domingo, 14 de febrero de 2016

Poemas de Thelma Nava


Mexico, 1932


Hoy te podría decir que soy un vaso 
de leche tibia para el insomne 
o tal vez que llueve mucho. 
Me pasaría la tarde hablando 
de cosas triviales 
como decir arroz o harina 
o qué bien huelen tus cabellos. 
Si estuvieras aquí 
tal vez, hasta me atrevería 
a decir que te amo. 


 ¿Qué es lo que quieres que te diga 
y adónde he de buscarte 
coral de toda la esperanza terrestre 
con que quiero aferrarme a tu presencia? 
¿Qué voz es ésta que no escucho 
desconocida en mí, de mí nacida, 
qué voz es ésta y con qué labios 
he de acallarla


PARA QUIEN PRETENDA CONOCER A UN POETA


Es difícil conocer el corazón de un poeta.
A primera vista resulta fácil doblegarlo por la 
    vanidad,
ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas 
    cuantas líneas suyas.
Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada
hablar de ciudades irreales,
adivinar su amor y sus costumbres,
su vida cotidiana, sus odios y rencores.
Penetrar el secreto de su técnica
llegar a sus orígenes.

Pero ¿quién, bajo la lluvia, es capaz, sabe realmente
    cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,
    maldito, blasfemo o perseguido de un poeta?


MUJER INCONVENIENTE


Definitivamente no, señora mía,
usted no es la mujer que conviene a su marido.
Carece de imaginación
utiliza el gastado lenguaje de las mujeres de nuestros
    abuelos.
Alterna las visitas a los supermercados con las telenovelas 
y espera con la crema puesta la cuota semanaria del amor. 
Y, sobre todo,
usted no sería capaz de compartir a su marido 
como lo hago yo
tranquila y resignadamente con usted.


Las señales


¿Acaso era necesario decir que las señales del amor
eran tan evidentes como el sello que llevaba en la frente el acusado
como la ola invisible lamiendo el ala de nuestro corazón?
¿Acaso necesitábamos preguntarnos qué era lo que nos acercaba y nos hacía
     rechazarnos,
serpientes agonizando en nuestro propio laberinto?

Todo nacía de madrugada, con la avidez del que espera uno y otro día
en silencio la partida, la ruptura del círculo,
el imposible beso de la figura de barro que nos llama.

Todo nacía en verano, donde la realidad y el sueño se confunden
cogidos de la mano del absurdo, de lo que no es jamás regreso
de la siempre partida hacia otra parte.

Día que aguardas el silencio de la luz construyéndote
y  llegas atónito ante las puertas que te fueron negadas.


Ven


Ven
ayúdame a insertar mi corazón en la tapa de este libro
enciclopedia donde en cualquier momento puedo leerte
manual de fórmulas para ahuyentar la tristeza.

Ven
ayúdame a olvidarte
a no seguir buscando
la mirada que pusiste en mi rostro
cada minuto diferente,
ayúdame a olvidar nuestra hermosa soledad
de animales en celo.
Si tú me ayudas
te prometo no salir a buscarte en los espejos
o en el fondo de la taza de té.




Para nombrar a España con amor


País que venías a mi encuentro sin sospecharlo
(¿o era yo la que caminaba hacia ti?)
que estuvo siempre detrás del mar, con su aliento de sal y el deseo de la primera
     golondrina.
Es posible que un día me reconozca en ti, en tu olor de semillas, en tus flores recién
     cortadas,
en tu morada donde la libertad me reciba como a un huésped deseado.

Es posible.

¿Golpearía yo a tus puertas si no te amara?




Petrópolis bajo la niebla


Porque no era válido salir a buscar el fuego del mar
detuvimos los pasos frente a la tarde campana llamando
golpeando a las puertas de la ciudad abierta que aguardaba nuestra llegada en su
     vaivén de niebla.

El sol deshecho del día atravesaba las palabras del descubrimiento
de las primeras hortensias en la ciudad sin prisa
donde todos los relojes parecían dejar su marca inmóvil.

Bajo el cielo amor bandera abierta buscábamos
una señal desnuda como el rostro del amor
como el amor que se desnuda en las mañanas del amor.

