni tacto ni sabor ni olor, nada con que pensar,
Nada que amar ni a lo que estar ligado,
El anestésico del que nadie despierta.
Y así permanece al borde de la visión,
Una pequeña mancha desenfocada, un escalofrío
Permanente que deja todo impulso en indecisión.
Hay muchas cosas que quizá nunca ocurran; esta sí,
Y el comprenderlo es un rugido
De miedo al creamtorio cuando nos pilla
Sin nadie y sin bebida. El valor no sirve:
Significa no asustar a los demás. Tener coraje
No te salva del último viaje.
Igual muere el llorón que el fanfarrón.
Lentamente se hace de día, y la habitación cobra forma.
Es evidente como un guardarropa, lo que sabemos,
Lo que hemos sabido siempre, sabemos que no podemos escapar,
Pero no lo aceptamos. Algo tendrá que desaparecer.
Mientras tanto los teléfonos se agazapan, dispuestos a sonar
En oficinas cerradas, y todo este mundo indiferente,
Intrincado y de alquiler comienza a despertar.
El cielo es blanco como arcilla, sin sol.
Hay trabajo que hacer.
Los carteros, como los médicos, van de casa en casa.
LA VIDA CON UN AGUJERO
Cuando echo la cabeza hacia atrás y aúllo
La gente (sobre todo las mujeres) dice
Pero siempre has hecho lo que has querido,
Siempre has ido a la tuya:
Una rematadamente vil y sucia
Inversión de la realidad.
Lo que quieren decir esos estúpidos
Es que nunca he hecho lo que no he querido.
Así que el capullo enclaustrado en el castillo
Que escribe sus quinientas palabras y luego
Divide el resto del día
Entre la piscina, la botella y los pajaritos
Me queda más lejos que nunca, pero también
El maestrillo pelagatos con gafitas
(seis críos y la mujer preñada,
Y los padres de ella al caer)…
La vida es una lucha inmóvil, trabada
Y a tres bandas entre tus deseos,
Lo que el mundo te desea a ti y (peor aún)
La imbatible y lenta máquina
Que te da lo que vas a conseguir. Neutralizados,
Luchan alrededor de un punto muerto y hueco
De obligaciones, miedos y caras.
Los días se filtran sin tregua a través de él. Los años.
EL CORTACÉSPED
El cortacésped se atascó, dos veces, me arrodillé
Y encontré un erizo entre las cuchillas,
Muerto. Estaba entre las hierbas altas.
Lo había visto antes, y hasta le había dado de comer,
Una vez. Ahora había destrozado su discreta existencia
Sin remedio. Enterrarlo no me ayudó:
A la mañana siguiente yo me levanté y él no.
El primer día después de una muerte, la nueva ausencia
Es siempre lo mismo; deberíamos cuidar
Unos de otros, deberíamos mostrar amabilidad
Mientras aún haya posibilidad.
QUERIDO CHARLES, MI MUSA, DORMIDA O MUERTA
Querido Charles, Mi Musa, dormida o muerta,
Te ofrece estos ripios desde mi puerta
En el gélido norte del país, con saludos afectuosos
Para el veinticuatro del afortunado agosto, el más gozoso
Para todos de los meses del año
Igual que lo fue para ese romano de antaño;
Pues eres leo, igual que yo
(¿Es que no te resulta confortador
Ser tan altivo, egoísta, poderoso y vital?
¿O crees que lo han interpretado mal?)
Y que sus horas doradas presagien
Que durante muchos años te agasajen.
Creo que pocas cosas me entristecen tanto
Como el que nuestros cumpleaños se vayan olvidando.
Los regalos y las fiestas desaparecen,
Y años tras año las tarjetas decrecen,
Hasta que al llegar a los sesenta y cinco,
¿a quién le importa si estás muerto o vivo?
¡Pero, CHARLES, tú tranquilo! Pues tu manera de ser
Crea amistades que no han de perecer,
Y todo lo que escribes también; con tu verdad y sensatez
Contamos para pararles los pies
A los modernos y a los chalados,
A los estúpidos y a los directamente malvados.
Espero que pases un día excepcional
Aclamado por las gaviotas en su revolotear
Y los gritos de las focas, ágiles y perezosas
(mi idea de Cornualles es bastante borrosa),
Y los humanos que no lo consideren pecado moral
Que cojan una castaña monumental.
Aunque hago un esfuerzo extraordinario
Para que esto parezca una tarjeta de aniversario,
Ya no doy para más: no eches a faltar
Todo lo que te queremos comunicar:
Admiración y también amistad
Con la esperanza de que el futuro te traerá
Cada vez más prosperidad.
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