Lejos de la bahía regresaban los pájaros
sorpresivamente
como vuelve la forma del poema a los labios del poeta.




Presencia de las islas


Como un cortejo cabalgando a solas surgen de la niebla
¿Quién alimenta su esplendor que ninguna tempestad oculta?
De las islas sube algo parecido al deseo.
Casa viviente en el mar
las islas
animales fantásticos
esperan su ración de ostras.

Para mi corazón una isla iluminada con el brillo del mar
una isla
como espada
atravesando la llanura marina
una isla
multiplicándose en su pequeña geografía
una isla
grito a solas
jardín para romper la monótona presencia del mar
la insoportable presencia
de una soledad frente a sí misma.
Allí
abajo
fruto
corteza en movimiento
la forma de las islas:
última tentación de los navíos.


 
 

Otra vez España


Tu nombre suena en mis oídos extraño y cercano
como el murmullo del mar, ebrio de vida.
¿Cuál es la canción que todos cantan, cuál es la verdadera,
la que viene de las minas y es tan grata a nuestro corazón
como la tierra fértil, como los viejos libros de caballería o esas voces
que no podemos recordar del todo y permanecen aún en nosotros?

No pregunto por las luces de tus ciudades
(siempre he mirado el rumbo secreto de las luces en los altos balcones)

No tengo ningún antepasado allí nacido
(mis remotísimos antepasados llegaron de Italia).
Cantaré contigo el amor de todas las cosas simples
en un cielo que adivino purísimo en otoño y azul
como el sitio donde edificaron los antiguos nuestros templos.




Canciones


                                   I
                                  
Todos los días sucede:
la luz se muere
en el olvido.
La soledad no basta
para llenarnos.

                                   II

Todos los días se quiere
lo que está lejos.
Lo que la mano toca
ya no nos duele.

                                   III

Una palabra basta
y ya es distinto.
Ven y dímela quedo
junto al oído.


 
 

Mi corazón


Mi corazón a diario se pregunta
¿dónde va? ¿qué lo limita?
Si lo limita el aire, estalla.
Si lo limitas tú, arde sin tregua.
Mi corazón es, pues, ilimitado.



Daguerrotipos


I

Una niña de pie, sobre un taburete de paja

apoyada en un falso tronco

mira tristemente a la distancia.

¿Qué es lo que sus ojos contemplan sin asombro?

Con la mano izquierda sostiene

un cesto de flores de seda.

Su larga cabellera, su tímido fleco que cubre

la amplia frente

que todavía no conoce su destino

despierta en mí de pronto umbrosas sensaciones

detrás de la memoria.

Su pequeña figura de dos años

lleva unas medias oscuras y un amplio vestido

de organza que imagino blanco.


No es en verdad una niña:

es mi padre vestido al gusto de la abuela

a principios del siglo pasado.

EN EL LÍMITE

         A Luis Ignacio Hilguera, in memoriam
Justo al borde
no hay regreso
se rompieron las reglaS
no establecidas
cambio de juego

¿qué escucharon los silentes espejos?

¿acaso el grito
         el último
o solo simplemente el resbalarse
congra un muro de tezontle?
Esa sombra invadiendo paulatina
los espacios del cuerpo.
No existieron invocaciones o blasfêmias
solo um desasosiego invasor
         que rompió la mañana
o la tarde de la desesperanza.

                   15-16 de mayo de 2003

LOPE DE VEGA 510

Primera evocación
                   
         Para Efarín

Repentinamente
el desierto edificio
barca mecida bajo el âmbar de la tarde
sin paredes frontales que resguarden los sueños
ni ventanas que celebren el nacimiento de los días
es apenas una luz un parpadeo
un invisible reflejo en los espelos ausentes.

A pesar de todos los relojes
sagradamente habitan en ese paraíso conquistado
— detrás del ojo que no puede mirarte —
todos los fuegos de tu espíritu
encendidos em tus días terrenales
y el esplendor del água viva de tus manos.

Estás em esos recintos interiores
que algún día fueron nuestros
en las vocês y silêncios evocados
junto a los breves espacios de la dicha
donde renacen ahora tus poemas
como soles antiguos en la estación del viento.


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